Partida Rol por web

A pesar de nuestros esfuerzos el caballero oscuro siguió en pie. Me negué en continuar llamándole hermano. Empezaban a fallarme las fuerzas, mi cosmo perdió destello, y mi cuerpo ya estuvo cansado, no tenía heridas importantes, pero el combate estaba siendo completamente agotador. Y no obstante, haría todo lo posible por continuar. - ¿Y por qué no caes tú de una dichosa vez? - Formulé la pregunta con fría ironía gélida.

Concentré mis esfuerzos en usa mi técnica una vez más, agotando aún más mis fuerzas, pero tenía que evitar que hiciese daño al grandullón, a Mikhail. Había sufrido importantes golpes, y no sabría cuanto podría seguir en pie. Por otro lado, me olvidé de los molestos soldados, solamente quería acabar con la pelea de una santa vez. - Chronos Impact.

En mi interior, una parte de mí se reprochó la falta de entrenamiento, perder y fracasar ante una misión tan importante.....fue incapaz de que se concebiese tal cosa en mi mente. Empecé a dudar de que los tres  acabaríamos victoriosos, y temer por la vida de mis hermanos, porque al fin y al cabo, Ryu y Mikhail Sí eran mis hermanos, y como tal debía protegerlos aunque mi cosmos se redujese a cero.

El combate se alarga.

No caigo por que la diosa está de mi lado. ¿No sientes su calor? ¿O es que tu señor sólo te ofrece un gélido abrazo?

Pregunto, con media sonrisa... sentir su miedo me hace sentir, de un modo macabro, bien. Me hace sentir que todo este camino ha servido para algo. Son sensaciones agradables, más allá de la lástima por mi oponente. Parece que el reloj está cerca de dar las en punto, y las campanadas no pueden resonar por mí... o su sacrificio habrá sido en vano.

Le he dado una oportunidad, y la ha rechazado. Mis compañeros se lanzan como rayos a por él... yo sencillamente prefiero esperar a que se mueva, si es que es capaz de detener a mis compañeros, cosa que dudo. Las palabras de mis compañeros me animan a seguir... ellos no pueden morir. No puedo permitirlo.

Tanto Ryu como Athan se volcaron en atacar al Caballero del Kraken, queriendo dar un respiro a Mikhail. Pues era el que se había llevado más golpes en la contienda. Pero las cadenas fueron deteniendo uno a uno sus ataques. Aunque era obvio que cada vez les era más dificil detener los golpes. Pues los cosmos de los caballeros chocaban los unos contra otros, y el cosmos oscuro de William se veía resquebrajarse cada vez más. Al igual que la vez anterior, el escudo que le rodeaba se resentia con cada puñetazo y patada.

Pero aguantó. William tuvo tiempo de volver a invocar su torbellino maligno haciendo estallar su cosmos oscuro. Cual rejos de un Leviathan monstruoso, las cadenas volvieron a salir disparadas golpeando tanto a los caballeros de Atenea como a sus esbirros. De hecho uno de los soldados del Hades que estaba más cerca fue destrozado por ellas.
Era el turno de defenderse de los héroes.

Mis compañeros han hecho todo lo posible... pero el maldito sigue en pie. Son fuertes, pero parece que el destino no le reclama aún. Ha llegado la hora.

No puedo seguir jugando.

Camino hacia delante mientras las cadenas, cuales rejos de un animal acorralado, intentan sesgar mi vida por completo. Sonrío, mientras las cadenas me golpean, mientras la sangre salpica... no pretendo detenerme. Seguiré adelante, como me han enseñado.

Las cadenas del Caballero del Kraken impactan primero en Mikhail, este no puede hacer nada por detenerlas y recibe tal golpe que lo tira al suelo inerte. Pero las cadenas no se detienen ahí, sino que siguen contra Ryu, el cual logra esquivarlas aunque apenas. Nuevamente siguen buscando como si estuvieran vivas y hambrientas e impactan con Athan. Aunque su armadura le protege de sufrir heridas mayores.
William empieza a reir como un loco, e incluso sus soldados retroceden aterrados.

