Partida Rol por web

Así como Frost parecía ensimismado incluso cuando interrogó a su sargento, los demás estaban tan entusiasmados por volver a la cantina que parecían haberlo ignorado y olvidado. No es que le molestara realmente, sabía demasiado bien cuanto amaban la juerga sus camaradas.
Aspiró otra bocanada de humo, el cigarrillo estaba por desaparecer.
Decidió que no iría a la cantina ahora, el sargento mayor Focker tenía toda la razón, una buena ducha le iría bien, ahora que ya lo habían parchado. Necesitaba un tiempo de recuperación antes de volver a entrenar como lo hacían siempre, pero la herida no era tan profunda como las de otros tantos de los que habían regresado. No pudo evitar pensar en Baron y en García.
¿Se habían olvidado de Wolf? Quizá él mismo era demasiado sentimental para ser un infante, probablemente lo mejor era dejar el tema. Pero no podía olvidarlo.
Estaba por empezar a fumar la colilla, por lo que sacó otro cigarro y lo encendió ruidosamente. Una y otra vez chispeó con zippo. A veces el viejo encendedor a bencina era duro y terco, como un veterano de guerra. Como su padre que lo había llevado tantos años con él.

Con parsimonia y cual dragón, lanzando suaves hilos de humo, Jhonny caminó hacia los barracones a asearse. Cada paso le hacía sentirse más ligero, todo el asunto de Galdonia parecía irse.

Dos días habían pasado ya desde la retirada de la flota de la orbita del planeta Galdonia VI; para muchos infantes de la compañía era la primera vez que miraban al espacio y no miraban a aquella roca helada en el exterior.
Muchos rumores corrían por la nave Sirius Beta, algunos apuntaban a que pronto habría una invasión general y que la flota solo estaba rearmando sus planes, otros afirmaban que la flota se retiraría ante su considerable fracaso.
Lo cierto era que los infantes estaban a la espera, tras dos días de descanso el tiempo de saber que estaba pasando y que habría de pasar estaba llegando a sus mentes. La noción de lo que había ocurrido en aquella roca helada se hacia mas presente al calmar los ánimos y sanar las heridas.
Esa misma tarde del segundo día tras los acontecimientos en el fuerte helado se llevo a cabo el juicio al infante Dragostone quien había abatido aun compañero por error e impactado a otros. Tras un largo debate en que la pena de muerte llego a asomarse desde el frío exterior del salón de juicios, la oportuna presencia y determinación del capitán Tsumina y otros suboficiales permitió que el jurado militar considerara el accidente como algo menor y casi inevitable debido a la precaria y difícil situación en la que se encontraban.
Dragostone fue sentenciado a 20 latigazos los cuales se le aplicaron un par de horas después en presencia de sus compañeros; finalmente se le había impuesto una indemnización a los heridos por lo que no recibiría paga alguna por el próximo año de servicio. Lo anterior dejaba en claro que si la campaña en Galdonia se extendía, se la pasaría combatiendo para la federación y al final seria arrojado como un perro sin gratificación alguna.

Al caer la noche, aun con la escalofriante sensación que provocaron los gritos de dolor de Dragostone en sus nervios ante los latigazos, el grupo de infantes sobrevivientes de la Compañía Sirius se reunieron para otro difícil momento. La despedida de algunos de los camaradas de quienes se pudo recuperar su cuerpo, mientras para los demás solo habría un funeral simbólico.
Uno a uno los cuervos y féretros vacíos fueron arrojados al espacio para navegar por la eternidad en aquel frío absoluto de la nada, donde quizá podrían descansar en paz.

