Partida Rol por web

Manecho sale de su pequeño corralito y mira hacía el fuego desvaneciente.
 

Guardo la daga y recojo la antorcha del suelo, con la espada en la diestra-¿qué fazemos agora? Ese lobo suelto es un peligro, mas non se cómo podemos encontrarlo.

- Pues no dejemos al señor Uloxio perdido con el perro, que como le dé un mordisco arreglaos, arreglaos 'tamos. Venga monseñor Alfonso, ¡¡amos vamos!! - Decidido, Crispín empuña su cuchillo y se dirige sin vacilación en busca de Uloxio...antes de que sea demasiado tarde.

-Vamos pues, que no es cuestión de dejarlo sólo.-

Asiento a las palabras de mis compañeros y me acerco al lugar donde está Uloxio, con la antorcha busco el rastro del lobo que nos ha atacado, mas no encuentro nada. Chira ,busca digo intentando que el can me obedezca y siga el rastro del lobo.

Os agrupáis entorno a Uloxio, la luz de la antorcha ilumina las paredes curvadas de la cueva. El lobo negro se ha esfumado, ni se le ve, ni se le escucha. Tratáis de buscar algún pasadizo por que pudiese haber huido, pero no lo hay, la gran cámara sólo tiene una salida, por la que llegasteis nosotros.

Visto que no hay rastro, y que el lobo debe de haber desaparecido por arte de magia, propongo ir al exterior, quizás allí encontremos alguna pista.-¿Vámos fuera?-Pregunto, aunque casi es una afirmación, pues ya me voy dirigiendo a la salida. ¡Quién sabe lo que encontraremos ahora!

- Pues qué remedio, maese Miranda. Vamos que aquí ya no hacemos ná de ná.

Con una última inspección de la caverna, Crispín se dirige a la salida.

-Todo ha pasado demasiado deprisa y cuesta pensar como ha sido. La visión de aquella bestia quedaría para siempre en su recuerdo. Ver las imagenes de seres informes, ultraterrenos y desconocidos dibujados en los libros una cosa, pero  atestiguar  aquello y tan de cerca le provocó una inquietud desmedida. Sí fue real tendría  que replanterarse monton de cosas... Lo que era real o no lo era, y lo peor de todo, lo que podía ser...

- Siguo a Crispin y Miranda tras comprobar que la perrita está bien...

Salís de la gruta, fuera todavía es de noche, en esta época del año las noches son muy largas. Está nevando un poco, y hace frío. Bajáis por el camino en la roca por el que pasasteis, hasta que llegáis al camino principal, donde se halla la ermita, os refugiáis en su interior para dormir un poco, y aguardar el amanecer. Dentro os sentís a salvo, al amparo de la virgen de la cueva.

Duermo agusto al amparo de la Virgen, pero estoy escamado con el tema del lobo y el espíritu de fuego. ¿Dónde habrán ido? Hemos ayudado a esta comarca matando a la bestia mitad lobo-mitad hombre, pero quedan cabos sueltos, ¿qué puede pasar en el futuro?

Crispín se desploma arrebujado en su chaqueta, ya poco le importa lo que ocurra esa noche. Con un suspiro somnoliento, cierra sus ojos y deja que la Virgen de la Ermita guíe sus sueños...

Descansáis a plomo el resto de la noche, estabais agotados de tanto esfuerzo, y tanta tensión. Al amanecer recogéis el campamento y os disponéis a partir de vuelta al valle. Habéis descansado bien, pese a que el lecho era el suelo de piedra, pero igual que no hay mejor cocinero que el hambre, tampoco hay mejor cama que la fatiga.
El día está gris, hay un poco de niebla, pero no nieva, se oye el trinar de algunos pajarillos que habitan las copas de los árboles. Tomáis el mismo camino de vuelta por que que vinisteis. Bajáis despacio y con cuidado ya que la senda es inclinada y resbaladiza por la nieve y el hielo. Poco a poco hacéis camino, sin prisa pero sin pausa, de modo que a media mañana llegáis a la parte de la ladera de la montaña donde se asienta la aldea de Ataun.

