Partida Rol por web

El camino hasta allí fue corto y tranquilo. No parecían estar vigilando sus pasos ni siguiendo sus movimientos por la ciudad, aunque tampoco habría podido decirlo debido a que no estaba muy atento a nada que no fueran sus propios pensamientos. Dejó que fueran sus compañeros los que preguntaran a los ciudadanos por el camino hacia el templo, y no fue hasta que llegaron allí que su continuos devaneos sobre Néstor desaparecieron. 

Aquél lugar era hermoso como pocos sitios que hubieran visitado antes, y ni siquiera con su padre había visto en los pueblos élficos algo tan maravilloso como aquello. La sensación de calma y paz que sentía al caminar en aquellos bien cuidados jardines le hacían pensar que, tal vez, podría llegar a soportar vivir allí. Sin embargo pronto esa idea, una ingenua quimera, se esfumó con la misma rapidez que había llegado, y al ver los altos muros de aquél lugar reapareció todo el peso de lo que habían llegado a hacer. 

Era hora de encontrar a Talasek y descubrir quién era y porque habían sido interrogados por su culpa. Con paso firme, tomando la iniciativa, atravesó las grandes y magníficas arcadas y penetró, llamativo y sin ganas de pasar desapercibido, a aquél lugar de culto digno de los mismos dioses más que de los mortales que allí se agrupaban. 

Buscó con la mirada a cualquier monje o sacerdote que estuviera cerca y permaneciera, a ser posible, sólo, y cuando lo encontró atravesó, con movimientos rápidos y ligeros, casi danzando sobre el brillante suelo de mármol, el espacio entre ellos. Confiaba en que su grupo le siguiera y fuera suficiente para intimidar al seguidor de San Cuthbert si era necesario, pero primero era mejor intentarlo por las buenas. Con una amplia sonrisa, dejando ver su blanca y perfecta dentadura, fue el primero en hablar.

- Buenos días, mon señor - Su voz era melosa y dulce, casi inocente -. Espero que pueda usted ayudarme en mi cometido - Le cogió la mano, como si quisiera acercarse a él, reforzar su vocación por su misión -. Mis amigos y yo conocimos ayer a uno de los gloriosos paladines de la fe que habitan este lugar - Le soltó entonces, llevándose la mano al pecho -. Habíamos quedado esta mañana, pero no ha aparecido, y nos temíamos que hubiera pasado algo grave... - Y la otra mano, como no podía ser menos, fue a parar a su rostro, tapándose los ojos como si estuviera muerto de preocupación -. Por favor, dígame que Sir Talasek está bien y que podemos verle.

¿Había sido tal vez demasiado dramático? Estaba seguro de que no, al fin y al cabo ¿quién podía resistirse ante semejante encanto? Sólo esperaba que no lo estropeara ninguno, como por ejemplo el druida y su salvaje compañero.

No dijo nada sobre el rumbo que tenian que tomar, ya que en cierto modo era lógico y el resto de compañeros ya lo habian dicho en voz alta, Hodrum simplemente asintió con la cabeza.

Al llegar y ver semejante monumento quedó asombrado. Era de una belleza descomunal, y como ya se sabe que los magos estan medio locos, sus edificios simplemente son asimetricos y abstractos.

Saco un papiro y se puso a dibujar el edificio. Por suerte era habil con el carboncillo y no le costó mucho plasmar el espíritu del templo, sino habría perdido de vista a sus compañeros.

Al llegar al jardín Nithael se adelantó y empezó con sus florituras lingüisticas al monje que había pillado desprevenido.

Este giró la cabeza hacia nosotros y Hodrum únicamente pudo inclinarse a modo de saludo con una sonrisa en la cara, a la espera de la reacción del monje. Si por lo que fuese las palabras de Nithael no surgiesen efecto, el resto del grupo deberán intervenir.

Al templo dijeron y al templo fueron. Durante el viaje Raff no pudo evitar mirar con cariño las posesiones de los transeuntes que pasaban por los alrededores del edificio, ubicado en una de las zonas más ricas de la ciudad, sin embargo y sabiendo que ya tenían problemas con la ley prefirió quedarse con las ganas de rellenar su monedero.

Al llegar al lugar y ver el edificio se paró en seco. La vista era sobrecogedora, los jardines podían ser hermosos, pero el templo en si era netamente imponente. Raff nunca había sido especialmente devoto, y menos a una deidad como Saint Cuthbert, pero entre el tamaño del lugar, su belleza y el brillo del sol sobre sus superficies impolutas, tuvo la necesidad de bajar la mirada, casi sintiendose juzgado por la divinidad dueña de la casa. Muerto o no, Talasek ya se encuentra en un paraiso.

