Partida Rol por web

Habían pasado ya varias horas desde que llegaran al fuerte helado y el grupo de infantes que conformaban las remanentes fuerzas de la compañía “Guardianes de Sirius” se habían mantenido firmes hasta el momento. Tras su primer encuentro se encontraban con saldo blanco e innumerables bajas por parte del enemigo.
Los preparativos para una eficiente defensa del fuerte estaban listas. La puerta estaba reparada, los sistemas de comunicaciones estaban ya activos, el alumbrado ya funcionaba aun que de forma provisional, y a su vez hacía apenas poco mas de una hora los del escuadrón Gatling habían volado y taponado el pozo.
El cerco de erizo que cubría al muro del fuerte estaba bien preparado y ya tenía agregadas las trampas con cargas de Demolición instaladas por el zapador Miller. La puerta estaba de cierto modo bloqueado con un cerco de cuerpos de bichos que el Sargento Focker y compañía habían preparado a modo de trampa, mientras a su vez los del escuadrón Heat estaban por preparar algo parecido.
El clima se mantenía tranquilo y en completa calma, hasta ahora el cielo seguía despejado  y no parecía que fuera a nublarse pronto. Por lo cual los infantes del 2º pelotón tenían una clara ventaja, la cual se sustentaba por si misma en el fuerte y la resistencia de este. Aunque el fondo sabían que los bichos atacarían fuerte… muy fuerte, y lo harían pronto.

Maldito día nunca terminara.... Miro hacia el cielo y lentamente bajo la mirada hacia el horizonte. -Al menos podía empezar a nevar eso complicaría el vuelo a los malditos bichos. Pateo el suelo para retomar la circulación de las piernas y me recoloco lo mas comodo posible en mi puesto en el muro.

-Cuando llegamos nevaba y no se veía una puta mierda, Rumsfeld. Qué quieres que te diga, prefiero verlos venir a que me aparezca un bicho delante y me diga lo de "susto o muerte" -dijo con tono serio-. Lo de antes fue un aperitivo y las cosas salieron bien. Pero llega a estar nevando y nos hubieran jodido bien. Dudo que a esos asquerosos bichos les afecte para nada que nieve, llueva o truene.

Bauer miraba al frente desde su posición. Todo parecía en orden y tan solo esperaba que su particular estrategia de embudo funcionara y que las cargas de Miller sirvieran para algo más que dar un espectáculo de fuegos artificiales. Había oído que los de la Fox incluso habían usado los cuerpos quitinosos de los bichos paar montar una especie de barricada. No creía que sirviera de gran cosa, pero ¿acaso habría algo efectivo al cien por cien? Luchar por un retraso de un segundo en el ataque, era el premio que coseguían para un disparo más. Y un disparo más suponía una pieza abatida nueva.

Acababa de salir al exterior para reunirme nuevamente con mi escuadrón en el muro oeste. Llevaba un rato en el interior del cuartel provisional del fuerte dándole prisa al soldado Frost con sus reparaciones en las comunicaciones. Sabía por experiencia que cuando mejor trabajaba el soldado era en tensión y nada mejor que yo para recordarselo y que tuviera la mente despejada en lo que tenía que hacer.

Me acerque hasta le borde del muro y le dí un rápido vistazo al horizonte buscando arácnidos.

Bauer se envaró repentinamente y sus ojos se convirtieron en dos rendijas.

-Sargento, señor -gritó reclamando su atención y la de los demás compañeros-. Tres figuras a las seis y media. En movimiento hacia el fuerte. Juraría que son... humanos. Infantes. Y dos parecen malheridos. ¡Que alguien confirme!

Había dado un vistazo rápido, pero no había visto nada inusual. Por eso, cuando el soldado Bauer me avisó de tres humanos corriendo por la nieve, no pude sino sorprenderme y mirar hacia donde había indicado con mayor atención. 

-¿Cómo? ¿Estás seguro? 

-Maldición es cierto. Pienso al ver a los tres soldados corriendo hacia el fuerte.

-Atención, escuadrón, estad atentos. Se aproximan tres soldados, dos de ellos malheridos. Pueden estar siendo perseguidos por los bichos, abrid bien los ojos y preparad vuestras armas. Digo un instante antes de cambiar el canal para informar al resto de escuadrones del fuerte.

