Partida Rol por web

Los bichos que rodeaban el Fuerte ahora están en su interior, marchando hacía el resto de infantes que aun no pueden abandonar la tierra para irse a la seguridad de la Sirius Beta. Ahora es el momento de movernos con rapidez para lograrlo de una vez por todas.

La lanzadera ya está en posición y el muro cae como un castillo de naipes. Los soldados están ya huyendo hacía la lanzadera y no es el momento de no hacerlo. Hablo por el comunicador a mis hombres:

 - "Todos corran hacía la lanzadera y abórdenla de una vez. ¡Es una orden! No quiero soldados héroes ni campeones, quiero soldados vivos, así que corran como alma que persigue el Diablo. Cabo, Raynor y Bockman, corran rápido a la lanzadera. Gawain, no te rindas aun, trae tu sucio y cobarde trasero. ¡Todos muévanse, que la Fox se va a casa!"

Salto desde el muro e intento correr a todo lo que puedo hacía la lanzadera para no retrasar su despegue por mi culpa. Hablo al Capitán activando los altavoces pues ya soy capaz de verlo y estamos a poca distancia. Acompaño mis palabras con mi mano indicando el punto de bombardeo:

 - "Capitán, que bombardee ese punto del muro este, donde están los tanques. ¡Si ellos llegan no habrán más lanzaderas!

Sigo corriendo todo lo veloz que puedo hacía el vehículo en el que debemos escapar. Es el momento de salir de allí, por lo que muevo mis piernas sin cesar para llegar al destino. Si no alcanzo a llegar, estoy convencido de haber jugado bien las cartas y haber hecho todo lo posible por mantener el Fuerte, aunque ahora que lo veo, no hay esfuerzo alguno que podría haber mantenido a toda esta cantidad de arácnido a raya. Simplemente estaba condenado desde el comienzo.

Aquél salto que dió Sonia seguramente no lo repitiría en la vida. Joder, hasta hubiera molado grabarlo de no ser por la horrenda horda de bichos que empezaba a irrumpir en el fuerte a través de los muros. Por ese motivo, lo importante ahora era correr y cubrir a los demás.

No tardó apenas en darse cuenta en que no veía a su compañero y eso la intranquilizó mucho.

- ¡Sonny! ¿Dónde coño estás? ¡Vamos, joder, cómo te quedes atrás te juro que vuelvo a darle una paliza a tu cadáver! - le gritaba por el comunicador. En ese momento Focker empezó a dar órdenes de retirada y de que nadie aguantara allí y la latina, sin gustarle demasiado, obedeció, corriendo hacia la lanzadera con toda su alma.

- ¡Vengaaaa! - le gritó a sus propios músculos, para luego ver de reojo algo que la alegró: Sonny estaba apareciendo a través de una ventana - ¡Eso es! ¡Vamos, vamos!

Ella alcanzó la lanzadera, girándose para mirar atrás y ayudar a todos los que pudiera... para ver como Canowicakte no llegaba.

- ¡No! ¡Joder! - exclamó de rabia - ¡Sobrevive, cabrón! - le gritó por radio.

Aunque creía que se iba a quedar corto, finalmente el explorador entró en la lanzadera, sudando dentro del traje y con el aliento entrecortado. Apoyó sus manos en sus rodillas, recuperando el aliento, pero aún así dijo por el comunicador:

-Daos prisa, hay que salir de aquí... Debemos salir todos...

Consigo saltar a duras penas antes de que el muro comience a derrumbarse y trastabillo un par de pasos.

De no ser por la potenciación del traje, ahora mismo tendría las piernas rotas.

Observo como la mayoría de mis compañeros logran alcanzar la tercera lanzadera.

Tendré que esperar a la cuarta.

Vi correr a mis compañeros, vi perros voladores, los perros que me habían herido, cuando bajaba. La soldado Ramirez pasó cerca de mi, otros pasaron algo más lejos, tenía que irme replegando, pero, antes, encañoné a uno de los perros que venían de avanzadilla, por el aire. Puse mi visor en infrarrojos. Disparé con todo mi odio.

No me paré a ver cómo caía, aunque creí ver trozos de Djinn volar por el aire. Me di la vuelta y corrí como si (literalmente) me persiguieran los demonios del infierno. Busqué una posición en el centro del fuerte. No sabía dónde podía parar la siguiente lanzadera, la mía. El frío conseguía penetrar en mi piel. Lo notaba porque no sentía la herida en el vientre, ni el calor de la sangre manando. El frío intenso se nota, lo aprendí entonces, por que dejas de sentir.

Recé por mis dedos, recé por mi puto culo de negro perdido en un trozo de piedra, perdido en el universo. Recé por ver a la familia que nunca tuve. Llegué a mi nueva posición. Esto ya duraba una eternidad, una eternidad, una eternidad...

