Partida Rol por web

-¿Te has levantado de mal humor? Mejor cambia el tono antes de que nos metas en más problemas.- Le susurró a Nithael mientras le daba un codazo.

Raff levantó su morral del suelo y ajustó las hebillas de su cinturón las vainas que colgaban de éste. Comenzó a salir por la puerta de entrada con aire resignado, esperando que esto durara poco aunque con escasa fe de que fuera a ser así.-Estoy listo.- fue lo único que dijo antes de salir, además intentaría hablar lo menos posible durante el trayecto, aunque iría atento a la gente, a ver si veía algo raro o si alguien los seguía.

El guardia que hacía de interlocutor parece ponerse nervioso por momentos debido a vuestra actitud. Otro de los guardias, intenta apaciguar los ánimos.

- Esto no es una detención, necesitamos que nos acompañen a la Ciudadela para aclarar esto.- Haciendo una pausa os observa detenidamente.- Está claro que saben más que nosotros acerca de Sir Talasek y quizá puedan ser de ayuda en nuestra investigación. Este no es lugar para discutir este tipo de asuntos.- Concluye.

- Bueno, el druida hace una pausa, vamos rapido a la Ciudadela, cuanto antes solucionemos este embrollo, antes podremos seguir con nuestras vidas

Uno a uno todos fueron recogiendo sus cosas y saliendo por la puerta, siendo él el último del grupo, escoltado por los guardias, que le miraban recelosos y sin un ápice de amabilidad. Con una sonrisa pícara se estira, desperezándose, nada más salir a la calle.

El sol parece brillar y la suave brisa de la mañana acaricia su rostro; se ha levantado un buen día, uno para disfrutar y no para acabar encerrado. Al final, con un suspiro, mira a los guardias, luego a sus compañeros, y luego de nuevo a los soldados. Aquello parecía serio, y aunque solía ser mordaz y gracioso, sabía, casi siempre, cuando parar (o cuando tenía que haber parado hacía un rato).

- Disculpad mis modales - Su tono cambió totalmente, del de un simple, jactanciosos y bravucón bribón, al de un noble y elegante elfo de buena educación -. Creo no haberme presentado - Sonrió -. Mi nombre es Nithael - Hizo una elegante, aunque algo excesiva sin duda, reverencia -, espero poder ser de ayuda para la investigación. 

Luego se giró hacia Raff con un teatral gesto, perdiendo de nuevo toda seriedad. 

- Dime que lo he hecho mejor, por favor... - Se llevó una mano a la cara, tapándose los ojos, apartando el rostro, con el dramatismo de un poeta que no pudiera soportar una noticia -. No podría soportar ver el enfado en tus ojos una vez más, ¡por favor! ¡no! 

Y justo después, separando los dedos como si quisiera mirar a escondidas entre ellos, se echó a reír durante un momento antes de recuperar la compostura. 

- Lo siento, lo siento... - Se le escapó otra risilla, para luego hablar con marcada ironía -. Es tan abrumador tener un público tan entregado - Resopló -. Pero bueno, harían el favor de guiarnos, ¿caballeros?

Hodrum no dijo ni una palabra, simplemente se levanto y se dirigió hacia donde estaban los guardias, eso sí, el libro lo dejo bajo su brazo por si lo necesitaban de urgencia. Esa intromisión repentina, lo que le pasó a Talasek. Todo apuntaba a que no se cocía nada bueno.

Entonces Nithael volvió a dar la nota. Hodrum pasó por su lado, y sin detenerse si quiera le dijo - Inmaduro, para el centenar de años que tienes y no sabes ni comportarte en momentos que requieren de ello - entonces se giró y lo miró a los ojos con el rostro enfadado.

Antes de girarse le digo en susurros _{- Vigila nuestro camino con mil ojos, esto no me presagia nada bueno -} y todavía con el rostro enfadado volvio a seguir el camino de los guardias.

- Compañeros, emprendamos ya la marcha hacia la Ciudadela para que nos interrogen y acabemos cuanto antes. Necesitamos ayudar a Talasek en todo lo que podamos. -

Los guardias tienen un carro tirado por cuatro caballos delante de la posada. Es lo suficientemente grande como para dar cabida a todos, incluyendo los guardias.

Dos de ellos suben a la parte frontal para dirigir a los caballos mientras los dos restantes esperan a que subáis en la parte trasera para subir tras vosotros.

