Partida Rol por web

Cuando Gordon Flemming se interna en la oscuridad de la noche en Yokelville para dar con Bartley Hodge.

Sales de la casa sigilosamente. Parece que ninguno de tus compañeros se ha percatado de tu partida. Te encaminas a toda prisa hacia la iglesia, y al llegar, minutos más tarde, tomas el camino de la derecha. Pasando el bar de Miss María encuentras hacia la derecha un pequeño sendero mal segado, por el que la hierba parece crecer a placer.

Sólo hay un sendero, así que das por hecho de que siguiendo el caminito, darás con la casa de Hodge. 

Continúas caminando, tras haber acelerado el paso, sin ver nada que no sean árboles acotando el sendero. La desgracia es que el caminito llega un momento en que se bifurca, por lo que no sabes cuál has de tomar, si el de la izquierda o el de la derecha...

¿Habrá pisadas? ¿Algún rastro que seguir? Si lo llamas a voces, ¿te escuchará o contestará? Y lo que es mejor, si te sigues adentrando... ¿Sabrás volver? Mientras no haya más bifurcaciones...

¿Qué hacer?

-Mmm- piensa mientras mira a ambos lados.

-Tal vez debería haber pedido la dirección- dice mientras busca otro cigarrillo en sus bolsillos, y lo pone en su boca, el tiempo pasa, y lo hace con total calma. Lo enciende y da una calada más. Si recordara más literalmente las palabras de Rowlandson. Lo meditó unos instantes y se giró para ver si alguno de sus compañeros había tomado la precipitada decisión de seguirle.

-Bien, creo que es por la derecha... vamos señor Hodge, usted tiene la clave para resolver este misterio...- dijo sonriendo sentía la primicia tan cerca, que casi podía olfatear el éxito de su regreso. Boston caería a sus pies una vez más.

Tomas el camino de la derecha con decisión. Durante un buen rato, no ves a nada ni a nadie, pero al cabo de unos minutos de deambular, llegas a un claro. Estás tras unos árboles, medio escondido, y ves cómo un pequeño grupo de gente con túnicas se dispone a encender una hoguera.

Ante la hoguera hay un gran bloque de piedra. Parece un altar. Te parece reconocer entre los rostros de los asistentes a los dos dueños de la tienda. Hay una figura menuda que parece estar orando tras el altar, arrodillada sobre las piedras, mirando hacia la hoguera. No puedes ver su rostro, pues está de espaldas a donde tú te encuentras.

Al poco, un par de figuras extrañísimas aparece en la escena. Emiten unos sonidos sibilantes harto desagradables. Parecen dos grandes insectos, del tamaño de un humano. Parecen seres repulsivos, pero más extraño aún te resulta que parece que hablan nuestro idioma.

-¿Todo essssssta lissssto?- dice uno de ellos. Eso rompe por completo todos los esquemas racionales en los que estabas basando tu vida hasta el momento. Jamás habías visto dos seres como aquellos.

La pequeña criatura que ora frente a la ya encendida hoguera eleva su brazo derecho, y muestra un inmenso puñal.

-Veo que sssssí. No nossss equivocamossss contigo. ¿Y la ofrenda?

-En camino- dice Marcus Cage, acercándose al insecto magnífico.

Traga saliva. Abre sus ojos y siente que sus piernas le fallan. En su mente las obscenidades no se corta, así como alguna seria apropiadas de blasfemias. Sus pies se plantan, petrificado, sobre su sitio, sin poder quitar la vista de aquel adefesio monstruoso. Se toma del cuello. Aquel que le habla... no era el sujeto de la tienda?

El pueblo parecía ser un nido de infernalistas y demonios... pero... de las palabras a la realidad, ¿cuando las letras se habían tornado tan reales? estaba allí sin poderlo creer, aquel insecto gigante siseaba con malsanas intenciones, y ese sonido le desagradable, le resultaba chocante, un escalofrío recorrió su espalda. Había visto los restos de los asesinatos de los asaltos en Boston, pero esto era demasiado... demasiado irreal.