-Aquí el Sargento Wolf, se divisan tres soldados que vienen desde el sur, dos de ellos aparentan estar malheridos. Pueden estar siguiéndolos los bichos. Posible ataque enemigo, permaneced alerta. *Cambio*

Miller se inclina sibre el muro para mirar hacia donde dice el artillero.

¿Y de donde coño han salido?

El zapador se prepara por si hay que montar un rescate, preparando su lizzard line para subirlos o bajar él si así se lo ordenaban.

Veo como varias figuras corren por la nieve hasta nuestra posición, aun así su marcha parece mas lenta en dos de ellas.

- Coño es verdad, ¿Pero de donde salen estos tios?. Tres figuras se acercan por el sur. No veo bichos cerca....podría ser momento de una misión de rescate. Sino fuera porque huele a trampa de aqui a Lima.

Siento emociones contar puestas una la mas cabal es seguir manteniendo mi posición en el muro ante lo que parace una tactica mas de los aracnidos, la otra es ayudar a otros soldados que como yo anteriormente no les queda mas remedio que correr por la nieve.  Las oredenes del sargento me sacan de esa dualidad. Apresto el arma, le quito el seguro y espero a nuevas ordenes.

"contacto visual, atención, contacto visual en el sur, confirmar si son marines , Hora local 11:55".

Regresaba del descanso ordenado cuando escucho a los que se mantenían en el muro, decían ver tres infantes que se aproximaban desde el sur, y parecía que algunos miembros del reducido grupo venían con heridas.
Crow se asomo entonces al borde del muro y oteo hacia donde las miradas de los infantes se dirigían, allá a lo lejos y entre la impoluta nieve unas formas casi inidentificables por la distancia, se movían pesarosamente afanándose por llegar.

Mientras el resto miraba por la muralla, yo paso un rato limpiando mi arma, sentado y apoyada mi espalda contra el muro, asegurando todos los mecanismos para que no me pueda fallar en el peor momento. Todo el mundo sabe que si en combate se te encasquilla el arma es como si fuera un suicidio, y no quiero suicidarme, al menos todavía.

Justo cuando estoy acabando, oigo las voces de mis compañeros, me levanto y, levantándome un poco el casco miro hacia esa posición. Al divisar a los tres infantes, apoyo mi Morita sobre el muro y apunto hacia sus posiciones, atento a cualquier estrategia del enemigo

¿Cuántos de los nuestros habían sido dados por desaparecidos? quizas no sean tan estúpidas, después de todo, y los hayan cogido prisioneros para ahora hacernos salir. digo levantando un poco la barbilla de la culata para poder hablar.

Johnny había regresado con su escuadrón luego de dar una mano a los infantes del Heat. Hora de dejar las herramientas nuevamente y concentrarse en dispersar muerte entre los arácnidos que pretendan tomar el fuerte que los cobijaba. Quitó nuevamente el seguro de su rifle con un simple chasquido y se dispuso a vigilar la zona de la muralla que le había sido asignada. Aunque trataba de concentrarse, no podía quitarse de la cabeza el viejo scanner del centro de mando, no dejaba de darle vueltas que algo le faltaba mirar o considerar para poner en funcionamiento el aparatejo.
El tiempo había pasado junto al telón blanco que siempre hacía de fondo en ese gélido lugar, Galdonia VI estaba lejos de ser su lugar favorito, pero era el lugar donde el propósito de su vida se materializaba. Le daba un poco de risa, que se guardaba, los comentarios de algunos de sus camaradas refiriéndose a terminar el servicio y obtener la ciudadanía. No lo han entendido, esto es la ciudadanía. No es un medio, es un fin. Somos los ciudadanos, somos quienes guiamos, cuidamos y apretamos el gatillo. Me gustaría que mi madre me viera ahora, orgullosa de como vivo y como voy a morir.

Comenzó a barrer minusciosamente el espacio que tenía en frente mientras sus compañeros discutían sobre un rescate. Algo sospechoso, verdaderamente. Soldados heridos en la llanura, la exusa perfecta para exponer a los infantes a una muerte rápida en garras de una emboscada bien armada. Ahora el sargento debía decidir, pero Frost debía cumplir con su cometido en la muralla, debía vigilar y no desviar su atención ahora. Con paciencia y determinación se apostó cual gárgola de catedral, casi inmóvil y siempre atento.