Partida Rol por web

Attar tragó saliva al oir aquello.

"¿Attar debe manejar una de esas... cosas? Éso no es bueno. Ayudadnos espíritus... y mira, aquel que podría ayudar a que nos oyeran los espíritus no es capaz ni de levantarse del suelo... Attar siente vergüenza" pensaba el mestizo, al ver el lamentable espectáculo que estaba dando Rastrojo.

Pero el deber era el deber, y las órdenes estaban dadas. La palmada de ánimo de Jabalí le ayudó un poco, y también pensar que Peregrino iría con ellos... parecía hábil, y quizá en su tierra si tenían esas cosas y estaban acostumbrados a usarlas. 

Campaña contempló satisfecho el bochornoso espectáculo que había montado Rastrojo aunque en el fondo no tenía muy claro por qué se comportaba de esa forma. En cierto modo resultaba divertido, o al menos a Campaña se lo parecía. Siguió a Rastrojo hasta la balsa e hizo un amago de agarrarle cuando casi se cae, pero al final no hizo falta. Cuando estuvieron juntos otra vez el gigante saludó a los recién llegados y vio que Guepardo estaba herido.

- Guepardo ¿Qué pasar tú? - preguntó Campaña en K'Hlata.

Lo extraño era que nadie más estaba herido. Campaña sentía curiosidad por saberlo pues Guepardo tampoco estaba tan mal, parecía que podía moverse con un poco de ayuda.

Uro comprobó que el Jaguar podía moverse, le habían dado una paliza o algo así aunque en realidad le importaba poco. La poca ayuda que necesitaba Guepardo ya se la estaba prestando Attar, de modo que, una vez más, no había trabajo para Uro. En realidad prefería no hacer nada a tener que cuidar a un herido, a veces es mejor morir que vivir tanta agonía como la que había sufrido Guepardo. Un Cazador de Cabezas nunca habría dejado que le arrancaran su instrumento, una negación de prole de esas características habría sido impensable para Uro, aún estando malherido le habría arrancando la cabeza al que hubiera intentado quitarle su virilidad y luego habría muerto como el valiente que era. Pero estaba claro que Guepardo no era un duro Cazador de Cabezas, no era más que un débil Jaguar.

Con un gruñido como única muestra de asentimiento, Uro dejó a Attar y a Guepardo para volver junto a la balsa, justo a tiempo para recibir nuevas órdenes. Enseguida montó en la balsa y agarró una de las varas de madera, nunca había hecho aquello antes pero le habían escogido por ser fuerte así que estaba convencido de que lo haría bien.

La vara le recordó al pueblo de los Tres Castores, cuando había quitado la tranca de la puerta para que el resto de sus compañeros pudieran entrar en el poblado. Aquella tranca pesaba mucho más que la vara, aunque parecían estar fabricadas con la misma madera áspera y dura. Uro les había conducido a la victoria y le pagaban de aquella forma... al menos pronto estaría con la Infantería, donde seguro que sabrían apreciar los dones que la Diosa le había concedido.

Sicofante se mueve hacia la balsa que le ha encomendando, yendo a su posición que le correspondía por llevar las varas de la balsa. Antes de ello hace un saludo a R´Gaa -no había hablado con la muchacha mucho desde el viaje- y mira a sus compañeros de viaje, en especial a Campaña.

Como se mueva este mucho volcamos seguro- piensa. Esperaba que eso no ocurriese. No era un buen nadador. 

Me coloqué en la balsa asignada, satisfecho de no tener que controlar la barca, pues si algo pasa siempre cae sobre los conductores el castigo y la responsabilidad. Además, mi armadura no me ayudaría demasiado si me caía al agua, así que prefería estar en el centro de la balsa, lejos del borde.

Me senté lo más al centro que pude de la segunda balsa, al lado de la negrita, R'Gaa, que ya habíia embarcado. Ella tenía una lanza,la podrían haber usado como vara de remo y ahorrar llevar más palos encima.

"Incompetentes."

