Partida Rol por web

Susurros que parecían ecos lejanos te susurraban multitud de palabras. Captaste algunas refiriéndose a tiempos verbales como: fuiste, eres y serás. Todas dichas por diferentes y agudas voces.

Repetían bastantes veces tu nombre, pese a que en ocasiones decían tú o ella.

Al principio la incesante información que trataba de darte era hasta ensordecedora por los retumbes que provocaba en tu cabeza, pero lograste concentrarte y lo fuiste percibiendo poco a poco con mayor claridad.

Ya que el cubo no trataba más que mostrarte su poder y, ese poder, no era más que uno de los más ancestrales: un conector del hilo temporal.

Rápidamente comprendiste que por ello lo obtuviste con la piedra, pues era un objeto similar al gira tiempos, donde pasado, presente y futuro ahora estaban en tus manos. Y no te mostraría cualquier hilo de vida: si no la tuya misma –esa era su exclusividad, aparte de un gran límite (no puedes ir donde quieras, ya que tiene que ser donde te hayan deparado o te deparen tus pies)-.

El dado tenía todas las variedades y posibilidades, los caminos que tienes por tomar con cada uno de sus destinos que tienen los mundos. El símbolo del infinito brilló en medio.

De pronto otra duda te asaltó ¿qué harías con ello? Esa pregunta rondó por tu mente, pero, como era de esperar, diste con su respuesta.

El objeto demostró su efecto protector, ya que su peculiaridad era la de poder vivir por 6 minutos en el futuro que quieres elegir. Sólo bastaría con cerrar los ojos y pensarlo, viéndote a ti.

- ¿Sabes quién podría darnos alguna pista más sobre Fenrir?

¿Que quién? 

En mi opinión aquella pregunta tenía una clara respuesta –metiéndose en la mismísima boca del lobo- comenté con sinceridad desviando de nuevo mi atención a aquella botella –los licántropos son los únicos que podrán saber si realmente sigue con vida, o bien desmontar todo lo que cuentan. Entre ellos se conocen y hasta se captan con relativa facilidad –expresé con intención de volverme a servir de la bebida ahora otra vez llena.

Aquel alcohol no tenía nada que hacer con la cantidad de licor Búlgaro que yo bebía –de hecho desde mi punto de vista ni si quiera estaba tan bueno como el mío- pero algo era algo. No despreciaría nada que tuviera esos 70 grados.

La efectividad del conjuro me sorprende y no lo puedo evitar, quizás porque no estoy siendo consciente de lo que soy capaz de hacer o tal vez porque me subestimo más de lo que imagino. La cuestión es que el specialis revelio me ofrece una magnífica oportunidad de obtener información a través de sus preciadas revelaciones. 

Al principio es una manifestación luminosa, llena de susurros que son difíciles al menos para mí escuchar. Da la impresión de que el conjuro habla por si solo, como si ahora mismo estuviera contando sobre lo que ha descubierto y en medio de tanto caos, comienzo a hallar las respuestas esperadas. 

La esencia misma de aquel cubo, su funcionalidad y lo que conlleva tiene relación directa con la piedra. Lo cual puedo entender a la perfección lo que está sucediendo, esto me ayuda a viajar por ese cielo lleno de luces, captando la forma en que debo usar este objeto. Hablamos de un futuro, de mi futuro. 

—¿Estoy embarazada?—formulo. 

Una pregunta muy directa, posiblemente es el punto de mi mayor duda considerando que con Linus no nos estamos cuidando en parte y me gustaría saber sobre ello. De alguna manera la idea de tener un futuro con él Slytherin me genera mucha ilusión y expectativa. 

Al final todo iba apuntando a los hombres-lobo pero Gaunt se había quedado subrayado en la mente del húngaro. No tenía nada más que preguntar... Salvo una cosa

- ¿Dónde podemos encontrar la "boca del lobo", Boronov?

Espero también a que Altair terminara sus preguntas y tomó de vuelta la botella y se marcharon de allí.

SAN MUNGO

Buzánszky llegó a San Mungo a través de la red flu y preguntó en la entrada por la experta en venenos del hospital. Aguardó a que le recibiesen o le dirigirse a alguna parte mientras se entretenía con una revista Corazón de Bruja que había en el vestíbulo.