La lanzadera partió, algunos no habían llegado.

Vamos a ponirnos cómodos para morir, hirmanos... la voz me salía alegre de manera automática, debía tener la sonrisa "helada" en la cara.

-Gawayn (fusilero 1) que cojones hace! -digo mientras observo cómo se retira directamente hacia la nueva zona de repliegue.

En la zona sur se están reuniendo gran cantidad de infantes que no tienen posibilidad de subir a esta lanzadera, los cuales ayudarán en la defensa de la próxima que aterrice, así que el pasillo norte se vuelve una zona vulnerable por la que los bichos voladores pueden ganar velocidad al tener más pasillo desde que sobrepasan el muro.

-Benitez, Lion, disparen a ese grupo -señalo al grupo de obretos y riplex que acaba de aparecer (AC48)-y retrocedan hacia la próxima zona de aterrizaje.

-¡Curtir! - le indico directamente con un gesto los voladores que parece que sobrepasarán el muro en un instante- fuego de contención y a replegarse.

Por último observo a Evans, -¡Tirese abajo Evans!- grito aun sabiendo que está siendo rodeado y que no tendrá tiempo para escapar.

Soy consciente de que nunca olvidaré el sonido de centenares de garras arañando el suelo, durante lo que me quede de vida, recordaré las alas de esas criaturas romper los cielos y desmembrar a los hombres que me rodean. En mis sueños, siempre permanecerán las imágenes de los bichos superando el muro...

Soy consciente de que no tendré ese problema durante mucho tiempo. Mi muerte está próxima.

Los miembros de la infantería ligera se retiran de la parte norte del fuerte. Mis ojos observan como uno de ellos, aún permanece en la parte superior. Grito órdenes y mis oídos embotados por el rugir de la batalla son incapaces de escuchar mi propio aliento. 

Nos replegamos, los bichos aparecen a escena como juguetes mecánicos saltarines y llenos de cuchillas de afeitar que se acercan a nosotros inexorablemente sin importar lo mucho que podamos disparar. El hombre que está sobre el muro, está siendo rodeado por criaturas voladoras que en breve decidirán deshacer su vida. Una granada en la mano es lo que mejor le vendría en este momento.

Por otra parte, aún hay miembros de la infantería pesada corriendo para salvarse, rezagados en su retirada que sin pensarlo provocarán la muerte de los que hemos venido a morir a este infierno para intentar salvarlos.

Siento que tengo todo el tiempo del mundo en esta noche, como si ya hubiera muerto y reviviera la misma escena una y otra vez para que pudiera disfrutar y sufrir con cada detalle. Los gritos de todo el mundo se mezclan con las comunicaciones internas del pelotón y el calor de los motores de la lanzadera que tengo a mi espalda derrite los copos de nieve que congelan mi abrigo.

Apunto con mi arma, decidiendo si tomar como objetivo mi propia cabeza o los bichos que siguen apareciendo entre las sombras de la noche y aprieto el gatillo sin pensar en nada más que en matar e intentar no morir. Podría decir que pienso en mi mujer, en lo sola que se sentirá cuidando de nuestros hijos, en los sueños rotos por mi muerte... pero lo cierto es que en lo único que pienso, es en el rítmico sonido de los disparos que se suceden a mi alrededor...

Mi muerte está próxima...pero para mi, ya ha sucedido...

La lanzadera está justo delante mío, puedo ver una de las compuertas abiertas para recibirme. Me habla de como es estar seguro y mirar el caos y la destrucción desde el cielo seguro. Me recuerda a las zonas de la Sirius Beta, de los dormitorios donde se puede dormir y descansar sin límites cuando no hay nada que hacer, de la Cantina y sus tragos. Casi me puedo ver a mí mismo bebiendo una buena cerveza celebrando con mi escuadrón la última escaramuza. Me veo feliz y me río con mi estruendosa y grave risa alguna broma del clásico humor negro que tengo. Es una buena escena, pero no es real. Esta roca helada me ha quitado valiosos hombres, ha robado vidas de gran aporte para la IM y parece que también se ha llevado mi capacidad para soñar.

La escena desaparece de mi mente. Veo que varios de mis hombres se quedan atrás, demasiado para que la lanzadera los espere. Puedo correr y subir a una de ellas, alejarme volando de este infierno. Eso es lo que le ordené hacer a mis hombres, eso es lo que cualquiera en sus cabales o con algo de sentido común haría. Pero yo no soy ninguno de ellos.

"Roca de mierda, no te dejaré humillarme. No huiré con el rabo entre las piernas. Sacaré a mis hombres de aquí o moriré como se debe. Me puedes quitar la vida, pero nunca mi honor. ¡Así que jódete!"

