Partida Rol por web

Hi...hija mía... -dijo el tabernero acongojado...- ¿hilo?¿aguja? Esto no es una casa de curación!!, Espera... te traeré un brebaje fuerte... En cuanto al hilo... tan sólo poseo esto -dijo sacando de un tarro en un almacén-, que son finas hebras de pesca... y ¿aguja? Mmmm... supongo que ya sabes qué voy a ofrecerte...

En esos momentos sacó diferentes anzuelos de pesca... No obstante, alguno de ellos podía hacer las veces de aguja.

Toma... haz lo que sepas... como puedas.. pobre chica... no...no puedo mirar siquiera...

El tabernero se tapaba los ojos.

La chica continúa desangrándose.

10PV -1: 9PV le restan.

- ¡Ey!, ponedle una herida si queréis que viva o reanimadla si lo que queréis es que hable, de eso me puedo ocupar, lo de curar no se me da tan bien - dije en el tono de humor de aquellos que están hartos de ver sangre. Seguidamente di un buen trago al ron, que sabia a perros y observe con toda la atención que no eclipsaba el alcohol el tugurio en el que nos encontrábamos y a la dama que yacía sangrante frente a nosotros.

- ¿Íñigo? - increpé al ver que no contestaba.

Miraba al resto de la gente, mientas estaba pasando un momento de pánico, por la taberna. Mi galeno no había llegado y esperaba que el pequeño rapaz de la puerta, hubiera encontrado mi navío

Dígame señor.... -dije al llegar corriendo. Creí que me llamaba... recuerde que estoy a su servicio.

¿Va todo bien? La mujer se nos muere... se nos muere... no obstante... he visto muchas heridas por la metralla que el Caribe otorga y creo que ha tenido suerte, pues con unas coseduras puede salvar la vida. La bella Sorana creo que intentará coserle el destrozo, ¿sabe usted algo de heridas, almirante?

Almirante...tan sólo quería decirle que esta dama.... -dije titubeando- no es mala mujer. Cuando me defendí de su revólver tuve que engarzar la punta de mi espada en su hombro... pero creo que su corazón es justo... según pienso.

Observaba la escena de la joven desangrándose y por momentos sentía mayor impotencia. Sus conocimientos no eran apropiados para intervenir, y ya se había corrido el aviso en la taberna. Su vida está en las manos de los que la rodean.

Procedió a despreocuparse y a continuar indagando pistas sobre Straham en medio del barullo.

En ese momento divisó a unos tipos conocidos por sus sucios negocios. Prefería mantenerse alejado de esa gente, pero sabía que eran grandes las posibilidades de que éstos conociesen algo del tema. Comenzó a codearse con ellos como por obra de la casualidad.

El tabernero, con mucho cuidado, se convenció de que debía salvar a la chica y echó ron de la botella que sacó en la herida. Lo hizo tras retirar las ropas con cuidado. Ahora era tarea voluntaria de sorana coser a la muchacha.

La herida no había desgarrado ningún ligamento importante, ni había llegado al hueso.

Sorana puedes (y el resto puede también) hacer tirada de Cultura para coser y cerrar la herida. En cada intento perderá 1d2 pV. Suerte.

Rudolph, no consigues averiguar nada más de Straham de lo que ya sabes. Los tipos con los que hablas no saben más.

   Intento del modo que me sea mejor el coser a la muchacha, pero la falta de mi ojo izquierdo se siente y no puedo siquiera llevar un buen pulso del hilo y el anzuelo, causándole daño a la pobre tipa que estaba tendida sobre la mesa -Maldición!!- grito decepcionada por la impotencia para ayudarla -Hagamos presión sobre la herida hasta que llegue el doctor de verdad. No puedo coserla con la mitad de mi vista- y tiro los elementos sobre la mesa, muy molesta por la situación.

9-2= 7 Pv le restan.

Comprovando que los contravandistas con los que hablaba no tenían idea de lo que le interesaba, y al escuchar a la dama del mar blasfemiando de impotencia ante su fracaso prequirúrgico, se armó de valor y fue corriendo a exprimir sus menguados conocimientos de primeros auxílios.