¡Vaya! Parece que el joven Altair está bien marcado por la niña mimada del jefe autor y... ¡Uhmm! Así que con la sita Presley... ¿Eh, profesor? jejeje...

La magia de Annelie hizo efecto con suma rapidez, y pronto nos vimos envueltas entre nubes de distintos colores. -Esto... esto es sorprendente.- No pude evitar admirarme ante aquel espectáculo colorido. No intenté tocar nada, aunque sentía gran curiosidad por lo que estaba pasando, y lo que aquellas nubes de colores podrían significar. Miré entonces a mi ahijada, y esperé a que me diera algún gesto o indicación sobre si entendía qué debía hacer en este momento.

SAN MUNGO

Finalmente te ofrecieron la dirección a seguir. Entraste hacia los interiores de San Mungo y, en concreto, ascendiste hasta la tercera planta -que era la dedicada a envenenamientos provocados por pociones o plantas-. Gracias a tu trayecto y esas enormes escaleras viste cómo muchas de las camas estaban vacías; pese a ello, las incesantes toses eran prácticamente parte del sonido ambiente. Demostrando que estabas en un hospital con enfermos. Incluso pudiste pensar en Agnes, Alice Longbottom, Frank Longbottom o Gilderoy Lockhart (los pacientes permanentes).

Tus pies recorrieron gran parte de aquel lugar hasta que al final de la caminata, una habitación un tanto rebuscada era la puerta que al parecer buscabas, situada en un enorme pasillo, iluminado por la luz que se reflejaba.

Sin pensártelo mucho la cruzaste y cerraste a tus espaldas, para acto seguido encontrarte con una joven de cabello oscuro y gesto dulce en mitad de aquella habitación. En sus manos llevaba unos frascos -con sus detallados nombres escritos a pluma en sus etiquetas-.

Advertiste que se dirigía a uno de los armarios de madera, que se encontraban distribuidos en diferentes posiciones a lo largo de esa sala bañada por la luz que le proporcionaban unas grandes ventanas que daba al exterior.

Y, en tu pequeño análisis, sin duda visualizaste varias camas - e incluyamos los cuadros-. En definitiva, que se podía decir que eso era del estilo a una sala médica, pero con grandes toques de laboratorio privado a su misma vez.

-Hola, dígame ¿en qué puedo ayudarle?- dijo la chica con una sonrisa adorable en sus rosados labios.

-Buenos días, señorita Ad-Dajjal - contestó Sándor con gesto amable. La simpatía que irradiaba la bruja médico relajó a Buzánszky; ya tenía el mundo suficiente frialdad con la del rostro del húngaro - Soy Sándor Buzánszky, del Ministerio de Magia. Acudo a usted porque su hospital está colaborando con la investigación de un veneno, el que causó todas aquellas muertes de hijos de muggles, hace unos meses. Pero en éste caso vengo por otra cosa, aunque seguramente esté relacionada con el mismo caso. 

Sacó el broche y lo colocó sobre la mesa. 

- Éste broche pertenece a unos individuos licántropos a los que deseo capturar. Ellos andan detrás de él y quiero usarlo como cebo. ¿Qué veneno me recomendaría usar? Y que no me afecte a mí, por supuesto...

Tu pregunta una vez estuviste dentro de la nebulosa trajo consigo que apareciera en medio de la nube -y además se abriera- una puerta marrón rústica, de recia madera.

La cual, una vez entre abierta, te permitía ver desde fuera una tenue luz de velas que parecía desvanecerse y aflorar con el vaivén de su llama.

Al acercarte y decidir pasar, comprobaste que os encontrabais -en esa escena futura- tanto tú como Linus, ambos tumbados encima de una alfombra de pelo que había en la habitación de vuestras alcobas, pero no en la cama, si no en el suelo.

Los dos estabais desnudos y en pleno acto. Sin embargo y a su misma vez os regalabais besos pasionales, tanto en la boca como en el cuello.

El aliento entre cortado y la fuerza con la que os agarrabais te demostraba desde fuera cómo podíais llegar a quereros y hasta uniros siendo sólo uno.

La situación era extraña para ti. Verte, o verlos, siendo tú misma la que lo hacía, pero a la vez, ajena, pues también te observabas como una espectadora sin más.

Tras unos segundos de reacción miraste hacia un lado ¿cómo es que no había nadie en la sala común de Slytherin? Te preguntaste. Hasta que en el segundo movimiento de cabeza viste las ropas por medio, tiradas: se trataban de un vestido y un traje.

