Partida Rol por web

Mira Bertrán, si hay "moros en la costa" es mejor no pararse a hacer fuego y llamar la atención, además esta era la comida del perro ese, que sinceramente, era el o nosotros, pero aun así me ha sabido mal atizarle. 

Por suerte creo que con la constitución que tienen estos bichos, sanará y se recuperara, aunque estará algo dolorido unos días... Dado que no podrá cazar, dejémosle la comida. Quizás si te parece pillamos un par de trozos para hacer al espetón, pero estamos llegando a Játiva.

Realmente, si alguien rondaba por la zona no era menester hacer fuego que delatara su posición, por si las moscas, que nunca se sabe, ni se es lo bastante precavido con las trampas que ingenia el maldito Belcebú.

Además, bien está lo que bien acaba...

_No me gustaría pillar ningún trozo, la verdad. Alguien lo cortó a la mitad y lo dejó aquí por algo. Algo me huele mal, y solo busco algo de tranquilidad. Mejor sigamos nuestro camino.

Me parece perfecto. Mi estómago puede soportar un día mas de ayuno... Que es estómago de pobre y está acostumbrado a estos menesteres.

Onésimo siguió el camino pasando por el lado del cadáver, sin tocarlo y mirando de no respirar mientras lo hacía, por aquello de las inmundicias que los cuerpos muertos transmiten...

Dejaron allí Onésimo y Beltrán al jabato abierto en canal allí mismo donde lo encontraron, lo que satisfizo a los bichos y animales carroñeros que estaban por llegar al caer la noche. Tiempos mejores vendrían en que tendrían a su merced mejores manjares, pensarían mientras avanzaban camino.

A punto de caer la noche llegaron a Játiva. En algún lugar de la ciudad debería estar Marcial con la promesa de un negocio fácil y provechoso.

Mira Beltrán, las Puertas están ahí. Apresura el paso zagal, que no quiero que me las cierren delante de las narices y pasar la noche al raso en un arrabal, que cuando el Cielo cierra sus puertas, por fuera acechan los demonios y es mala cosa.

Serían las ganas de llegar, o la imagen de la seguridad que otorgaba la muralla de la ciudad, pero por un momento, las energías se le renovaron al bueno de Onésimo.

Dios!!! un baño de agua caliente y un plato de cocido....

El sol del anochecer les permitió divisar Játiva recién cuando ya estuvieron bastante cerca de la ciudad. Beltrán habría querido llegar más temprano, pero allí estaban y era lo que era. Al verla, la señaló.

_Mira, Onésimo. Játiva, por fin. Hemos podido llegar finalmente, y aún con nuestras cabezas sobre los hombros, lo que es bastante decir tras todo lo que hemos vivido. Yahveh nos ha acompañado hasta aquí y no nos abandonará ahora. Vamos, debemos encontrar a Marcial y mejor antes que tarde. Espero que nos reciba con un banquete a nuestra medida.

Entráis a tiempo a la ciudad antes de que caiga por completo la noche y no encontráis problemas para ello. No hay guardias ni nadie vigilando las entradas. Las gentes del pueblo parecen ocupadas preparando las cosas para la noche, algunos mercaderes terminan de retirar sus puestos en la plaza y los artesanos van cerrando los talleres. 

Mira Beltrán, yo quiero abandonar esa vida de correveidile y fugitivo... La vida honesta es dura, pero lo es mas que te corten una mano. Yo prefiero buscarme la vida por mi cuenta que mezclarme con la gente del "sindicato" nocturno, si me entiendes.

Mira, hay varios mercaderes. Alguno igual necesita protección, ya sea por el camino o incluso aquí el dia de mercado... Igual podemos sacarnos buen dinero evitando que otros le aligeren la bolsa o la caja del día a uno de estos...

Por preguntar no perdemos nada, y me gustaría poder contar con algo de dinero para pillar un jergón en condiciones. Tengo los pies molidos!!!

Beltrán iba asintiendo a las palabras de Onésimo a medida que salían de la boca de aquel. Tenía en la boca un gesto que parecía reflexivo. Es que lo cierto era que Onésimo ya había conseguido ese tipo de vida, y había tenido que abandonarla por culpa suya. Beltrán sabía que estaba en deuda con su amigo, y más allá de eso, no era nada en lo que no hubiera pensado en distintos momentos. El problema es que a veces era más fácil decirlo que hacerlo.

_Está bien, Onésimo, tienes razón en todo lo que dices. En ese caso te sugiero que ni siquiera menciones el nombre de mi primo. Ya lo buscaré por mi cuenta, no quiero ensuciar tu buen nombre, que en este lugar tenemos la ventaja de que nadie nos conoce. Además lo cierto es que para esto que propones, tú cuentas con mejores condiciones que yo. Eres hábil con las armas y cuentas con ellas para defenderte; mi mejor defensa es salir corriendo y mis mejores armas son mis manos y piernas. Vamos a hablar con estos mercaderes como propones, pero habla tú, que conoces mejor el paño. Yo lo mejor que podría ofrecer sería conseguir un trato para devolverles algo que yo mismo les haya birlado antes. Haré las cosas a tu modo, Onésimo, pero si no funciona, quizás necesitemos de una última función de Beltrán. No tenemos dinero y necesitamos un lugar donde pasar la noche.

