NO se porqué, pero creo que vosotros algo sabéis de todo aquesto.¡Hablad presto o a fe mia que moriréis aquí de hambre et sed! Me parece muy sospechoso que sean los únicos supervivientes del ataque, cierto que estaban atrapados, pero si los liberamos saldran impunes de su delito. Y en mi corazón creo que ellos saben algo más.
Una de dos -apostillé la instancia que muy bien dijo mi amigo Alfonso-: o vos han encerrado aquí por puro castigo, cosa que non dudaría, o vos habéis los dos encerrado para evitar todo ataque que os alcanzara. Me inclino más por lo primero, pues siempre uno corre cuando ve el peligro... ¡Fablad de una vez que non tenemos todo el día!
-Nos encerraron, ustedes lo saben, por la muerte del recaudador. Dios quiso librarnos de los lobisomes, ahora tiene sentido haber sido acusados siendo inocentes, acusados por los mismos hombres que ahora nos rescatan.
Dios todopoderoso, ¡que grande eres!- Dice don Antxon mirando al techo, como mirando al cielo.
- ¡Por todos los grelos del condado de Masachucia!* Todo esto no tiene ninguén sentido, pero es muy estraño todo esto. ¿Y si dejamos que Chira decida con su hocico quién es quén en esta historia?
Crispín mira al señor Manecho, esperando que la perrita husmee a los hombres y decida si tienen algo que ver o no en esta terrible matanza.
(*: Masachussets, referencia cómica con cierta licencia literaria)
Non hemos dicho que vayamos a liberaros-respondo seco-hemos pedido una explicación. Si la tenéis, bien. Vuestro delito es de asesinato, et si agora os liberásemos saldrías de rositas. -Me dirijo a mis compañeros-Nos costó mucho apresarles, caso de liberarlos y llevarlos ante la justicia se librarían de todo el mal que han causado. Creo ,pero no puedo demostrarlo que están detrás de todo lo que aquí ha acaecido. Voto por ajusticiarles nosotros mismos. No se si estarán detrás de los lobisomes, pero está claro que mataron al recaudador real, no podemos demostrarlo y su cargo no solo los librará, sino que nos pondrá a nosotros en una posición delicada. No me gusta tomarme la justicia por mi mano, pero en este caso no veo otra opción. dejarlos morir me parece una canallada, abogo por una muerte rápida y digna en la horca.
¿Habéis visto hombres que no seamos nosotros? ¿Hombres con espadas tal que fueran soldados? -me refería a los de la Vera Lvcis-. Quizá ellos supieran algún detalle que hubiera ocurrido cuando nosotros aún luchábamos contra lo innombrable.
Al oir que podían ser ajusticiados inmediatamente, Antxon baciló, se quitó el sudor de la frente, antes de responder.
- No sé que pasó exactamente arriba, oímos gritos, aquí bajaron lobos y lobisomes pero no pudieron atacarnos pues la reja estaba cerrada con llave, intentaron abrirla a la fuerza pero gracias a Dios no pudieron. Después se marcharon de nuevo arriba, supongo que recorrerían toda la casa.
- Hombres armados no vimos, salvo el soldado que nos encerró, que pasaba de vez en cuando a traer un poco de pan y agua para nosotros, no le vimos más. Estamos sedientos y hambrientos. Tengan a bien a ayudarnos, por favor.
- Seamos sensatos, el recaudador habría muerto esta noche, como murieron todos, devorado por los lobos, en las tavernas y posadas de los pueblos del valle se hablará de ello durante meses. Ese tipo de noticias corren como la peste.
-Saben que soy un hombre rico e influyente en todo el Reino, les aseguró que estaré en deuda con ustedes y les ayudaré en cualquier asunto o negocio que sea de su interés.
Manecho había permanecido callado hasta entonces. La cosa de ver allí a aquellos facinerososos le "mosqueaba de sobremanera". Si había "gato encerrado" deberían solucionarlo. Recordó el menjunje que había preparado unos días antes en la cocina de aquella casa .Acto seguido se dirigio a Uloxio y le musitó unas palabras al oído...
-Maese Uloxio, guardo aquí un brebaje que dormiría a dos caballos. Podríamos darle algo de agua a estos dos pajaros y luego a ver si "nos cantan algo".
De paso miro el cerrojo de la puerta para ver, de alguna manera pudo haber sido forzada o abierta recientemente.
Podría haber muerto o no durante los ataques, pero eso no quita la vileza de las vuesas acciones. Poco me importan vuesos favores, sino la justicia et a los ojos de Dios sois unos pecadores . Puede que el señor haya tenido a bien salvaros, non se con qué propósito. -Me dirijo a mis compañeros- ¿Qué decís señores, muerte o libertad?
El cerrojo está cerrado, no sabéis donde pueden estar las llaves. Sabes que al bribón Crispín y a sus ganzúas no hay cerradura que se le resista.
Giréme pues, para que los dos tipejos de la cárcel no nos observaran. Claro -dije a Roberto-. Trae acá eso... Lo primero que pensé era que aquello podría ser veneno, et que así mataríamosles como justicia; pero en sabiendo que quizá una ponzoña tan fuerte como para hacerles hablar sin matarlos podría ser la solución, aquella idea me sedujo. Saqué mi odre y luego vertí algo de algua, para que no rebosara. Lo dejé listo para que Roberto añadiera allí lo que fuera. Seguramente corrompería el propio odre, pero ya obtendría otro más adelante.
Mientras Alfonso nos preguntaba, saqué mi odre tras las palabras de Roberto...
Procedo con mucho... mucho cuidado.
Roberto con discreción vierte el brebaje en el odre de agua de Uloxio.
Me quedé esperando una respuesta de mis compañeros, mientras ellos jugueteaban con el odre. Viendo a Roberto trajinar con el, imaginé algún truco. Esperé pues a ver que nos deparaba esta treta.
Señores... -dije entonces, cambiando mi semblante y dejando esa dura expresión de mi cara-. Al fin y al cabo, no sabemos si nos dicen la verdad -comenté-. Aquestos dos hombres encerrados han de ser, si no liberados, tratados con cierto repeto, pues no son gente a desestimar... Ejem... ¡Tomad! -saqué entonces el odre, el odre recien "embrebado" de Roberto, y se lo arrojé hacia la celda-; al menos bebed algo antes de que decidamos qué hacer con vuacedes. De comer, nada tengo, lo siento...
El odre cayó al suelo de la celda a los pies de Txomin que estaba sentado con la espalda apoyada en la pared. Don Antxón trato de asir el botín, pero su hijo fue más rápido y bebió primero dos largos tragos antes de pasarle el odre a su padre. Don Antxón inclinó el odre tanto como pudo y bebió hasta agotarlo. Después tosió un poco como atragantado por el agua.
- Por Dios, que sed tenía, uno no se da cuenta de la bendición que es el agua hasta que le falta.
- ¿Y alguno de ustedes comida no tendrán? hace horas que estamos en ayunas, ¡pardiez!
El mejunje de dormidera tardará un rato en hacerles efecto, no demasiado.