Partida Rol por web

La Ryugujou atraviesa velozmente el tupido bosque, con un baile de luces y sombras celebrándose en su techo entre las copas de los árboles y los pocos rayos de luz que consiguen atraversarla. La chica blanca salta desde el techo de uno de los vagones hacia un árbol y tras aterrizar con gracilidad se queda mirando al coloso blindado que se marcha con ojos llenos de rabia...

Un momento - dice Tomohiro interrumpiendo los pensamientos de Arisa. La joven lo ve desbloqueando el mecanismo de cierre de vapor para abrir la puerta y dejar pasar al jefe de ingenieros Takeshi Fukui.

Bienvenido, Fukui-san - le saluda el noble. Se le nota sorprendido ya que Takeshi está incumpliendo la norma de no moverse entre vagones durante una alerta kabane - Quería darle las gracias por haber arreglado el motor de la Ryugujou mientras me retenían en esas interminables reuniones políticas - suspira - ¿De qué quiere hablar conmigo?...

La psíquica despierta de su trance repentinamente, al oír la voz de Tomohiro. Ha perdido el "hilo", pero por suerte ha conseguido ver algo de lo que pasará. Cuando abre los ojos de nuevo, se encuentra con el chico que le había acompañado, Takeshi, en la puerta del vagón del noble. 

"¿No has salido muy rápido de la sala de máquinas?" le mira interrogante, esperando que no decidiese volver a por la médico después de las advertencias de Shimazu-san. Pero se mantiene callada, esperando a que él hable para poder dar sus propias noticias.

Tras hacer una tranquila reverencia con la cabeza entro en el camarote, dirigiendo una mirada distraída a la muchacha a la que he acompañado. La mirada sólo dura un segundo, y enseguida me centro en el dueño de la hayajiro. Más que el hecho de ser noble me impresiona su habilidad como ingeniero y sus ideas, que lograron aumentar la eficiencia en el que probablemente fuera el cuello de botella más importante en el motor de las locomotoras. Si ha pasado algo raro en la pieza él lo sabrá sin duda.

-Es un placer cuidar de la Ryugujou, señor.- Comento casi por instinto. Es verdad: no hay mayor orgullo para un ingeniero como yo que el que la locomotora trabaje bien y sin problemas.- Y un honor tener la posibilidad de hacerlo.- Eso también es cierto. Mi posición me ha sido dada por mi nacimiento, de mi habilidad en cuanto a la ingeniería es de lo único de lo que me siento totalmente orgulloso. Para mí, Mogami Tomohiro es un ejemplo a seguir.- Quería enseñarle ésto.- Con cuidado desempaqueto la pieza del trozo de trapo dónde la he colocado.- Ésta es la razón de que el motor no estuviera reaccionando como debía. Me ha parecido una avería...extraña, teniendo en cuenta los últimos implementos llevados a cabo en el McRuki para evitar los problemas a la hora de liberar el exceso de presión, y sin duda usted podría solventar mi...curiosidad. O calmar mis dudas.

Como no sé exactamente cuánta participación tiene la joven procuro mantener un tono conversacional. Siendo (como yo) un apasionado de las hayajiro Mogami-sama entenderá mi comportamiento. No es la primera vez que me quedo obnubilado pensando en cosas del motor, olvidándome de comer y durmiendo sólo cuándo mi cuerpo ya no podía más. Sólo espero que mis sospechas sean producto de la vena paranoide que cualquier buen ingeniero de hayajiro termina desarrollando, y no algo de lo que debamos preocuparnos realmente.

Arisa frunce el ceño extrañada y se levanta casi de un salto del sofá, llegando en un par de zancadas hasta donde está Takeshi enseñándole la pieza a Tomohiro. Le echa un breve vistazo por encima, aunque lo que realmente le preocupa es su significado, no su función. La joven conoce bien poco de máquinas y aunque Takeshi pudiera explicárselo rápidamente, sería bastante seguro que no podría dar su opinión allí. Pero, aun sin saber sobre ello, y tal vez siendo una falta de respeto hacia Tomohiro, clava la mirada en los ojos del chico.

- ¿Qué quieres decir con extraña? ¿Es algo que podría haber provocado alguien a propósito?

