Partida Rol por web

El depredador, furioso, comienza su ascensión por las rocas directo hacia Muffin, pero como buen cazador, el yoski tiene nervios de acero, y aunque ya ve muy cerca sus peligrosas mandíbulas su mano no tiembla al apuntar y disparar una descarga que deja al perro-suricato inconsciente. El depredador cae hacia atrás y se queda quito sobre el lecho seco del río. 

Inmediatamente Muffin activa sus propulsores, que le llevan hasta el fondo del lecho del río, y corre en pos de los dos animales, que siguen persiguiéndose. 

El ruido que hizo el cánido al golpear contra el lecho del río provocó una mueca en el ysoki. Esperaba que el golpe no lo hubiese matado porque estaba seguro de que podría sacar algunos créditos por él. Cuando el salto llegó a su fin Muffin tomó tierra elegantemente con una voltereta antes de emprender una carrera tras el tercer depredador. No pensaba dejar que se quedasen su presa. 

Muffin corre todo lo que puede, aunque los dos animales le sacan ventaja. Siguen con su persecución sin hacerle caso. 

El ysoki había recortado mucha distancia, los animales eran rápidos pero el era más, años corriendo por ver quien se quedaba los tesoros de los montones de basura le habían convertido en un verdadera as en las distancias cortas. Siguió avanzando más despacio esta vez al tiempo que apuntaba su arma contra el tercero de los cánidos. Aprovechando un momento que el animal se distrajo para no tropezar en su persecución, Muffin libero otra descarga justo en el pecho del animal confiando en terminar así la persecución. 

Muffin corre con la velocidad que solo un experto ysoki como él puede desarrollar, y al llegar cerca del depredador que queda, se agacha momentáneamente sin detenerse y lanza una descarga que impacta en el vientre del perro mientras corre, bajo las patas. El sorprendido animal no tiene tiempo ni de volverse antes de que la descarga le recorra entero, convulsione y la haga perder el conocimiento sobre la arena. 

Por supuesto, el ixateco tiene tanto miedo de ese ysoki loco con una pistola que ha aparecido de repente como de los depredadores, así que continúa su carrera. 

Había llegado el momento de acabar aquello, sus rivales estaban fuera de combate y su presa estaba a su alcance, tanteo el rifle pensando si dormirlo pero al final se decidió por dejarlo inconsciente como con los demás. Avanzo cubriéndose con el terreno buscando el momento en que su presa, dejándose llevar por el miedo, cometiese un error. Tan sólo esperaba que no le chamuscase mucho el pelaje. 

Muffin avanza por fin contra su presa original: el ixateco. El animal es rápido y muy escurridizo, pero no muy resistente. Al fin y al cabo, su fuerte es el sigilo y la velocidad, no la fuerza ni la resistencia. Tampoco está tan curtido como esos perros depredadores tan comunes en Luminaria.
Con un certero disparo, aprovechando una curva del terreno, la descarga recorrió su cuerpo y lo dejó inconsciente tras unas breves convulsiones.
Por fin, Muffin se alzaba sobre su presa: un ixateco sano e ileso, sin duda un trofeo de gran valor en los Mundos del Pacto.

El ysoki no dejó de correr tras ver caer a su presa, llegó hasta el animal caído y se arrodilló junto a él para comprobar que estuviese en buen estado. Sacó la jaula y lo metió con sumo cuidado en ella. Rebusco en su mochila algo de carne de ratón y la metió también allí. Tenía que darse prisa, quería que cuando el animal se recuperase estuviesen en su habitienda para poder empezar a trabajar con el.

Volvió a guardar la jaula en la mochila donde estaría más segura y resguardada del sol. Se acercó al primero de los cánidos y sacó de su kit de trabajo un par de bozales y una correa. Le puso el bozal y el collar y lo cogió en brazos. Se acerco a la pared y uso los Jets para subir. Dejo allí la mochila y al cánido e hizo otro viaje para recoger al segundo ejemplar. 

