Partida Rol por web

Chihiro mira a Hideo con los ojos como platos por la sorpresa. Tampoco reacciona cuando Yûki pasa volando junto a ella en busca de Tomohiro.

Estoooo - le pregunta a Hideo - ¿Cómo lo sabes? ¿Eres un psíquico?...

Yüki encuentra a su señor en la sala de mapas del tercer vagón, solo. Está mirando una guía ferroviaria para elegir la ruta más corta hacia Gunkanjima, pero lo deja al ver el rostro alarmado de la chica.

¿Qué ocurre, Yüki-san? ¿Te encuentras bien?...

El gigante niega con la cabeza - Él es el más alto de los tripulantes que se han unido a nosotros. Prefirió venirse antes que seguir disfrutando de la tranquila vida en prisión ¡JA! Bueno, muchacho, puesto que parece que vas a traer contigo tiempos interesantes nos gustaría saber más de ti, como por ejemplo qué hiciste para acabar entre rejas ¿Quién te la tiene jurada?

La pregunta de Shimazu hace encajar algunas cosas en la cabeza de Kotaro. Mientras estuvo en la cárcel Hoshi siempre se ensañó especialmente con él. Kotaro siempre pensó que era por su actitud rebelde y provocadora, pero también hubo otros como él que no recibieron tanto castigo. Cabe la posibilidad de que el carcelero tuviera algún tipo de interés personal...

Dejo pasar a Yûki cuando esta sale lanzada hacia el vagón de primera clase, mientras considero si seguirla o esperar a las ordenes de Tomohiro-dono la doctora Chihiro me hace una pregunta que me deja descolocado. ¿No le habían informado de mi condición? Estaba seguro de que Fukui si que sabía de ella, por lo que miro extrañado a los dos por un momento antes de contestar.

- No exactamente.- contesto algo más amenazante de lo que me gustaría.- Pero créeme cuando te digo que han pasado cerca. Tenemos 2 opciones: os quedáis aquí bloqueando la entrada o vamos hasta el vagón arsenal por si te necesitan en la enfermería.

La joven pareció tranquilizarse un poco al notar que la tensión había desaparecido también del rostro de Kotaro, aunque hubo un momento de vacilación por su parte, al oír su nombre. Antes de que pudiera decir nada, Shimazu respondió, generando otro gesto de duda. "¿Para qué querría venir si no sabe lo que le puede acontecer?" le miró extrañada, casi esperando que pudiese decir algo que la sorprendiera. 

Viendo que Shimazu tiene incluso más curiosidad que ella por el chico, y todavía pensando el motivo de por qué querría ir a una hayajiro con tan mala fama, se mantiene en silencio, todavía sentada. "No tengo nadie más a quien advertir, y si la ola no es inminente, puedo avisar más tarde a Tomohiro" asiente levemente, como si le estuviese dando la razón a sus pensamientos. Después levanta la mirada de nuevo a los ojos de Kotaro, esta vez curiosa y tranquila, tanto que parecería que está totalmente perdida en algún lugar detrás de su cabeza.

Acabo de darme cuenta de lo que acabo de hacer, y tengo la muy brillante idea de quedarme mirando a Chihiro con los ojos casi tan abiertos como los suyos y abriendo y cerrando la boca como un pez fuera del agua, un lento rubor ascendiendo por mis mejillas. No oigo lo que dice la pirada de la guardaespaldas, pero por si acaso le respondo con un sonoro gruñido...mucho después de que se haya marchado. Contrólate, Takeshi. Piensa en la amenaza inminente.

-Creo que es mejor que guardes la lista de las preguntas hasta que estemos en zona segura, Chihiro-chan.- Me giro hacia el jefe de mecánicos con una leve mirada de advertencia y vuelvo a mirar hacia la joven.- ¡¿Un qué...?!.- Se me escapa sin querer, pero niego con la cabeza suavemente, ambos tenemos la misma sed de conocimiento, el mismo ansia por aprender cosas. La misma puñetera curiosidad que ahora me impulsa a sentarme a su lado y dejar que cuente sus nuevos descubrimientos, si no fuera por los Kabane.- No me lo cuentes ahora o no saldremos de aquí.- De nuevo miro al mecánico jefe, mi tono de voz es neutro y mucho más educado que cuando estaba con la guardaespaldas, una completa desconocida para mí. He trabajado varias veces con él y me parece que es de confianza, y Chihiro...es Chihiro. No hay necesidad de comportarse como un energúmeno.- Me parece que lo mejor será ir al arsenal. Así ella podrá estar dónde se la necesita y nosotros podremos conseguir armas para ayudar a defender en caso de ser necesario, ¿estamos de acuerdo todos?.