Entró al edificio justo detrás del elfo, que no parecía reducir su ego ni ante tamaña demostración de... ¿Poder? ¿Riqueza?...
Por dentro el lugar no era menos imponente, la bóveda celeste casi irradiaba luz y al mirar el suelo podía verse reflejado en las baldosas de marmol verdoso. Agradecía ir vestido con colores parecidos a los de las túnicas de los clerigos, no podía dejar de sentirse observado y empequeñecido, por lo menos así sentía que llamaba menos la atención.

Pero todos estos sentimientos desaparecieron al ver a Nithael haciendo sus payasadas semiteatrales ya típicas, y a Hodrum, que parecía seguirle el juego. Reprimiendo el gesto de taparse la cara con una mano, decidió seguirlo despacio y en silencio, esperando que su fanfarronería no le ganara el odio del clero ni la maldición de algun sacerdote particularmente poderoso.
 

- Vaya, parece que la avaricia de los nuevos dioses se destina al ego de los sacerdotes, pensó el druida.Sacudio levemente la cabeza en signo de desaprobación.

Viendo que Nithael ya se habia acercado a los sacerdotes, siguio sumido en sus pensamientos. Definitivamente, un faro para atraer almas ignorantes. No me extraña que los Antiguos esten retrocediendo, no gastamos tanto en parafernalia
 

El sacerdote interpelado por Nithael se gira y comienza a hablar en un tono suave y tranquilo.

- Ohh, disculpe señor... ¿Sir Talasek ha dicho? ¿Y quién debo decir que pregunta por él?

El hombre parece no haber entendido bien si preguntáis por él o queréis verle. Estaba ensimismado sus tareas y no ha atendido bien a las palabras sobre actuadas del elfo.

Su rostro era una mezcla de confusión, incredulidad e ira. ¡¿Cómo iba a demostrar su arte así?! Negando con la cabeza se dio la vuelta con un gesto fluido mientras dejaba la mano atrás abierta como si quisiera parar al monje, con el brazo extendido, y se llevaba la otra al pecho. Alzando la cabeza, indignado, habló con un tono afligido y quejumbroso. 

- ¡Oh! ¡Por favor!

Permaneció así un instante, y luego volvió a girarse veloz, acercando mucho al rostro del pobre infeliz que había tenido la mala suerte de toparse con él.

- No hace falta que le diga que preguntan por él buen hombre. ¡Queremos verle por supuesto! - Sonrió con un gesto que cubrió casi toda su cara-. Habíamos quedado con él hoy, hablamos anoche y nos ha parecido raro que no viniera esta mañana, así que hemos seguido su luz hasta aquí.

Miró entonces a sus compañeros, guiñándoles un ojo, y luego se centró de nuevo en el seguidos de St Cuthbert, haciendo un gesto con la mano para invitarle a guiarles.

- Le seguimos amigo mío.

El druida asiente con la cabeza.
- Si si, llevenos, el pobre Ser Talasek seguramente nos este esperando, habiendo quedado con nosotros está mañana y no pudiendo haber ido a nuestra reunión.

El druida acaba la frase moviendo la cabeza afirmando

Un poco contrariado pero sin querer perder la compostura, el sacerdote responde amablemete.

- Por favor señores, aguarden unos minutos aquí. He de comprobar si acepta visitas, el claustro es privado.

Señala a su alrededor, hacia los jardines y  el edificio majestuoso que alberga a los devotos de San Cuthbert.

- Disfruten de nuestras instalaciones mientras tanto.

El clñerigo desaparece entre las puertas del templo.

Resopló indignado. Aquellos hombre píos eran tan cerrados de mente que daba lástima el simple hecho de hablar con ellos. Sin embargo estaba seguro de que sus palabras habían tenido que remover el corazón del sacerdote, había habido algo más. Y entonces se dio la vuelta entrecerrando los ojos, dirigiendo su mirada y atención hacia el druida. 

- Tienes que ensayar más. 

No dijo nada más, aunque se notaba la amonestación en su contrariada voz, aunque por lo que ya le conocíais sabíais que simplemente estaba molesto por no haber conseguido entrar sin esperas como aquella, innecesarias y aburridas. Tras un último vistazo a la puerta por la que había desaparecido el clérigo, sin duda con el pensamiento de cruzar sin permiso e investigar, decidió irse hasta el banco más cercano y sentarse allí, recostado, con los brazos cruzados, una pierna pasada sobre la otra y una expresión ofendida en el rostro, a la espera de que volviera aquél tipo. 