Con el ceño fruncido retrocedo un paso cuando la joven se nos acerca. Chihiro-chan me ha dicho su nombre varias veces, puedo recordar exactamente todas y cada una de las ocasiones en las que me lo ha dicho, pero no soy capaz de acordarme del maldito nombre. Sólo recuerdo que es una noble, o al menos eso espero teniendo en cuenta su vestuario y su forma de proceder, tuteándome como si fuera un miembro del servicio. Al final tiro por la calle del medio, y la miro a los ojos sin ningún pudor.

-Quiero decir que la pieza se ha cambiado hace muy poco tiempo, y que desde ese momento ha sido sometida a revisiones constantes, Hime-sama.- Comento con suavidad, usando el título honorífico más alto que se me ocurre ahora e intentando que no sea muy evidente que no sé quién demonios es. También recuerdo cómo jugaba con una llave inglesa mientras mi padre me instruía en cómo llamar a los diferentes nobles, como se entere me mata.- Cualquier sabotaje de un motor de éstas características daría lugar a una serie de problemas más o menos graves, pero si a esto le sumamos el ataque kabane y la aparición de un campamento al suroeste que no debería estar ahí...es una caterva de inconveniencias curiosamente “oportunas”. Por ello consideré adecuado comentarlo con Mogami-sama. Quiero asegurarme de que el desperfecto del motor sólo ha sido un accidente.- Ensayo una sonrisa dirigida a la joven, perfecto ejemplo del noble botarate que mi padre hubiera deseado tener como hijo.- Llámelo "precaución".

Y no "paranoia" añado mentalmente para mi mismo sin dejar de sonreír con suavidad.

Al oír cómo la trata de "hime-sama", Arisa retrocede un paso, dejándole espacio y dándose el suyo propio para avergonzarse por haber olvidado sus modales dirigiéndose a él de esa forma. "Aunque tampoco tenía que tratarme con ese rango..." piensa, bajando la cabeza avergonzada. Mientras observa la pieza, escucha lo que dice Takeshi y asiente pensativa, frunciendo el ceño un par de veces, pensativa. 

- Tal vez no lo haya sido. - niega con la cabeza, volviendo a mirarle un instante, antes de girarse hacia Tomohiro - Mogami-sama, no tengo muy claro qué quería la kabaneri de mi visión, pero la he visto abandonando la Ryugujou durante nuestro paso a lo largo de un bosque. Parecía enfadada por algo, así que supongo que no conseguirá su objetivo, pero no debemos bajar la guardia. Tal vez ya esté dentro de la Ryugujou o esté por entrar en ella... ¿Qué bosques atravesaremos en nuestro viaje? ¿Y qué ocurre con ese campamento? - se vuelve a girar hacia Takeshi.

Tal vez no sea buena idea hablar de sus visiones con aquel joven delante, pero Arisa sabe que el destino no depende sólo de una persona, y cuantas más personas lo conozcan mejor. Este es un punto en el que choca con su familia, la cual se ha ganado sus bienes gracias a su don. La joven sólo piensa en el futuro como un conocimiento que debería ser común... Y precisamente por eso trata de ignorantes a todos aquellos que se niegan a verlo o a aceptarlo.

Yûki rueda a velocidad vertiginosa hacia el kabane que está junto al cadáver. El primer disparo de Kotaro deja la cabeza del engendro bamboleándose a su espalda como un horrible péndulo sujeta solamente por unos pocos tendones de carne infectada. El disparo de Yûki y el segundo disparo de Kotaro hacen explotar el tronco de la criatura arrancándole el brazo izquierdo y esparciendo pedazos de hierro kabane del tamaño de un dedo.

El kabane al que Kotaro derribó en primer lugar se lanza hacia Yüki...

El mecanismo del rifle de vapor protesta con extraños chasquidos metálicos por la rapidez sobrehumana con la que el kabaneri está disparando. El kabane más cercano recibe la bala en el pecho. La fuerza del impacto lo saca volando del techo del vagón y acaba estrellándose contra un árbol. El último kabane cae al vacío cuando el disparo de Hideo le destroza la cadera izquierda.

Una nueva presencia kabane entra en el campo de detección del kabaneri...

Al asomarse Kotaro por encima del techo del vagón ve salir volando a otros dos kabane: el primero tiene un enorme agujero en las costillas a través del cual puede verse su corazón resplandeciente, mientras que el otro es derribado por la fuerza del viento cuando un disparo le destroza una cadera. El tirador es el extraño mecánico paliducho con el que se vio en la armería.