Kotaro vuelve la mirada a Shimazu, claramente molesto por no dejarle comer tranquilo. Si no fuera porque es su superior directo, le habría devuelto una respuesta lo suficientemente ácida como para dejar claro que quería que lo dejaran en paz.

Mirando a su bandeja de comida, da un suspiro de frustración y comienza a responder mientras se acomoda para terminar lo que le queda de su ración antes de que se enfriara por completo.

–No hice nada –no levanta la mirada de su bandeja, comenzando a llevarse cucharadas a la boca, haciendo las pausas oportunas en su respuesta— Simplemente ayudé a la guardia de la estación a esclarecer algunas desapariciones. Parece que no se dieron por satisfechos y a falta de dar con el culpable, decidieron ensañarse con quien estuvo dispuesto a ayudarles.

>> ¡El resto de los vecinos que declararon dijeron que era imposible que yo fuera capaz de cometer ningún delito! –exclama, indignado— No hay justicia… --continúa diciendo, esta vez con un tono lastimoso— Al menos no me condenaron a muerte…

>> Solamente soy una víctima más de un sistema judicial injusto.

Mantiene la mirada hacia su bandeja, decidido a terminarse lo que quedaba de comida sobre ella.

La joven ladeó la cabeza, apoyándola sobre su propio hombro, mientras escuchaba esa historia. Las injusticias no eran algo que le sorprendiera, siempre y cuando fuesen cometidas por ignorantes, por no psíquicos, incapaces de ver más allá de sus ojos. Aunque Kotaro era intimidante, Arisa no veía en ello un motivo suficiente como para detenerle sin motivo. Tampoco podía descartar que les estuviera ocultando algo, pero aunque así fuera, sólo había una cosa que me preocupaba a la chica y era esa ola blanca. Pero seguía teniendo curiosidad por el chico.

- Entonces si no te condenaron a muerte, ¿por qué has decidido entrar en esta hayajiro concretamente? Hay opciones mejores si lo que quieres es vivir. - Arisa frunce el ceño un momento y devuelve su cabeza a su posición original. Después de unos momentos pensativa, añade rápidamente - ¿Hace cuánto que te apresaron exactamente?

Kotaro se toma su tiempo antes de contestar a Arisa. Quizá necesite diez, veinte o treinta segundos, pero iba a disfrutar tranquilamente las últimas cucharadas de su ración sin que le importara hacer esperar a quien fuera. Si tanto interés tenía en conocerle, esperaría por muy noble que sea.

--Entré en prisión hace casi tres meses –deja los cubiertos sobre la mesa y se apoya sobre el respaldo de la silla, tratando de encontrar una postura cómoda—, tiempo suficiente para conocer que ése es el segundo hogar de mendigos y rateros de poca monta. Menos mal que los nobles a los que servimos la clase baja sois de una moralidad y rectitud ejemplar, pues no había ni uno de los tuyos ahí dentro –dice con un evidente tono de sorna.

--Sobre por qué he decidido entrar en la Ryugujou… --mira un segundo a Shimazu recordando la respuesta que le dio a él y devuelve la mirada a Arisa justo antes de continuar— Todo hombre que quiera ser considerado como tal debería estar dispuesto a salir de las murallas para proteger a los suyos –comienza a esbozar una pequeña mueca de diversión que no se molesta en disimular— Además, ¿qué buen vasallo sería capaz de negarse a sí mismo el honor de servir a los deseos de su honorable, sagrado y divino emperador?

Sin ninguna gana de seguir respondiendo preguntas, antes de dar la oportunidad de que le volvieran a preguntar, es él quien toma ahora la iniciativa.

--¿Y qué lleva a una joven y frágil noble a embarcarse en el tren de la muerte? –su pequeña mueca de diversión se convierte ahora en una amplia sonrisa, anticipando el disfrute que le iba a provocar la reacción de la joven ante su siguiente pregunta— Cuando este montón de chatarra nos deje tirados en mitad de la nada a merced de la más horrible de las muertes, ¿quién crees que va a proteger a una bruja que convierte en kabane a quienes la miran a los ojos? –Observa a los soldados del vagón sin evitar una leve risa contenida para acabar volviendo la mirada a Arisa, entremezclando una expresión de lástima y diversión— Deberías haberte quedado detrás de las murallas con los tuyos, disfrutando de la comodidad y lujos que solamente los de tu clase pueden tener.

Cuando entró en el vagón soltó un ligero suspiro de alivio pero no dijo nada hasta que hubo revisado todo el lugar, asomándose con cautela, y con su rifle por delante, por las estrechas mirillas mientras agudizaba el oido por si esos engendros se acercaban.