- Adelante, caballeros.- Dice uno de ellos mientras espera.

La Gran Ciudadela de Greyhawk, llamada tan solo La Ciudadela por parte de los habitantes de la ciudad, ocupa un lugar dominante dentro de los muros de Greyhawk, vigilando todos los distritos desde su posición dominante. Los impenetrables muros de La Ciudadela dan a la Avenida Procesional, dominando toda su extensión.

Los guardias dirigen el carro a través de la avenida y pasan a través de La Puerta de la Batalla. Os sorprende el hecho de que ésta está abierta y sin la severa vigilancia habitual.

Una vez el carro se detiene en el interior de La Ciudadela. Los dos pilotos descienden y esperan en la parte trasera. Los otros dos guardias que os acompañaban esperan a que todos bajéis del carro para hacer lo propio. Cuando todos estáis en tierra, los guardias os dirigen al interior de una de las construcciones. 

- Por aquí.- Dice uno de los guardias mientras señala y se dirige hacia el frente por el Hall de Entrada, encabezando la comitiva.

La pequeña sala de recepción a dónde os dirigen, está amueblada con diversas sillas y un escritorio de madera robusta. Un guardia sentado tras el escritorio, registra todos los nombres de los visitantes y sus citas. La puerta que lleva a la Cámara del Alguacil no está cerrada. Cuando llegáis los guardias presentan vuestros nombres y el oficial del escritorio os invita a entrar.

El interior de la cámara es bastante austero. Hay un pequeño escritorio bastante ordenado y varios estantes con documentos. Un pequeño altar, modesto pero agradable a la vista ocupa una de las esquinas. Sobre el altar hay una estatua de bronce bañada en oro con la forma de un sol reluciente, el símbolo de Pelor.

Un hombre alto y desgarbado, de cabellos negros y ojos oscuros pequeños y brillantes, se pone en pie cuando todos estáis dentro de su despacho. Lleva pantalones negros y una camisa de color rojo con una capa negra hecha a medida, sus botas negras alcanzan sus rodillas. Camina con una cojera apenas perceptible poniéndose enfrente del escritorio.

- Saludos- dice con bastante sequedad.- Mi nombre es Néstor Morden, soy el Alguacil Adjunto de La Ciudadela.- Después de una breve pausa tras su presentación, continúa.- Estoy tratando de reunir toda la información posible sobre este asalto y no estoy dispuesto a llevar a cabo ningún arresto por el momento. Voy a hacerles algunas preguntas y espero que sean sinceros en sus respuestas. ¿Cuáles son sus nombres?- Néstor parece serio pero amable.

La ciudadela era imponente y, aunque ninguna prisión era infalible, Raff esperaba nunca tener la necesidad de averiguar la falla de este lugar. No pretendían arrestarlos y para este momento había dado tantas veces su nombre que una vez más no le haría daño, eso si, no diría nada más que lo que le preguntaran salvo que la situación se pusiera fea.-Buen día.- respondió al saludo.- Soy Raff Stonecrow.- Agregó con sequedad, esperando que el resto respondiera por si mismo mientras jugueteaba con la moneda que le colgaba del cuello.

El camino allí se le hizo monótono y aburrido. Esperaba pasear libre por las calles de aquella ciudad, pero allí estaba, encerrado en un carromato con unos guardias que amables les "escoltaban". Sin embargo el trayecto se hizo más impresionante al llegar a la Gran Ciudadela.

Aquél lugar era imponente y magnífico a la vez; dominaba todo el lugar y daba una impresión soberbia de poder y respeto. Caminar por allí era una experiencia única, y a cada paso admiraba su regia estructura y se maravillaba de lo minúsculo que parecía en comparación. Mientras tanto, igualmente, analizaba cada posible entrada y salida así como cualquier cosa digna de ser tomada en préstamo por sus servicios. 

No tardaron mucho en llegar al que parecía su destino, y una vez más tuvo que aguantar como daban su nombre. ¿Es que nunca se cansaban? Al final se lo iban a desgastar. Y como si fuera una broma del destino, justo en ese momento apareció un nuevo jugador en la escena. 

Altivo, claramente en su salsa, sabedor de su poder en aquél momento y consciente de que tenía la situación bajo control, aquél hombre que parecía haber sido ascendido desde la nada se presentó ante ellos y, ¡cómo no!, preguntó de nuevo por sus nombres. 