Uno menos. Y vosotros le seguiréis.

De repente, la risa del Caballero Oscuro se detiene. Mira atonito al cuerpo de Mikhail.

No. No es posible. Deberías estar muerto. Tienes que estar muerto.

Pero el cuerpo del Caballero de la Hydra no sólo se mueve, si no que empieza a levantarse. Tambaleante, sangrando por innumerables heridas, más cerca de la muerte que de la vida el Caballero de Atenea desafia a su enemigo.

El golpe me lanza al suelo, y el dolor penetra... pero no lo suficiente.

Me alzo y continúo caminando hacia él, con media sonrisa que muestra la hilera superior de mis dientes, como una sierpe amenazante. 

No puedo morir... no puedo permitirme perder a nadie más... no.

Murmuro, más para mí mismo que para nadie. No iba a dejar que le hiciese daño a mis compañeros. Era el todo por el todo.

Me abalanzo hacia él corriendo los dos últimos pasos para lanzar un primer golpe hacia su pecho, con todo el impulso del que dispongo. Pero no me detengo con eso, aprovechando, mi posición me alzo en toda mi envergadura para propinarle un gancho ascendiente que busca su mandíbula con saña. Entonces siento cómo mi armadura reacciona, asiento y me dejo llevar al grito de.

¡Mordisco de la Hydra!

Y entonces ambas manos se unen sobre mi cabeza para descender cual martillo justiciero.

Respiro, me siento cansado, pero él aún puede seguir en pie. Debo continuar, aunque sienta la sangre caliente derramarse sobre mi piel.

Te hemos dado demasiadas oportunidades... siente su calor... ¡Por Atenea!*

Alzo mi rodilla hacia su corazón tratando de rematar todo con éste último impacto, poniendo todo mi corazón en ello, con la vaga esperanza de que antes del final que espero, pueda sentir el calor de Atenea y pedir clemencia.

Mikhail, el Caballero de la Hydra, hace estallar su cosmos. En el cielo nocturno se ve brillar la constelación que da nombre al caballero de Atenea justo cuando este está atacando.
El primer golpe dispersa las cadenas que protegían a William.
El segundo puñetazo rompe en pedazos la negra armadura dejando tan solo los guanteletes a los que van unidas sus cadenas.
Y la patada final le quita el casco. Así todos pueden contemplar claramente el rostro confuso, aterrado, con el que mira a su en otro momento hermano.

Nononononono...No es posible. No.

El Caballero Oscuro del Kraken cae de rodillas. Los soldados oscuros no se mueven mirando tanto a su superior como a los Caballeros de Atenea. No se atreven a hacer nada.

Mi armadura me protegió de los embistes de aquellas molestas y oscuras cadenas reduciendo el daño al mínimo, así podría continuar en aquel combate de auténtico desgaste. Ryu consiguió evitarlas. No obstante Mikhail no tuvo tanta suerte, y recibió de pleno el poderoso ataque. Vi sangre y trozos de su armadura desperdigarse en el aire, y él acabó en el suelo. - ¡Mikhail! - Le llamé por su nombre. Rechiné los dientes y mis ojos llenos de odio se clavaron en el caballero de Kraken. 

Al poco el grandullón, para mi alivio, consiguió levantarse, y es más, le propinó una sucesión de golpes que destruyeron la barrera, la armadura negra, e incluso dejaron a nuestro enemigo, al límite. Mi decisión estuvo tomada desde del principio. - Se terminó caballero de Hades. - Le dije con frialdad extrema a la vez que una mirada siniestra le fue dirigida. - Has traicionado a los que fueron tuyos en el pasado, has renegado de las enseñanzas del Guardián, has acogido al oscuro, y además has matado a civiles. - Enumeré uno a uno sus actos, crueles, y sin justificación alguna con cruda firmeza.