El druida escuchó incredulo la pausada respuesta del clerigo. Es que los nuevos dioses les reduce el cerebro, piensa un poco asqueado. Ante las palabras de Nithael, no puede más que asentir y sentarse en el suelo, mientras se dedica a juguetear con su compañero.

- Estoy harto de esta ciudad. Cada vez más harto. Sentencia

Solo quedaba esperar, quizás fueran dos minutos, quizás fueran diez, o quizás fueran cuatrocientos treinta y siete, no importaba. Raff salió fuera de la iglesia, se sentó apoyando la espalda contra una pared a un costado de la escalinata de la entrada donde le diera el sol y cerró los ojos, quizás pudiera conciliar un ratito de sueño.

Poco después, el amable clérigo regresa:

- El Maestro Thraydin os dará audiencia. Por favor seguidme.

El sacerdote os guía por fuera de la doble puerta y rodeando la capilla. Observando ahora el interior del edificio, suponéis que sólo contiene esa capilla y no había habitaciones adicionales.
Seguís otro camino de baldosas blancas alrededor del edificio. Delante, se ve otro edificio de mármol blanco que se encuentra en ángulo recto con el Templo. Este edificio es rectangular y parece tener tres niveles. Se ven dobles puertas en la parte delantera y lateral del edificio. Las ventanas son pequeñas pero numerosas. El clérigo os lleva a través de las puertas de la parte frontal del edificio. Estas puertas parecen idénticas a las principales de la capilla.
Entráis por esas puertas y accedéis a un gran vestíbulo. El suelo es de mármol rosa, y la estancia es confortable, pero sin la grandeza de la capilla. El clérigo os lleva por una escalera de mármol rosa a la segunda planta.
La escalera se abre a un largo pasillo. Al menos veinte puertas se pueden ver hasta el final del mismo. El símbolo sagrado de San Cuthbert aparece en todas las puertas. El clérigo os lleva a la cuarta puerta a la derecha y se hace a un lado, haciendo un gesto para que entréis.
En el interior, se pueden observar cuatro camas, alineadas con la cabeza contra la pared exterior. Un símbolo sagrado cuelga por encima de cada cama. Dos de las camas están vacías, y un hombre anciano y pálido ocupa la tercera. Inmediatamente reconocéis a Talasek como el ocupante de la cuarta cama. Está sentado, y sonríe ampliamente al veros entrar. Sin embargo, su sonrisa se desvanece rápidamente, a medida que comienza a disculparse por "haberos arrastrado a esto."

Por suerte no tardaron mucho en ser atendidos de nuevo, y el malhumor que empezaba a invadirle dio rápidamente paso a una ligera indignación, no del todo fingida, que se dedicó a demostrar en todo el camino mediante resoplidos y suspiros más frecuentes y en un tono más alto del necesario. 

Aquél hastío además se hizo más notable a medida que recorrían los humildes pasillos del interior del templo; Por dentro no tenía nada que ver con el derroche y la grandiosidad del exterior -sin duda debido a que los fieles no pasaban por allí y no era necesario impresionar a ningún cordero descarriado-, y pronto se aburrió de ver la misma puerta y la misma pared multiplicadas por centenares.

Al final hasta acabó por parar de quejarse y permaneció en silencio con el único entretenimiento de intentar ver algún fallo en alguno de los símbolos sagrados. Fue así un agradable alivio llegar hasta la puerta de la sala dónde les esperaba el paladín, y cuando el monje les dio paso, entró el primero sin decir palabra alguna, observando la habitación y caminando directo hasta Talasek, ignorando igualmente al anciano de la otra cama. 

- Maestro Thraydin... - Llamarle así, tal como había escuchado al clérigo, le hizo gracia, y no pudo evitar sonreír levemente -. Creo que tenemos mucho de que hablar, pero si gusta, Sir, podría empezar por contarnos porque la guardia de la ciudad ha decidido que nos vendría bien una visita a la Ciudadela. 

No había enfado en su voz, era alguien que se tomaba a bien las cosas y pese a su dramatismo característico no daba importancia a las cosas, pero sí que podía notarse la curiosidad en su tono. Quería respuestas y no iba a irse sin ellas. 

El calor del sol era agradable y adormecedor, Raff estaba cabeceando y ya a medio camino entre la realidad y el sueño cuando  un puntapié lo devolvió al plano material, suponía que habría sido Nithael. El pícaro se incorporó sin parsimonia, intentó sacudirse el polvo de la ropa y luego siguió al resto del grupo hasta el lugar donde descansara Talasek. El edificio al que los guió el clérigo era menos imponente que la capilla propiamente dicha y su arquitectura podía resultar casi monótona por dentro, pero no dejaba de ser un lugar agradable. Aunque tanto símbolo religioso le incomodara un poco.