Eran animales comunes en aquel planeta pero aún así podrían serle de utilidad, y en otro lado sería una rareza. Cargando con los tres, comenzó. Su penoso viaje hacia la habitienda por el camino más corto. 

Muffin no tardó en revisar el estado de los tres animales, que, a parte de unos pocos raspones, estaban ilesos. Con el ixateco en su jaula y los otros dos con los bozales puestos, emprendió el camino de regreso. La habitienda estaba hacia el sur, por lo que hacia allí se encaminó con los tres animales, que parecen completamente fuera de combate. 

Sin embargo, algo captó sus agudos sentidos de cazador y le hizo darse la vuelta. Al verlo, tuvo que reprimir una maldición: problemas. Al norte, una columna de polvo se alzaba al cielo, y venía en su dirección a toda velocidad. Esto solo podía significar cosas malas en Luminaria: o bien era una tormenta de arena, lo que era bastante malo, o bien era una estampida, lo que era peor, o bien era la estela de una caravana de saqueadores que iban hacia él, lo cual era lo peor de todo. En todo caso, no convenía quedarse a averiguarlo. 

El ysoki andaba a buen ritmo, contra todo pronóstico iba a darle tiempo de volver y trabajar un poco antes de tener que tomar su nave. Estaba pensando en las diferentes formas de empezar a trabajar con el ixateco cuando un escalofrío recorrió su espalda. Giro la cabeza y lo vió. La columna de arena que cubría el horizonte. Sólo pudo pensar en que ojalá fuese una tormenta de arena. Las otras opciones eran peligrosas, tanto la estampida como la banda de carroñeros. 

Tendrían que darse prisa y no perder de vista como evolucionaba la situación. 

Por fin, tras una carrera por el abrasador desierto con los tres animales, Muffin llega a la explanada en la que ha montado su campamento base. En un principio se asusta, ya que hay una enorme nave a su lado y dos personas están metiéndolo todo dentro. Piensa que le están robando hasta que ve el nombre de la nave escrito en un lateral: Vadomo, la nave con la que ha quedado para que le recojan. 

Cuando se acerca más puede ver la situación con mayor claridad: la nave es una gran lanzadera con aspecto blindado y resistente, sin duda una nave de buena calidad, de unos cuarenta metros de largo. Junto a las escaleras que llevan a la compuerta de entrada se halla un hombre, alto, maduro y bien parecido, aunque con algunas cicatrices en el rostro. Lleva un imponente revólver de doble tambor en la cadera y va vestido con lo que el experto ojo de Muffin identifica como pieles de defrex, un mamífero de Vesk-2. Su pellejo, importado por los Vesk, es muy popular para hacer armadura ligera, pero sin duda demasiado cálido para Luminaria. El hombre se mantiene a la sombra que proyecta la nave, escrutando con preocupación el horizonte y la nube de polvo.

Mientras tanto, dos humanos más están desmontándolo todo y metiéndolo deprisa en la nave: uno va vestido con armadura pesada y lleva un rifle láser a la espalda. Tiene una cara cuadrada, como esculpida en un bloque de granito, y expresión seria. El otro es más bajo y menos corpulento, no lleva armadura y de su cinturón penden variadas herramientas. Tiene espeso pelo y barba que enmarcan una cara con expresión de sueño. 

En cuanto se acerca más, el hombre de las pieles de defrex da un paso al frente.

Por cómo actúan él y los demás, está claro que es el jefe. Habla con seguridad y en sus gestos se aprecia veteranía. Sin embargo, se muestra un poco sorprendido al ver aparecer al ysoki, nadie le había dicho que Muffin era de esa raza, ya que solo habían hablado por teléfono. Al verle, su semblante refleja preocupación. 

-Fera, calienta los motores ya. Nos vamos-dice por el comunicador de la armadura-Torm, Pit, daos prisa con eso. No quiero que esa nube nos pille aquí. 

