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La criatura que nos salvó a todos

1. Día 1: Gélida primavera

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07/02/2023, 17:22
El Horror

 

Día 1: Gélida primavera

 

Es el comienzo de primavera de 1861 en el pequeño pueblo de Jonesport, en el estado de Maine. Los rayos de sol a duras penas se dejan entrever por la bruma que se levanta sobre la costa por el inusual frío.

La taberna Irving Food & Drink es un lugar concurrido a estas horas de la mañana, aunque tampoco es que haya muchas casas de comidas entre las que elegir, pero el viejo Irv despierta cierta simpatía entre los lugareños. Puede que deba su éxito a su perfecta ubicación junto al mercado, donde ahora mismo los pescadores y mercaderes están montando sus puestos para vender el poco pescado que se deja ya entrever

El olor del café recién hecho se entremezcla con el perenne olor a salitre y brea que nunca abandona Jonesport. El fuego crepita en una esquina del local que apenas consigue calentar el ambiente. Aunque ya es primavera, parece que este invierno nunca se vaya a marchar, y el frío y la humedad terminan penetrando hasta en las pieles más gruesas.

La taberna está decorada con motivos náuticos: nudos, redes de pesca, algún arpón e incluso un cuerno de narval, recordando de forma nostálgica los años mozos en la mar de su propietario.

Irving está discutiendo de nuevo en la barra con un marinero, ya es el tercero esta semana. «¡Cada vez me pones menos carne y me cobras más! ¡Más me vale comenzar a beber un caldo de pescado!». Se puede ver la pesadez en los hombros y la tristeza en los profundos ojos del hostelero.

El ambiente cada vez está más crispado en el pueblo, puesto que nadie está dispuesto a volver a pasar hambre. Suerte que apareció aquella criatura a finales de otoño.

Notas de juego

Vamos a presentar un poco a los personajes y a relacionarlos entre ellos. Todos estáis en la taberna, pero os dejo otra batería de preguntas:

 

  • ¿Estáis juntos o separados?
  • ¿Qué plan tenéis para el día de hoy?
  • ¿Os afectó la anterior hambruna?

 

Igual que con las baladas tristes, os voy a preguntar a cada uno qué relación tenéis con otro personaje. Lo pregunto directamente ingame por si puede afectar directamente a esta escena inicial.

 

  • Alexis, ¿qué relación tienes con Lucy?
  • James, ¿qué relación tienes con William?
  • Lucy, ¿qué relación tienes con James?
  • William, qué relació tienes con Alexis?
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08/02/2023, 19:32
James Norris

Aquella mañana, demasiado fría para estar ya en primavera, se despertó temprano, tal vez demasiado temprano, y sin dudarlo se preparó un té y comió una manzana, antes de asearse y vestirse para salir a dar un paseo. Aunque llevaba varios días sin dormir bien, no quiso apurar la cama aquella mañana. Tenía unos días libres, y como siempre le gustaba aprovecharlos al máximo. 

Tras un largo paseo, se  quedo helado, el viento era demasiado húmedo y frío, y como no quería aun volver a sus casa, decidió acercarse a la taberna de Irv, cercana al mercado. James es un hombre moreno, sin barba de estatura media y delgado. Con un buen nivel económico, acostumbra a vivir bien, gastando casi todo lo que gana. Siempre viste de forma elegante, con ropa inmaculada, buenos zapatos y en muchas ocasiones un bonito bastón de nogal. No se vio afectado por la anterior hambruna, pero sufrió mucho ya que no pudo ayudar a algunos alumnos y alumnas que no fueron tan afortunados como el. Así como a otros habitantes de Jonesport.

Nada más entrar vio a varios conocidos, entre los que reconoció a Alexis, al que se acercó. Ya que era una de las personas con las que más se relacionaba en el pueblo. Solían coincidir muchas veces en la biblioteca del colegio, que era la mayor que había en el pueblo. 

-¡Buenos días señor Alexis! ¿Le importa si me siento en su mesa?- Pregunto obligado por su educación, y las costumbres en las que siempre había vivido.

Mientras esperaba vio a William Whorf al que saludo, con un gesto. Aquel viejo era huraño, hablaba poco, y no gustaba de compañía, o al menos al principio parecía que no le gustaba la suya, al principio. Pero en más de una ocasión había estado largos ratos con el, mirando al mar mientras William pescaba. Y sabía algo, no mucho, de la tortuosa vida del pescador. Le caía bien, y era una compañía que solía buscar, en general callado, como el, y sin hablar cuando no había que hacerlo. Para James los silencios eran muy importantes y decían casi todo de una persona.