Entierro el pie en el suelo nevado y giro sobre mis talones antes de apuntar mi rifle hacía el sur. Mantengo posición a pocos metros de la lanzadera mientras veo al resto acercarse y subir:

 - "Todos suban a la lanzadera, que no vaya con asientos vacíos. Muevanse y larguense de una vez. Suelten un par de granadas en el aire si pueden para despedirse de los bichos, no hay que ser mal educados. Sonny, date prisa, Cabo, Raynor y Gawain, que el autobus se nos va."

Me quedo preparado, esperando a que la lanzadera despegue para detectar el sitio de aterrizaje de la siguiente. Depende de que tan cerca se ponga podría hacer fuego de cobertura, pero en estos momentos la vida de ellos solo depende de qué tan rápido puedan correr.

Había llegado, había corrido desde el extremo del muro hasta la lanzadera. Algunos de mis compañeros ya estaban allí, Otros nunca abandonarían esos muros.

Nuestros pasos resonavan en las rampas de acceso a la lanzadera. Estos no eran ya como cuando llegamos a este fuerte todos llenos de pasión y ansias por el combate. Habíamos perdido hermanos y sangre por un lugar que pronto caería, causando una vez mas que otros de nuestros hermanos callesen ante las garras de los aracnidos.

Unos segundos mas y en el marco de la puerta de embarque me paro para poder observar un momento mas ese "Fuerte" cumulo de desdichas y glorias. Avanzo hasta uno de los asientos.... muchos de ellos vacios de las caras de compañeros que conocí y de otros que nunca conoceré.

De todas maneras aun había esperanza Baron dado por muerto se encontraba allí siendo atendido por el médico de la Heat.

- Increible Baron, nunca pense que me alegrase tanto de ver tu fea cara. Parece que los nuevos cuidaron bien de ti. No puedo evitar sonreir al ver que al menos uno mas de los nuestros saldría del planeta. ¿Como estas, amigo?.

Estaba al lado de la puerta cuando empezaron a entrar compañeros tanto de mi escuadra como de las demás, en concreto pasaron a mi lado, el Cabo Stone, el Sargento Corbec, Mackeyn, Becerra, Baron, Bell, Cain y Garth.

Y sin esperar a mas la lanzadera se elevo sin miramientos aun con la rampa bajada.
Me tuve que agarrar al lateral para no caerme del fuerte tirón que sentí al despegar, que poco a poco fue disminuyendo mientras miraba hacia abajo y veía desde arriba la destrucción del fuerte que hace poco estaba intacto.

Parecía que estaba a salvo pero rápidos hoopers cruzaban al rededor nuestro mientras veía caer por igual cazas y hoopers en una batalla que parecía no tener fin.
Con frustración contenida por haberlo podido hacerlo mejor dispare al primer hooper que apareció reventándole un ala y mire a ver como caía hacia el fuerte esperando que no diera a nadie.
En ese momento sonó la sirena de cierre de puertas y me quede allí agarrado hasta que escuche el sonoro ruido de la puerta al cerrarse. Ya no había nada que hacer allí, no podíamos defendernos de los Hoopers que volaban al rededor, eso era cuestión del piloto.

La lanzadera seguía ascendiendo y me senté contemplando a mis compañeros, en sus rostros veía cansancio, malestar por las bajas de sus amigos o soldados a su cargo y el alivio de haber salido del infierno con la esperanza de llegar a la Sirius de una pieza, la moral había bajado desde que bajamos a ese helado planeta.

Cerrando los ojos mientras mi cuerpo se sacudía con cada giro que hacia la nave para esquivar lo que fuera medite sobre lo que había sucedido en aquel infierno helado.

Que asco de planeta, no solo tenemos que ir a por un doctor al culo de ese maldito mundo sino que ademas nos mandan defendedlo de la mayor cantidad de bichos que he visto jamas. Mi actuación no fue mala pero tampoco buena, dispare de todo y a todos, hice fuego de supresión cuando se me mando, pero hubo momentos en que no tenia que haber fallado. dos malditos tanques me chamuscaron pero eso no me detuvo, estuve en mi posición contra viento y marea machacando bicho tras bicho hasta que se me dio la orden de evacuación, espero que los chicos que han quedado detrás de mi tengan la opción de poder subir a un transporte.

Y con ese pensamiento en los compañeros que habían estado luchando con el seguí pensativo en la lanzadera mientras esta ascendía con sus giros y cambio de velocidad,

- Sargento joder! suba a la lanzadera o sinó no habrá sitio para todos en la siguiente!- Grita el artillero mientras intenta ve como la lanzadera comenzaba a despegar y él seguro que no llegaba. - Confíe en sus hombres, en seguida le alcanzamos. Asegúrese de que nos tengan preparados una buena comida caliente. - por el intercomunicador grito.- Chicos ayudad al sargento a subir a la lanzadera que creo que se le ha atascado el pie en la nieve. - Comienzo a mirar al cielo buscando la cuarta lanzadera.