No tenía muy claro si empezaba a ser pesado o irritante aquél estúpido ir y venir, y jugó con la idea de volver a ponerse condescendiente y burlón en una sagaz y aguda oda a la diversión y lo ridículo, pero un rápido vistazo a sus compañeros y una extraña precaución en él le hicieron detenerse justo a tiempo.

- Yo... - Suspiró, asqueado -. Mi nombre es Nithael, a su servicio.

Y por segunda vez hizo una reverencia en esa mañana, aunque esta vez no había ni rastro de mofa en sus gestos ni palabras.

El druida se entretuvo en el camino mirando las cosas que le parecian extrañas. Aunque si que habia visitado alguna otra ciudad, ninguna tenia la variedad de Greyhawk. El paseo se le hizo bastante corto, aunque cuando llego a la ciudadela no pudo exclamar un natural, Vaya !, antes de entrar por la puerta de la ciudadela, y seguir con su hobbie.

Al llegar a la sala, espero pacientemente ya que los modales cortesanos no eran su fuerte. Cuando el hombre les pregunto su nombre, espero a que los otros contestasen antes de responder, con un ligero.

Hola!, mi nombre es Barakanar el Druida, y mi compañero se llama Findar. Sin que nadie se hubiese dado cuenta, el leopardo ya estaba a los pies del druida mirando interesado a todo lo que se movia

- Entonces tú debes ser Hodrum- aclara Nestor antes de continuar y mirando fíjamente al mago- ¿Verdad?.

- Bien. Deseo conocer su procedencia y los motivos que les llevaron a visitar Greyhawk.

Nestor parece serio pero amable, muy pragmático.

-Nací en Nyrondia, si es lo que preguntas, pero llevo ya algunos años pateando el camino junto con mis compañeros. Si lo que te interesa saber es el último lugar donde paramos... Fue en Dyvers ¿No?- Preguntó mirando al resto.- Nuestros motivos: los de todo aventurero, descansar, reabastecernos y quizás conseguir algun trabajo.
 

Mi nombre es Barakanar el Druida, comienza el hombre, Yo provengo de Bissel, pero como dice mi compañero venimos de Dvyers despues de haber corrido una serie de aventuras, sonrie, acabamos nuestra relacion comercial hace una semana, antes de entrar a esta ciudad.

Se encoge de hombros, Llegamos anoche, estuvimos cenando con Ser Talasek, parecia que podria ser nuestro proximo patrono. Quedamos hoy por la mañana con él, y ahora nos enteramos de que casi ha sido asesinado

Acaba con un hilillo de voz Estas amontonaciones de gente nunca me han gustado, y creo que nunca me gustaran

Estaba ya cansado, era la gota que colmaba su de por sí poca paciencia. ¡Otra vez la misma pregunta! Empezaba a pensar que se había metido en una ciudad de replicantes. ¿Estarían intentando volverles locos? ¿reírse de ellos? ¿pillarles alguna mentira? No importaba, pues al parecer sus compañeros, excepto el callado mago, habían decidido hablar sin control.

¡Maldita sea!, maldijo en su interior, con la sensación de que nada bueno iba a salir de aquél lugar, consciente de que pese a la majestuosidad del lugar y las buenas intenciones con las que les parecían haber llevado allí, aquello no dejaba de ser un fortín casi inexpugnable que fácilmente podía convertirse en su prisión.

Decidido a no hablar más de la cuenta, se quedó pensativo durante unos minutos de total silencio mientras mantenía la mirada en su amable interrogador, y al final, con un suspiro de decepción al ver que no apartaba los ojos y un chasquido de lengua para denotar que le daba igual, respondió de manera breve y concisa, sin dar demasiadas explicaciones, llegando a notarse incluso un todo de desafío en su voz.

- Provengo del Ducado de Tenh, aunque abandoné aquél lugar hace muchos años y nada significa ahora para mí - Sonrió, pensando por un lado que eso era del todo cierto y por otro que seguramente sería una de las pocas cosas que sus compañeros habían escuchado de él acerca de su pasado -. Lo demás, bueno, ¿hace falta que lo repita? Parece que disfrutáis de ello, pero mis amigos aquí presentes ya lo han dicho todo y aún Hodrum no me ha convertido en loro me temo, así que tendrá que bastar. 