Al final de la ceremonia el capitán Tsumina tomo la palabra para dirigirse a sus hombres, no lo había hecho durante los días anteriores tras el regreso a la nave y poco se le había visto; lo cual motivo la idea de que la flota preparaba algo.
-Infantes de la compañía Sirius, durante los últimos dos meces nos hemos enfrentado a quizá los mas duros momentos de nuestra compañía, a la mas dura e importante misión de nuestra historia. Y a pesar de las duras pruebas y de los hermanos caídos hemos trascendido. Hemos despedido hoy a aquellos quienes han dado su vida por la compañía, hemos despedidos a aquellos quienes lucharon palmo a palmo con nosotros sin rendirse jamás, pero sobre todo, despedimos hoy a aquellos que nos han enseñado el valor de la vida y el porque hacemos lo que hacemos.
Soldados como el Sargento Kaylan, el Sargento Wolf, los infantes Crow, Oldman, Raynor, Ivanovish y los infantes ligeros Highway, Yúpe, Goldberg, Winters, Brassard, Cunnigan, Casas y Campbell; seran recordados pos siempre por nosotros. Recuerden infantes cada día que viven y cada batalla que enfrenten que por esos infantes pueden aun seguir respirando y pueden seguir sosteniendo sus moritas.-
El capitan guardo silencio durante un momento para buscar en sus bolsillos un papel y empezar a hablar de nuevo recitando un corto pero significativo poema.
-He derramado mi sangre en la batalla,
elogiado el valor de mi enemigo,
sin embargo, aun escucho el fragor de la metralla,
sollozando en la tumba del soldado desconocido…-

El silencio se hizo en el recinto tras las palabras del capitán, y con la retirada de este y la orden de romper filas el grupo tubo claro que todo había terminado. Habían dejado atrás aquel momento en Galdonia VI y sin embargo jamás seria olvidado.

A pesar de las todavía evidentes heridas en proceso de curación, no quería perderme este acto por nada del mundo.

Así, con unas muletas improvisadas, salí a hurtadillas de la enfermería. A pesar del dolor que todavía me producía la piel que comenzaba a formarse por mi espalda y parte del brazo, paso a paso me obligué a llegar a la sala donde se celebrarían los funerales. Era un pequeño sacrificio a cambio del que habían hecho mis compañeros, camaradas y amigos.

Detrás de todos, al lado de la puerta, permanecí escuchando las palabras del capitán. Palabras que me conmovieron y me recordaron por qué luchamos y por qué morimos.

Tras un rato más en la cantina, el nuevo sargento Evans mandó a toda la Fox a descansar. Al dia siguiente les tocó trabajar desde las 8 de la mañana en maniobras con todo el equipo por la cubierta C. Aun agotados, la mayoría dieron las gracias ya que todo el trabajo y ajetreo les tenía ocupados impidiendo pensar en nada más. Trabajaron, sudaron y juraron durante varios días hasta que llegó el funeral a los caídos. Eran muchos aunque no tantos como había creído en principio y por suerte muy pocos de la Fox que eran lo que más jodido lo habían tenido. - Eso a sido gracias al sargento y a los suboficiales, recuerdalo mamón. Ahora tocaba trabajar por el escuadrón por lo que después de ver lo bien que se le había dado el cañón rotatorio pensaba ir a la armería a exigir uno para la unidad.

- Gracias - susurró pensando en los que habían muerto protegiendo a sus compañeros y a la forma de vida de la federación. Y con ella a la raza humana. SICON debería estar orgulloso de ellos y no dejar a la flota largarse. Aún esperaba que los sacrificios realizados sobre la roca helada dieran sus frutos, si no había sido por una buena razón esa operación habría carecido de sentido. En posición de firmes tras el sargento y la cabo vio como los últimos féretros vacíos pasaban al espacio mientras el artillero juraba que mataría dos bichos en honor a cada uno de los muertos en esa roca.

Con la mano en alto dando un saludo marcial a los caídos, observo sus féretros viajar a lo profundo del universo, pensando que tal vez alguno de esos pude haber sido yo, trato de traer a mi mente aquello que se pudo haber hecho por mantener la vida de aquellos soldados, mientras escucho las palabras del capitán Tsumina, luego de la orden de Romper filas camino cabizbajo unos instantes, luego sonrió y camino hacia el frente con paso firme, soy el Ct de Heat, la muerte me rodea,   pero parte de mi trabajo es avisar su llegada, estar un paso delante de ella, y advertirla a quienes me rodeen, mi trabajo no es evadir la muerte, es descubrir donde llegara y usarla a mi favor.