Cómo no, advertiste que aquello era la graduación del colegio, vuestra fiesta de despedida. El día en el que el estudio acababa en Hogwarts, dando paso a una nueva etapa...

Sabiendo esta información, unir cabos era ya mucho más fácil.

Si ese día llegabais a esa situación, te quedarías embarazada. O al menos el cubo fue lo que te mostró.

-Ah sí, no me suena su nombre pero vale, creo que me acordaré de su apellido, Buzánszky- comentó con simpatía –además, le mentiría si le dijera que no hemos estado investigado al respecto sobre ese tema- expresó dejando escapar una sonrisa empática, nuevamente. Pues efectivamente ella también estaba detrás de esa investigación.

Y tras tus palabras y observar con bastante interés aquel broche de cerca, dirigió su mirada hacia uno de los botes de cristal que aún portaba entre sus manos. Los leyó y se giró hacia un armario –deme un segundo por favor- comentó respectivamente algo lejos de ti, ya que se agachó dándote la espalda para buscar algo en un cajón del mueble que estaba en dirección opuesta.

Dejaste que indagara. Hasta que pasados un par de minutos, la joven se pronunció, ya que pareció encontrar algo.

-Bien, creo que esto servirá- escuchaste finalmente; y, esbozando amabilidad, se levantó de su posición para acercarse de nuevo hacia la tuya mostrándote dos botes- el veneno y su antídoto- se apresuró a decir resolviendo tus posibles dudas- los venenos no atienden a razones, ni discriminan entre distintas personas, por lo que si va a tocarlo e inhalarlo, no olvide tomarse este otro brebaje inmediatamente- dijo moviéndolo a la vez que hablaba- en concreto y para que sepa con lo que va a tener que tratar, lo que le estoy dando es veneno indetectable, pero con una modificación a base de Sarín- se notó cómo mostraba con orgullo su nueva creación –Con un par de gotas bastará para afectar a su sistema nervioso. Eso sí, no eche más, o los matará - recalcó con prudencia -y, pese a la efectividad de esto, me gustaría recordarle que los licántropos son sumamente peligrosos una vez transformados. Tenga mucho cuidado- abrió los ojos con estas últimas frases esperando que le hicieras caso.

De repente la visión surge sin más, es como un viaje al futuro desde un descaro que me deja completamente sorprendida. Y allí estamos cuando en medio de la Sala Común nos dejamos llevar como tantas veces, y no puedo evitar el estar sorprendida al verme con mi novio teniendo sexo. Una cosa es vivirlo, pero experimentar aquello como una observadora no participante es algo que me deja boquiabierta. 

Es morboso, aunque también me da un poco de vergüenza, una mezcla de lo más curiosa y quizás tenga que comentarlo con Linus ya que sus gestos son la mar de eróticos y deliciosos. Más allá de que me hará esa expresión típica, se cerrará y no querrá hablar de ello o terminemos recreando lo que en la visión pude ver. ¿Quién sabe? 

No obstante al descubrir cuando quedo embarazada, muerdo mi labio inferior y digo:

—Graduación, embarazo—comento. 

Para no olvidarlo mientras aquello lo vivo a flor de piel y en mi afán de intentar salir, busco la manera de regresar a la normalidad para contarle todo a mi Madrina con lo que ello conlleva. Posiblemente antes me gustaría que mis padres renuncien a mi así puede adoptarme oficialmente, es un bonito sueño que tengo con ella y anhelo cumplir. 

Con la mirada perdida vaya a saber en qué, unas palabras surgen de mis labios mientras estoy inmersa en la visión que me ofrece el cubo. 

—Graduación, embarazo—digo. 

Toda búsqueda conlleva una respuesta y, fue por ello que en la pesquisa por salir de esa nueva experiencia, encontraste con algo de esfuerzo tu propia forma de salida.

Una salida que volvería a conectarte en cuerpo y mente, además de servirte como método para el resto de visiones que tuvieras.

Anne tenía la mirada perdida, pero al poco de haber pronunciado esas dos palabras fue recobrando su habitual tonalidad, tanto en el gesto como en la forma de mirar y hasta al hablar.

