Partida Rol por web

La oscuridad se lleva a Hund y sus pasos pronto dejan de escucharse. Te quedas solo. Dado tu reciente condición, ni siquiera te queda el consuelo de los ronquidos o respirar de los que están en torno al fuego. Solo realmente…

Ves las luces moverse, apenas te adaptas a la guardia.  Él tenía razón. No son todas, pero muchas de las que están a vuestra altura, oscilan y se desplazan, aunque sin revelar nada más allá de sus verdes presencias. Como un juego de gigantescas luciérnagas… y no cabe duda que algunas vienen en esta dirección...

-Maldito cabrón, tenía razón, esas luces bastardas se mueven y se acercan. pienso mientras desenvaino la espada de cobre y me pongo en guardia. Mantengo la paciencia.

Las luces llegan hasta solo un par de metros… y se detienen justo fuera del arco de la boca. Pero puedes sentir como rodean, espían… casi se puede decir miran. Solo que sin asomarse. Y por alguna razón, su propio brillo no iluminan a lo que o quien las sostiene.

Solo hay una cosa. Un leve rascar. Como madera contra la piedra. Un rasqueteo que es apenas perceptible, pero empieza a tocarte algún lado detrás de la oreja, reclamando atención…

La cosa no mejora, la inquietud de observar las luces hace que la mente me juegue malas pasadas o es que de verdad las luces se mueven. Se acercan, se alejan, parece que no les gusta la luz que emana de nuestra hoguera. De pronto escucho el rascado de algo de madera contra la roca del interior, un golpeteo muy tenue, pero lo suficiente como para ponerme más alerta.

Noto unos toques por detrás, me giro a toda velocidad y me encaro a aquello que reclamaba atención, manteniendo la espada en posición para atacar.

Nada.

Al girar sobre vos mismo no ves nada. Solo la cueva helada rodeándote, tus compañeros acostados, las leves llamas... y caes en que has cometido un error.

Le diste la espalda al agujero.

Se siente frio dentro tuyo cuando un filo irregular, algo aserrado, se apoya contra tu cuello, mientras al mismo tiempo algo con punta presiona por el costado, contra tus costillas. Aunque no hay palabras, el mensaje es bastante elocuente.

Allí no había nada. Después de girarme siento una punzada de dolor por las heridas que llevo encima, pero allí no había nada:-Mierda, maldita sea, aquí no hay nada, salvo los que estamos. Un momento.-

De pronto algo muy afilado se posa sobre mi cuelo y costillas:-Mierda, voy a soltar lentamente la espada, por favor no muevas tus armas.-le digo a quien quiera que sostuviera el filo de mi cuello y mis costillas.

No hay respuesta. Sin embargo, tras soltarlas sobre la nieve, una caricia con el plano del arma te invita a volverte.

Son una pareja, hombre y mujer. Visten armaduras hechas con madera y cuero. Ella esgrime una lanza estilizada hecha integramente de madera, con la cual presiona tu costilla. Esta afilada, sin duda. El por su parte lleva una espada corta que parece tallada en piedra oscura, obsidiana con toda probabilidad.

-Si gritas estas muerto.+dice ella claramente, con una voz suave como la brisa. Es pequeña y bonita, su cuerpo contradice la idea de niña, aunque no el tamaño. Apenas debe medir metro y medio alzada, como mucho.

Mientras, el espadachin hace una seña a la oscuridad, la cual da pie a que entren varios mas y vayan a por los thenitas durmientes, rodeandolos en silencio. Se mueven como gatos... y todos van armados.

Al volverme me esperaba que fuese otro grupo se hombres libres, pero aquello no me lo esperaba. Una mujer y un hombre, ambos parecían jóvenes pero engañaban, manteniendo las manos en alto me hacen esa advertencia, a la que respondo asintiendo con la cabeza. A continuación veo como aparecen más de esas pequeñas personas.