Era hasta jocoso, como alguien que trabajaba educando adolescentes, podía disfrutar tanto del silencio y la calma. Justo de aquello que no tenía durante sus clases y en la jornada escolar. Tal vez por eso, gustaba de las calmas y los silencios. 

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08/02/2023, 20:58
Alexis Locke

"El olor a sal colándose por las ventanas, el olor a mar que aún quedaba en la cocina, las voces, las risas, pisando los murmullos de la gente oprimida. La pena restringida al mínimo para sobrevivir cada día"

Alexis amaba Jonesport, su gente, su ambiente, sus casas y por sobre todo su Mar. La gente elogia muchos los atardeceres en la playa, pero los amaneceres era otra cosa, el amanecer era el vencer de la luz sobre la oscuridad, de la vida sobre la muerte. No habia igual a esperar sumido en la oscuridad y de pronto ver la luz alzar la mano detrás del horizonte. No... El amanecer era... Esperanza.

Dió un par de vueltas más al vaso de vino que tenía en la mano, era de mala calidad, él lo sabía. Pero aún así siempre lo pedía.

Irving sabía que no se lo iba a tomar, pero igual se lo vendía. Mientras lo pagase, a quien le importaban los extraños hábitos de un banquero de provincia .

Sonrió para sus adentros recordando las palabras exactas del tabernero. Al principio lo había mirado extraño, pero luego se había acostumbrado y ahora, creía Alexis, hasta participaba de aquel extravagante ritual.

Pero lo que realmente venía a hacer Alexis a la taberna no era beber, sino empaparse del ambiente del pueblo, observar a sus habitantes y empaparse de su esencia. 

La voz del profesor James le sacó de sus ensoñaciones y le obligó a volver a tierra. 

—Para nada profesor,  su presencia siempre será bienvenida a mi mesa —era sincero, le agradaba James, con él podía conversar de temas que con el resto de los aldeanos no podía. Y no solo sobre la vida en la ciudad, una vida que ambos habían dejado atras. Más de una ocasión se les había pasado la tarde, descansando entre las oscuras paredes de la biblioteca, repasando el significado oculto del mundo y la significancia de sus azarosos desastres, revisando textos antiguos que el hombre había adquirido o incluso revisando los últimos versos que Alexis había escrito. Ambos compartían la misma visión del mundo, una visión de que había algo más allá de lo que podían ver sus ojos, aunque la idea de esto que Alexis tenía era algo más romántica que la del Señor Norris.

»—Seguí pensando en lo que me dijo el otro día, profesor, pero debo admitir que no me termino de convencer ¿Es que acaso no hay tampoco un orden en el desorden o no será quizás mejor pensar que lo que creemos caótico es solo un órden que nosotros no entendemos?

Algunos pescadores de la mesa de al lado los miraron y se cambiaron de mesa frunciendo el ceño, lo que hizo voltear a Alexis. Lamentó haber hablado tan alto, el tema era tan exquisito que había olvidado lo que decía la gente de James, un rumor que quizás había surgido de aquellas mismas charlas que a los oídos más simples y supersticiosos de alguna marineros podían sonar ciertamente inquietantes. 

Pero este repentino cambio le dejo ver a la persona que estaba detrás de ellos. Le dedico una dulce sonrisa a Lucy mientras le indicaba con un gesto que se acercase.

Era casi como si el destino quisiera evidenciar el poder de su argumento, no hay caos, solo un orden que no entendemos.

Había conocido a Lucy pocos días después de haber llegado a Jonesport, la chica era una pintada de color en un lienzo gris. La observaba a veces caminar por la orilla de la playa desde la terraza de su cabaña. La piadosa Lucy... Le había llevado pescado un par de veces a la casa, en un tiempo en qué nadie veía con buenos ojos que un hombre como el hubiera llegado al pueblo. La dulce Lucy... Con el tiempo lo había visto escribir y hasta había escuchado algunas de sus mediocres obras, pero era una buena oyente y tenía un don para apreciar detalles que Alexis jamás habría notado. La amorosa Lucy... Un buen día le había pedido, y estaba seguro que debió haberle costado bastante, que le leyera una carta que le había llegado. Un sobre pulcro solo manchado por un poco de aceite de pescado en una esquina, una carta con una letra muy cuidada, pero algo atolondrada. Y juntos luego de eso la habían respondido...