La ceremonia en la que despedimos a los caídos ha comenzado y el Capitán Tsumina habla con la verdad. Habla de lo que cree y de cuanto debemos a los caídos y heridos. Finalmente pronuncia un breve poema en honor a la situación, dando un toque de civilización a la despedida.

Los soldados rompen filas y me quedo mirando como las tumbas tumbas flotar en el frío espacio. Muchas de ellas están vacías pues nada se pudo recuperar de los difuntos que ahora honramos ya que los bichos no dan tregua. Sea como sea, el sentimiento es el mismo y varias personas debemos recordar este día por su desempeño y su sacrificio. Solo uno de los que ahora honramos era de mi escuadrón: Jim Raynor. Era un buen soldado, un poco distraído pero prometedor. Luchó valientemente hasta el final y fue asesinado por los arácnidos al perder su oportunidad para retirarse. Nada podríamos haber hecho por él.

"Descansa Jimmy. Fuiste un buen soldado y luchaste con valor. Me siento muy orgulloso de haber servido contigo y espero que te sientas igual con nosotros. Espero que te reúnas allá donde vayas con los caídos que apreciabas y le des nuestros saludos a los amigos perdidos. Ve en paz, Jimmy"

Al resto no le conocí, pero siento de todas maneras un gran respeto por ellos, pues todos los caídos en combate son héroes para quienes les sobreviven y esta no es la excepción. Los soldados sabemos que siempre está el peligro de morir de un momento a otro, por lo que deseamos pensar que después de cerrar los ojos son los que habíamos perdido quienes nos reciben y nos guían. Yo mismo me conforto con esos pensamientos cuando he perdido amigos y cuando se acerca lo que parece ser mi hora y que ha sido mucho más esquiva de lo que pensé cuando me inscribí en la I.M.

Les saludo marcialmente al verlos alejarse y me quedo delante del vidrio hasta perder la capacidad de divisarlos en la distancia.

Estaba en el funeral, y la verdad, no me sentía tan desplazado desde hace mucho tiempo. ¿Esa sensación de estar en un sitio pero que en realidad no pintas mucho? Esa. Estaba despidiendo a los caídos, hombres valientes que no tuvieron suerte o se sacrificaron para que los demás pudieran sobrevivir.

El sacrificio definitivo.

Pero, en realidad, yo no conocía a nadie, creo que uno de los caídos era el anterior Sargento de la ECO, un hombre desconocido para mí, pero que todos apreciaban, por lo que supuse que habría sido un buen mando.

Cuando nos permitieron romper filas me esperé, no quería que pareciera que huía de allí, por lo que me esperé a que algún otro empezara a moverse y salir. Tras esto me puse en camino, llevaba dos días intentando aprender como se maneja bien un aparato de comunicaciones y aún estaba un pelín perdido, solo esperaba que me dieran un poco más de tiempo apra coger soltura con él, pues no tenía muy claro que con los bichos intentando matarte pudiera trabajar con tranquilidad.

Cuando salía vi a Baron, el hombre que arrastré durante medio fuerte y me paré para saludarle- ¿Qué tal estás? -dije mientras detenía unas palmadas dirigidas a su hombro, no estaba muy seguro de que pudiera hacerle daño o no.

Toda la eco estaba en el funeral, vestido con el uniforme impecable del uniforme y en posición con el saludo militar.

Hablo el capitán tsumina, aunque Alex tenia la cabeza a otro lado, por delante de su mente transcurrió las imágenes de todos sus compañeros caídos, la eco había perdido a varios uno de ellos su sargento, eso no era nada bueno. Ademas la habían ascendido y no sabia si estaría a la altura.

El sargento wolf había sido el único sargento que había tenido desde el principio, para ella era su referente y ahora no estaba, se encontraba rara y sin saber mucho que tenia que hacer ahora.