-No queremos hacer daño a nadie, estábamos resguardándonos del frío de la noche en esta cueva, pusimos esas lanzas apuntando a la cueva por precaución, nada más.-les digo la pareja que tengo delante, esperando que no nos maten.

La pequeña no dice nada, manteniendo sus labios firmemente apretados, tanto como la lanza contra tu cuerpo. Sus compañeros rodean a los thenitas y todos tienen un despertar firme y sin ceremonias, con armas no muy diferentes a las que vieras sobre sus rostros…

Ninguno es estúpido sin embargo, como para intentar algo heroico o un lucha desesperada. Lo que sí, mientras se incorporan, buscan al vigía. Al no ver a Hund y si a ti en su lugar, te conviertes en el centro de miradas muy mosqueadas entre la modorra.

De todas formas no dura mucho el desconcierto. Luego de obligar a todos a pararse, incluso al malherido Grind, el hombrecillo que lidera a los captores indica con su espada de obsidiana a la cueva. El mensaje es perfectamente claro, y es reforzado con pequeños empujones; luego de que ellos vinieran a vuestra luz, ahora les toca meterse a ustedes en la oscuridad. 

La chica no responde, algo comprensible, no quiere entablar conversación con el enemigo, yo tampoco lo haría. Cuando veo que el resto de sus compañeros que despiertan a los thenitas:-Mierda, en cuanto tengan ocasión estos me matan.-pienso mientras los van despertando uno a uno. 

Las expresiones de ellos lo decían todo, me van a matar por haber permitido esto:-La culpa es de Hund, el muy imbécil se metió dentro de esa cueva él sólo y yo me quedé haciendo guardia pensando que volvería.-les digo.

La presión de la lanza se hace más fuerte. Con voz firme pero suave la chica se prepara a clavártela.

-Sin hablar. +ordena.

Si los otros tenían alguna replica a tu defensa, se la guardan. Uno a uno van desapareciendo por la oscura boca de la entrada, y en realidad se siente como tal, una boca que los devora, tan inmediata es su retirada. Finalmente llega tu turno. Puede ser el último momento de intentar algo, ya que una vez adentro, no veras nada. Cosa que no parece molestar a los pequeños captores. 

Las armas de todos, incluso las tuyas, estan ahi caidas en la nieve a pocos pasos.

Iban entrando uno a uno en esa oscuridad, la misma por la que había entrado Hund, y ahora era mi turno. Me superan en numero incluso si consiguiera hacer alguna cosa, acabaría muerto antes de empezar, las heridas que llevo encima no ayudan y no creo que nos curen así que guardaré mis fuerzas para más adelante, si es que sobrevivimos.

El andar en la oscuridad es vacilante, pero poco a poco comienzas a apreciar como las luces del techo se hacen mayores, y tu vista empieza a captar al menos penumbras. El suelo, por cierto, ayuda. No es como el de una cueva ordinaria, sino que es liso. Un sendero bien trabajado.

Es indudable que estan descendiendo, por la inclinación, pero no puedes adivinar mucho más. Sientes calor, o al menos una sensacion calida que contrasta muchisimo con el exterior. Tras un tiempo indeterminado, la oscura columna de figuras delante tuyo parece aproximarse a algo que resuena familiar a los oidos. 

Un rio discurre paralelo al camino. O mas bien un arroyuelo. La temperatura debe propiciar algun deshielo interno, puesto que la montaña es roca debajo de toda la capa nevada. Finalmente, se detienen junto al agua. Uno de los pequeños, el hombrecillo verde que te amenazara al final, los estudia. Pareciera ver mejor que todos.Al pararse tambien notas que Hund esta en la punta, capturado al igual que los otros.

Tras unos largos momentos, se aproxima a Grind. Apoya la espada negra en su cuello, y rapidamente lo corta!.

-Slop...+el unico sonido que se oye es un ahogado gemido, y seguidamente el cuerpo se desploma al agua helada, desapareciendo en la oscuridad. Los demas thenitas tiemblan pero no de miedo, sino por una furia que les nace, apenas contenida por las armas que sienten contra sus cuerpos, como testimonian los bestiales gruñidos que se les escapan.