Sin embargo ahora apenas puede reconocerlo: su cara está surcada de brillantes vasos sanguíneos y sus ojos brillan con el enfermizo fulgor rojo de los kabane. Mientras está procesando todo esto Kotaro descubre que hay alguien encaramado a los árboles. En el poco tiempo que ve a la persona solamente puede ver la piel y pelo blancos como la nieve y los ojos de brillante color rojo.

Lo que sí le queda bien claro es la enorme pistola de vapor con la que la extraña figura está apuntando al desprevenido mecánico...

¿Qué quieres decir con extraña? ¿Es algo que podría haber provocado alguien a propósito?

Tomohiro toma la pieza de manos de Takeshi y la examina con atención.

Cualquier sabotaje de un motor de éstas características daría lugar a una serie de problemas más o menos graves, pero si a esto le sumamos el ataque kabane y la aparición de un campamento al suroeste que no debería estar ahí...es una caterva de inconveniencias curiosamente “oportunas”. Por ello consideré adecuado comentarlo con Mogami-sama. Quiero asegurarme de que el desperfecto del motor sólo ha sido un accidente.- Ensayo una sonrisa dirigida a la joven, perfecto ejemplo del noble botarate que mi padre hubiera deseado tener como hijo.- Llámelo "precaución".

No lo fue - dice Tomohiro sosteniendo la pieza - Mis sospechas se han confirmado: no hubo tal avería. Fue un acto de sabotaje. Este manguito está hecho de un material mucho más débil que los otros que instalé. Por eso reventó cuando Natori-san le metió más presión al motor durante el ataque kabane.

Tal vez no lo haya sido. - niega con la cabeza, volviendo a mirarle un instante, antes de girarse hacia Tomohiro - Mogami-sama, no tengo muy claro qué quería la kabaneri de mi visión, pero la he visto abandonando la Ryugujou durante nuestro paso a lo largo de un bosque. Parecía enfadada por algo, así que supongo que no conseguirá su objetivo, pero no debemos bajar la guardia. Tal vez ya esté dentro de la Ryugujou o esté por entrar en ella... ¿Qué bosques atravesaremos en nuestro viaje? ¿Y qué ocurre con ese campamento?

Estamos atravesando el Bosque Imperial que rodea a la Kongoukaku. En cuanto al campamento, Fukui-san tiene razón al decir que no debería estar ahí. Una caravana de refugiados no se detendría en mitad del bosque en pleno día. No estando tan cerca de la estación. Lo más probable es que se trate de bandidos. Fukui-san ¿Ha avisado a los tripulantes del vagón artillado?...

Al aterrizar sobre el techo del vagón a la vez que los dos kabane caían al vacío no puedo evitar una sonrisa de autocomplacencia, pero tampoco tenía mucho tiempo para distraerme. Al fin y al cabo eran 9 y solo había localizado 6, por suerte noto como el séptimo se acerca a mí ahorrándome algunos segundos. Así que preparo el arma mientras intento localizarlo. 

Mi cara de póker es bestial cuando oigo confirmados mis temores, aunque ya había empezado a ponerla cuando oí la palabra “visión”. Aún con el ceño fruncido presto atención a Mogami-sama, y luego asiento.

-Natori-san intentaba contactar con ellos a través del intercomunicador, pero sin éxito.-Me recojo los mechones con una mano, preocupado por el desarrollo de los acontecimientos.- Antes de venir le pedí que siguiera intentándolo y que si al volver no había obtenido respuesta buscaríamos otras soluciones. También le pedí que si tenía problemas se comunicara con éste vagón, así que he de suponer que sigue intentando contactar con el vagón artillado...

Lo que vio sobre el vagón le desconcertó: ¿quién diablos era ese tipo? En la armería no le pareció más que un aprietatuercas de la Ryugujou que venía con los soldados para intentar arreglar algo o dar apoyo desde atrás, pero jamás se le ocurrió que fuera otro monstruo* capaz de lanzar kabanes por los aires.

La primera e instintiva reacción de Kotaro fue la de pensar que tenían a un infiltrado y que estaban jodidos, si bien algo de rápida lógica le trajo sentido común: los kabane no podían ser otra cosa que enemigos y este tipo estaba ayudando a acabar con ellos, por lo que su pragmática máxima de “hay que dejar actuar al enemigo de mi enemigo” se aplicaba en todo su esplendor.

