Partida Rol por web

La nieve y el hielo acumulados por siglos se fracturan y van cayendo a tu alrededor. Quien entiende los motivos porque, pero tu cuerpo se ve impelido a salvar al thenita herido. Es cuestión de un segundo adelantarse y tomarlo por un brazo, para luego encarar a la salida de la cueva. A correr!

Entonces, todo colapsa. Sientes el helado roce de la muerte en  la piel a medida que todo se viene abajo. Pero justo antes que te aplaste, el violento desplazamiento empuja el aire de la cueva hacia afuera, lo que sumado a tu impulso, los arroja a ambos a la seguridad. Ni mucho menos una mano del destino gentil, más si una firme y muy oportuna, la que los salva!

Golpear afuera, entre los demás hombres que han escapado, resulta casi un alivio. El polvillo se expande desde donde están hacia el cielo, pero mejor asi que cubriéndolos, no? Todos jadean, de rodillas o sentados para no caer por la ladera, mirando la cueva desaparecida. Han perdido el objetivo o nunca lo tuvieron… pero están vivos para contarlo.

La velocidad a la que me movía para recoger al thenita herido, hizo que trastabillara y cayera al suelo, ese simple hecho provocó una ola de miedo ante la inminente muerte por aplastamiento. Fue cosa de la suerte que saliésemos de allí, una potente ráfaga de aire nos sacó y expulsó nieve y polvo a raudales. Al ver el cielo azul de nuevo, sentí alegría por salir vivo de allí y pesar por perder el objetivo, no seríamos capaces de cavar hasta alcanzar-lo sin volver a provocar otro alud de nieve. Me incorporo con dificultad, por la herida en el pecho, y hablo con el thenita a mi lado:

-Te encuentras bien?

Asiente con un cabeceo, palpándose las costillas doloridas, y luego se desploma en la nieve recobrando el aliento. El aire de sus pulmones forma nubes que se alejan pronto arrastradas por la brisa.

El resto, tanto sanos como golpeados, también se sientan en la nieve a recobrarse. Alguna mirada perdida va hacia la cueva cerrada por la nieve. Han fallado. Los han engañado con una cueva falsa o bien, nunc a estuvieron en lo cierto sobre esa entrada. De un modo u otro, no tienen nada para llevar al rey Joramun.

¿Y ahora qué? En tanto, los hombres de las lanzas van regresando con cuatro de estas, como una tardía caballería. Menudo consuelo.

Ver de nuevo el cielo azul es un alivio, aunque el ambiente es de fracaso, pero yo doy gracias a los Dioses Viejos y Nuevos por salir de esa cueva con vida. De pronto veo a un pequeño grupo de thenitas con lanzas:-Parece que la caballería llega tarde. De pronto noto las punzadas de dolor ocasionadas por el oso. Me levanto, con algo de dificultad y le digo al resto del grupo:-Será mejor empezar a descender y curar las heridas, Aquí no podemos hacer mucho más.

Los tres magullados parecen mostrarse de acuerdo, pero el que saliera ileso frunce el ceño.

- Esto es obra de los Niños seguramente, alguno de sus trucos. Ya deberían saber que su magia es fuerte, incluso lejos de los bosques. Ellos deben haber traído al oso y tapado la cueva. Si tú quieres volver adelante, pero nosotros somos thenitas!

Al cambiar el tono, mira a sus compañeros, tanto los heridos como los que recién regresan.

-¿Somos tan débiles y cobardes como los de negro?... Digo que NO! Revisaremos la montaña como debe ser, palmo a palmo.

Los demás se frotan las barbas, pensativos. Los sanos obviamente se inclinan hacia el compañero, mientras que los heridos parecen vacilar… y luego estas tú. 

La respuesta del thenita no le resta lógica ni razón, fuese lo que fuese lo que arrastrase al oso hasta la cueva no me importaba pero lo que sí me importaba era que esas eran las pieles que habíamos puesto la vez anterior.

El comentario de la debilidad me sorprende a lo que le respondo:-Para empezar, por lo que se de vosotros es que os gusta morir en combate, y a mi también, lo prefiero mil veces más que a morir de fiebres por una herida mal tratada, cosa que tus tres compañeros heridos estarán de acuerdo y más tratándose de heridas de oso. 