No hay perdón por tus actos. Hoy hay llegado a tu juicio, ve al infierno y paga por tus crímenes. - Endurecí mi tono, lo mismo con mi mirada. Hubo determinación en ella, no saldría de allí con vida aquel que en un lejano pasado, fue otra persona. Poco importa. Uno tenía que asumir sus propios actos, eso lo aprendí yo de la peor forma. No obstante, lo tenía bastante asumido. Y mejor yo que Ryu o Mikhail.

Concentré mi cosmos una vez más, deseando que no me fallase en el último momento. Visiblemente agotado. Solamente me quedó mi último intento de acabar con él. No pude permitirme fallar. - CRONOS IMPACT. - Había usado tantas veces mi técnica, que las fuerzas me fallaban, no podría hacerla una vez más.

El impacto se dirigió hacia mi objetivo, odiado, y despreciado hasta el límite, con el fin de hacerle desaparecer de la faz de la tierra.

La batalla continúa.

Escucho la llamada de Athan, pero necesito concentrarme, aprieto los dientes, espero que todo termine pronto.

William parecia acabado, pero la palabra clave era "parecia". Mikhail y Ryu se habían relajado un poco porque lo creían derrotado. Pero Athan lo vio. Fue un instante nada más, pero se dio cuenta. Tuvo tan sólo un suspiro para reaccionar, pero lo consiguió.
Una vez más, el ataque especial del Caballero del Horologium surcó el aire para estrellarse contra el Caballero del Kraken. La armadura ya no le protegia como antes. Estaba hecho...o no. Las cadenas se elevaron una vez más y los cosmos de ambos guerreros chocaron fuertemente. En el último momento el cosmos de Athan se impuso. Pero lamentablemente no fue suficiente.

No le fallaré a mi señor. No podéis ganar. No lo sabéis, pero no tenéis ninguna oportunidad. Os han engañado. La guerra es una farsa. Sólo hay un verdadero Dios. Y él no me dejará morir aquí.

William se levantó tambaleante y gritando al cielo hizo estallar su cosmos hasta dejarlo seco por completo. Las cadenas se extendieron cubriéndolo todo y acabando con los soldados de Hades que quedaban. Y los caballeros de Atenea estaban también en medio de todo aquello.

¿Lograrían sobrevivir?

Me lanza su mejor ataque... después de matar a sus compañeros. Por desgracia Athan no ha sido capaz de detener al que una vez fue nuestro hermano quien, encima, lanza una sarta de insensateces sobre el único dios. Y si no soy capaz de detenerlo, dañará a mis hermanos, a aquellos que se han mantenido firmes. Pero me siento débil... debo sacar fuerzas de flaqueza. No puedo elegir, no puedo hacer ninguna otra cosa. Sólo alzar mis manos y tratar de detener sus cadenas.

Y lo hago. Alzo mis manos a la vez que grito.

¡MALDITO TRAIDOOOOR!

Sin embargo su embestida es superior. Soy incapaz de sostener a mis compañeros, pero al menos trato de mantenerme en pie. Suena difícil.

A pesar de mi ataque, aquel malnacido salió indemne, y lo que fue peor, pudo hacer un ataque impresionante que Mikhail fue incapaz de detener. Ni yo tampoco. Aquella inmensa hola de oscuridad devoró todo a su paso, y no pude hacer otra cosa que cubrirme a duras penas con mi cosmo agotado peligrosamente cerca de mi límite. Tuve que confiar en mi cuerpo, y en mi armadura. - Maldición, maldición. - Mascullé cuando ya tuve las cadenas encima y me golpearon con fuerza esperando poder resistir el impacto. El combate aún no había terminado, no podía permitirme el lujo de retroceder, y mucho menos caer.