Mentiroso cogió el remo, más largo que su lanza larga, sin entender por qué tenían que meterse en un río. Los ríos son traicioneros, están llenos de los espíritus de los ahogados, y es mejor no acercarse a ellos. Como mucho meter un pie.

Nervioso subió a la balsa, sujetando torpemente el remo. La balsa era peligrosamente inestable. Cuando introdujo el remo en el agua y sintió la profundidad del fondo, sintió un mareo que le hizo volver al centro de la balsa.

-Nunca había visto tanta agua junta...

Haciendo acopio de voluntad para no saltar de nuevo a la orilla, se quitó la armadura y las ropas de viaje de Hombre de la Arena, para que si caía su peso no tirara de él hacia el fondo. Y allí espero, a que subieran todos y cada uno cogiera su posición. Él sería el último en colocarse, para permanecer el menor tiempo posible cerca del borde...

-Vámonos ya, que nunca voy a estar más preparado que ahora. -La espera le estaba pareciendo interminable, insoportable. Musitar oraciones de guerrero no le era suficiente para infundirse valor.

Cuando Attar cogió la vara de su mano, Jabalí miró la balsa y decidió que era el momento de subirse sin retrasarlo más. Para conseguir poner de nuevo pie en tierra había que pasar primero por un rato sobre aquella cosa. Cuanto antes subiera antes se bajaría.

Entró pisando con cuidado, acostumbrandose a los primeros instantes sobre aquella cosa que flotaba en el agua. Cuando miró en torno suyo y se vio rodeado por las aguas sintió una sensación que nunca había experimentado, la sensación de que la tierra se movía en todas direcciones. Cerró los ojos y respiró profundamente, sintiendo el agua golpeando la balsa debajo de sus pies y acostumbrándose a aquella situación. Cuando abrió de nuevo los ojos, se dio cuenta de que agarraba la vara con tanta fuerza que, por un instante, temió romperla.

-Los hombres están hechos para andar sobre la tierra. El agua es para los animales que viven en ella y para beberla, no para caminar sobre ella. Ya estoy echando de menos sentir la fuerza de la roca bajo mis pies, así que ¡pongámonos en marcha de una vez! -cogió la vara y la metió en el agua buscando el fondo.

Así como la antigua vida de Loor transcurría sosegada y solo alterada por el son de las estaciones estas nuevas circunstancias, su pertenencia a la afamada Compañía Negra, la tenían un tanto alterada o más bien atareada. Y tanto era así que en todo el tiempo transcurrido desde su semana de entrenamiento con Hermana apenas había parado en sus quehaceres diarios como para hablar con sus compañeros Hostigadores. Aunque cierto es que con alguno de ellos apenas tenía relación y poco más que conocía su nombre pero eso no era excusa como para no entablar un contacto más cercano ya que si en un futuro no muy lejano tuviesen que luchar codo con codo sería mejor conocer los puntos fuertes y los débiles de cada uno.

Pero lo cierto es que estos momentos en los que estaba sentada en una pequeña balsa rodeada de agua por todas partes y dirigida por unos compañeros que por la pinta nunca habían hecho aquello le corto toda su inspiración.

- ¡Cuidado no os mováis mucho que esta balsa no parece demasiado estable! -

y eso fue todo lo que se le ocurrio decir mientras se agarraba con fuerza a la blasa

Mientras las balsas se organizaban y nos poníamos en marcha me despojo del cinturón y la armadura, sería mejor no llevarla puesta por lo que pudiera pasar en caso de caer o tener que irse al agua. Dejo las cosas en el centro de la balsa y me centro en los cuidados que necesita Guepardo.

-Te limpiaré las heridas abiertas y las desinfectaré. De los golpes te recuperarás con el tiempo. Dime donde más te duela, no creo que tengas nada roto pero lo comprobaré. Empiezo a observar el cuerpo de Guepardo y a localizar los cortes y los lugares por donde ha sangrado. No quiero pensar el trabajo que me daría atender al grandullón. Digo con una sonrisa.

