Partida Rol por web

Después de un ajetreado día investigando, finalmente llegáis a vuestras habitaciones en el Pez Silbador. No ha ocurrido nada sospechoso durante la tarde ni las primeras horas de la noche por lo que os disponéis a descansar haciendo guardias y tomando las medidas oportunas para salvaguardar vuestra integridad. 

Con el primer atisbo de luz del día, durante la última guardia, algo perturba vuestro sueño: un fuerte golpeo en vuestra puerta os pone rápidamente en alerta. Para vuestra sorpresa, se trata de Gruenab, el posadero.

- Disculpad amigos- dice el gigante. - Un señor ataviado con una túnica marrón rojizo ha dejado un mensaje para vosotros hace unos minutos. Me dijo que era muy urgente y por eso he subido lo antes posible.

Recuerdas que los Clérigos de San Cuthbert visten ropas de ese color.

Recuerdas que los Clérigos de San Cuthbert visten ropas de ese color.

Recuerdas que los Clérigos de San Cuthbert visten ropas de ese color.

Recuerdas que los Clérigos de San Cuthbert visten ropas de ese color.

Como? Habéis escuchado compañeros! Era un clérigo de san Cuthbert. Enséñame ese mensaje! Me temo que algo grave ocurre. Abriendo el papiro y leyendo la misiva en voz alta a sus compañeros.

Thanar reconoció también el color de aquella túnica descrita.

- Por los dioses, esperemos que no le haya pasado nada a Talasek.

Se le venía a la mente que era una posibilidad bastante real. Posiblemente lo habían atacado de nuevo. Si no se hubiese confiado tanto... Aunque quizá era algo bien distinto y sólo dándose prisa se enterarían.

- Vamos, maldita sea.

Abrís la puerta para recibir al enorme gigante y este os extiende la mano con el mensaje.

El mensaje que Gruenab os entrega está escrito en un pergamino con una cinta de seda blanca. Éste reza: "Talasek ha sido atacado y está al borde de la muerte. Su futuro está ahora en manos de San Cuthbert. Ha preguntado por vosotros y dice que tiene información que es cuestión de vida o muerte. Venid inmediatamente. Puede que San Cuthbert lo tome en sus brazos pronto."

El gigante se queda plantado esperando vuestras instrucciones para permanecer allí o volver a la parte de abajo de la posada, absorto en sus propios pensamientos.

Se han atrevido a atacar de nuevo a sir Talasek, y esta vez su estado parece más grave si cabe que con anterioridad:

- Señor Gruenab, hoy no desayunaremos, partiremos de inmediato con destino al templo de San Cuthbert, por si alguien pregunta por nosotros.

Dicho lo cual cierro la puerta mientras mis compañeros se preparan para partir cuanto antes, ya que yo ya estoy listo al contar con un único traje y divagando:

- Dejemos a sir Talasek en su habitación y diría que no ha sido atacado allí. Si no se ha levantado muy temprano, ¿qué estaría haciendo vagando de noche de nuevo?

- Vamos de inmediato.

Asintió a las palabras de Raliet.

- Quizá sigan buscando algo suyo. Pero el paladín sabe algo más que quizá desatasque esta compleja investigación, ¡démonos prisa!

Confiando en que aquello no fuera un engaño, se preparó para salir con rapidez.

Os estremecéis al salir de El Pez Silbador y entrar en el frío de la madrugada. Una brisa gélida os corta el aliento después de renunciar a la calidez de vuestras camas. Un cuarto de luna proporciona poca luz: por lo que dependéis de antorchas y linternas para alumbrar vuestro camino. Afortunadamente, no estáis demasiado lejos de La Procesional, y una vez allí, la ruta debe ser fácil. La ciudad dormida no ofrece ningún sonido que os acompañe. Incluso los borrachos y los marineros han conciliado el sueño. Las casas están aún a oscuras aunque algunas de las posadas están iluminadas por pequeñas linternas. La ciudad que bulle con la actividad durante el día se rige por un misterioso silencio por la noche. Hacia delante, podéis ver el Mercado Bajo. Escucháis algunos ronquidos desde las tiendas de campaña y los carros de los mercaderes. Encontráis vuestro camino a través del mercado fácilmente y enfiláis La Procesional.

Otra vez Talasek se había metido en problemas. -Menudo cabezota si hubiera aceptado nuestra protección…- Pero ya era tarde para lamentarse.

Rápidamente recogí mi equipo y salí tras mis compañeros. Espero que esta vez nos de algún dato que nos ayude a descubrir a sus atacantes.

En la calle el frio era intenso, y por lo que había ido aprendiendo de esta ciudad la noche no era segura y menos aún para los forasteros como nosotros. Lo mismo el peligro nos acechaba.
 

El clérigo siguió el camino en busca de Talasek.

El ambiente desde luego es propicio para que maleantes actúen a sus anchas, pues no hemos visto ni una patrulla de guardia desde nuestra salida de la posada. Como advertía sir Talasek, no son tiempos seguros para la ciudad.

Avanzo observando cuidadosamente los alreredores, buscando hombres ocultos o perseguidores escondidos, aunque eso me retrase y cierre el grupo.

Estáis a unos cien metros del mercado cuando de repente ninguno de vosotros puede recordar por qué está aquí. ¿Qué estáis haciendo en la calle en medio de la noche? No reconocéis vuestro entorno y no estáis seguros de dónde venís.

Al deteneros a discutir este problema y tratar de decidir qué hacer a continuación, vuestro grupo es atacado por una banda de hombres encapuchados.

- ¿Qué estábamos haciendo? -digo inseguro mirando al resto, y echando un vistazo rápido a mi psicocristal, pues a pesar de sentirlo no podía asegurar que estaba allí. Desciendo lentamente la velocidad hasta pararme: ¿qué diablos acaba de pasarme? - ¿Dónde estamos?

- Pero de qué sirve mi magia y mi lanza si nos pillan por sorpresa...

Se quejó el clérigo tratando de recomponerse y ponerse a luchar.

¿¿Pero qué?? ¿Porqué habeis traído a Kraag a este lugar en mitad de la noche? - No tenía la más remota idea de dónde se encontraban, pero la gente que le rodeaba no parecía amistosa, si se atrevían a meterse con él, lo pagarían...