Partida Rol por web

Gracias a la inestimable ayuda de Mikhail, Ryu pudo contraatacar. Aunque el golpe era bastante preciso, el caballero del dragón lo detuvo con insultante facilidad. De hecho apenas se movió del sitio y simplemente levantó el brazo izquierdo donde portaba una rodela a juego con la armadura.
Ryu pudo sentir la dureza de la misma a través de su propia armadura.

Aprovechando el embite del caballero de la Cruz del Sur, Athan se lanzó seguido tras él. Aunque había gastado la mayoría de su cosmos peleando contra su doble oscuro, todavía le quedaba algo. Así que lo hizo estallar y el tiempo pareció ralentizarse a su alrededor. Al menos para él, ya que para los demás parecía que se movía a velozades asombrosas.
El ataque fue efectivo, pues logró superar la defensa de Miguel. No obstante, la armadura del Dragón resultaba tan dura como parecía. Y aunque logró alcanzar a su antiguo compañero no le hizo nada.

Mis compañeros luchan... y yo protejo.

Sonrío, como si fuese mi principal misión en este momento: proteger a los míos.

Me cuadro, preparándome para continuar la batalla.

La suerte una vez mas no acompañaba a Ryu, pero eso nunca lo había desanimado, siempre hay que levantarse e intentar superarse. Por duro que fuera, ahora no tenían ninguna opción, el caballero del dragón tenía que ser derrotado. Así que se cuadró al lado de sus compañeros preparado para redoblar el ataque.

Miguel, o el Caballero del Dragón como era ahora, se quedó mirando la acción de Mikhail. Como recordando algo. Pero después sacudió la cabeza justo a tiempo de recibir el golpe de Athan.

Asintió a sus antiguos amigos y empezó a acumular el cosmos. Incluso el caballero de la Hydra, que no tenía habilidades de percepción como sus dos hermanos, pudo sentir que estaba acumulando gran cantidad de la misma. No sabían qué estaba preparando. Pero seguro que no iba a ser nada bueno.

Ryu no iba a permitirle reunir su cosmos así como así. Sin pensarlo se lanzó de nuevo al ataque.

El ataque de Ryu fue bien encaminado, pero el Dragón pareció verlo venir y su escudo detuvó el puñetazo sin demasiados problemas.
El joven pudo notar la dureza del escudo. Lo cierto es que ni lo había arañado siquiera.

Necios. La armadura del Dragón es la más resistente que hay. Posee el escudo más invulnerable, y el puño más fuerte. No la podréis derrotar.

Al ver el ego inflado de nuestro antiguo hermano algo en mí se prende. Mi sentido común me gritaba que me detuviese, que no lo hiciese... pero... no podía evitarlo.

Necesitas aprender lo que significa estar del lado de Atenea... un caballero es más que su armadura. Más que su cosmos.

Arranco a correr contra él digiriendo mi puño directo a su rostro mientras la siniestra va a su hombro diestro al grito de...

¡Mordisco de la Hydra!

Un gran gruñido con el golpe, pero no... no había terminado. Giro para coger algo de impulso y clavar mi codo en su cuello y, en el mismo movimiento, clavar mi rodilla en sus riñones. Lo peor es que, aunque había dureza y potencia en mis golpes, no había rabia, no había rencor... sencillamente no le comprendía, sólo quiero que vuelva con nosotros, como un hermano más.

No... no me obligues.

La furia de los ataques de Mikhail pilló un poco a contrapié al caballero del Dragón. No obstante se las arregló para detener todas y cada una de las cabezas de la Hydra que se le venían en cima. O al menos eso parecía.
Pues en realidad el último ataque había conseguido hacer mella en su defensa. Al menos atravesarla, pues la patada dio en el pecho de Miguel. Aunque no ha llegado ni arañar la armadura.
No obstante no por ello parece que le hubiese afectado, y su cosmos sigue creciendo.

Athan se dió cuenta al igual que Mikhail que lo que estaba haciendo Miguel era peligroso, muy peligroso. Pues el Cosmos de su antiguo hermano estaba explotando con demasiada intensidad.
Así que no tuvo más remedio que acceder a su ya agotado Cosmos propio para lanzar su tectica más devastadora.

CHRONOOOS IMPAAAACT

El cansacio y el Cosmos del caballero del Horologium estallaron como pocas veces le habían visto hacer. Parecía que a cada enfrentamiento su poder aumentaba.
Al igual que en ocasiones anteriores, el tiempo parecía ralentizarse cuando Athan usaba esa técnica. La mayoría de las veces con tremendos resultados.
Pero en ésta ocasión no fue suficiente.

El caballero del Dragón se dió cuenta del peligro que significaba el ataque del caballero de Atenea, y tuvo que recurrir a su propia energía interior para detener el rayo de energía que se le venía encima.

