Partida Rol por web

Ningún humano va a decirme lo que tengo que hacer, responde fríamente Keygholad.

Entre el hueco que dejan los matones, atisbáis a ver como otro humano está increpando a dos niños. No obstante, no podéis distinguir mucho más desde donde estáis.

-¡Eh, tú! ¡Machote!--alza la voz Amílcar para que el humano que está acosando a los niños lo mire.

-¡Deja de abusar de esos críos y métete con alguien de tu tamaño!

Las injusticias y los abusos de poder pueden llegar a hacer que el apacible nómada pierda realmente los papeles.

Mientras se desarrolla la escena, permanezco junto a Touran, con los brazos cruzados observando atentamente a los humanos, paseando la vista de un lado a otro por si tuvieran más compinches sueltos por ahí.

Solo me queda un último recurso, y no será muy útil si hay un altercado multitudinario.

Pienso mientra el bárbaro increpa a los humanos

Se acabó. Sólo faltaba que un salvaje, una vaca y sus amigos vieniesen a nuestra ciudad a dar órdenes. Todo esto lo dice que con una sonrisa de estúpida autoconfianza mientras él y sus compinches se preparan para una buena bronca.

Mientras, ahora que os fijáis más, veis que el humando de más allá está increpando a un kénder adulto y una niña kénder.

Para Keygholad ya ha habido bastante cháchara por parte de los insignificantes humanos. Así que, sin mediar palabra, coge su poderoso mangual y de un golpe tumba al matón más cercano.

De repente, el humano que estaba discutiendo con los kénders, llega como una exhalación y propina un garrotazo al elfo silvanesti: Maldito orejas puntiagudas. Deberíais haber muerto todos hace ya tanto...

Touran rápidamente cambia de opinión, es posible que eso no sea de su incumbencia, pero los kenders están claramente en desventaja y tampoco es que estos matones parezcan ser los agentes de la paz de esta ciudad...

Con un movimiento seguro, desenvaina la cimitarra, se acerca a uno de los matones y le hace un profundo corte en el costado.

¿Vaca?...¿Me has llamado vaca?

Pregunta iracundo mientras Keygholad arrea la primera en la frente. El minotauro tira la lanza rabioso al suelo, alza los brazos y se abalanza sobre uno de los matones dispuesto a sumirlo en un abrazo de púas metálicas.

Fascinado por la efectividad de sus compañeros a la hora de reducir a los maleantes, Amílcar desenvaina el estoque y se posiciona justo delante de Quivalen para proteger a la elfa de la posible acometida del abusón que estaba acosando a los kénder.

-¡Vaya! Parece que no lo tenéis tan fácil cuando os enfrentais a personas adultas, ¿verdad?--impreca al bandolero, fingiendo no haberse percatado de la raza de las dos pequeñas figuras.

El matón que quedaba en pie sólo puede mirar como el furioso minotauro se abalanza sobre él y lo aprieta contra los pinchos de su armadura. No ve ya nada más antes de perder el conocimiento.

Al ver el desarrollo del combate, no puedo evitar torcer el gesto asintiendo satisfecha a lo que estoy viendo

Vaya, vaya, parece que nos las arreglamos bien, Hemos aparcado las diferencias raciales y centrados en un bien común. Después de todo, quizás, solo quizás, tenga razón ese viejo Heraldo

Hank avanza desenvainando su espada larga y consigue herir en el brazo al hombre que estaba amenazano a los kénders. Keygholad, sin contemplaciones y antes de que pueda articular palabra su rival, le atiza en el pecho con su mangual. El humano cae al suelo inconsciente.

Al fondo del callejón, el kénder adulto adopta si acaso una actitud todavía más protectora hacia la pequeña. Está claro que desconfía de vosotros.

Mientras el grupo está limpiando sus armas,  

Si podeis, registrad estos despojos, tal vez lleven algo que nos pueda interesar susurro antes de avanzar

Doy unos pasitos hacia el kender, con los brazos levantados y las palmas dirigidas hacia ellos

Tranquilo, amigo, tranquilo, no queremos haceros daño. Es más, no nos gusta ver cómo algunos abusan de su poder. Me acerco un poco más, en una actitud conciliadora

Cierto es que, visto lo visto te las estabas apañando bien. Ni el mismísimo Teekli Quickstep lo hubiera hecho mejor, pero bueno, cualquier ayuda siempre es buena, aunque no se necesite ¿no? acabo con una sonrisa

Gracias, elfa. Y también a tus amigos, dice el kénder adulto. Mi nombre es Kelmecha y esta pequeña es mi hija Hojaspina. De no ser por vosotros... La voz de Kelmecha se entrecorta, todavía nervioso por la situación.

Os dais cuenta de que la gente que pasaba por la calle no va a llamar a la guardia: estas disputas están a la orden del día en esta zona de la ciudad. Sin embargo, esos cuerpos en la calle llaman bastante la atención. Cualquier patrulla que pase, podría comenzar a hacer preguntas.

Por su gesto serio y falta de alegría natural, te das cuenta de que son kénders aquejados.

Poniendo una rodilla en tierra, alargo la mano

Mi nombre es Quivalen, ya no teneis que preocuparos por esos matones

Una vez que me ha dado la mano, la poso en uno de los hombros de Kelmecha

Por tus ojos veo el sufrimiento que habeis padecido y, podeis estar seguros que os comprendo. Mi tierra también ha sido asolada e invadida, y nosotros expulsados de ella.

Pero dime ¿Qué ha hecho que emprendas este largo viaje junto con tu pequeña? oí que todos los supervivientes habíais partido hacia Ergoth, a la ciudad de Hylo

¿pensais estableceros en Pashin o estais simplemente de paso?

Mientras hablo, echo una mirada atrás para comprobar cómo van con los matones

-No hay de qué--asiente el nómada de las llanuras mientras coge a uno de los matones por los pies--No se puede ir por la vida amedrentando e insultando a la gente. Al final cada uno recibe lo que merece.

-Por cierto, ¿qué demonios querían de vosotros?

-Anda, Kolthar, ayúdame a colocarlos cómodamente al final de callejón, no vaya a ser que pase por aquí una de esas patrullas de caballeros de Neraka y terminemos teniendo problemas de verdad.

Mientras cambia de sitio los cuerpos de los inconscientes maleantes, Amílcar trata de seguir en la medida de lo posible la conversación entre los kénder y el grupo.

Básicamente, buscaban una pelea fácil, dice Kelmecha al hombre de las llanuras. Ese tipo de ahí, explica señalando al que discutía con ellos, acusaba a mi hija de haberle robado no sé qué joyas. Por supuesto, mi hermosa Hojaspina no tiene nada que ver. Ese tipo echaba tanta peste a alcohol que estoy seguro de que o las perdió en alguna taberna o se las robó el primer tonto con que se cruzó.

A todo esto, el kénder observa como escondéis los cuerpos en el callejón.

En cuanto a tu pregunta, silvanesti, vivo en Pashin desde hace años. Cuando Malys arrasó las tierras de mi pueblo, mi familia vino aquí. Aunque, como bien dices, muchos prefirieron ir a vivir con nuestros primos de Hylo. En fin amigos, os debemos mucho mi hija y yo, pero somos pobres y me temo que no tenemos dinero con que pagaros. Seguro que Branchala os recompensará como merecéis.