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09/02/2023, 17:59
William Whorf

William llevaba ya un par de horas en la taberna, sentado en la barra y bebiendo con parsimonia las jarras de cerveza que Irving le iba poniendo en frente. Iba ya por la tercera. Era un habitual del local, y el patrón ya conocía bien su rutina: William bebía, él le rellenaba la copa, y finalmente las cuentas quedaban saldadas. Todo ello sin necesidad de intercambiar ninguna palabra. Le gustaba Irving.

Cuando James Norris llegó a la taberna y saludó a William, éste respondió con un gruñido. Tal vez otro se hubiese tomado esa supuesta indiferencia como un insulto, pero el profesor y él ya se conocía de hacía un tiempo, y al parecer al hombre no le acababa de disgustar su actitud y su silencio. Eso estaba bien. Le gustaba James.

A quién no apreciaba tanto era al poeta. Norris se sentó rápidamente con él, y Alexis Locke empezó con su continua verborrea. Ese hombre era también un habitual del local. Venía, se pedía una cerveza, y luego ni la tocaba. Estaba claro que el señoritingo de ciudad era demasiado bueno para el lugar. Siempre tan arreglado, tan altivo. A veces se quedaba en babia durante horas, meneando su copa y viendo como se le calentaba la cerveza. Alexis no le gustaba para nada.

Sus poemas, en cambio, no estaban nada mal. Alguna vez le había oído recitar alguno. Le pareció que hablaba de una dolorosa pérdida. Le conmovió, aunque procediese de él.

William meneo la cabeza y apuró su cerveza. Había sido un día de mierda. Cada mañana, William se despertaba antes de que llegase la primera luz, cogía sus enseres, y se marchaba a las afueras, siguiendo la línea de la costa. Hacía años había descubierto un pequeño paraíso dónde la pesca abundaba. Concretamente durante la anterior hambruna. Parecía que los peces se habían marchado del mar. El pueblo lo pasó realmente mal. Por suerte, y cansado de irse a casa con las manos vacías, una mañana se fue costa abajo hasta encontrar aquél lugar. Le salvó la vida. Parecía que los peces que allí vivían no les habían informado de la migración de sus congéneres. Que suerte la suya. Aunque William no era avaricioso: pescaba lo justo para subsistir. Y para permitirse pagarse la bebida, por supuesto. 

En cambio, esta vez, incluso allí la pesca empezaba a escasear. Esa mañana había tenido suerte de pescar algunos pececillos. Le servirían de cena y, lo que le sobró, se lo cambió a Irving a cambio de algunas cervezas. Ya debían quedarle pocas. Por suerte, Irv le llenó la jarra, al menos, una vez más. Bendito fuese. Podía seguir bebiendo un rato más.

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09/02/2023, 19:02
Lucy Belt

La siempre lúcida y animosa Lucy iba de aquí para allá en la taberna de Irving sirviendo el café, los desayunos y algún que otro licor y cerveza. Echaba una mano al bonachón de Irv por las mañanas y luego en las cenas, y ella se sacaba unas monedas.

Necesitaba el dinero para pagar el alquiler de la casa de sus abuelos. No eran mayores, pero él siempre había sido un pésimo pescador, le daba a la botella y gastaba más de lo que ganaba. Y su abuela, se dedicaba a la casa y a coser redes de pesca, acarreando una cojera adquirida desde la infancia. También Lucy la acompañaba en esta labor cuando terminaba su trabajo en la lonja, descuartizando, limpiando y preparando la pesca del día. Llevaba en sus ropas y en su piel el aliento perenne del pescado y en sus cabellos el perfume del mar. 

Además de eso, colaboraba en la iglesia, en el orfanato y dedicaba su escaso tiempo libre a las familias menos favorecidas. Lucy vivía para los demás, apenas pensaba en ella misma, y casi nunca tenía más de un par de monedas en el bolsillo para comprarse un adorno o darse un capricho.

Pero era feliz en su ingenuidad y alegre en su inocencia.

-Buenos días, señor Locke -saludó, con esa sonrisa que iluminaba y calentaba el interior del edificio- ¿Le traigo un café calentito y tarta de manzana? La hice yo misma esta mañana. ¿Y usted, señor Norris?

Miró a ambos hombres. Aunque desvió los ojos del profesor James. Se sentía pequeña e ignorante al lado del caballero, con todos aquellos conocimientos, con las cosas que contaba y ella no entendía. Por algún motivo que no atinaba a comprender, se ponía nerviosa en su presencia, quizá por esos rumores acerca de los libros raros que decían que leía, demasiado para una mente un tanto supersticiosa como la de Lucy. Además, nunca lo veía en la iglesia y en alguna ocasión le comentó que hay misterios más profundos que el propio dios y los ángeles. 

Norris era un enigma del que no quería saber nada. 