Con algo de esfuerzo consigue arrastrar al herido hasta uno de los asientos con arnés para que el despegue no acabe con su cuerpo estrellado con el techo, y tras anclarle intenta evaluar su estado para determinar si sobrevivirá al viaje o era necesaria una intervención de urgencia durante el mismo.

Pero las dudas siguen asaltándome con su estado, cuando termino por sentarme a su lado y sigo observando su evolución. Aunque la tos profunda del cabo, hace que Becerra reaccione dirigiendose a él para intentar diagnosticarle desde su posición.

Anda, coño, lo que faltaba ahora. No sólo Sonny parecía que no llegaba, sino el cabo, Gawain, Raynor, Bockman... y el sargento. A tan sólo unos poquitos pasos de la lanzadera.

- ¡Sargento! ¡No sea loco! - le gritó Sonia - ¡Si fuésemos nosotros los que nos quedáramos nos fusilaba! ¡Un esfuerzo, por lo que más quiera! ¡No sea pendejo! ¡La Fox no es nada sin usted!

"No pueden morir tantos aquí en este puto planeta...", gritaba su interior, "Ya se ha llevado a demasiados de los nuestros..."

TRANSMISION POR EL CANAL DE ESCUADRA:

- "El Soldado Hightower tiene razón, Sargento. Si esa lanzadera no sale llena, significa una plaza menos para la siguiente." -

Dereck no tuvo mayores dificultades en llegar a la lanzadera. A decir verdad, en los últimos momentos del combate solo se había limitado a correr para cumplir las órdenes del sargento, y no había podido unir su arma en la defensa casi imposible ya, de la fortaleza. Billy se encontraba a su lado, esperando que la lanzadera se pusiera en marcha.

Poco a poco, la nave se iba llenando de soldados... aquí y allá reconocía alguna cara, otros eran de unidades que no conocía en absoluto. Ya cuando la lanzadera se encuentra llena, comienza a despegar. Dereck suspira... aún quedaba salir del planeta -y esquivar a los bichos voladores- pero al menos ellos por el momento estaban a salvo. O eso esperaba. Ahora, la mente del soldado solo pensaba en sus compañeros: esperaba que lograsen subir a la lanzadera a tiempo.

Hago oídos sordos a las palabras de mis hombres pues, por más que digan que debo salvarme y de que le ordené a mis hombres retirarse, soy el responsable de ellos y no puedo hacerlo. Indico a los soldados de la infantería ligera más cercanos a la lanzadera mientras hablo:

- "¡Ustedes, suban a la lanzadera de inmediato! No habrá espacio para todos en la última, así que váyanse de inmediato. ¡Es una orden!"

Luego, y atando cabos antes de un posible final, le contesto a mis hombres:

- "¡Bockman y Gawain, cierren la boca y corran, con un demonio! Sonia, te nombro soldado de primera, líder de escuadrón. Si ni el Cabo ni yo salimos, tu serás Sargento. ¡Ahora siéntate y vete, también es una orden!"

Me quedo esperando a mis hombres a pesar de lo que digan. Si mis cálculos no me engañan, cabremos todos en la última si se van ligeros en esta, además de que varios podemos morir antes de abordar. Solo espero que lo logremos.

¿Correr? No pude. Intenté llegar al sitio que consideraba más útil, pero la maniobra era demasiado complicada. Estuve a punto de caer. Trastabillé a mitad de camino, y tuve que pararme. Antes de que los djinns me atraparan, me di la vuelta dispuesto a darles plomo.

Mis últimos recuerdos de ese infierno fueron las palabras de McAllen mientras me sacaba como podía de ese fuerte que, como todos sabíamos, iba a ser tomado por los bichos. Recuerdo también otro rostro borroso que ayuda a Mc a alejarme del campo de batalla, aunque no pude llegar a verle bien pues la noche se cernió nuevamente sobre mí.

Inconciente, solo notaba los movimientos bamboleantes que hacía mi cuerpo mientras mis compañeros corrían. Luego calma. Otra vez movimiento. Otra vez calma, solo rota por el ruido de unos motores y de miles de balas y explosiones que resonaban por el campo de batalla.

Mis últimos pensamientos fueron para todos aquellos compañeros que había dejado atrás, sin saber si volvería o no a verlos, sin haber podido ayudarles a defender y aguantar el fuerte. Solo el hecho de que se trataban de la infantería móvil y de los valientes guerreros de la infantería ligera, me hizo tener la esperanza de volver a verlos nuevamente a todos ellos, en un sitio mejor y con una cerveza en la mano.