El hecho de advertir a la sospechosa figura encaramada en los árboles y apuntando al mecánico tentó a Kotaro a permanecer inmóvil y observando, ávido por medir en tercera persona las capacidades de resistencia,  supervivencia y tal vez contraataque del mecánico. Ello se acentuaba al notar que los ojos de esa silueta parecían ser de un color inhumano.

-- Nunca he escuchado hablar de kabanes capaces de portar armas de vapor, mucho menos apuntar encaramados desde árboles. ¿Eres otro monstruo como el mecánico? Qué coño está pasando aquí…

Sin embargo el viaje apenas acababa de empezar y la hayajiro estaba a reventar de inútiles, por lo que su curiosidad se vio mermada por el temor a perder a uno de los pocos tipos que le podían ayudar a aumentar sus posibilidades de supervivencia.

Además, si bien el mecánico (y cualquiera de la Ryugujou) distaba mucho de ser considerado amigo, alguien que apuntara con un arma a la hayajiro en la que se encontraba Kotaro se convertía directamente en hostil, habiendo de asumir las represalias oportunas.

Ignorando todo lo que ocurría a su alrededor, se soltó suavemente del saliente del techo del vagón y sin perder de vista ni un segundo a la sospechosa silueta, tomó sus dos rifles y se dispuso a acabar con la nueva amenaza** desde su posición de subterfugio***.

A la joven no le había dado tiempo a incorporarse, por lo que apoyó una rodilla en el suelo con decisión y sujetó su rifle con ambas manos para asegurar el disparo que iba dirigido al corazón del kabane que se lanzaba sobre ella como un loco. Una gota de sudor resbaló por la sien de Yûki sabiendo que si fallaba podía lamentarlo... aunque tampoco creía que nadie fuera a llorar mucho su perdida. Quizás él...
 

Al oír lo del bosque, Arisa tensa los hombros y toma aire, como si estuviese intentando contenerse. Aunque finalmente habla, intentando controlar el tono, pero visiblemente nerviosa.

- Mogami-sama, si eso es cierto, la kabaneri podría estar ya en el tren o entrará en cuanto pasemos el campamento. Debo advertir a Kotaro... - murmura, mirando un momento a Takeshi. "Tal vez, si pasamos por la enfermería..." - Mogami-sama, pido permiso para retroceder por lo menos un par de vagones. No correré riesgos si no estoy en primera fila, y desde allí podría "ver" mejor a la kabaneri, sólo para saber si ha subido. Además, Fukui-san puede acompañarme y tal vez consigamos contactar con el vagón artillado... - rápidamente se queda al lado del chico y le dirige una rápida mirada, esperando que sea su "cómplice".

Me quedo en silencio y con los brazos cruzados mientras veo cómo la muchacha intenta convencer a Mogami-sama de que debe dejarla salir del vagón. Cuando se pone a mi lado la miro con una ceja enarcada y una media sonrisa en el rostro. Es diminuta. No sólo delgada, es puñeteramente pequeñita. Y la puñeteramente pequeña brujilla está intentando manipularme de forma muy sutil. No sé quién demonios es Kotaro...

-Podría acompañarla, Hime-sama...si me explica cómo va a hacer para “ver”- hago con mis dedos el gesto de las comillas.- a la kabaneri desde “un par de vagones más atrás”- otra vez el gesto de las comillas y un soniquete levemente guasón, señal de que he entendido lo que intenta hacerme y que me hace cierta gracia.- sin que algo nos arranque la cabeza.- La miro desde mis casi veinte centímetros de diferencia con un gesto de preocupación que oculto con un guiño descarado. Luego me giro hacia Mogami-sama.- Sí que deberíamos intentar contactar con el vagón artillado, y le he prometido a Natori-san que estaría pendiente de ella.-Finalmente sonrío, como disculpándome ante Mogami-sama por lo que voy a decir.- Por ahora la idea de Hime-sama es la única que tenemos, me temo.

Mientras Hideo mira a su alrededor se escucha el agudo siseo de dos rifles de vapor procedente del hueco entre el vagón de peones y el de tercera clase, empuñado por el chico alto y con cara hosca que acompañaba antes a Shimazu.

El primer disparo se hunde en el tronco del árbol sin mayor efecto que el de hacer un agujero de lado a lado en el tronco, algo que ni siquiera distrae a su objetivo. Sin embargo el segundo hace explotar la rama en la que estaba encaramada y la figura cae hacia el suelo rompiendo varias ramas por el camino, perdiéndose de vista y quedando atrás en la distancia...