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11/02/2023, 14:48
Alexis Locke

—¿Cómo podría negarme a una tarta de manzana hecha por ti?, Claro tráeme una, pero pasaré del café, gracias querida. —dejó el vaso de vino a un costado, mientras despejaba la mesa para recibir el improvisado pedido. No solía comer nada en el lugar, pues solo venía a empaparse del ambiente, pero... Ya lo había dicho..  ¿Cómo negarse? 

Guardó su block de notas y su lápiz en el bolso que colgaba de la silla, mientras esperaban que James respondiese. Aún le quedaban algunas horas antes de volver a casa, la verdad es que no tenía planeado nada en especial más que trabajar en los escritos que mantenía inconclusos. La inspiración era como la marea, iba y venía a su antojo.

Observó un momento a su alrededor, los marinos que se hablan alejado de ellos se retiraban del local con una mueca en la cara. Alexis no podía culparlos. La escasez en la que se estaba sumiendo el pueblo nuevamente era suficiente como para crisparle los nervios a cualquiera. Por suerte para él había llegado a Jonesport después de que lo peor hubiera pasado. Los rumores del "como" había pasado eran en parte responsables de que se hubiera quedado ahí.

 

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15/02/2023, 10:24
Irving Clark

Irving consiguió a duras penas sortear la discusión que estaba teniendo, pero cada vez eran más los pescadores enfadados. Los peces escaseaban, los marineros se enojaban, los precios subían y las reservas de alimento bajaban. Por tanto, el hambre subía, la moral bajaba... y la cerveza en la jarra de William subía y subía hasta desbordarse por toda la barra.

—¡Ay, lo siento, Whorf! —se apresuró a disculparse el tabernero con profunda voz. Su cabeza era una montaña rusa de pensamientos y no quería volver a pasar otra vez por lo mismo—. No sé dónde tengo la cabeza —dijo con ojos cansados. No esperaba que alguien que llevaba cuatro cervezas de buena mañana pudiera entenderle. O puede que solo alguien en ese estado pudiera hacerlo. Al fin y al cabo, los borrachos y los niños siempre dicen la verdad.

Levantó entonces la cabeza, viendo pasar a su lado a Lucy con dos tartas de manzana y una imperceptible sonrisa se dibujó en su rostro. La muchacha, con su vitalidad, le insuflaba un poco de vida a este lugar. Todavía tenía ganas de vivir y cocinaba de maravilla. Su abuelo antaño fue un buen amigo suyo, y mejor cliente, pero tuvo que terminar vetándole la entrada y eso resintió mucho la relación. Sin embargo, Lucy no parecía guardarle rencor por ello y a él le animaba su presencia. Le hacía recordar otros tiempos en los que era más joven y todavía conservaba ambas piernas y en las interminables tardes de pesca con su abuelo.

Cuando la mujer dejó los platos y los cafés en la mesa del «urbanita remilgado» y del profesor, los pescadores de la mesa de atrás salieron por la puerta. Cada vez había más bullicio fuera, en el mercado del pueblo. Se estaban terminando de montar las lonjas y, debido a la potencial escasez, los habitantes madrugaban para llevarse los pocos alimentos frescos que pudieran presentarse. Era difícil —y caro— transportar mercancías desde pueblos del interior y el sembrado no terminaba de agarrar en la tierra. Jonesport tenía una orografía bastante rocosa y resultaba difícil vivir de algo que no fuese la pesca.

Sin embargo, algo poco habitual estaba ocurriendo fuera. Aunque era normal escuchar al gentío, el tono comenzó a aumentar entre varias voces que se elevaban de entre las demás, pero no se alcanzaban a distinguir las palabras. De repente, sonó un estallido de cristales y uno de los marineros que poco antes había salido por la puerta aterrizó en una de las mesas junto a la ventana, donde estaba sentado minutos atrás. Cubierto de sangre, lleno de cortes de los cristales y con la cara hinchada, a duras penas pudiendo coger aire.

—¡Pero qué diantres! —exclamó Irving, apresurándose en dejar el trapo sobre la barra y corriendo a socorrerle.

Notas de juego

¿Conocéis a ese hombre? Tal vez del pueblo. Whorf, tú eres pescador, igual te suena.

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15/02/2023, 16:25
William Whorf

William disculpó a Irving con otro gruñido, sin darle demasiada importancia al asunto. Podía comprender la presión a la que el tabernero debía estar sometido. La gente cada vez estaba de peor humor, y los rumores de otra hambruna cobraban fuerza día tras días. Ya se había topado con más de una pelea de borrachos frente a las tabernas. Era cuestión de tiempo que se encontrasen a algún desgraciado con la garganta rajada alguna mañana.