Escarabajo está quieto con la mirada fija y llena de rabia sobre las aguas del río, como si pretendiera golpearlas como a cualquier otro enemigo. Al estar cerca del centro de la balsa, queda también junto a Dedos y a Mentiroso, con los que combatió entrenando el día anterior. De pronto se queda mirando a Mentiroso

- No te felicité por el combate de ayer. Si hubiera sido con armas estarías muerto pero... peleaste bien. Eres un buen guerrero. Me gustará pelear a tu lado cuando seamos famosos soldados de la compañía y saqueemos a placer. Se puede contar contigo para un combate

Lengua Negra recogió la cuerda que desde la otra balsa le tendía su primo y se sentó en la cabecera de la barca. Quizás ahora, los días de entrenamiento con Correcta surtieran algún efecto y se vieran los primeros beneficios. Las aguas del río parecían poderosas, pero tranquilas. La corriente les impulsaría, ahorrándoles días de largas caminatas, pero los riesgos también serían importantes cuando llegaran a las zonas de rápidos, tal y como Berrinche les había dicho.

El Hiena comprobó que todos estuvieran a bordo, pero Caracabra y Campaña no habían subido aún.

-Eso es, Loor, con cuidado. Caracabra, sube. Campaña, toma la vara que te corresponde. Y dejad los escudos en el suelo así como las armas que no podáis llevar sujetas a vuestro cuerpo. Si caéis al agua, os arrastrarán -la larga pértiga de Ponzoña se apoyó contra la orilla, dispuesto a empujar para alejarse de lamisma en cuanto todos estuvieran sobre la balsa.

Guepardo ya había recobrado la consciencia...y eso era lo peor. En ese estado apenas podía sentir el dolor pero siendo ya consciente plenamente de sus aptitudes éste había regresado multiplicado por mil. Matagatos se acercó a echarle un vistazo y Guepardo no pudo más que agradecerlo. - El pie, el pie me duele a horrores. Creo que está... - Un movimiento brusco de la barca lo dejó mudo durante unos instantes. Guepardo era un hombre de tierra, en muy pocas ocasiones se había aventurado en el agua. Ahora que sabía donde estaba con claridad, tenía miedo. Morir en batalla no le importaba pero morir ahogado era lo más horrible que le podía suceder. Continuó con su propio informe médico. - ...está...roto. Creo. Me duele mucho este lado - se señaló la parte derecha del tronco, a la al altura de las costillas. - Puede que tenga rota alguna costilla también. Y la cabeza...pero eso me preocupa menos. - El antiguo Jaguar estaba magullado, dolorido e incluso con fracturas, pero no le importaba. Estaba orgulloso de haber ganado aquella pelea.

-Tranquilo, será mejor que te recuestes, así los movimientos de la balsa no entorpecerán tanto. Cojo el pie de Guepardo con cuidado y comienzo a examinarlo. Te dio un buen pisotón. Si, creo que tienes una pequeña rotura aquí. Digo señalando la parte central de su pie. Ahora no puedo hacer nada, pero cuando lleguemos a tierra te vendaré una tabla rígida a la planta del pie. Con un poco de reposo y tiempo se soldará solo. A ver las costillas. Comienzo a palparle la zona que tiene más rojiza. Si, parece que tienes una fractura, pero no es grave. Un desplazamiento mayor o una gran fractura podía llegar a perforarle el pulmón. Te vendaré y procura no hacer esfuerzos. Cuando atraquemos veré si puedo prepararte una infusión para disminuir los dolores. Saco una venda y comienzo a colocársela. ¿Te aprieta? Debe estar firme pero que puedas respirar, si aprieto mucho dímelo. Cuando termino le inspecciono la cabeza. Aquí tan solo tienes un chichón del golpe que le diste. Espera, podemos hacer algo para aliviarte.

Busco una compresa entre mis cosas y me acerco con cuidado a la parte delantera de la barca que es la que tengo mas cerca. Si voy a cualquiera de los lados mi peso haría tambalear la balsa.

-Cuidado. Le digo a Dedos cuando me acerco. Ten la cuerda lista no me vaya a caer. Le digo en broma cuando me agacho para mojar la compresa en el agua fría.