Sin duda una nueva etapa se abría en la ECO y esperaba estar a la altura.

Cuando volvió en si, los soldados empezaban a romper filas y los cofres de los perdidos apenas se podían apreciar perdidos en el espacio.

Parece ser que los entierros son constantes después de cada misión.

Vi acercarse a McAllen. En ese momento, me recordó brevemente el momento en que le conocí en el fuerte helado. Con determinación pero un tanto perdido, despistado. Parece que durante estos dos días no ha encontrado todavía su sitio, aunque no tengo ni idea de cuál será.

Pocas noticias me llevaban en la enfermería, aunque lo cierto es que, gran parte del tiempo lo pasaba medio dormido por las calmantes.

Cuando me habló, solté con el brazo derecho una de las muletas improvisadas y le agarre el hombro Gracias a tí, vivo. Te debo una amigo. Para lo que necesites, aquí me tienes. al decir esto, le suelto el hombro Me gustaría hacerte una pregunta. Creo recordar que me sacaste de allí, pero otro te ayudó en algún momento pero no logro enfocar su cara. digo mientras miro hacia el techo, como intentando despejar la oscuridad que nubla mi visión. Tras unos segundos, niego con la cabeza frustado.

Por cierto ¿Qué tal Sam y Ethan? ¿Al final os han dicho algo de vuestro futuro aquí?

-Pues Ethan está bien, y Sam perdió un ojo, tuvimos que arrastrarla hacia la lanzadera entre Ethan y yo, y si no nos hubiera ayudado un miembro de la FOX no lo habríamos conseguido, y a mi me ayudo el Sargento Mayor, asique no eres el único que esta a salvo por el esfuerzo de otro -dije sonriendo.

Me quedé un poco pensativo- no estoy seguro de quién fue el otro, era mi primer combate y todo se mezcla entre sangre, gritos y garras... creo que fue Rumsfeld... o Frost... uno de ellos, pero no estoy seguro de quien- miré a mi alrededor, buscando alguna otra cara conocida- la verdad es que aún no tengo un destino claro, solo estoy aprendiendo a manejar un comunicador porque por lo visto hacen falta Consejeros Tácticos y me está tocando pelearme con ese maldito trasto, solo pido que me den un poco más de tiempo para hacerme con él, no sea que después en el momento culmen la cague -dije esbozando una sonrisa- y tranquilo, que si te necesito será para que mates muchos bichos y no nos toquen el pelo.

Aún me parecía escuchar los gritos de Dragonstone al recibir los latigazos, mientras aún cojeando un poco me dirigía hasta la sala donde se realizaría la ceremonia.

Allí en medio, varios féretros, muchos ... demasiados, demasiados han dejado su vida en ese pedazo de roca helada en mitad de ninguna parte, escucho las palabras del capitán en completo silencio, con los ojos vidriosos, todos hemos perdido a gente importante, pero la desgracia se había cebado con la Heat. El sargento Kaylan, el silencioso Ivanovish, Oldman y sus ocurrencias, partimos juntos pero no todos volvimos, el animoso Casas, y el tímido Campbell llegaron allí después pero tampoco regresaron.
Fue un honor haber servido juntos, solo espero poder vivir lo suficiente como para honrar su memoria.
Apretando con fuerza las únicas chapas de identificación que había podido recuperar, no puedo apartar la mirada de los féretros que van camino del vacío. Allí plantado enfrente del vidrio, cerca del nuevo sargento mayor me uno al saludo marcial hacia ellos, mientras todavía pueda verlos alejarse. Algunos son solo cajas vacías, pero todos representan lo que les pasó, los que nos puede pasar ... lo que nos pasará.