Por eso no se sorprendió cuando empezó a escuchar alboroto fuera y, segundo más tarde, un cuerpo atravesó la ventana y se estampó contra el mobiliario. William dio un largo trago a su cerveza y, con un suspiro, se levantó y siguió a Irving. El tabernero le caía bien, y, lo que era más importante, le gustaba el local. No le apetecía que unos imbéciles lo destrozasen.

Cuando se acercó al chico, se dio cuenta de que se trataba de Leroy Lawrence, un joven marinero bastante bocazas que se pasaba el día soltando bravuconadas por la boca. Normal que de vez en cuando se la partiesen. Aunque esta vez, incluso a él le parecía que se habían cebado con el chico.

Con ayuda de Irving, William cogió al chico y lo sentó en la silla más cercana, tras lo cuál se sacó un pañuelo (sorprendentemente limpio) y se lo puso contra la nariz, que no paraba de sangrar.

- ¿En qué lío te has metido ahora, chico? - preguntó, mientras miraba por la ventana que acaban de romper a ver si veía fuera al agresor. O si la gresca continuaba.

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15/02/2023, 18:28
James Norris

Jeremías no dejo de observar las miradas que les dirigieron algunos parroquianos cuando Alexis hablo un poco más alto, lo suficiente como para que le escuchasen en las mesas vecinas. Aquellas eran rudas gentes de mar, muy simples y demasiado supersticiosas como para poder hablar libremente de algunos temas. No le culpaba, Alexis era un tipo sincero y agradable, y de cuando en cuando, alguien podía escuchar conversaciones que luego dieran lugar a diferentes habladurías, que seguro que las había. Pero no pensaba que fuesen nada serio, ni que constituyesen una amenaza para ninguno de los dos.

Luego llego la joven Lucy, alegre y agradable como siempre, aunque no le paso desapercibida la poca gracia que le hacía su presencia. Probablemente debido a rumores y habladurías, que en un chica tan devota como ella, no habrían sido bien interpretados. A la que contesto lo más cortes posible.

-¡Muchas gracias señorita Belt! Tomaré café y un trozo de tarta, que es usted una excelente cocinera.- Pero no parecía que aquella mañana fuese como otras, la gente comenzaba a estar alterada. La pesca, principal sustento de la población, estaba siendo muy escasa en los últimos tiempos. Esto además del lógico problema económico de muchas de las familias del pueblo, estaba comenzando con la amenaza de una inminente hambruna. Ya había escuchado de algunas confrontaciones en el mercado. En el que al poco pescado fresco y altos precios, se unía la demanda de muchos de los habitantes por tener en su mesa algo de pescado. Cosa cada día más difícil.

Richard Stenton, inquieto alumno del primer curso de historia universal, les comento a todos en mitad de la clase del pasado viernes, que su madre había tenido una seria discusión a la hora de conseguir un buen bacalao en el mercado. Que poco había faltado para que llegasen a las manos. Aquella anécdota, le preocupo, la escasez de sustento parecía volver a cernirse sobre Janesport.

Pero aquella mañana fue diferente, primero una fuerte discusión, y poco más tarde un marinero que atravesó una de las ventanas de la taberna. 

Apenas les habían traído tarta y café, y como no conocía al joven marinero, ni pensaba que pudiese serle de ayuda. Tras ver que no había grandes lesiones, tomo un sorbo de café, muy caliente todavía, y no se pudo resistir a probar la deliciosa tarta de manzana. 

Mirando a Alexis, le dijo en voz baja. -No se hasta donde van ha llegar las cosas, como no aparezca de nuevo los bancos de peces. La pesca es el motor de este pueblo, y su vida.- Podían de nuevo avecinarse tiempos muy duros. 

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16/02/2023, 18:10
Lucy Belt

La bandeja con el café, las dos raciones de tarta de manzana y un par de jarras de cerveza, cerca estuvo de acabar en el suelo. El vidrio de la ventana se quebró, Lucy soltó un grito, ahogó un segundo, brazo y bandeja giraron, ella pivotó sobre sí misma, recuperó el equilibrio y logró que no se derramase una sola gota del pajizo y espumoso líquido.

-!Ahhh!

Sus ojos se abrieron tanto como los platos que acarreaba, observando la escena, perpleja, sorprendida. La chica había asistido a peleas, incluso había sido testigo del lanzamiento de alguna silla contra los cristales o la barra, solían ser episodios pasajeros, recurrentes, pero más bien aislados. Los lugareños eran de mucho ladrar pero poco morder. El estadillo repentino de violencia temprano por la mañana, le pilló desprevenida, y la dejó nerviosa e inquieta.