"Eres el gran Gordon Flemming, esta es la noticia que has estado esperando TODA tu vida" piensa. Pero sería absurdo tomar una fotografía ahora... y su estilo no era ser el héroe.

Observó hacia atrás. ¿Avisarle a alguien? no, aquello sería ridículo. La paciencia. Respiró tranquilo, observando atentamente lo que ocurría. Sin hacer un solo ruido.

Al momento, Marcus Cage y el hombre que había abofeteado a Anne en la iglesia, que acabas de comprobar que deambulaba por la zona, desaparecen de escena. Al momento llegan con un hombre atado de pies y manos, con una capucha puesta. Forcejea, e intenta hablar, pero a juzgar por los sonidos que emite, crees que podría estar amordazado, ya que no dice ni una palabra coerente.

-Buena pressssssa- dice uno de los monstruos- Con esto, nuestro Sssssseñor que Camina entre los Vientossssss sssse sssentirá ssssatisssfecho.

El hombre atado, y a merced del resto, es conducido hacia el altar. Intentan tumbarlo en él, pero no son capaces, ya que pelea firmemente para liberarse.

"Esto es grandioso. Si me hago con una foto, venderé la historia de este pueblo de satánicos y sectarios... me haré famoso! oh, esta es mi oportunidad" dijo mientras trataba de evitar el deseo de fumarse un cigarro. Observaba atentamente la escena.

"¿Quién será?... acaso es Mr. Mallard? quizás Hodge?... esta historia se pone cada vez mejor... y esas criaturas... vaya, después de todo las historias de Demonios resultan ser ciertas. Este pueblo es una mina de oro periodística" dice mientras toma entre sus manos el estuche donde guarda su cámara. Si puede seguir observando y esperando que haya más ruido, tomaría un par de fotos, y huiría de aquel sitio.

No era la primera vez que se arriesgaba, aunque no le quedaba claro que habilidades tendrían aquellas deformes cosas que siseaban y hablaban. Tragó saliva, la emoción era mayor que el miedo. Estaba al borde de la más grande historia de todos los tiempos, la que lo lanzaría al estrellato.

Mientras avanzas por detrás de los árboles, buscando el mejor lugar para tomar una instantánea magistral, tropiezas con algo que hay en el suelo y que a causa de la oscuridad no habías visto, y te desplomas cuan largo eres. La cámara sale despedida, y cae al suelo, haciendo aún más ruido que tú, que no ha sido poco precisamente.

-¿Qué ha sssssido esssssso?- escuchas decir a uno de los horripilantes monstruos- ¿Quién esssstá ahí?

Sientes los pasos apresurados de un par de los hombres encapuchados.

-¡Mirad por los alrededores!- dice Marcus Cage, el tendero- ¡Seguro que una de las alimañas que se hospedan en la posada de Mary anda husmeando por los alrededores!

"Si estos fueran gángster de Boston, habrían dejado el lugar como un queso Roquefort" piensa mientras trata de convencerse de que ha tenido suerte... o quizás no. Traga saliva, si esas cosas son demonios, le esperaba el infierno. Aunque claro, no era como si no hubiese contemplado la posibilidad.

Pero era demasiado temprano, tenía que llevar la fotografía al diario, contar su historia, ganar dinero, y si luego venían a por él... al menos lo habría hecho bien.

Su sombrero cae al suelo. Busca en su abrigo la pequeña pistola. Arma de niñas, un solo tiro contra un grupo de sectarios, demonios. ¿Que demonios estaba pensando? aunque... nunca había tenido que usarla en serio. Una Colt, se compraría una Colt en cuanto llegara a Boston. Si llegaba.

Se levantó, dejando de lado cualquier cosa, busca la cámara, para aferrarse a ella y escapar como alma que lleva el diablo. Si empezaban a perseguirle, gritaría. Aunque dudaba que sus compañeros pudieran en contra de la turba enfurecida.