Al llegar a la aldea comenzáis a inquietaros por lo que veis, al menos un par de cabañas se quemaron, veis los leños carbonizados, que ya se apagaron. Camináis por las callejuelas, veis muchas huellas de personas y de animales, también hay algunos aparejos de labranza tirados por el suelo, más adelante descubrís regueros de sangre, como si hubieran hecho la matanza de un marrano, lo cual resulta bastante extraño. Os acercáis al caserón del Conde para saludar y preguntar por lo que habéis visto. Llegando al portón os sobresaltáis al ver el cadáver de uno de los centinelas postrado en el suelo de la calle. El pobre infeliz tiene una terrible brecha en el cráneo, mortal de necesidad. El portón de la casa está abierto, dentro en el vestíbulo descubrís un segundo cadáver, esta vez un soldado sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, los brazos caídos, y la cabeza ladeada, su sobrevesta está casi completamente cubierta de sangre. Con el corazón en un puño os adentráis en la morada, en la planta baja el espectáculo es dantesco, media docena de cuerpos sin vida, tirados por doquier, el suelo ensangrentado. Os llama la atención que también hay un par de lobos muertos, uno de ellos yace atravesado por una espada.

¿Qué diantres ha pasado aquí? ¡Es ese lobo! -dije-. Lo espantamos y ha venido ahora a emborracharse con sangre de inocentes, sangre de aldeanos... Cogí mi hacha, puesto que podía aparecer de nuevo en cualesquier lugar.

No halláis el cuerpo del conde entre los cadáveres, tal vez lo encontréis en algún lugar de la casa, o tal vez se libró del fatal destino. Estáis compungidos y confundidos. De pronto os parece oir un llanto, tal vez quede algún superviviente.

- ¿Hay alguien con vida? - gritáis uno de vosotros.

- ¡Aquí!, aquí estamos, en el sótano, ¡ayudadnos!.

Pensé que nos habíamos librado del lobo, pero parece que no es así. Cuando veo el espectáculo tengo la sensación de fallo. de no haber echo suficiente, mas ¿qué podíamos hacer? nos adentramos en su guarida y apunto estuvimos de darle caza, parece que no fué suficiente.

Asiento a las palabras de Uloxio-Hemos fallado, nuestro esfuerzo para nada.

Cuando oigo las voces me dirijo al sótano, espada en mano y abro la puerta.

No había mucho más que hablar. Era momento de dilucidar aquel asunto y no dejarse llevar por la impresiones ante la presencio de algo que sólo podía proceder del maligno. Haciendo acopio de valor y llevado por el genio, asió al cayado siguiendo a los demás en actitud belicosa. Había pasado demasiado tiempo "quieto" y no lo haría más de momento. ¡ vamos crispín apretemos dientes y seamos prestos al encuentro, que no somos muchos, y son necesarios todos los esfuerzos!-

Alfonso abre la puerta que da acceso al sótano. Bajáis por unas escaleras de caracol. Abajo está a oscuras.

- Estamos aquí, ayudadnos -Dice alguien entre sollozos.

Encendéis un poco de yesca para iluminar un poco, y veis un calabozo, dentro dos hombres, uno de ellos de pie, con las manos en la reja, es quien os hablaba, lo reconocéis, es el marqués de Tolosa, al fondo de la celda, sentado en el suelo y en silencio, su hijo Txomin.

El marqués a vosotros:

- Gracias a Dios que habéis venido, ha sido terrible, oímos a la gente gritar de dolor, a bestias aullar, la pelea se hizo eterna, carreras, golpes, gritos de pánico... Ha sido horrible, nosotros nada pudimos hacer por ellos. ¿Como ayudar estando aquí presos?