Luego se cruzó de brazos, invitando a que le llevaran la contraria, y espero que continuara la charla.

Bien- contesta de nuevo mirando fijamente a Hodrum que no ha mediado palabra.- Sir Talasek... ¿Cómo lo conocieron? ¿De qué hablaron con él?

Nestor parece impasible, queriendo conocer detalles concretos sin prestar demasiada atención a otros asuntos.

Hodrum se despistaba cuando las cosas no eran importantes o no le interesaban, y le costaba volver a prestar atención. Por suerte Kirara, cuando se daba cuenta que su compañero humano tenia la mente en otro lugar le pegaba un mordisco cariñoso, pero un poco punzante, y esta vez no iba a ser menos.

- Por los rayos de los dioses - Dijo dando un bote. Entonces se dió cuenta de donde estaba, y su subconsciente le fue diciendo lo que habia ocurrido en su ausencia - Lamento no haber estado espiritualmente presente, si, soy Hodrum, y antes de unirme a este grupo de aventureros, pertenecía a La Gran Marca. - Hizo una pausa mientras su subconsciente le decía cuales fueron las últimas preguntas que se habían hecho - Sobre Sir Talasek, él nos encontró al poco de llegar a la posada donde teniamos la intención de descansar del cansado viaje. Nos pidió disculpas si molestaba, y le dijimos que en absoluto, y le ofrecimos asiento. - Hizo una pausa para pensar - Nosotros no conociamos el lugar, así que intercambiamos algunas historias del camino a cambio de información de la ciudad. Nos aconsejó que fuesemos con cuidado ya que al parecer a los nuevos visitantes, por las noches les asaltaban las habitaciones mientras dormian. - Mientras se mesaba la barbilla se acordó de una cosa, ya que todavía estaba un poco descolocado - Se ofreció a hacernos de guía por la ciudad hoy, pero cual fué nuestra sorpresa esta mañana, cuando en vez de ver entrar a Sir Talasek, vimos a los guardias sin modales ni tacto entrar por la puerta acusandonos de algo que no sabíamos ni que había ocurrido. - Hodrum se estaba empezando a alterar cosa extraña en el mago. - Y a todo esto, ¿que estamos haciendo aquí explicando por duodécima vez lo mismo que hemos dicho antes que nos obligasen a venir? - Su voz interior volvió a hacer presencia, y Hodrum se calmó un poco. - A sí, estas reuniendo información. Pues que sepa que eso es lo único que hablamos con él, Talasek quería tener un poco de compañia de unos viajeros con historias nuevas que pudiese escuchar. ¿Que más necesita saber? -

Hodrum no tenía intención de contarle a Nestor nada de lo que les dijo Talasek sobre los cambios que la ciudad estaba presentando, ni sobre el aura de maldad que habían visto en sueños. En esa ciudad, nadie les éra conocido y no podían confiar en cualquiera. Talasek lo sabía y ahora estaba casi muerto.

-Dijo también algo de que en los últimos meses la ley le ha dado la espalda a la gente, le recuerdo que no es bueno matar al mensajero, y algo de gentes extrañas que viajan solas pero se encuentran entre si dentro de Greyhawk.- Terminó de decir Raff mientras se apoyaba en una pared para ponerse más cómodo.-Lo que me resulta extraño es que, si no sabían quienes somos o que hacemos, sus guardias no hayan dudado ni medio segundo en dirigirse a nuestra mesa al entrar en la posada, pero "usted no es el que hace las preguntas aquí" ¿No?-

- Cierto es Raff Stonecrow, cierto es. - Dijo mientras se giraba hacia su compañero - También es curioso que aun siendo nuevos en la ciudad, ya conozca mi nombre, y eso que nos hemos presentado esta mañana a los guardias que nos han acompañado en todo momento hasta que hemos entrado por esta puerta, lo cual es un tanto sospechoso ya que en ningún momento le han podido decir mi nombre - Dijo entrando en el juego de Raff, ya que al parecer eso de guardarse un As en la manga le era desconocido a su compañero. - A no ser que en realidad no han intentado asesinar a Talasek sino que lo han torturado hasta que ha dicho nuestros nombres. - Volviendose hacia Nestor le preguntó - ¿Usted que opina? -