Solo cuando estuvo segura que de momento no había peligro para su señor se acercó a él y se irguió en toda su altura, que tampoco era mucha, a modo de respeto militar

- Mogami-sama, hay altas probabilidades de que se nos hayan colado algunos kabanes. O eso ha dicho Asano-san. No podeis quedaros aquí solo. Mientras me deshago del enemigo deberíais reuniros con el resto del personal y algunos soldados se quedarán con vosotros - Sin esperar respuesta le cogió de la mano y tiró de él.

- ¿Cual sería el vagón más seguro? - la verdad es que ella no tenía ni idea de trenes.

Tranquilízate, Yûki-san. Ya estoy en el vagón más seguro de toda la Ruygujou - pone la mano sobre una palanca que sobresale de la pared - Con sólo bajar esta palanca puedo bloquear las puertas de este camarote, y tengo mi arco de vapor aquí mismo. Ahora mismo quien me preocupa es Arisa-san. Quiero que vayas a buscarla y la traigas aquí sana y salva...

Sí, claro - responde la joven - Pero ¿Dónde está ese kabane? La Ryugujou mide casi trescientos metros de largo ¿Puedes ubicarlo con exactitud? ¿Y cuándo ha subido a bordo? ¿En el Kongoukaku?...

La voz de Mogami Tomohiro vuelve a surgir por el sistema de megafonía interrumpiendo las conversaciones - Tripulantes de la Ryugujou: tenemos motivos para sospechar que puede haber uno o más kabane a bordo, por lo que el personal militar procederá a realizar una inspección. El personal civil deberá mantener la compostura y colaborar en todo lo posible. Eso es todo...

¡Hora de ganarse esa comida, chico! - dice Shimazu levantándose - Arisa-chan, debes refugiarte en el vagón de Tomohiro-dono. Vamos, te acompañaré. Y tú, ven con nosotros. Pasaremos por el arsenal...

Hideo y Takeshi acompañan a la doctora Ueno al vagón arsenal, asegurándose de que llega sin percances a su destino. Allí coinciden con Yûki Koizumi, que ya tiene sus armas preparadas. Al poco tiempo llegan Arisa Furuhashi, la vidente contratada por Tomohiro, el enorme jefe de guardias Shimazu Kuma y un joven de aspecto hosco casi tan alto como él. También empiezan a llegar soldados que cogen sus rifles de vapor del arsenal.

Ah, Koizumi-san - la saluda Shimazu - ¿Se encuentra a salvo Tomohiro-dono?

¡SO... SOCORRO! - grita una voz por la megafonía - ¡Soy Fuuda, de limpieza! ¡Es... estoy en el vagón de tercera clase! ¡Hay kabane! ¡Ayuda! ¡No! ¡NO! ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! - La transmisión termina con un pitido de acoplamiento...

Kotaro rápidamente se equipa con una armadura de kendo, rifle de vapor y katana. A pesar de que volver a tener armas entre sus manos le hacía recuperar una anhelada sensación de poder y seguridad, no puede evitar que el corazón le lata rápidamente, si bien por culpa de la angustia que le parecen rezumar algunos soldados y la preocupación y tensión de los demás.

De una manera u otra ya había bailado con la muerte más de una vez, por lo que durante un momento sintió que estaría más cómodo lidiando con una situación como ésta en solitario y no acompañado por gente como ésta. Sin embargo, también era consciente de que nunca había enfrentado a un kabane y de ellos solamente sabía lo que se habla por las calles de Kongoukaku, por lo que prefirió actuar con cautela, al menos esta primera vez.

Sin ánimo de lanzarse de manera temeraria a lo desconocido permaneció a un lado esperando órdenes de Shimazu, el jefe de guardias.

Cuando la gente entró al vagón encontraron a Yûki allí. Llevaba su rifle de vapor personalizado y, rodeándole la cintura de su falda, el tahalí donde iba su katana enfundada. Parecía estar buscando algo, o a alguien.

Cuando vio a Arisa sus labios compusieron una sonrisa, pero apenas pudo dar un paso hacia ella cuando se escuchó aquel grito de auxilio por la megafonía del tren

- Arisa-san, el señor te quiere sana y salva en su vagón, pero los kabane están entrando y no puedo acompañarte ahora. Tu decides si vienes, me esperas aquí o quieres que te acompañe alguien que te asigne el jefe de guardias -

Sin esperar más respuesta comenzó a dirigirse a la puerta que le llevaría al siguiente vagón

- No lo sé. No. Hace poco. Probablemente no.- contesto algo seco a la metralleta de preguntas que era la doctora mientras avanzábamos hacia el vagón arsenal mientras pongo los ojos en blanco. Lo peor es que cuando descubriera lo que era es probable que aún me preguntase más cosas en vez de asustarse como hacía el resto... y ni siquiera estaba seguro de cuál de las dos opciones preferiría. Así que cuando llegamos al vagón y lo veo tan lleno y barullo suspiro aliviado.