-Todo lo que vive perece, y todo lo que perece regresa al mundo. Si no quieren regresar a este antes de que se cumpla su tiempo, sera mejor que hablen, humanos. ¿Que hacen en esta montaña?+dice el lider con voz firme, parandose exactamente frente a ti al terminar.

El descenso por la oscuridad se hace eterno, gracias a la tenue luz verde mi vista se adapta más rápido y veo que el suelo es más liso de lo que parecía en completa oscuridad, es más parece un camino, un camino hacia el centro de la montaña. Escucho el sonido del discurrir del agua cerca, muy cerca, provocado por la diferencia de temperatura con respecto a la de fuera. 

De pronto nos detenemos y veo con algo de dificultad que Hund está al principio de la columna, de pronto veo como Grind cae, se oye un pequeño grito ahogado:-le ha rebanado la garganta por ser el más débil. veo como el resto de thenitas se estremecen, no de miedo, sino impotencia por la ejecución de su hermano de armas.

A continuación habla un hombrecillo que parece ser el líder del grupo:-No queremos hacer daño a nadie, estábamos resguardándonos del frío de la noche en esta cueva, pusimos esas lanzas apuntando a la cueva por precaución, nada más. Ya habíamos tenido un encontronazo con oso blanco y no queríamos otro.-le contesto al hombrecillo, esperando que no nos maten.

Su hoja se apoya contra tu garganta. Notas perfectamente el filo  de obsidiana rasguñándote la piel. La respuesta es cierta, no obstante eso, no parece servir para aflojar la tension, mas bien lo opuesto…

-¿Que- hacen- en- esta –montaña? +vuelve a inquirir con gravedad en el tono y una articulación lenta, calculada. Los thenitas cierran sus bocas, ninguno intervendrá por tu vida.

Es más que obvio que la primera respuesta no les satisface nada. Quien sabe cuánto conocerán de ustedes y lo que están haciendo… Podrías confesar, guardar el secreto, o continuar intentando desviarlo. Sea lo que sea, el debe creérselo. O es visible claramente el camino que seguirá tu cuerpo hacia el agua….

Parece que mis intentos de engañarlo no surten efecto, es más lo cabrean y me coloca la hoja de su espada en la garganta:-O contesto bien o soy el siguiente que le arrastra el arroyo.-pienso mientras me habla. 

-Está bien, estamos de paso, nos dirijíamos hacia el Norte y nos topamos con esta montaña, decidimos escalarla en lugar de rodearla para acortar la distancia hasta nuestro destino, cuando nos refujíamos en esa cueva y nos atacó un oso blanco, nos defendimos y yo y al que acabáis de matar resultamos herido, nos dividimos para buscar otra ruta y pasamos la noche a la intemperie. Volvimos a reagruparnos y pasamos la noche en esa cueva de arriba. El resto ya sabes cómo sigue. Es la verdad.

En otro lugar y circunstancia la parcial verdad podría haber funcionado. Pero no en la cima de una de las más altas montañas, perdida en medio de los Colmillos Helados. El pequeño guerrero no se traga ese cuento. Los humanos ni siquiera vienen nunca a este lugar, mucho menos cruzaban por lo alto. Y para redondear la mentira, de todas las cuevas posibles, justo se habían metido en la entrada al refugio.

Siendo el segundo más herido del grupo, Lurick era el sacrificio obvio. La espada de obsidiana atravesó su cuello rápidamente. Agotado tras las largas luchas, golpeado y con frio, este recibió la tibieza de la sangre derramada casi como un bálsamo. Lástima que fuera la suya.

Vio el mundo virarse, el agua negra alzarse para recibirlo, y todas las penas, todo el dolor, desaparecer. No volvería a ver a Osfrid ni saber que ocurriera luego con el resto de sus hermanos. Pero así era la vida y la suya había terminado. Tal vez los thenitas lo recordasen…