Ryu intenta esquivar las cadenas, pero era prácticamente imposible, solo consiguió minimizar un poco el impacto con su armadura. El Kraken había conseguido evitar su fin un poco más.

Ninguno de los caballeros de Atenea fue capaz de detener o esquivar las cadenas del Kraken. El ataque había arrasado toda la plaza a su alrededor, destrozando incluso edificios. Alguno de los soldados de Hades se movían moribundos. Los pocos que estaban fuera del área de efecto habían salido corriendo asustados.

No se escuchaba ningún sonido, salvo el viento avivando algunas llamas. En medio de aquella calma se empezaron a mover cuatro figuras.
Los tres Caballeros de Bronce estaban juntos a un lado, enfrente el Caballero negro del Kraken. Su armadura estaba destrozada, y apenas se mantenía en pie. Athan y Ryu podían notar como su Cosmos estaba totalmente apagado. Aún así trataba de parecer desafiante. No lo conseguía. Aunque su cara destilaba un odio profundo.

Reconozco...reconozco que me habéis vencido. Pero mi muerte no será mi final. Mi señor es eterno, y los que le servimos fielmente también.
Recordadlo.

Al ver el resultado del ataque y la devastación a su alrededor, ya no puede contener la ira. Su antiguo compañero no solo los había traicionado uniéndose al enemigo, sino que carecía de cualquier honor acabando con sus nuevos aliados.

-Tranquilo te enviaré al infierno con tu nuevo amo, traidor. Dile que fracasaste y que los caballeros de Atenea no le temen.

Ryu no pudo contener su rabia y se lanzó a por su antiguo hermano. Las cadenas revolotearon tratando de detener el golpe, pero no fueron suficientes.
El puñetazo lanzó al caballero de Hades al suelo varios metros atrás, pero aún así y todo continuaba moviéndose. Al menos hasta que un rayo de luz negra le iluminó.

NO. No mi señor. Por favor. Soy digno. Soy diiiiignoooooooooooo....

Un destello de oscuridad negra sacudió a los caballeros de Atenea. Y cuando se les pasó la ceguera momentanea había tan solo una mancha oscura en el lugar donde un instante antes estaba William.

Tras el ataque devastador, solamente quedamos mis compañeros y yo, además de aquel traidor. Tuve que admitir que salí muy mal parado, sin embargo pude continuar, y eso haría. Si quería batalla la tendría. Con mi cuerpo cubierto de sangre, heridas, y la armadura de mi constelación guardiana seriamente dañada. Y tuve en cuenta mi escaso cosmos. Mi límite cada vez más cerca. Pero no, no me rendiría.

Revisé a Mikhail, y a Ryu, ambos de pie, también heridos, especialmente el primero, de gravedad. Me pareció increible que aún a pesar de su estado, su espíritu de pelea continuó imbatible. El escenario fue arrasado por completo. Incluso sus propios aliados, muchos de ellos no tuvieron suerte. Aquello me dio más asco si cabe. Su lista de crímenes no cesó de crecer.

Fruncí el ceño al escuchar las palabras del caballero sirviente de la oscuridad. Y al poco, un rayo de luz que le engullió por completo tras el ataque de Ryu. - Deja mucho desear que te hayas creído semejantes mentiras. - Lo dije con una decepción fría. Sin importar que aquel traidor, fuese una vez nuestro compañero ya no lo pudiese escuchar.

Me acerqué con paso lento a mis compañeros. - Espero que Miguel no haya tomado la misma estúpida decisión. - Comenté en un susurro cansado después de la larga y difícil batalla. - Buen trabajo, pero deberíamos irnos de aquí. No estamos en condición de continuar la batalla, necesitamos reponernos y continuar. - Por un momento mi mirada, taciturna, se desvió a los restos del caballero del Kraken, una mancha oscura.

No hubo rastro de culpabilidad en mi expresión, solamente me dediqué a valorar nuestra situación, nuestras opciones.