Trabajo duro y disciplina, es lo mejor que podría pedir. Para algunos compañeros, eso serviría para olvidar, no en mi caso. Yo lo que estoy haciendo es entrenarme duramente, pues tengo entendido que mas duramente me pondrán a prueba si trato de entrar dentro de los Pathfinder. Por la mañana del siguiente día a la vuelta, un duro entrenamiento bajo las órdenes del nuevo Sargento, y en mis ratos libres estudiando y consultando bibliografías para hacerme una idea de muchos temas de los que desconocía cosas por mis orígenes, matemáticas avanzadas, historia y varias otras. Eso sí, nada consigue impedir que cumpla mi propio homenaje a los caidos, pues mientras muchos de mis compañeros lo celebraron en la cantina bebiendo un trago por cada caido del Fuerte, yo decidí comerme un buen plato por cada uno de ellos, aunque tuviese que ser entre la comida y la cena, que eran muchos.

Y tampoco hay nada que me impida ir a EL evento. Cuadrado junto a Sonia y al Cabo... digo, junto a la Cabo y al Sargento, como infante de primera, el homenaje a los caidos empieza y discurre sin problema alguno, y todos estamos aquí. Porque es lo que hay que hacer. Por los caidos en el Fuerte helado. Cuando se rompen filas, me quedo cuadrado un instante más de lo necesario, contemplando en mi mente todo lo ocurrido en Galdonia VI desde que aterrizamos, las historias de la Eco en las cuevas, nuestras propias hazañas en la colina... solo espero que el mando no haya decidido simplemente huir con la cola entre las piernas, y aunque la idea de matar otras razas inteligentes me desagrada, la mayoría de bichos son simplemente carnada, cuerpos sin cerebro, y a esos no tengo problemas de pegarles un tiro. Y como se ha visto, a los otros tampoco en medio de una batalla.

Con el homenaje sentido ya realizado, vuelvo a mis tareas de estudio y entrenamiento...

Sam se mantuvo firme durante la despedida a los caídos.

Muchos honores pero no habría mayor homenaje para los caídos que reventar ese pedrusco infestado de chinches, pensaba con acritud mientras las palabras no calaban en ella.

Al romper filas se acercó a Hightower sorteando al personal y apoyó la mano izquierda, que después de todo era la sana, en la espalda del infante para llamar su atención ya que aún desconocía como narices se llamaba.

-Samantha García-se presentó-Gracias por todo-dijo agradecida manteniéndose firme pese a estar recuperándose de las secuelas de los tratamientos en el pabellón médico. Saludó alzando el brazo que habían estado suturando y apretó la mandíbula por forzar el movimiento de una articulación curada recientemente. La carne de la cara que rodeaba un implante aún se encontraba amoratada por la operación y en lugar de un ojo grande y de color almendrado  se encontraba una lucecilla rojiza sobre un  entramado de cables negro que conformaban la cuenca ocular.

Miller tenía una resaca de mil demonios. Era como sialguien hubiera encerrado un Hopper dentro de su cabeza y estuviese tratando de salir a base de golpes. Aun así se obligó a mantener la compostura, a mirar aquellos féretros moviéndose lentamente en un movimiento imperturbable desde la nave hacia el infinito.

Daba que pensar, si conseguían traer tu cuerpo lo mandaban a vagar por el espacio durante toda la eternidad.

Si me muero yo quiero que cuando me lancen al espacio me metan una bomba dentro y una nota. Así si me encuentran los bichos puedan leer: "En vida me dediqué a exterminar tu maldita especie" justo antes de explotar.

Tras la despdedia de los caídos el artillero pretendía salir a la armería a discutir sobre su nuevo equipamiento cuando la muchacha del fuerte se le acercó. Había perdido un ojo, aún se la veía muecas de dolor al hacer los gestos pero al menos estaba perfectamente. - Encantado Samantha, soy Hightower Bockman artillero de la Fox. Fue un placer  rescatarte - Dijo poniéndose algo colorado, carraspeó un segundo - Deberías dar las gracias a los otros infantes que eran ellos los que te acercaron casi hasta el transporte. Yo solo dí el último empujón y tampoco es que supusieses mucho peso. - Tentado por la curiosidad- Cómo perdiste el ojo? - Tal vez no se acordaba ya que cuando la vio estaba desmayada.