La escurro un poco y vuelvo hasta mi sitio al centro de la balsa.

-Toma Guepardo, póntelo en la cabeza, te aliviará un poco y ayudará a que la hinchazón baje antes.

Ya había hecho por él todo lo que podía sobre la balsa así que me siento tranquilamente.

-Si alguno se cansa yo puedo relevarle y también Escarabajo u Ojopocho.

Así podríamos mantener un ritmo alto y llegar antes a tierra. La mayoría no parecían muy cómodos sobre el agua. A mi me resultaba emocionante nuestro primer viaje sobre el agua, claro que yo sabía nadar y quizá alguno de mis compañeros no y por eso le tenían tanto respeto al agua.

- Gracias. - Respondió Guepardo poniéndose la compresa sobre la frente. El simple contacto con la piel hizo que le doliera a horrores pero era un mal necesario para rebajarlo. El dolo remitió un poco en general. Cerró los ojos y dejó que la brisa rozara su piel. Quizás así el viaje se hiciera más rápido y sus miedos se evaporasen.

Campaña se quedó más tranquilo al comprobar que Guepardo se encontraba más o menos bien, desde luego aquella herida que tenía ahora no tenía nada que ver con la que había sufrido en la batalla contra los Tres Castores. Con los cuidados del primo Matagatos estaría como nuevo en poco tiempo. Por el momento se quedaba con las ganas de saber lo que había ocurrido en la ciudad de Dadiz.

Campaña se montó en la balsa cuando Ponzoña le llamó, recogió su vara de madera y se sentó donde le habían indicado. Se quedó esperando a que aquello comenzara a moverse y que alguien le dijera qué tenía que hacer con aquel palo.

Sólo la gran atención que estaba poniendo en la tarea encomendada hacía que no se pusiera más nerviosa al ver tanta masa de agua, y encima Escarabajo se plantó a su lado. Menos mal se puso a hablar con Mentiroso, pues de momento lo catalogaba como un demente capaz de matar a un compañero si se descontrolaba en un simple combate.

No había prestado demasiada atención al estado de Guepardo pues ya estaba siendo atendido por Matagatos. Más tarde le preguntaría que había hecho para ganarse semejante tunda, pero ya sería cuando sus pies tocaran tierra firme. No le gustaba el río, las balsas y muchos menos surcar un río en balsa.

“No me extraña que éste río sea tan salvaje si tiene que pasar junto a una ciudad tan peligrosa”, medio río ante la extraña ocurrencia pese a que su mano sujetaba tensamente la cuerda.

Ante el comentario del líder del pelotón mostró una exigua sonrisa, más bien para demostrarle que había entendido la broma.

-De nada, era lo menos que podía hacer. Ahora recupérate lo antes posible. Quizá en Idon haya otro fortachón esperándote. Digo riéndome al final.

Todavía quedaba el asunto de repartir las platas que por las prisas por salir de la ciudad y embarcar rápidamente no habíamos terminado de discutir.

-Mentiroso, Serpiente. ¿Habéis pensado en como queréis repartir las dos platas? Yo pienso que media plata para cada uno y la otra media para Guepardo, que se la ha ganado.

Había intentado dividir las dos platas entre tres pero no terminaban de salirme las cuentas, así que la solución más fácil que había encontrado era dividirlas entre cuatro, al fin y al cabo Guepardo había sido la clave de todo. Sabía que él no lo había hecho por conseguir dinero y yo tampoco pero no estaba mal el beneficio que habíamos sacado. Además Guepardo había ganado el combate y se le veía mucho más animado que antes, como yo pretendía, todo había salido bien.

Con su barra de madera en las manos Sicofante deja su equipo -incluyendo armadura de cuero y espadas- en el centro de la balsa, llevando lo mínimo posible en estos momentos. La idea de caerse al agua y que le arrastrase su equipo no le agradaba en absoluto. 

Ponzoña, cuando des la señal podemos ponernos en marcha.

Attar seguía esperando a la orden de ponerse en marcha... sus escasas pertenencias estaban en el centro de la balsa, y de vez en cuando les echaba un ojo.