Partida Rol por web

Íñigo, saltas la tapia y te colocas fuera o sólo estás arriba como antes lo hicistes?? (es para aclararme).

Rudolph, intentar asomarse tras el muro sin saltarlo o salir de la taberna es imposible. A lo sumo oirías lo que he descrito antes.

Salto y me quedo al otro lado, espada en mano

Íñigo, estás en la parte de fuera: tirada de percepción.

A pesar de encontrarse en el callejon, Iñigo no veia claramente nadareprobatorio o acusatorio.

Al comprobar que no podía ver más allá del muro sin saltarlo, prefirió asegurarse de que aquel ruido no era algo casual, como un animal o algún beodo desnortado.

Permaneció con la mitad de sus sentidos puestos en los presentes, y la otra mitad en el otro lado de la tapia.

    Veo la destreza del joven espadachín al volver a subir a esa tapia para prestarle atención a lo que allí pudiere encontrarse, pero me mantengo al margen de ello, pues estaba más concentrada en el prisionero y en tal misterio que ese sombrero estaba encerrando. Claramente la vida de ese hombre correrá peligro y tal vez sería mejor buscarlo, y eso lo haría saber -Sé que ninguno de nosotros confía en los demás, pero tal vez nos convendría encontrar al dueño de ese sombrero, antes que algún rufián se nos adelante- tal vez no era una buena idea, pero tenía una corazonada que al menos debíamos protegerlo momentáneamente -Quizás será mejor aclarar eso con ese hombre, por las dudas- y encojo mis hombros, insegura que fuesen a aceptar la sugerencia.

El pirata se había escapado y yo tenía una misión y un nombre.

Miré la agilidad de Íñigo y su juventud, y por un instante sentí cierta nostalgia y ¿por qué no? envidia. La montera seguía en mi mano

Camino tranquilo hasta la taberna. Como decía el mendigo, no sacaríamos nada del pobre infeliz. Guardé discretamente el oro y la carta. Tenía un nombre. En realidad dos.

Tirada de alerta (percepción) no superada.

Íñigo era diestro en la espada, y el movimiento, pero esta vez no pudo darse cuenta de los imprevisto de la noche, los cuales se había alzado contra él tras saltar la tapia sin demasiada protección. Una vez en el suelo (fuera de la taberna, es decir, en plena calle cercana a los astilleros locales) pudo notar como varios hombres corría en dirección contraria a él, alejándose de la escena.

Sin duda eran ellos quienes había provocado los sonidos que se oían desde dentro (pisadas y algún que otro murmullo). Parecían huir de algo... En esos momentos, espada en mano, Íñigo "el ágil" fue asaltado por una voz:

¡Alto! Suelta esa espada y levanta las manos -le encañoné con mi pistola. Si te mueves serás pasto de las gaviotas al alba.

Espere, marino, ¡Espere!, ¿Le perdonará la vida a este desdichado? -dije al Almirante señalando al ahora no tan bravucón pirata. Si así obra para con este tipo le felicito, y le muestro mi admiración, pues aún quedan hombres de piedad en un mundo impío... en medio de un territorio cambiante en aguas salvajes.

Me acerqué a De Córdoba. ¿A dónde va, señor? -al tiempo miraba cómo sostenia un par de cosas de sus manos, procedentes de la montera blanca. Esta ciudad no es segura... Deje... Ofrezco mis servicios a sus pasos, si así lo desea. Mi nombre es Edmus, Edmus Russell, "navegante" conocedor de estas costas.

- Del rapaz nada más hemos de sacar. Es presa de Maese Holandés - había captado el acento de Van Rutte - Si quereis poneros a mi servicio, no tendré nada que objetar. Trabajo siempre hay en un navío, pero ahora mi misión está en tierra. ¿Sabeis algo de Straham?

Es en tierra donde le ofrezco mis servicios... No se quien es ese Straham; no obstante podría ser el tipo con el que se batió en duelo, pues rara vez estos mesnaderos poseen una escala de mando más allá de las pocas monedas que les puedan prometer con la palabra.

Si se da cuenta, su rival de duelo parecía mandar sobre ellos con gana... ¿qué será del que saltó la pared...?

Presentaos y yo me presentare, pero esta espada no he de soltar por vuestra propia voluntad, no sin un porque he de hacerlo y quien sois y que quereis de mi...

Alverme asaltado me quedé observando la situación, quizás ese hombre estuviera encañonandome, pero tenia un solo disparo y luego deberia recargar, si me movia lo bastante rapido lo tendria con un arma sin municion y podria atacarle, pero primero queriasaber algo más...

    Interrumpo la conversación para hacer una acotación -Eso es lo que quisiera averiguar- digo al mirar hacia la tapia, como intentando atravesarla con la mirada -Supongo que me encargaré de buscar a ese tipo y ver qué ha sido de él, después de todo, más de uno debe de andar buscándolo...- no podía negar que el pobre infeliz me preocupaba un poco, pero me imaginaba que el almirante no querría tenerme en cuenta para tal tarea, pues claro, soy una mujer y estos son hombres de orgullo.

No estáis en posición de negociar. Suelta tu espada, y si intentas algo más propio de un fanático descabellado dispararé.

Luego miré la pared. Estaba extrañada porque ese tipo de pelo negro habiá descendido de allí sin fatiga alguna.

¿Porqué saltas esa tapia? ¿Eres otro de los que me persiguen? ¿o... o esque vienes a por montera? Es posible que tu tengas la mia...

-Ala maldito, de esta te has librado pero busca un barco y abandona Nueva España - le dije al oido con tono amenazador al prisionero y lo solté no sin antes apretarle un poco mas el brazo.

- Libre es el prisionero, en cuanto al sombrero y el oro del que ha hablado este miserable me interesa sobremanera por lo que les acompañare en la busqueda - dije al español. Me sacudi el polvo de la caida y acomode el sombrero y apoye  la mano el el pomo del sable a la espera de la decision del español.

Observó cómo dejaban escapar al prisionero y pensó salir detrás de él, pero decidió esperar a ver cómo resolvían el acuerdo de búsqueda. Le interesaba participar en el grupo, por razones de eficacia y de seguridad, aunque bien sabía que la imagen que estaba dando no era la adecuada, y que el rechazo era muy probable - si consideran a bien mi compañía no se arrepentirán -

En ese instante recordó que no podía permanecer allí mucho más, en breve la gente descubriría al cadáver, el cual pesaba en su conciencia.

En ese crucial momento el encanto de Iñigo falló algo...

Bueno señorita, no soy quien le persigue, y si, pertenezco a quienes tienen sumontera, asi queno deberiausted dispararme, porque si no pondria contra usted a la armada española,pues soy buen amigo de cierto Almirante que por el contrario podria recompensarle muy bien por una información esclñarecedora, y podria protegerla de sus perseguidores...
mientras hablaba con su manos libre Iñigo hizo el simbolo del dinero con sus dedos, para poner enfasis a sus palabras y buscó un modo de adelantarse al disparo de la chica en caso de que este se produjera...

Por cierto por si le interesa, me llamo Iñigo, me parece que no tenemos porque ser incivilizados,cierto?