Pidió paso a los que rodeaban a la joven, y procurando no mirar la sangre saliendo a chorros para no marearse, como siempre le ocurría en estas situaciones, cogió un trapo limpio y se lo ató a la muchacha cortándole la hemorragia, por lo menos de momento.

Todo el mundo parecia empeñado en salvar a la pistolera y lo intentaban con brio. El que habia matado el pirata parecia ahora intentar redimirse del derramamiento de sangre, aunque un torniquete prolongado le dejaria son brazo a la mujer. Segui observando la escena ansioso por saber nevas noticias sobre aquel sombrero y el oro que menciono el asustado prisionero.

La hemorragia se paró. La chica estaba sufriendo una pérdida importante de sangre. En esos momentos, ante la atenta mirada del Tabernero, Sorana, el Almirante, el misterioso Edmus russel y el holandés Van Rutte, apareció el mozo que había mandado De Córdoba. Con él, había un señor prominente, que se había acercado con un pequeño maletín. Era el médico de De Córdoba.

De su interior sacó herramientas de cirujía y comenzó a "recoser" el intento que hizo la pirata Sorana.

El torniquete está perfecto -dijo. Menos mal que he llegado a tiempo -finalizó tras ver las heridas.

____

Casi dos horas después, el médico de De Córdoba, tras escuchar toda la historia de boca de los protagonistas, dignosticó una pérdida de conocimiento debido a la mezcla del dolor de la herida, que no había sido superficial y una situación estresante, que había agravado a la dama física y psicológicamente. Recomendó hacerla descansar esa noche, pues al día siguiente despertaría y podría reiniciar su recuperación...

____

En la taberna no quedó nadie. Algunos descansásteis allí mismo, o sentados en las sillas de forma algo incómoda. Estábais velando por la mujer hasta que el amanecer llegó. También lo hizo Russel y el propio tabernero, desde ahora considerado como "apacible" y "entregado" debido a su predisposición bondadosa. Ahora, a primer hora de la mañana, la mujer despertaba.

Todos la contemplábais.

7+2 pv recuperados por el descanso= 9 Pv.

uughghh... no ... quien no... oh.. uggh... -deliraba en esos momentos, pero despertaba.

Luego entreabrí los ojos y vi a varias personas mirándome desde más arriba.

¿quien so...? cough.... cough... auchh... -el dolor se hacía notar al mover mi brazo.

El joven Montoya se retiró y volví a tiempo para ver, como mi médico entraba por la puerta, antes de que estos gañanes destrozaran más a la joven.

El reposo ha hecho bastante en ella y ahora se había convertido en una casi cuestión personal.

- Habeis perdido sangre, mi dama. ¿No os llamareis Lucía por una coincidencia del destino?

La miraba desde un lado del camastro, sentado en una de las sillas toscas de la taberna. Habían sido unas horas difíciles, hablando con mi galeno. Y al final, el mozuelo, no dió explicación de porqué la había herido. Esperaba que la doncella tuviera esa cortesía, de explicarnos el porqué de nuestro cruce de caminos.

Parecen hombres decentes. Ya no me persiguen, pues al menos veo y las vendas de mi brazo y me doy cuenta de que me han curado por momentos. La voz apacible de un hombre con galones me sorprende... ¡Me sorprende demasiado! ¿Qué es lo que había dicho? ¿había pronunciado... mi nombre...?

Intenté moverme, de nuevo desesperada... No quería dar cuentas a alguien que estaba al lado de aquel que me atacó (Íñigo).

Ughhh.... Mmm.... así es...¿y usted es? ¿como sabe que...? -pregunté con dificultad.

Ha recobrado el aliento... ¡milagro!

He aquí la pieza del rompecabezas que faltaba. La dama Lucía, gracias a alguna providencia, había venido a aparecer a nuestros propios pies. Y encima, con tal desatino, que el joven Montoya había cargado contra ella, como si vulgar ramera se tratase.

-  ¿Y me podéis decir quienes son Angus y Cristobal de Amarato?