No fue fácil. Pero cuando el estallido de luz alcanzó niveles normales de luminosidad, pudieron ver como el escudo del Dragón había detenido el ataque.

Por desgracia para los caballeros de Atenea, pudieron darse cuenta

Los caballeros de Atenea podían observar a su antiguo hermano delante de ellos. Con su Cosmos ardiendo. Le habían atacado con todo lo que tenían. Casi lo consiguen, pero no había sido suficiente.
El caballero del Dragón estaba preparado para su ataque definitivo.

Os he dado la oportunidad de marcharos.

Os he dado la oportunidad de detener mi ataque.

No habéis aprovechado ninguna de las dos. Recoged la Tempestad que habéis cosechado.

Aliento Petrificador del Dragón de Luskan.

Más rápido de lo que ninguno pudo observar Miguel giró sobre sí mismo como cogiendo impulso y cuando terminó el giro extendió los brazos por delante suya como abarcando un cono  en el que se encontraban los caballeros de Atenea.
Una cabeza de dragón apareció entre sus brazos y lanzó un aliento de energía grisacea que los envolvió a todos.

El impacto era terrible. Pero lo que veía detrás suyo aún más.

Ante la abrumadora técnica del Caballero del Dragón, Athan poco pudo hacer para detenerla. El impactó quebró la armadura del Horologium, por no hablar de los huesos de su portador.

No obstante el caballero de Atenea seguía en pie, a duras penas y tambalenadose pero se mantenía. Tan sólo su lealtad a sus compañeros y a su Diosa hacía que aguantara cuando debería haber caído por sus heridas.
Aunque su alegría duró poco ya que una capa de coor gris como la piedra empezó a envolverle dejándole como inmovil como una estatua.

Lo único en mi mente al ver el poder del ataque del que fue mi hermano fué abalanzarme y ponerme frente a la chica, con los brazos en cruz y... recibir de lleno el golpe.

El dolor es insuperable, no quiero gritar, pero el sentir cómo recorre mi piel la petrificación hace que no pueda evitarlo y que grite... que grite mucho. Siento cómo mi armadura falla. Cómo he fallado... cómo he sido incapaz de cumplir con un sencillo cometido.

Pese a todo, sigo sin odiar a mi hermano... siento lástima. Lástima por cómo se está matando a sí mismo al traicionar todo lo que ha amado por Hades, traicionar todo lo que ha sido.

Consigo apenas pronunciar una última palabra antes de que el gris se apodere de mí.

Te perdo...

No llego a terminar la frase.

No quería admitirlo, pero les habían superado de forma apabullante. Pese a los esfuerzos y las penurias cuando por fin parecía que lo habíamos logrado, la realidad nos muestra lo inexpertos que somos. Haciendo un esfuerzo intento esquivar el ataque, pero no había donde escapar. El impacto apenas da tiempo para empezar una palabra que nunca llega a terminar.

-Maldit...

Si hubieran estado en plenas facultades tal vez el resultado habría sido otro. Pero venían mermados, tocados por sus reflejos oscuros, agotados. Aún así habían peleado con todas sus fuerzas. Dándolo todo contra un enemigo claramente superior.

No era la primera vez que lo hacían. Tanto individualmente como en grupo. Y aunque las batallas habían sido duras, y casi desesperadas, los héroes habían resultado vencedores.
Los Caballeros de Atenea habían hecho lo imposible, pero su enemigo era demasiado poderoso.

Habían sido derrotados.

El Caballero del Dragón estaba en medio de las figuras petrificadas de sus antiguos hermanos. Su rostro reflejaba una tristeza impropia de alguien que había derrotado a sus enemigos. Paseaba por los restos de butacas y otros asientos destrozados.

En verdad que lo lamento. Hubiera preferido sufrir la ira de mi señor por haberos dejado escapar que el haber tenido que mataros.
Pero no me dejastéis opción. La chica debe ser llevada ante Hades.

En ese momento una voz empezó a surgir del escenario. La joven que habían venido a buscar estaba en medio del mismo. Se había quitado la peluca rubia que llevaba, y su pelo color violaceo reflejaba las luces que todavía estaban intactas del escenario. ¿O era ella quién brillaba?

La voz fué en crescendo. Al principio simple murmullo. Pero ahora, amplificada por la acustica del escenario podía escucharse claramente en toda la sala. Estaba cantando. Las palabras que salían de ella no parecían tener sentido, o al menos no eran un idioma conocido. A medida que el tono aumentaba también lo hacía el brillo que emanaba de la joven.
El Caballero del Dragón se dió cuenta de que era el Cosmos de la chica lo que estaba viendo. Un Cosmos de tal poder que tan solo había percibido delante de su oscuro señor. Se tuvo que tapar los ojos debido a la luz.

¿Pero qué demonios...?

La luz lo bañó todo. Alcanzando las grietas más delgadas. La oscuridad era desterrada de la sala implacablemente. Y de repente se empezó a escuchar otro sonido, casi imperceptible.
El sonido de la piedra resquebrajandose.