Con la boca medio abierta, miró al joven Leroy. Luego a Irving. Sus ojos se pasearon en derredor de la taberna, pasando por James y Alexis y el resto de la parroquia. Salió de su estupor al observar la sangre, dejó la bandeja sobre la mesa de ambos caballeros y se acercó al herido, junto a Irv y Will.

-¿Qué ha pasado, Leroy? -se agachó junto a ambos-  Ya habrás dicho alguna de tus bobadas habituales, ¿no? No escarmientas, un día te van a romper la crisma.

Sangraba bastante. -¡Cuidado con los cristales, no os acerquéis, ahora los recojo! -anunció hacia todos los presentes -Voy por la escoba y el recogedor. Que alguien llame al doctor Di Angelo.

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16/02/2023, 21:33
Alexis Locke

Era como si el tiempo se hubiera detenido y lo único en movimiento fuera el cuerpo del joven marino que había atravesado la ventana. Por un segundo lo único que se había escuchado había sido el tintinear de los cristales en el suelo y el seco golpe del cuerpo sobre una mesa que cedió ante su peso. Más al instante el caos correspondiente se apoderó de la escena. Alexis dejó caer la copa que llevaba en la mano y se llevó una mano a la boca mientras los demás, algunos preocupados y otros curiosos se acercaban al herido. 

Dios.. —murmuró el poeta escuetamente, pero en un tono profundamente afectado, poniéndose de pie. Afortunadamente Lucy y William habían tomado las riendas y estaban organizando todo. Iba a salir a buscar al médico para el joven, al cual reconoció como uno de los jóvenes pescadores que volvían todas las mañanas después de la pesca derrotados y cabizbajos, cuando las palabras del profesor Norris demandaron su atención. Notó que otro muchacho, un chaval de no más de quince años, salía a la carrera a cumplir el mandado. 

—Pobre gente, si las cosas no mejoran pronto, el ambiente se pondrá peor todavía. Estas son solo olas que preceden a la marejada que vendría después. Realmente temo por la perpetuidad de Jonesport. Si me disculpa…

Alexis caminó hacia dónde estaba organizando todo y dónde el joven estaba herido. Si bien todo esto de la escasez no le afectaba directamente pues en cualquier momento podía marcharse si quisiera, no significaba que no le doliese todo aquello. Había aprendido a querer a Jonesport como se quiere a un amante. 

Señor —dijo dirigiéndose a William y a Lucy—¿Cómo está el chico? ¿Lucy querida, hay algo en lo que pueda ayudarte?

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18/02/2023, 00:50
Leroy Lawrence

La cara de Leroy Lawrence parecía un cuadro. Si bien el joven no parecía tan joven ya recién cumplidos cinco lustros, tenía un ojo totalmente hinchado y varios trozos microscópicos de cristal clavados en su piel por donde brotaban finos hilos carmesí.

Irving acudió rápidamente al lado de William y trató de retirarle los cristales y limpiarle la sangre. Leroy se quejaba ante cualquier contacto, ahogando pequeños gritos y haciendo ademán de apartarse como acto reflejo, pero tratando de evitarlo. Aunque el local no se encontraba ya muy lleno puesto que el mercado ha comenzado, las dos mesas de comensales restantes contemplaron atónitas y en silencio.

Leroy trató de incorporarse en la silla, retrepándose un poco sobre el respaldo y haciendo un gesto a Irving para decirle que parase porque se encontraba mejor.

—Gracias —dijo al camarero y al pescador—. Eran los tipos de siempre, ya sabes. Siguen queriendo su parte, pero cada vez pescamos menos y ya les he dicho que nos está costando mucho... —se resintió entonces, llevándose la mano al abdomen—. Me acorralaron en un callejón y me han dado tres días de plazo. Si no, mis chicos lo pagarán. —Cerró los ojos. O más bien el ojo que podía mover y que no tenía como un tomate—. Ten cuidado, Whorf, pronto reclamarán también tu parte...

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18/02/2023, 00:51
Robert Di Angelo

Entró entonces un hombre alto, elegante, de pelo blanco y barba mesada, gafas redondas y semblante serio acompañado del joven de quince años que había salido corriendo unos minutos atrás.

—Por el amor de Dios —exclamó acercándose al herido y dejando su maletín en el suelo—. ¿Otro más? —Miró a William e Irving, pidiendo que se apartaran—. Con permiso —dijo de forma seca mientras el tabernero ya se levantaba de la silla.