Eso era lo que peor llevaba Sonia normalmente y lo que peor aún sería al ser oficial. Los entierros y las despedidas. Fue especialmente duro en el caso de Buendía y, aquí, también lo era un poco, pues despedían a bastantes compañeros. A muchos no los conocía, cierto, pero eran Guardianes de Sirius igual. Y Raynor era de la Fox, puñetas.

Se mantuvo firme durante toda la ceremonia, admitiendo internamente que el discurso del capitán Tsumina no había estado nada mal. Especialmente la parte del poema. En otro estilo que Focker, era también un oficial que realmente se preocupaba por sus hombres.

El regimiento, sin duda, había tenido suerte con sus oficiales.

"Descansad, muchachos... Nosotros continuaremos lo que empezamos."

Tras romper filas, estuvo mirando un rato más los féretros que flotaban, para luego volverse y alcanzar a Sonny:

- Eh, hola... - le sonrió levemente, acercándose para susurrarle sólo a él -. Lo que decías el otro día, en la cantina... de quitarme la mota de polvo del ojo... pues... si vienes luego a mi camarote...

No creía que hiciera falta decir más. Sí, era una oficial, pero, aunque había salido del fuerte sin un rasguño, ya estaba sintiendo demasiadas veces el aliento de la muerte en su nuca. Era hora de disfrutar un poco de la vida, pues la próxima misión podía ser la última.

-Esos buitres carroñeros alcoholizados ya se ocupan de recordarme que mi agradecimiento lo quieren en cerveza-sonrió pasándose una mano por la nuca desviando la mirada dispar hacia donde Brocheta estaba blableando como si le debiera algo más parecido a una colleja que una cerveza.

-Ouh, bueno... lo del ojo... -por un segundo se vislumbró algo de abatimiento en su tono que instantáneamente fue sustituido por un tono bastante más animado- pues yo siempre quise tener un ojo con visión de rayos X, y se me escapó comentarlo mientras me acordaba de los muertos de alguien cuando tiré una granada defectuosa-explicó tranquilamente, medio bromeando medio contando lo que pasó- entonces un mosquito gigante ¡PLAF! me impactó amablemente indicándome que me fuera poniendo cómoda que ya se encargaban las chinches de procurarme uno, y  mientras aún estaba dudando de si me apetecía que me intervinieran unas chinches pulgosas volantes un segundo bichejo me dio de lleno y se apagó la luz. -se encoge de hombros con cierto aire ingenuo y sonrió dándose un toquecito en la placa de metal que ahora constituía su pómulo izquierdo- y aquí está, el ojo con visión de rayos X, asíque ándate con cuidado de que escondes -se echó a reir con una carcajada clara y despreocupada que contrastaba con el denso ambiente del funeral- es un placer conocerte Bockman- no le había dado permiso para tutearle asíque se limitó a llamarle por el apellido- de nuevo muchísimas gracias por ayudarme a salir de ese hoyo.

Bockman sonrió ante las palabras de Samantha, le impresionaba lo bien que parecía haberse tomado su nueva situación y no perdía el sentido del humor. - Bueno yo no te pediré que me invites, sólo que me dejes invitarte a una ronda cuando tu quieras. Esa será mi recompensa- Dijo el artillero- Por cierto llamame como quieras aquí algunos me llaman por el nombre y otros por el apellido, la verdad es que a mi me da lo mismo y que yo sepa aún no tengo ningún mote- Añadió con una sonrisa. - Un placer conocerte García.

Se movio hasta el estereo, puso una moneda, y busco alguna cancion que le gustara....aunque muy posiblemente a los demas no...

Vaaaa, era su moneda y habia decidido que era hora de poner algo mas "fuerte" ya que la musica de la cantina se habia puesto monotona....para el.

SIIIIIIIII!!!!!!!

VIVOOOOOSSSS!!!!!!

levantando su botella de cerveza - POR LOS CAIDOS!!!!!!!!!!!!!