Partida Rol por web

Con  los brazos en jarra -Así es, todo lo que pidáis y necesitéis de mí también os daré Páter. Jamás creí que pudiese haber algún tipo de mal allí, y pensé siempre que fui el culpable de los males de Don Pedro. Vos me habéis exonerado Páter, gracias.

Vaya con el viejo... -pensé para mis adentros al ver una reacción que a priori nadie esperaría para con su ahora "yerno"- Ciertamente no estaría nada mal que nos brindaran algo de información acerca de ese molino y sus "terrores"; es más, es posible que lo que dice haber visto Ramales tenga que ver con lo que allí ocurre...

Miraba de reojo a la joven dama y cómo se abrazaba a su esposo, pensando en la cara que pondría Godoy cuando saliera y le contara que ahora la única razon de esta aventura sería un "tesoro" pero sin chica... que no tendría posibilidad alguna con ella.

Sin entender nada de lo que pasa Aitor se vuelve hacia Alonso y le susurra  ¿cómo se ha enterado de la broma?  nadie le ha contado lo Angel que le hizo aquella noche,  al final tendremos que creer que verdaderamente ha sido un milagro.

Encogiendo sus hombros el siempre práctico Aitor comienza a pensar en lo le va a sacar a esta familia viendo la buena disposición de todos ellos en estos momentos.

¿cómo se ha enterado de la broma?

Como que lo estaba oyendo todo en todo momento porque no estaba poseído.

Alzando las manos sonriendo Calma, calma hijos míos. Por supuesto aceptaré gustoso ser quien presida vuestras nupcias a los ojos de dios, pero ahora, si nos gustaría sentarnos un rato, tomar algo y charlar con Don Pedro. digo mientras nos encaminamos al salón y, cansado, me siento en un sillón. Apoyándome una mano sobre la frente, con la otra acaricio el crucifijo y le beso, murmurando unas palabras inaudibles.

A continuación, levanto nuevamente la cabeza Disculpadme si no soy yo quien haga las preguntas, pues estoy francamente cansado digo señalando al resto del grupo

- Por supuesto Páter - dice dirigiéndose al resto: Pregúntenme Vuestras mercedes cuanto gusten. - dice en tono muy muy tranquilo.

Miro algo sorprendido al cura, pues creía que tomaría el peso de la conversación (o más bien el interrogatorio) y haría él mismo las preguntas.

Estando nosotros en nuestra empresa ahora sumergidos, pues por ello estamos aquí, queremos conocer qué sabe usted, Ramales, acerca del molino  sus infundados temores por parte de las gentes de Bullas en torno a unas apariciones, unas maldiciones, cernidas en ese lugar... en fin.

Seguí explicando gesticulando un poco.

Y como hemos comprobado, Dios testigo aquí presente -miré a Beltrán-, usted ha contemplado unas extrañas visiones que quizá puedan relacionarse. ¿Por qué no nos cuenta sobre esos rumores del pueblo y lo que vio? Ambas cosas si es posible.

Si no fuera impropio diría que he visto en el gesto del padre Beltrán un gesto . . . lascivo. No, no puede ser, mi imaginación me juega malas pasadas. Después de lo que acaba de hacer no tengo duda alguna respecto a la santidad de este hombre.

Cogiendo suavemente el codo de la hija la aparto de la conversación para sugerirle en voz baja:

P-por fa-avor, t-traedle al p-páter algo p-para que se-e aclare e-el gaznate.

Hace un gesto a su hija e Inés sale de la habitación seguramente a por algo de beber -hay unas ruinas en ese lugar, una torre, habíamos oído que si los chiquillos iban y volvían espantados y demás. Pero nunca ha habido miedo a ese lugar, hasta que fui yo.