Tras unos momentos, vuelven las punzadas de dolor en el pecho, busco mi bastón pero al no encontrar-lo recuerdo lo que había pasado con él y vuelvo a hablar:-Dado que mi bastón se ha destruido necesitaría un arma para defenderme, sé que no me daréis ninguna pero sé que en cualquier situación un par de manos fuertes y capaces de empuñar un arma ayudan.   

-Solo una cosa dijiste con algún sentido, niño. Manos fuertes necesitamos. De que sirvieron ahí dentro las tuyas, ¿cavador? +te responde con desprecio el lider, pero  aquel por el que te arriesgaste alza la voz.

-Eh, sera un cavador y además uno de negro pero me salvo. Al menos coraje tiene, aunque no sesos… Dame la lanza, yo le prestare mi hacha y dejemos de discutir. El tiempo apremia. Incluso si no encontramos lo que buscamos, no podremos bajar antes que oscurezca y prefiero no morir helado, maldita sea. Necesitamos encontrar una cueva para refugiarnos, la que buscamos u otra.

Los dos hombres se miran, tensamente. Pero el argumento de la necesidad de refugio es más fuerte. Le tienden a una de las lanzas, y él te presta su espada de bronce. De todos modos, notas como uno de los que no participaron se colocan a tu espalda. Armado, pero no por ello poco vigilado. Finalmente, el "lider" responde, sellando el asunto

-De acuerdo. A buscar refugio. Ve con tu mujer de negro, Grind. Hulen acompáñalos. Ustedes irán hacia el Oeste y nosotros al Este. El que encuentre algo, grite o vayan a buscar al resto… 

No parece haber mas que decir y todos se levantan, para explorar nuevamente las laderas de la montaña...

La conversación entre yo y el "líder" thenita, se había convertido en una discusión entre dos thenitas, al que había saltado y el "líder". Para mi sorpresa, el primero había respondido por mi. Cuando hubo acabada la discusión. Yo, el thenita que había salvado, Grind, y otro thenita, Hulen, nos marchamos en dirección oeste desde la cueva del oso. Grind me entrega su espada de bronce:-Gracias por lo de antes, no me lo esperaba. 

Me pongo por delante para abrir camino a mis dos compañeros thenitas, dejando a Grind en el centro y a Hulen a retaguardia.

-Favor con favor se paga. +replica el thenita simplemente, haciendo gala de un honor muy simple y claro. Tras esto, no queda demasiado margen para hablar, abocados a la tarea

El trio avanza como puede entre la nieve y la inclinada ladera, explorando la cara Oeste de la montaña. No es un andar fácil, y todos caen alguna vez, dos en el caso del malherido Grind, pero ninguna es desgracia que lamentar. Despeñarse aquí arriba sería  muy poco agradable, por asi decirlo. Incluso si solo ruedan en la nieve, incapaces de hacer pie otra vez o detenerse, el suelo está a kilómetros abajo…

La tarde pasa sin que encuentren nada de provecho. Todo este lado el hielo es mas firme que la otra ladera, pero eso no ayuda en nada. Comienza a oscurecer y hay que tomar una decisión… como pasaran la noche? No han oído nada del otro grupo, y de todos modos están lejos para emprender el regreso… tendrán que arreglarse solos los tres.

La noche se nos hecha encima, nos quedamos sin tiempo, la moral del grupo esta decayendo y van a querer pagarlo conmigo, así que me dedico a buscar por los alrededores alguna cueva o algo que nos sirva de refugio improvisado para pasar la noche.

No hay nada útil. Las cuevas no se dan como brotes en las montañas… Pero hay lo que en el mejor de los casos, es una cavidad en la nieve que ofrece cierta proteccion. No tienen lonas como antes, ya que contaban con dar con la cueva, solo un par de pieles. Y usar leña sin duda agrandara la cavidad, pero también provocara agua y deshielo. Pero es lo mejor que se encuentra.

La otra vez, dormir abrazados pudo ser esquivado. Pero parece que tendras que “intimar” con los thenitas, si no quieres morir congelado tras sobrevivir al oso.