No te infravalores, tus conocimientos son de gran valor. Sabes como se mueven los rateros, conoces su oficio, quien mejor que tu, para avanzarte a sus intentos de robo? Sabes evaluar los puntos débiles de un puesto comercial, por donde es mas vulnerable. Esa información bien utilizada, bien puede evitar situaciones "incomodas". Si la cosa se complica entro yo y "Matilda".

Aquí lo peor que puede ocurrir es que tu primo intente aligerar el peso de nuestro contratante, y vuelta a las andadas, así que sería oportuno advertirle que ni se acerque al susodicho, si es que encontramos a alguno dispuesto a pagarnos, porqué ciertamente es tu primo, pero no el mío. 

Dices que me debes una... Pues mantén apartado a tu primo de nuestro camino y ya me habrás pagado.

Onésimo temía que si el tal Marcial hacía de las suyas, dado el parentesco de Beltrán , con el, tuvieran que ayudarle y vuelta a correr... 

Una y no más Santo Tomás.

Iba asintiendo casi con pudor las palabras de Onésimo, hasta que habló de "Matilda".

_¿Matilda? ¿Qué pasó con Ofelia? No me digas que has enviudado, o que te andas con aventuras. Respecto a Marcial, ni siquiera sé dónde está. Es posible que ni siquiera nos lo crucemos. Pero si lo cruzamos, sí, yo hablaré con él. Por cierto... ¿Yo dije que te debo una? ¿Lo dije alguna vez despierto, o solo entre sueños o bajo los efectos de alguna bebida espirituosa? Vamos, vamos, búscanos un trabajo honesto.

Bueno, decirlo, no lo has dicho, pero se nota en tu mirada compadre.  En realidad la amistad ha de estar por encima de estas minucias, así que como dicen en la costa "pelilllos a la mar".

De todos modos no me hagas mucho caso, estoy fatigado y a veces puedo decir bobadas. Seguro que cuando tome un descanso, volveré a estar centrado.

Hola buenas tardes/noches, disculpe usted, maese.

Mi compañero y yo acabamos de llegar y vamos buscando un lugar donde pasar la noche, pero me he preguntado si el mercado seguirá mañana o algunos de ustedes marcharán a nuevos destinos. En cualquier caso, no se si precisaran de 4 ojos avezados contra los pícaros y ladronzuelos, o incluso de un poco de protección para los caminos, contra bandidos y gentes amantes de lo ajeno.

Nosotros somos buena gente, pero necesitamos dinero para buscar posada donde comer y descansar...

Si usted no precisa de nuestros servicios, puede que conozca a alguien que si?

Onésimo entró al mercader que le pareció más accesible. Se le acercó con educación y le habló como si de su patrón se tratara ya. Quería dar una buena impresión, aunque su natural timidez, no era un acicate precisamente. De todos modos, el hambre y el cansancio parecían tener más fuerza que su recatado discurso.

Haz una tirada de suerte para ver si hay algún mercader que precise tus servicios.

Beltrán se quedó a un costado de Onésimo, incluso unos centímetros por detrás, pero saludó educadamente con la cabeza al mercader. No quería meterse en la presentación de su amigo, que le había parecido bastante buena, pero tampoco quería parecer descortés.

El mercader miró a Onésimo con cierto recelo. El hecho de no conocerlo y las pintas de desarrapado no jugaban a su favor desde luego.

- Mira muchacho, no te voy a engañar que es tarde y no tengo tiempo para juegos. El día ha ido bien, pero no tanto como para temer por mi bolsa. Además, vamos tres amigos y cuidamos los unos de los otros, así que no necesito que nadie me cuide, y menos alguien que no sé si precisamente lo que querría sería eso - dijo tratando de ser lo más diplomático posible-, comprenderás que no te conozco de nada...

Eso sí, los años no pasan en balde y las espaldas no aguantan tanto como antes. Te daré dos maravedís si me recoges el puesto. Coloca las tablas primero en el carro, luego busca pajas para hacer un colchón y por último coloca los botijos, las palanganas y las ánforas de manera que no vayan a golpearse en el camino. Cierra el cajón con esas cuerdas que tienes ahí y luego dale de comer al mulo. Yo mientras voy a llenar la bota y a por un poco de panceta.

Y ojito, que como os he dicho, aquí mis amigos y yo nos cuidamos unos a otros. Como tengáis la intención de afanarme algo, me pegarán una voz y entre los tres os rompemos las costillas a botijazos. ¿Trato hecho?

Que te parece Beltran? Mira que menos es nada, y no estoy para correr. El hombre tiene razón, no nos conoce de nada, y por mucho que le insistamos, seguirá recelando, cosa que no me extraña con los tiempos que corren.

Es un maravedí por cabeza, que digo yo que un trozo de pan duro con queso seco, nos darán...

Mmmm, buen mercader, dígame, no tendréis un puesto de comida, viandas frutas o queso o que se yo, verdad? o alguno de vuestros 2 amigos. Lo digo porque imagino que a ustedes les puede salir más a cuenta pagarnos con comida, en ese caso, y nosotros saldremos ganando, pues la posada se llevará su parte del negocio, y con tan pocos dineros, no dará para mucho.

Le parece?