Por fin se vuelve hacia Muffin.

-¿Tú eres Muffin? Ya veo que ha ido bien la caza. No tengo ni idea de qué son esos bichos, pero espero que estén bien atados. No quiero que me muerdan los cables. -extiende la mano hacia él-Bienvenido a la Vadomo, soy el capitán Varen Osdar. No hay mucho tiempo para formalidades, hay que irse. 

Los motores comienzan a brillar con tono azul, y una voz femenina suena por el intercomunicador del capitán. 

-Todo listo, capitán. Cuando quiera. Los escáneres de la nave revelan metal en esa nube de polvo. O hay bichos metálicos en este planeta o...

-Saqueadores-termina el capitán.

No veía el momento de llegar a su tienda. La tormenta de arena avanzaba demasiado rápido para tratarse de una tormenta de arena, le estaba recortando terreno. Cuando empezó a reconocer el terreno por el que corría supo que estaba llegando a su campamento base. Unas voces le pusieron en alerta. Se asomó tras unas piedras para descubrir varios humanos que estaban cargando sus cosas en una lanzadea.

Maldijo para sus adentros mientras observaba la situación hasta que sus ojos repararon en el nombre de la nave. Aquella nave era su pasaje fuera de aquel desolador paraje. Y habían llegado justo a tiempo, seguramente fuese la urgencia de la situación la que les había obligado a empezar a embarcar sus cosas.

Salió de su escondite directo hacia el capitán. - Capitán Osdar, un placer. Llega justo a tiempo, la caza ha ido de maravilla, no se preocupe en cuanto hayamos despegado los meteré en sus jaulas. - dijo Muffin cogiendo la manaza del humano y estrechandosela. - Tenga, sujete las correas, to le echaré una mano a los chicos a terminar de cargar. No deberían recobrar el conocimiento hasta dentro de un rato pero no se preocupe si lo hacen, llevan un bozal. - añadió. Hablaba rápido, pero era difícil decir si se debía a la urgencia de la situación o compartía la costumbre de algunos ysoki de hablar a toda velocidad. Una vez que el capitán tenía los animales sujetos, el ysoki se puso a ayudar a subir todo a bordo. 

La preocupación del capitán es evidente, y no se debe a los depredadores que le tiende Muffin, ni siquiera a la nube de polvo. Coge los animales sin amedrentarse y se da la vuelta para meterse en la nave. 

-Los dejaré junto a tu litera. Supongo que atados a la pata de la cama. 

Con un último vistazo, entró en la nave, mientras Muffin ayudaba con sus escasas fuerzas a cargar la nave. 

Finalmente, tras unos tortuosos minutos de carga de todo el equipo, que los dos humanos metieron sin más en la nave, todo estuvo a bordo. Ya habría tiempo de organizarlo todo, pero ahora la prioridad era irse, ya que la nube de polvo estaba ya tan cerca que podían oír los motores de los buggys. No había duda de que eran saqueadores. Muffin estaba entrado en la nave cuando las primeras descargas de láser impactaron contra la Vadomo, aunque sin causar ningún daño. De pronto, se vieron sumidos en un bombardeo de láser, munición de plasma y balas sólidas, y sin duda si Muffin hubiera sido más alto habría acabado muerto. Una descarga de láser rozó el hombro de Torm, aunque fue detenida por su armadura, y otra le dejó un chamuscado surco en el pelo a Pit, a punto de dejarle sin oreja. Torm, exponiéndose al láser, tiró de Muffin y por fin cerró la puerta de la nave. 

Desde dentro, se oía como si fuera estuviera granizando, con impactos rítmicos y sucesivos. Sin embargo, el blindaje de nave es mucho más grueso que cualquier armadura y no había forma de que lo atravesaran con aquellas armas. Torm y Pit acompañaron al ysoki a la cabina, donde vio por primera vez a la piloto, una humana muy delgada de pelo morado. El capitán se sentó en su silla, presidiendo la sala, y Torm ocupó el puesto del artillero, mientras Pit corría a la sala de máquinas. Muffin se subió como pudo a uno de los asientos y se ajustó las correas (que estaban diseñadas para humanos) hasta hacerlas encajar en su pequeño cuerpo. 

