Partida Rol por web

Miller entra en la "lata" al tiempo de escuchar los cuerpos de las chinches voladoras caer laxos contra la nieve como una lluvia plomiza. El Cabo sonríe dentro del casco y musita un -que os jodan, bichos- antes de volverse y observar en el campo de batalla el poderío de la Federación desplegado, la maquinaria bélica en su máximo esplendor. Muchos se sentirían seguros al contemplar aquello, Miller no, su mente de veterano le alertó:

¡Joder! si estas son nuestras cartas, que jugada llevarán los bichos...

Esto no era un desfile, si habían traído todos los juguetes era porque algún cerebrito pensaba que haría falta hasta el último puto cuchillo de la Federación para ganar la batalla. Solo sacar aquellas cosas del hangar costaba más dinero de lo que ganaría él en años con la exigua paga de cabo.

Salió de la lata al hilo de su escuadra y metió un nuevo cargador en el morita. Miró a sus compañeros y sintió la incertidumbre previa a las batallas, volvía a sentir el jodido nudo en el estómago. Sabía que algunos morirían, pero tampoco se le ocurrió mejor compañía para palmarla.

A la orden Sargento.

Dijo mientras iniciaba un trote cochinero en dirección al trasporte pesado.

McAllen corrió y se cubrió en el transporte ante la posible lluvia de chinches voladores y que se hiciera realidad la pesadilla por la que Sam le llamó "Brocheta" durante el primer descenso de pesadilla que tuvieron que realizar.

Cuando todo terminó, se asomó y vio como algunos de sus compis habían terminado de abatir a la oleada de voladores, y también el despliegue de medios de la federación. Observó esos grandes marauders, uno de los cuales había soñado pilotar, pero su deber le había llevado por otro camino y ahora cargaba con un aparato de comunicaciones a la espalda.

Cuando llegaron los transportes no pudo evitar sonreír- Vamos de lata en lata, ¿eh? -dijo a nadie en concreto mientras veía al teniente bajar de los vehículos. Escuchó las órdenes mientras cambiaba el cargador vacío de su arma por uno nuevo y observaba todos los difuntos que había en el campo de batalla. Murmuró una oración para las almas de los caídos y se dirigió hacia uno de ellos que estuviera cerca, intentando hacerse con cargadores de morita, del aditamento de escopeta, de pistola o granadas, que eran las armas que él llevaba encima y no quería quedarse sin munición.

-Ahora mismo voy, Jefa -dijo a la sargento Odonell mientras terminaba de buscar posibles cargadores antes de dirigirse hacia el vehículo asignado y subirse en él.

-Vámonos de paseo, ¿eh? -cualquier cosa con tal de eliminar la tensión del momento.

Hans esperó a que se calmara y, sin dudarlo, salió corriendo a la zona, a asegurarse de que no hubiera ningún bicho superviviente. Una vez se aseguró, se dirigió a los cuerpos, buscando una morita normal y cargadores tanto para esa morita como para su hawkeye, de la que quedaban dos cargadores completos... solo dos.

-Vamos, hermanos -murmuraba- dame algo con lo que matar chinches y vengar tu muerte -decía mientras registraba los cuerpos que tenía cerca.

Cuando terminó, llegó a tiempo de escuchar las indicaciones del Sargento Gallagher y, con un asentimiento, se subió al vehículo. No le gustaba nada eso, se sentía enclaustrado. Él necesitaba espacio donde moverse, esconderse, emboscar y destrozar, no un punto fijo donde recibir los ataques.