Raff caminó con paso lento y silencoso por los pasillos. Entró a la enfermería justo detrás de Nithael y con el mismo caminar vago y perezoso cruzó la habitación hasta llegar en frente de la cama donde se encontraba Talasek, luego hizo un leve gesto con la mano que pretendía ser un saludo.
-Buenos días.- dijo Raff en tono neutral-Es bueno ver que no estás tan muerto como lo sugería la forma en la que nos acusaron. Concluyó con una leve sonrisa entre amistosa y burlona.

El druida torció un poco el gesto al ver las heridas del anciano. - Bueno, lo hecho hecho esta. Que es lo que sucedió tras despedirnos en la taberna ? Pregunta inquisitivo Barkanar, al que cada vez le estan aburriendo más todas las esperas
 

Sir Talasek casi esboza una sonrisa al ver que Nithael le llama así.

- No es necesario que me des ese tratamiento Nithael. Llámame Talasek, me abruma que me trates con formalismos y más después de lo que os he hecho pasar...

Con esas palabras, el rosto de Talasek se torna serio. Aunque algo afectado por el ataque sufrido, Sir Talasek parece bastante entero. Podríais decir que está casi listo para enfrentarse a sus asaltantes.

- Os ruego que me perdonéis- dice-. No tendría que haberos mezclado en esto, estoy realmente consternado.

El paladín hace una pausa  mirando hacia el suelo y negando con la cabeza.

- Dejad que explique lo que pasó- dice finalmente mirando a Barakanar.

- Después de dejar el Pez Silbador, volvía a casa por mi ruta habitual: subiendo la Procesional y después por la calle lateral a mi pensión. Estaba a menos de cien metros de mi casa cuando de repente me sentí desorientado, como si nunca antes hubiera estado en mi calle. Empecé a mirar a mi alrededor buscando algo familiar, pero todo se veía más y más extraño.
Conforme me dí la vuelta, vi a un hombre con túnica caminando hacia mí. No podía ver su rostro, pero le pregunté si me podía ayudar porque estaba totalmente desorientado. Se llevó las manos a la capucha como si fuera a descubrirse, entonces algo me golpeó la nuca.
Recuerdo caer al suelo y ser pateado por todo el cuerpo. Podía ver a tres hombres con túnica golpearme, y otro hombre, el que vi en primer lugar, allí de pie, mirando. Me sentía como si no pudiera moverme: Traté de luchar, pero sólo aleteaba al viento, como si nunca había peleado contra nadie en toda mi vida.
Al final, el primer hombre dio un silbido y la paliza se detuvo. Los tres hombres siguieron a éste hacia la oscuridad.
No sé cuánto tiempo estuve allí, pero me pareció una eternidad. Todavía no sabía dónde estaba, pero recordaba mi nombre y que había venido del Pez Silbador, tratando de encontrar el camino a casa.
Empecé a rezar a San Cuthbert, y poco a poco, recuperé la memoria. Continué rezando y pronto me sentí lo suficientemente bien como para llegar al Templo. Tuve suerte de que los guardias no se dieran cuenta de mis heridas al pasar por la puerta del jardín. Si hubieran sabido que había sido golpeado, me habrían arrastrado a la Ciudadela para ser interrogado inmediatamente. A menos que hables con la misma Derider Fanshen, los guardias tienden a olvidar que las lesiones necesitan atención antes de escuchar tu historia. Anhelaba alcanzar este lugar, para que los sacerdotes me atendieran. En caso de que ellos no me pudieran sanar, quería morir por la gracia de San Cuthbert.

No prestó atención a la buena voluntad del principio, pues Talasek parecía no haberse dado cuenta de la burla en sus palabras, pero rápidamente empezó a guardar la información que a continuación el paladín estaba deseoso de contarles. Lo primero fue almacenar, en un pequeño recoveco de su mente, las instrucciones acerca de como llegar a la pensión del hombre; no se sabía cuando podía ser útil aquello, y era mejor no dejarlo pasar. 

Y después llegó lo importante. Su rostro pasó de una sonrisa divertida a una expresión de interés en apenas segundos, para acabar en una actitud fría y pensativa. Dejó terminar de contar su historia al adorador de St. Cuthber y después asintió, perdido ya en su propia mente. 