Sacó entonces unas tenacillas e inclinó un poco la cabeza hacia atrás para enfocar mejor con las gafas en la punta de la nariz. Leroy trató de decir algo pero el hombre le detuvo.

—Por favor, no hable, me está dificultando el trabajo —sentenció cortés pero tajante y nada animoso—. Oh, hola señorita Belt —saludó al ver a Lucy por el rabillo del ojo barriendo los trozos de cristal.

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19/02/2023, 14:15
James Norris

Tras ver como el marinero que había atravesado la ventana era atendido, y le ayudaban a incorporarse, escucho sus palabras. Lo que reforzó sus tenebrosos pensamientos, una nueva hambruna se cernía sobre las gentes, y poco a poco, o tal vez incluso de forma brusca, se irían produciendo altercados y conflictos, ya que cada vez serían mas las personas que no tuviesen nada que llevar a sus mesas. Aun recordaba lo dura que había sido la anterior, y tenía serias dudas de que Jonesport  pudiese llegar a soportarla. El igual que hacía unos años había llegado, podría irse y volver a comenzar en otro pueblo o ciudad, en otro Centro a impartir clases de historia. Pero muchas de aquellas gentes no lo tendrían tan fácil.

Termino la exquisita tarta de manzana, y apuro el café. Y tras dejar en la mesa, el dinero con una buena propina, para cubrir lo que había tomado el y también lo del señor Locke, se acercó a Leroy, pero sin importunar ni agobiar, ya que eran varias las personas que rodeaban al pescador. 

Pronto llegó el doctor y todos tuvieron que dejarle sitio para que pudiese hacer sin molestias su trabajo. Eran muchos los cristales que tenía Leroy incrustados, y que el hábil doctor, extraería con precisión y mano firme.

Había comenzado, los ataques directos a plena luz del día, eran el indicativo de que las cosas ya estaban mucho peor de lo que el había supuesto. De nuevo la pesca evitaba el pueblo, pronto estos episodios podrían hacerse mucho más habituales. Era necesario que los peces volviesen antes de que estas gentes llegasen a la desesperación, ya que no le gustaría estar allí cuando esto ocurriese. 

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19/02/2023, 14:40
William Whorf

Dejando que el marinero sujetase él mismo el pañuelo, William dejó espacio a Lucy y a Locke para que atendiesen a Leroy. Le sorprendió el temple con que la camarera se hizo rápidamente cargo de la situación. Apenas había intercambiado algunas palabras con la joven, pero solía verla por el local de Irving ayudando a éste. Y, aunque William normalmente se dedicaba únicamente a su cerveza, las pocas veces que había probado la cocina de la chica, el viejo pescador sentía una paz y un calor interior que ya apenas recordaba.

El aviso de Leroy hizo que William soltase un bufido.

Pueden intentarlo - rezongó William, quien volvió a la barra tras la llegada del doctor, dispuesto a seguir tranquilamente con su bebida.

Conocía a los desgraciados de los que hablaba el chico. Años antes había tenido algún que otro encontronazo con ellos, pero no tardaron en dejar de molestarle. William era un viejo que se pasaba el día pescando o bebiendo. Vivía con lo justo para pasar el día, y esos matones lo sabían. Mientras hubiese otros peces en el mar, ¿para que molestarse con el viejo y huraño Whorf?

Aunque los malos tiempos hacían que la gente se replantease sus opciones. Estaba por ver si esos idiotas volverían a intentarlo con él.

 

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20/02/2023, 17:30
Lucy Belt

Lucy se afanó en barrer y recoger aprisa los cristales, incluidos los de las mesas, con mucho cuidado de no cortarse, procurando no dejar ninguno, a pesar de que estaba segura de que algunos trocitos se le escaparían. Y no quería que los clientes sufrieran más daños.

-Los cristales se cuelan y rebotan muy fácilmente, hasta la coina pueden llegar cuando se hacen añicos. Hola, doctor Di Angelo –devolvió el saludo sin dejar de limpiar con brío y atención las mesas.

Pensó que quizás deberia cambiar las cervezas más cercanas, no fuese que también hubiera caido un dominuto vidrio.

Levantó la cabeza al escuchar el comentario del médico -¿Eh? ¿Qué quiere decir con otro más? –Se detuvo a escuchar los detalles de la historia de Leroy, preocupada. Su expresión denotaba el desagrado por aquella gentuza que extorsionaba por a fuerza a las buenas gentes de su pueblo, y que las fuerzas del orden no hacían nada por impedirlo*. A su abuelo nunca le molestaron, no tenía apenas nada, pero lo que dijo el joven Lawrence a Will y la respuesta de este, la pusieron un tanto nerviosa.