- Señor, a la orden Señor!, dice con energía y sale corriendo pasando por encima del Tigre abatido.
Al llegar al vehículo entra y cogiendo el puesto del tirador del medio de la derecha, se afianza hay colocando sus cosas y desechando el cargador vacío y poniendo uno nuevo.
Allí en el puesto de tirador veía el exterior del vehículo como si fuera una película. Lo que hace poco era una película a velocidad vertiginosa, ahora parecía ir a cámara lenta, la adrenalina ya no corría como hace 1 minuto, donde podían haber muerto toda la escuadra ECO, pero no había sido así, habían caído miembros de la Infantería Ligera, pero eso era una de las cosas que se aprendía en el primer combate, a saber que las caras de los de infantería ligera, no tenias que recordarlas mucho, o te producirían pesadillas.
Ahora allí apostado veía pasar unos cuantos de esos desdichados que se preparaban para el siguiente movimiento, y al igual que la ECO, lo pasarían muy mal, si la mente enjambre se había retirado, era para preparar otra a escasos kilómetros de aquí y mas gorda, eso suponía muchos muchos bichos, y aunque a William le quedaban 9 cargadores de morita, quizás no tendría suficientes, quizás habría tenido que coger alguno de los muertos desparramados por el suelo, pero las prisas de moverse no dejaban hacer ese acopio de munición, eso lo harían los de logística después.

Cuando los dos escuadrones entraron de nuevo en la nave para cubrirse de la lluvia de ripplers Mia se alivió al ver que nadie había resultado herido. Bien, cuanto más retrasemos el sufrir bajas, mejor: mayores serán las probabilidades de sobrevivir a esta noche infernal. Saludó con un parco saludo militar a sus compañeros y asintió ante la información dada por el sargento sobre el exterior. Bien, todo va bien.

Stukov no tardó en acercarse y preguntar por su arma con su sarcasmo característico. Mia se volvió hacia él, tendiéndole la Morita: Tu "niña" está perfectamente... sois tal para cual - Mia golpeó el hombro del soldado en gesto de camaradería y añadió: Ambos sois peor que un grano en el culo.

Su cháchara fue interrumpida por las órdenes del sargento, que les instaba a formar grupos para volver a salir al exterior. No obstante, la orden quedó anulada en cuanto dos vehículos acorazados Gecko llegaron hasta su posición y el teniente Jimmy Hammer descendió de uno de ellos proponiéndoles dar "un paseo". No han tardado nada en mandarlos, me alegro que de vez en cuando seamos una de las prioridades del Puesto de Mando..

Mia recogió su equipo y, rifle en mano, salió al exterior. Esperaba encontrarse un panorama desolador pero la oscuridad de la noche y la ventisca apenas dejaban entrever lo que ocurría a menos de 100 metros. Sus compañeros se detenían a identificar caídos o rapiñarlos, pero ella no sintió la necesidad. Simplemente se dedicó a seguir al sargento hasta el interior del primer vehículo mientras maldecía para sí misma al pésimo clima de Galdonia.

El campo de batalla era un caos, los infantes cubrían la nieve por todas partes , al menos no conozco a ninguno de ellos, pensaba notando algo de alivio. Siguió rápidamente junto al resto de su escuadrón hacia el transporte, parecía que  el comité de bienvenida ya había acabado por el momento. Las primeras oleadas les habían dado un pequeño respiro, o eso parecía pero había que estar atento para lo que les vendría después.

Entró en el acorazado y tomó uno de los puestos de tirador, En posición, jefe, si quiere que intente disparar el trasto de arriba puedo intentarlo, pero no soy muy diestro disparando torretas en movimiento.

habia seguido el consjo de su compañero al tiempo que se habia metido justo a tiempo para ver como se desplomaban los ultimos mosquitos, el caño de su rifle emanaba una porcion de humo, miraba a sus compañeros por lo visto ninguno sin mayor daño.

al llegar los vehiculo era evidente el siguiente paso a seguir, la orden de su sargeto fue automatica y su movimiento tambien, se ubica en una de las sillas y se asegura para el viaje, mientras afirma, señora si señora

al escuchar el comentario de brocheta sonríe y le siguiere a sus compañeros esperemos que la llegada a nuestro destino no sea tan accidentada como nuestro aterrizaje, el soldado retira su cargador y revisa las balas solo para colocarlo de nuevo en el arma y prepararse para el rodeo nuevamente.