¿Quiénes eran? ¿Por qué le habían atacado? ¿Por qué seguía vivo? ¿Ellos se verían envueltos? Aquellas preguntas tenían muchas respuestas posibles, pero había cosas que era difícil cuestionarse. Aquella emboscada había sido preparada, por lo que quienes fueran estaban organizados y, a juzgar por lo ocurrido, poseían una magia a tener en cuenta. Eran peligrosos y estaban lo suficientemente confiados en sí mismos como para "advertir" a un hombre importante de una sociedad poderosa. Y lo último era fácil, por supuesto. Ya les habían involucrado, y algo le decía que pronto estarían metidos hasta el fondo en aquél barrizal sobre el que caminaban.

Sonrió. Siempre le habían gustado las emociones, y aquello tenía pinta de que iba a darle más de un aliciente para querer desear una vida tranquila. Ingenuo, pensó para sí mismo, tú jamás tendrás una de esas...

Ya sólo faltaba el último paso. Darían el siguiente golpe o esperarían un nuevo movimiento del enemigo. Miró a sus compañeros, inquisitivo. ¿Qué dirían?

Raff escuchó atentamente y en silencio hasta que el clérigo hubo terminado de explicarse. Derider Fanshen. Un nombre propio ligado a la guardia de la ciudad, mejor no olvidarlo, podría ser util más adelante.

Bueno, ya sabemos lo que pasó y supongo que fuiste tu quien le dio nuestra descripción a los guardias ¿No?- Raff se puso la mano en la barbilla en gesto pensativo.- Somos sospechosos para la guardia, casi puedo asegurar que nos detendrían de inmediato si intentáramos abandonar la ciudad antes de resolver este problema, y siendo aventureros eso es un problema importante-agregó desviando los ojos hacia arriba, como si estuviera maquinando algo-. Calculo que no, pero por preguntar no se pierde nada. En primer lugar, no tienes la más mínima idea del por qué del ataque ¿No? Y en segundo lugar, durante tu descanso ¿Tuviste algúna visión o sueño extraño? ¿Algo que involucrara una especie de orbe, quizás?

Raff ¿Estás seguro de que quieres meterte más en esto? ¿Desde cuando te importa que unos cuantos matones hagan su trabajo, aunque sea con un "hombre santo" que además NO conoces? Ahora, si pudiera llegar a haber una recompensa...-La codicia le brilló en los ojos con este último pensamiento, pero no quería tomar decisiones apresuradas, donde hay magia hay magos, y donde hay magos suele haber problemas.

Hodrum estubo durante bastante rato distraido aunque pendiente de lo que ocurria a su alrededor. Escuchó con toda la atención que podía prestar al relato de Sir Talasek, intentando obtener una pista de por donde continuar buscando.

- Nos gustaría saber donde está su pensión y la ruta exacta que recorrió. Si tenemos que empezar a buscar pistas esa será nuestro mejor lugar para empezar. - Hizo una pausa y se acaricio la barbilla - Lo que si tenemos claro es que ese ataque fué premeditado, lo único que no tengo claro es si solo le querian dar un aviso o realmente se querían deshacer de usted y alguien o algo se lo impidió.-

Hodrum se acercó más a Talasek, lo miró fijamente. - Tiene que hacer memoria, buscar cualquier pista en sus borrosos recuerdos que nos pueda ser útil. Un tatuaje, un simbolo en la túnica o la capucha, dimensiones del hombre encapuchado, cualquier información nos ayudará en la busqueda de lo que ocurre en esta ciudadela.-

Después mientras volvía hacia sus compañeros mientras hablaba en voz alta miró a Raff.

- Referente al incidente con los guardias de la ciudadela, quizas Sir Talasek haya hablado de nosotros, pero recordad que los extranjeros nunca son bien recibidos en las ciudades o poblados y cuando hay algún incidente, lamentablemente son los primeros en el punto de mira de los agentes de la ley encargados de mantener el orden. - Se volvió hacia Sir Talasek y con cara afable terminó de hablar - Por ese motivo, no demos importancia a este desagradable suceso, y continuemos investigando para poder demostrar que somos inocentes.-

El druida mira a sus compañeros en silencio, y tras esperar unos momentos a que acaben de hablar pregunta de manera directa a Ser Talasek.

- Todo esto es muy bonito, pero nadie ataca utilizando una magia tan poderosa a un Clerigo de tan elevado rango si no es por algo concreto, verdad Ser Talasek ? Acabada la pregunta retorica, continua, - Porque este ataque no es injustificado o aleatorio, vamos que algo que habeis hecho o dicho ha provocado esta reacción.

La pausa es un poco más larga, antes de que Barakanar rompa el silencio, Que y a quien habeis podido molestar, Ser ?