-Señor Whorf, no se lo tome a la ligera. Esos malditos, perdón por mis palabras, no respetan a nada ni nadie.

Notas de juego

*La verdad es que desconozco que autoridad puede haber en el pueblo. 

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20/02/2023, 17:52
Alexis Locke

—Haría bien en escuchar a la señorita Belt, señor —agregó Alexis mientras iba moviendo sillas y mesas para facilitarle el trabajo un poco a la muchacha —, estos jóvenes de hoy, movidos por la desesperación, pueden ser bastante peligrosos. Sobretodo si están en edad de querer demostrar que merecen el lugar que poseen dentro de su grupo. 

Se quedó al pendiente de lo que contestaba el doctor a la pregunta de Lucy a la vez que hacía espacial para que James se incorporara a la situación. 

—Vi lo que hizo profesor —le dedico una inclinación educada—, la próxima vez me ha de corresponder a mi. 

Volvió a mirar por la ventana a las gentes que con el pesar sobre sus hombros marchaban hacia el mercado 

—No estuve aquí para la hambruna anterior —dijo aproximándose a una pregunta que hace mucho quería hacer pero que no se le había dado la oportunidad—, ¿Cómo  lograron resolverla?

Volvió a mirar al grupo, había escuchado rumores, pero nunca nadie le había dado una versión que pudiera considerarse "oficial" 

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21/02/2023, 18:15
Robert Di Angelo

El doctor Di Angelo dejó un momento de atender al pobre Leroy para dedicar una curiosa mirada a Alexis Locke. Los tímidos rayos de sol que conseguían atravesar los sucios cristales de la taberna rebotaron en sus pequeños lentes redondos, que se ajustó

—Curioso —dijo con aire misterioso mientras seguía desinfectando los múltiples cortes de la cara de su paciente—. Por favor, no se mueva —le criminó, antes de volver a la conversación con el poeta—. Lo dicho, muy curioso que no haya oído usted nada, ¿lleva poco en el pueblo? Aquí las noticias vuelan.

E hizo una pausa muy larga que no parecía terminar nunca. Parecía que iba a seguir hablando, pero no lo hizo.

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21/02/2023, 18:16
Irving Clark

Irving ya estaba sirviéndole otra jarra a William mientras despedía a los pocos clientes que quedaban. Ya empezaba a ser hora de que la gente de bien se pusiese manos a la obra para ganarse el jornal otro día más.

—Esta es la última que te sirvo hoy, Whorf —avisó a su cliente—. ¡Ayer te tuve que sacar a rastras! —inspiró hondo y limpió un poco la barra. Estaba escuchando al doctor hablar y, al ver que no seguía,

—Tan parco en palabras como siempre, doctor Di Angelo —recriminó el tabernero, metiéndose en la conversación—. No se lo tenga en cuenta, señor Locke. Digamos que... —pensó durante un par de segundos cómo verbalizarlo— los marineros cazaron una ballena gigante con la que pudimos alimentarnos para pasar el invierno —dijo finalmente—. Bueno, no se sabe si era exactamente una ballena, no tenía sabor de ballena, ¡pero no íbamos a ponernos exquisitos!. Corren todo tipo de rumores y en la taberna se escucha de todo, ¿sabe? —sonrió socarronamente—, pero para cuando la criatura llegó a la lonja, ya estaba más que muerta. Seguramente fue quien terminó con toda la pesca de la zona. Muchos marineros murieron ese día, así que no podemos más que dar gracias...

Entró entonces por la puerta un joven huesudo y pelirrojo de pelo largo. Los cristales crujieron a sus pies.

—Ya está cerrado, Joseph —dijo amablemente el dueño.

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21/02/2023, 18:16
Joseph Hale

—¡Lo han encontrado, señor Clark! —gritó a Irving, sacudiendo la cabeza—. ¡Han encontrado el Cuerno de Narval en la playa! —estaba francamente nervioso— ¡En la playa, están todos muertos, es una tragedia!

El doctor Di Angelo se giró lentamente con asombro y cruzó una mirada con Irving, que la correspondió con total estupefacción. Se había quedado blanco como la leche.

El Cuerno de Narval era un barco ballenero que salió de expedición hace poco más de un mes con algunos de los mejores marineros y pescadores de Jonesport en busca de una nueva criatura que cazar por si las cosas volvían a ponerse feas. La gente estaba comenzando a impacientarse durante las últimas semanas y ya se temía lo peor, puesto que no se esperaba una incursión tan larga.