- Lo sé. Fue amor a primera vista. - Bromeó, tendiendole el arma a Mía, y cogiendo la suya, comprobando la munición que le quedaba, que tuviera el seguro puesto y demás comprobaciones básicas al recibir un arma. - Me dices unas cosas tan bonitas... Seré un grano en el culo, pero soy vuestro grano en el culo. - Matizó la palabra "vuestro" con una amplia sonrisa, devolviéndole el gesto a Mía, de buen humor. A pesar de los problemas, habían pasado de la primera pelea, y estaban con los pies en el suelo. Que ya era más que muchos de sus compañeros.

- Claro, señor. Ellos ya no las necesitarán - Puso cierta dosis de optimismo a la idea de rapiñar municiones de sus camaradas muertos. - No corras tanto, no hay prisa.. ¡eh, eh! ¡Vandel! - Alzó la voz, mientras salía tras el explorador a rebuscar cargadores, granadas, y en general, cualquier cosa que le fuera util. Primero peino con el sentido de la vista la zona, buscando cuerpos de infantes fallecidos, para dirigirse hacia ellos y tomar algunos cargadores extra.

Y lo que me apetece un pitillo, joder. ¿Podré encenderme un cigarrillo dentro del casco? ¿Si me quito el casco se me congelaran hasta los cojones? Creo que paso de probar suerte... A ver cuando estemos a cubierto puedo fumarme uno que me sabrá a gloria bendita. Joder, si es que ya lo estoy saboreando... Pensaba el infante, mientras rebuscaba entre los cadáveres. - ¿Cómo lo llevas, Vandel? ¿Se están portando contigo? Preguntó, cuando escuchó el ruido de los transportes acercándose. - Eh, tío, tenemos que irnos... Ha llegado el autobús del colegio. - Comentó, dejando en paz los cadáveres y acercándose hacia los transportes.

- Esto está de puta madre, Señor. El Mando se ha portado, pedazo de autobús. - Comentó, parándose junto al transporte, observando lo grande que era. - Todos a dentro - Comentó, tras escuchar la orden del Sargento de subir a bordo del transporte. Una vez dentro, y con la seguridad que le daban las paredes del transporte, haría recuento de munición.

El estruendo del motor de transportes acercándose sacó al escuadrón de la incertidumbre. "Por fin llegan refuerzos." Pensó McNillon con cierta tranquilidad. El fusilero salió para contemplar la monstruosidad que venía a recogerlos al lugar del impacto.

Jenkins agradeció el respiro que suponía la llegada de los transportes, aunque sabía de sobre que era una breve tregua en el medio de la vorágine que se desataba alrededor. Sin más dilación, el infante subió al vehículo siguiendo al resto de sus compañeros de escuadrón.

Una vez dentro de la lanzadera la ventisca parecía menor, los cuerpos de los últimos ripplers caían al suelo desperdigando sus restos por doquier. El sonido de unos potentes motores anunciaba la llegada de las bestias blindadas que la Federación había desplegado en Galdonia, esto nos decía lo que estaba en juego. Siguiendo las ordenes dadas abandono una vez mas mi posición en la lanzadera y me dirijo hacia el transporte terrestre. Mientras camino hacia el Gecko veo como otros compañeros se acercan hacia los caídos recogiendo partes de su equipo.....ya no lo van a necesitar..... tomándolos como ejemplo busco algún cuerpo al que rapiñar municiones.

- Vamos Garth, el último en montar en el Gecko paga la primera ronda.

Una vez terminado con este penoso trabajo, acelero para montar en el transporte antes de que la sargento decida que no lo he realizado con la suficiente celeridad.

Subiendo rápidamente en el transporte, Garth todavía se lamenta de las dos últimas ráfagas perdidas en el campo de batalla.

No puedo malgastar más balas ... así no se puede.

Pero las palabras Caín le devuelven a la realidad.