De alguna manera, la Slytherin había vuelto en sí, pese a que Agatha la tenía al lado y en ningún momento la vio irse. Esto podía resultar un poco raro y desconcertante, pues ¿qué le habría pasado -si lo último que hizo fue conjurar un specialis revelio-?

Claramente todo disponía de su propia explicación. Aunque en esos momentos el caso era llegar a que la madrina de la joven Grindelwald comprendiera el motivo de lo que estaba diciendo.

Lo que al principio me causaba admiración y curiosidad cambió un momento a preocupación al ver la manera en que Annelie pareció estar experimentando alguna especie de visión. De hecho, poco he tratado con los magos enfocados en la adivinación, pero podía sospechar que se trataba de algo similiar... Eso, hasta que le oí pronunciar aquellas dos palabras. Me sonreí levemente, con curiosidad.

Una vez que la vi de nuevo despejarse me acerqué a ella. -Creo que te faltó "Matrimonio" en medio de esas dos palabras, querida.- Le dije con dulzura. -¿Qué te reveló el cubo? ¿Puedes contarme?-

Sonreí sonora y bruscamente para acabar soltando un medio suspiro al final –buena pregunta- comenté sabiendo que para dar esa información hacían falta más datos que en esos momentos por mi condición de exmortífago no tenía al alcance. Aparte, que yo no era un google maps muggle– los licántropos son personas normales a fin de cuentas _{–menos las noches de luna llena-}, por lo que pueden estar en cualquier lado. Pese a que suelan esconderse en zonas poco pobladas o en su defecto estén acostumbrados a mudarse con continuidad- de hecho la primera opción de esconderse en partes medio aisladas del mundo era básicamente la elección de los más peligrosos y conspirantes licántropos.

Mis ojos viajaron por ambos individuos allí presentes –lo mismo para empezar os viene bien hacerle una visita a la cabaña Gaunt.

Sándor se dió por satisfecho. Miró un momento a Altair, pendiente de si tenía algo más que preguntar.

-​​​​​​-Agradezco mucho su ayuda, profesor, espero nos perdone la molestia - le dijo educadamente, muy lejos de la familiaridad con que se había presentado y que tanto había irritado al búlgaro.

Entonces se marcharon, si bien Sándor pensó que está vez necesitarían refuerzos.

- Será conveniente que el profesor Ulfric y la profesora Presley nos acompañen en ésta ocasión.

Ya encontrando la forma de volver en sí a la realidad que me ataña, abro mis ojos muy lentamente mientras intento ubicarme en tiempo y espacio. La verdad es que el poder del cubo es magnífico, pero a su vez puede generar una pequeña adicción al querer explorar diversos futuros que no están tan al alcance de mis manos. Pero de alguna manera puedo controlar esto y al ver que mi madrina está allí a mi lado, sonrío con alegría y tranquilidad. 

—Ehm... ¿Lo escuchaste?—pregunto, evadiendo como no.—He preguntado sobre un posible embarazo, no me mires así... Es que no me estoy cuidando y pensé que ya lo estaría, así que he consultado a través del cubo cuando sucederá y me mostró una imagen que no te daré detalles—indico y bajo la mirada. 

Si no me mata ahora mi Madrina, lo hará en los cinco minutos que faltan para que reaccione. 

—Pues, sucede en la Sala Común de Slytherin el día de la Graduación. Tenemos un encuentro ahí y quedo embarazada...—confieso y pienso que es demasiada revelación. 

Tras preguntarle a ella y explicarle que diablos era el Sarín, tomó los botes y se los guardó en la gabardina, en un bolsillo interior con botón de cierre.

- Descuide, lo sé de buena tinta, por eso me hallo aquí - contestó - Mas agradecería que no diese el mismo consejo a los licántropos respecto a mí, de pasarse por aquí...- fue una broma estúpida de las muchas que le gustaba hacer, mas ésta vez sintió que aquella chica merecía algo mejor. No pudo evitar también imaginar a Circe poniéndole cara de asco. 

- Siento irme de esta manera pero debo largarme inmediatamente. Muchísimas gracias por su ayuda. Le mantendré al tanto de lo que ocurra... y espero poder hacerlo.

Y por primera vez en muuuucho tiempo, Buzánszky sonrió sin dolerle la cara.

Marchó raudo a la red flu y, una vez en Hogwarts de nuevo, enfiló a la cabaña de Hagrid, en donde los aurores le aguardaban para acompañarle.