La canción acabó. Y con ello la luz se amortiguó. Miguel, antiguo compañero de los Caballeros de Atenea, pudo ver con cara de incredulidad como una aureola divina rodeaba a la chica.

No. No puede ser.

La voz de la joven era suave pero firme.

Sí que puede ser, Caballero del Dragón. La batalla ha despertado mi poder latente. Y mientras yo esté viva mis Caballeros no se rendiran. Y no perderán jamás.

La piedra que recubría a Athan, Mikhail y Ryu, ya agrietada como estaba, estalló hacia afuera. Los jovenes caballeros estaban libres. Y no sólo eso, si no que estaban prácticamente recuperados de sus heridas. Miraron a la que a todas luces era su Diosa, y su aura les bañó. Estaban listos para volver a morir por ella si hiciese falta.

Parpadeo despacio mientras el mundo vuelve a recobrar color.

Escucho una canción... una canción que hace que dibuje una sonrisa y mire al que fue mi hermano, negando despacio con la cabeza.

Lo siento, te he dado una oportunidad. Y, por todo lo que nos ha unido, te daré otra... tienes cinco segundos para rendirte. No voy a permitir que toques ni un pelo de la muchacha, ni siquiera después de mi muerte.

Golpeo en el pecho de la Hydra mientras termino con...

Corta una cabeza y aparecerán dos más.

Sentencio, tal cual había aprendido en Walkyria. Lucharía, lucharía por todos los que han caído para que yo esté aquí. No lo merezco, pero aún así, lo haré. Confío en mi armadura. Y en mis compañeros. Y en mi diosa.

Puedes descansar, nosotros nos encargamos.

Le ofrezco. Debía guardar sus energías para cosas más importantes que unos caballeros de Bronce.

Durante un tiempo que no pude medir hubo una oscuridad completa. Entonces un leve sonido que llegaba de muy lejos que traía consigo un calor acogedor se hacía cada vez más fuerte mientras unas grietas de color dorado aparecían ante mis ojos.

Y finalmente la luz volvió y con ella una canción que parecía haber estado escondida en unos recuerdos que no son míos y que resonaban con la armadura. Al momento me doy cuenta de que seguimos donde nos habían convertido en piedra. La muchacha ya no parece la misma y algo dentro de mi sabe que es a quien debemos la vida,

-Tú que llevas la armadura del dragón, una de las armaduras de los caballeros de Atenea, ríndete y acéptala como tu única señora o cae.

Incredulo por lo que había pasado, Miguel, el antiguo hermano de los caballeros de Atenea, retrocedió unos pasos. Aunque cuando se dió cuenta se amtuvo en su sitio. Hay que decir que monstró entereza y no había atisbo de miedo o preocupación en su voz cuando contestó.

Ya os derroté una vez. Volveré a hacerlo. Da igual que el poder de Atenea se haya manifestado. Todavía no eres capaz de controlarlo. Y eso me permitirá llevarte con mi señor Hades.

La batalla volvía a comenzar. Aunque ésta vez el destino de la misma no era tan seguro como en la anterior. De hecho la determinación en la mirada del Caballero del Dragón significaba que creía que podría ganar.

Ryu es consciente de que es ahora o nunca. Reuniendo todas sus fuerzas lanza un ataque contundente contra el caballero del dragón.

Ryu se lanza a lo loco a por su antiguo amigo, al haberlo pillado desprevenido pudo asestarle un puñetazo. No obstante la armadura del Dragón demostró una vez más su dureza absorviendo el impacto sin inmutarse.

Miguel aprovechó ese movento para sobrepasar a Ryu y atacar a Mikhial, pues había visto que era el enemigo más duro. Y lanzó dos poderosos puñetazos mientras cargaba su cosmos. Aún así, parecía que la rapidez del ataque había mermado su punteria.

Te estás condenando, hermano.

Es mi despedida a aquel con el que compartí sueños. No quiero hacerle daño, quiero que se detenga... pero no tengo el poder para detenerlo. Pronto comprendo que todo esto es obra del maligno y, pese a todo... pese a todo siento compasión.

Pero no puedo detenerme... o morirá más gente.

Paro el golpe, no sin esfuerzo, y mis ojos le miran.

Lo siento.

Susurro, antes de lanzar un puñetazo directo contra su rostro, pero no hay ira ni rabia, sencillamente... deber. El primer puñetazo de varios. Lo que sucede a continuación es una vorágine... otro golpe, y un rodillazo, y mi cosmos rugiendo al grito del Mordisco de la Hydra para continuar con los golpes. Tal vez me haya defendido incluso sin darme ni cuenta... pero quiero que caiga. Por mis compañeros. Por...

Por Atenea.

Una sonrisa tranquila en mi rostro... sólo deseo terminar ya.