Finalmente, con una sacudida, la Vadomo despegó, y se alejaron de los saqueadores en un momento. Tras unos minutos de agitada ascensión, donde Torm aprovechó para disparar unas descargas hacia la nube (aunque las armas de nave no son lo suficientemente precisas como para atacar a objetivos pequeños como vehículos, y probablemente no le dio a ninguno), por fin estuvieron en órbita. El fuego de la ascensión al salir de la atmósfera desapareció de los cristales de la cabina y solo quedó la negrura del espacio, salpicado de estrellas. 

Por fin Varen se levanta de su silla de capitán. 

-Buen trabajo, Fera. Traza un rumbo y llévanos lejos de este planeta. 

El capitán avanzó hacia Muffin, y le ayudó a soltar los correajes que había tenido que anudar para que se ajustaran. 

-Perdona por eso. No sabíamos que eras un ysoki. En el almacén tenemos asientos de tu tamaño. Ahora, será mejor que vayas a ver a esos bichos antes de que empiecen a roer tus sábanas. Antes de ir a Absalom pararemos donde Joe. Tenemos que repostar y hacer unas calibraciones. Justo antes de venir a por ti fuimos atacados por piratas y tuvimos que hacer reparaciones en mitad del espacio, todo está correcto, pero hay que realinear los sistemas. 

Muffin sabía a qué se refería con lo de Joe: en órbita lejana de Absalom, a cuatrocientos mil kilómetros de la estación, había un asteriode del tamaño de un edificio. No era nada reseñable, solo un pedazo de roca que giraba lentamente alrededor de la estación, pero hacía muchos años que un hombre llamado Joe había comprado sus derechos de colonización. Había excavado en el asteroide y había establecido ahí un pequeño puerto espacial con una cantina. Su nombre oficial era la Cantina de Joe, aunque dada su localización, una roca flotando en la nada más absoluta, se había ganado el apodo cariñoso de El Culo de Joe, que era como comerciantes y viajeros espaciales solían referirse a ella siempre que Joe no les oía. Por ahí pasaba todo tipo de gente, no era un espaciopuerto real sino más bien una especie de estación de servicio, mitad bar, mitad hostal y mitad gasolinera espacial. Caía fuera de las leyes que regían los espaciopuertos de verdad, por lo que era buen sitio para que también algunos piratas y Capitanes Libres pasaran para reabastecerse. En general, allí se podía encontrar a todo tipo de criaturas. 

La estación estaba ubicada en el interior del asteroide, de tal forma que la única estancia que tenía ventanas al espacio era la cantina. Esto le daba un plus de seguridad muy apreciado por sus clientes, ya que de haber un accidente, realmente solo se podía perder la cantina, no el hangar. 

En todo caso, Muffin calculaba que tardarían un mínimo (muy mínimo) de tres días en llegar hasta allí. 

¡Vaya forma de volar! - exclamó el ysoki riendo cuando abandonaron la atmósfera y el ruido de se redujo. - No hay nada que perdonar capitán, acaban de salvar mi pellejo ahí abajo, si no hubieran estado allí... A saber que hubieran hecho esos saqueadores conmigo. - el ysoki habló quitándole hierro al asunto. - [b] Iré a organizar mis animales no se preocupe Capitán, no causarán ningún daño a su nave ni a su tripulación. Dile a Pit que si necesita una ayudita no dude en decirlo, entiendo algo de ingeniería y de informática, si puedo ayudar pedidmelo.

El ysoki camino hasta su camarote dispuesto a enjaular a los dos cánidos y consultar su ordenador para ver qué más podía descubrir de aquella especie.