"Quizás me compre una Gatling" pensaba nervioso.

Sientes el zumbido de una de las criaturas cerca de ti. Está buscándote por la zona que acabas de abandonar, tras haber recogido la cámara de fotos (a saber si funciona tras el golpe).

-Sssssssí, alguien ha esssstado aquí. ¡Capturadlo! ¡Sssserá la nueva ofrenda!

Sales pitando de allí, de vuelta por el camino que habías venido. Uno de los misteriosos sectarios te localiza a lo lejos.

-¡EH EH! ¡Alto ahí!- exclama, mientras echa a correr hacia ti. Por la voz, parece Marcus Cage, el tendero.

-Maldito cigarrillo... si salgo de esssta... lo dejaré...- decía mientras el aire se escapaba, corría, pero no podía mantener el ritmo, aunque su vida dependiera de ello. Y dependía de ello.

Buscó en su bolsillo, atorado con el exceso de aire, con el agotamiento. Maldecía sus malos vicios, la pequeña Derringer, un solo tiro y rezar por darlo en el blanco. Estaba nervioso, nunca había tenido que dispararla contra un perseguidor.

-Po... toooodos... los... diablos- decía tratando de asegurarla, al primer sectario que se le acercara, le enchutaría un tiro y saldría corriendo.

Te detienes, extraes el arma del bolsillo, y te giras. Marcus está como a 5 ó 6 metros de distancia, acercándose. No parece que vaya armado.

Está algo gordito, así que no se aproxima a una velocidad de atleta precisamente. Aunque también sabes que a causa de su corpulencia y sobrepeso, si te coge no te vas a soltar con facilidad...

"Que jodida suerte" se repite, sus pulmones le duelen, respirar se le dificulta, sus músculo se quejan. No tiene más aire... maldice todos los cigarrillos, montañas de ellos, maldice su adicción. Y no le duele tanto que esté a punto de ser capturado por un grupo de sectarios satanistas, como de perderse la oportunidad de su vida. De regresar al negocio.

"Que jodida suerte"

Y sus pensamientos son una maraña de dolores y punzadas, mientras se ve obligado a bajar la velocidad, siente el metal frío de la derringer. Un arma para mujeres. Si le metía un balazo al sujeto, seguro que le dolería lo suficiente como para seguir corriendo... si él no se desplomaba primero. Sus pulmones se apretujaban contra su pecho y sentía un sabor pastoso en su boca. Le sabía a nicotina y alquitrán. Las náuseas en su estómago se revolvieron, dándole una sensación de vacío. Iba a vomitar... sentía aquella ácida sensación en la boca de su estómago.

La sensación del hierro en su mano, quita el seguro. Será un disparo, un solo disparo. Quizás suene para atraer a alguien, quizás se pierda en medio del bosque. Quizás perdería la primicia.

Tose mientras se gira. Su boca se tensa intentando hacer una sonrisa, pero solo muestra los dientes y su rostro se recompone en un mueca de fatiga. -Vete al infierno...- masculla en medio de una inspiración, dispara...

"Que jodida suerte"

Pasan unos instantes eternos y observa. No lo puede creer. Ha errado. Tose, tose y apenas puede recomponerse. Se acerca su enemigo corpulento, da unos pasos antes de tener que apoyarse contra un árbol. La madera está seca, rugosa, pero no le importa, revisa al suelo...

No iba a cejar en su intento... no iba a irse sin la pelea. Tenía la cámara en sus manos y ese rollo valía su vida. Los pasos se acercaban. Escupía al suelo, un gargajo oscuro y sucio. Tenía ganas de toser. Dejaría el cigarrillo si salía de esta...

"Que jodida suerte"

El hombre se echa a un lado para esquivar el disparo, sin dificultad. Eso le hace detener su carrera en pos de ti, pero reanuda la marcha al instante. Está a dos o tres metros como mucho. Extiende el brazo hacia atrás, como para ir cogiendo impulso para golpearte cuando te dé alcance.