Maldita sea, otra vez dormir junto a alguien para no morir de frío.-pienso mientras nos acercamos a una cavidad en la nieve, que paree lo único que hay en kilómetros a la redonda:-Esto es lo mejor que vamos a encontrar ahora, chicos.-les digo a ambos thenitas, mientras señalo la cavidad:-Podemos hacer un fuego pequeño y cauterizar las heridas de ambos y sobrevivir un día más, el único problema es que no podemos hacerlo muy grande si no queremos que el refugio se nos caiga encima, así que habrá que dormir juntos.

Los thenitas aceptan. En el extremo norte donde viven ellos estas cosas suelen pasar. A veces los grupos exploradores no van con suerte y deben acomodarse donde se pueda. Grind se acurruca al medio, siendo el que se encuentra peor, mientras Hulen y tú se ocupan de las pieles a modo de lonas, y de armar un minúsculo fuego.

Pronto queda claro que en la nieve donde se encuentran la hoguerita resulta mas una molestia que ayuda, ya que hacerlo pequeño no sirve de nada, y grande derretirá toda la nieve en poco rato, pudiendo provocar algún pequeño alud... Dependerán principalmente del calor que puedan darse los unos a los otros.

En la nieve y la altura. Morir congelado o al menos perder unas extremidades… es una posibilidad inquietante pero cierta. Todo depende…

Es una noche como pocas en tu vida, una noche para olvidar. Los tres tiritan en el improvisado refugio, confortándose mutuamente pero esta vez no hay afecto o deseo en los abrazos y roces, salvo el de permanecer vivos hasta el amanecer.

Puedes oir vagamente, entre sueños, la tos de Grind. Sus heridas le hacen un mal pasar en esta vicisitud. Hund es quien mejor lo soporta de los tres. Tú, por otro lado, puedes percibir vagamente como tus extremidades se endurecen. El calor vital es robado, a medida que el frio roce de la muerte helada ronda tu ser… Su azulada presencia no los abandona hasta que finalmente, alborea la claridad, la cual llega por fortuna más temprano en las alturas. Colándose por sobre los picos, los rayos apagados del sol traen el nuevo dia.

Hund jadea, pero es el primero en salir. Todavia tirita, y de vez en cuando suelta una ronca tos que quizás sea neumonía, pero ha pasado  la noche. Grind mira al vacio, aturdido. Apenas vive. Sus manos están duras… es probable que el frio le pase cuenta mas tarde.

Tras esto es lógico que te examines. Estas débil, demasiado débil… El frio se te ha metido en los huesos. Pero parece que tienes todos tus dedos. Tu nariz. Tu..cric..

El negro pedacito casi cristalino se queda en tu mano cuando la bajas. Es redondeado suavemente… casi ni parece tuyo, sino una piedrita juntada del suelo. Pero sin duda, es un trozo de oreja, que mientras contemplas empieza a derretirse y sangrar levemente...

-Va...Va..ya...Vaya noooo....vaya noche mas mala.-digo entre castañeos de dientes y tiriteos del cuerpo.

Observo a mi alrededor y veo que Hund es el que mejor está, a pesar de que tiene una tos horrible. Grind está a las puertas de la muerte, Ella misma le está saludando des del otro lado.Empiezo a comprobar con algo de torpeza, por culpa del frío, mi propio estado. Con algo de dificultad, consigo mover todos mis dedos, de manos y pies:-Bien, al menos los tengo todos. Seguimos.- empiezo a tocarme la cara y aun conservo la nariz. Continúo y oigo un crujido cuando alcanzo mis orejas, bajo mis manos muy lentamente, temiendo lo peor. Y si era mucho peor de lo que esperaba:-No una si no que he perdido ambas orejas. Por eso me oía con hoquedad. -Miiii..mierda. 

La sangre se mezcla con el color de tus ropas a medida que se va licuando, devolviendo el pedacito a carne. Puedes imaginar vivamente como serán los costados de tu cabeza ahora, con dos muñones pequeños… Tus cabellos los ocultaran a veces, pero en otras se verán claros esos agujeros. El frio extendiéndose desde ellos a tu cerebro, y los sonidos perdiéndose si no pueden entrar…