- Perdonad mi intromisión, yo contestaré. Circula por nuestro pueblo el rumor de de que hay un tesoro moro escondido en esa torre, Don Pedro iba habitualmente a buscarlo, aunque si certeza. Sabiendo yo de eso, fui a darle un pequeño susto, pero como bien ha demostrado el páter, algo maligno había allí en efecto, quizás fantasmas que se introdujeron en nuestro querido Pedro. El terror que todos tuvimos a la torre no fue en realidad tal - excepto esos chiquillos claro - hasta que Don Pedro fue encontrado endemoniado, algo que pasó a la historia gracias al páter aquí presente. Creo que debería ir ahora mismo a la taberna y decirle a ese cotilla de Jacinto que la maldición de la torre pasó a mejor vida y que gracias a este páter, el mal se ha ido de Bullas para siempre. - Diciendo ésto último parece estar pidiendo permiso a Pedro para irse cuanto antes.

Re-efrenad e-esa lengua y y ese ímp-etu señor mío. De-jad que ha-able don P-pedro.

 Contengo al joven antes que salga corriendo a dar nuevas que no sabemos aún si serán ciertas. Porque el buen hacer del padre Beltrán ha liberado a Pedro Ramales de la oscuridad en que yacía pero aún no conocemos el origen del mal que le llevó a su estado.

Aunque no esta mal que el joven ayente las malas lenguas y habladurías de charlatanes con un poco de optimismo, ¿no?

Dice el marinero encogiedo los hombros bajos su holgada camisa con las palmas de las manos vueltas hacia arriba.

Está claro que no todo el pescao está vendido, pero ¿no hemos venido acaso a terminar con la extrañas invenciones de  estos pueblerinos acerca de la torre?¿o es que realmente pensarán estos compañeros míos que hay fantasmas de verdad en esa torre?  

Tal es cierto que nuestra empresa urge también que la fama popular de la torre se torne en simple habladuría, hasta que se olvide y dicho lugar vuelva a "florecer" tranquilo -dije. Si el señor Ramales da su permiso, le podrá acompañar a la taberna mi buen siervo, que está ahi fuera esperándonos y es ducho en espada y cálido de corazón como el que más, que no sufrirá agravio alguno por el camino, se lo aseguro.

Puede que Godoy tuviera algún papel importante en esta historia. Ciertamente la idea de salir corriendo del "teatrero" de Ángel Muros no era sino altamente sospechosa.

Todavía con la mano sobre la frente esperando que alguien me traiga algo para beber, saco un pañuelo de uno de mis bolsillos y me limpio el sudor, mientras escucho atento toda la conversación. Cuando noto que existe cierta inquietud, agradezco las palabras de Íñigo Tiene razón, oigamos también la versión de Pedro. Sea como fuere, sería de agradecer que no se levantaran las campanas al vuelo ni extendiéramos por los cuatro vientos que ha habido un demonio por el pueblo, pues aunque lo hayamos expulsado, que no estaremos seguros hasta que no hayamos visitado la torre, las gentes de por aquí vivirán mucho más tranquilas y felices pensando que todo fue un malentendido. bajando la mano y restregándome la cara, miro a Alonso, negando ligeramente con la cabeza antes su último comentario. Para que la cosa pinte bien para todos, podríamos urdir alguna trama, de forma que vuestra familia quede bien amparada y la gente del pueblo pueda estar tranquila.

Vuelve Inés con una bandeja con  una jarrita pequeña de vino, otra de agua y unos vasos. Empieza a servir un vastio de vino y otro de agua al páter.

Al entregarme el vasito de agua, lo apuro de un trago y con una sonrisa miro a Inés y se lo agradezco con la cabeza.

Nervioso - Yo... eh... la verdad es que no tengo buen recuerdo de aquello como vuestras mercedes comprenderán, como ha dicho mi futuro - dice sonriendo - iba de cuando en cuando allí, no a buscar el tesoro del moro como él cree sino a  evocar épocas pasadas de mi infancia en que sí que soñaba con ese tesoro- dice melancólico - pero esa tarde había algo diferente en el ambiente, es como si el viento tuviese vida propia, o me hablase. Fue enconces cuando tuve noción de que el viento sí me hablaba, me llamaba y era maligno. Entonces creo que me desmayé , he tenido horribles pesadillas, he soñado con el mismísimo Diablo. Pero ahora soy de nuevo libre. Y me encuentro estupendamente.

Extrañado por la descripción que hace Pedro Ramales busco el posible origen del mal. No ha visto nada en realidad, solo ha sido el viento . . .

Y ¿de d-dónde ve-enía ese v-viento se-señor?