Pues habrá que buscar al último, por que yo ya estoy dentro. - dice guiñándole un ojo. - Venga vayamos a los puestos de tirador, que todavía tengo balas que tienen el nombre de esas chinches.

Una vez dentro de la lanzadera, permanezco junto a Vincent mientras veo cómo esos putos pájaros se desploman en el suelo. Ahora el espectáculo que veía desde la entrada era fascinante. Podía ver todo el poder de la Federación desplegándose en este asqueroso planeta de mierda lleno de asquerosos bichos.

El espectáculo me tuvo ensimismado hasta que el ruido de un vehículo me sacó del estado justo para ver cómo los transportes se acercaban.

Eeeh, parece que nos vienen a recoger en limusina digo palmeando el casco de Vincent Vamos, rápido. Prefiero esa lata que andar por el puto planeta digo por encima del estruendo para que me oyera Miller

Observo desde la lanzadera cómo las fuerzas de la federación cosiguen organizarse y todo parece que va funcionando. Sonrío y respiro un poco aliviado cuando llegan los vehículos de transporte.

-Estamos en la brecha...¡estamos en la brecha!.

Echo una carrera hasta el transporte que nos ha asignado el sargento. Los compañeros ya estaban recogiendo cargadores y no creo que al teniente le haga mucha gracia que perdamos mucho tiempo buscando entre los muertos.

-Sargento ¿se ha conseguido asentar una base logística?.

El asalto es primordial, pero si la logistica falla, ninguna guerra se puede ganar. Nos vamos a otra parte, a matar más bichos sin duda alguna. Espero poder conseguir algo más de munición, pero por ahora noto una extraña seguridad.

Estoy en Galdonia. Apenas me lo creo.

Cuando me paro al lado de los infantes para ayudarlos viendo que estaban heridos y sin poder ponerse a cubierto escucho el ruido de dos hermosos Gecko acercándose y la voz del Teniente cuando se apea de uno de los vehículos para llevar a darnos un paseo. Miro a los heridos y con un leve encogimiento de hombros más para mi que para ellos al no poder ayudarlos se que no tengo tiempo para otra cosa más que prometerles pedir ayuda médica y apoyo. - Le diré a mi Sargento la posición para que venga un médico y apoyo, busquen cubierto en la lanzadera que hay un infante ligero dentro cabezota que no quiere salir. - Me pego media vuelta y corro hacia el transporte buscando rápidamente al Sargento. - Señor, solicito que un médico pase a ver a esos hombres, les indiqué que se cubran con esta dañada lanzadera hasta que llegue el apoyo, señor. - Trato de que suene más como un pedido que una exigencia dado que ver a compañeros desparramados por todas partes sin ayuda no es algo que me place pero ante tanto caos que eso no suceda es imposible.

Frost se regocijó a comprobar que sus errantes disparos habían destrozado al guerrero que había distinguido en las cercanías. Mientras observaba lo que la salida de la Viking le dejaba ver e intentaba chequear visualmente a todos los soldados del escuadrón Gatling. El sargento había dado la orden de armas tres grupos, sin embargo dos de los infantes se encontraban fuera del transporte, entre el caos le era difícil ver que todos estuviesen bien, le habló por el canal de radio del escuadrón ¿hay alguien herido? ¿alguien sin munición? Nuevamente, esto de ser cabo era una responsabilidad que estaba intentando asimilar. Algo que sentía y que no había esperado era un cierto respeto por sus subordinados. Siempre se había considerado a sí mismo como un novato, un raso, aún teniendo varias misiones peligrosas en su haber. Pero ahroa se percataba de como aquellas experiencias habían dejado marcas en él, más allá de las cicatrices y medallas; una cierta actitud, un modo de moverse en el campo de batalla, un intento de frialdad; nada comparado al teniente Hammer, por supuesto. Esa sensación de nuevo, sus palabras fueron ahogadas por el rugir de dos Geckos de transporte de tropas que se acercaban, y el mismísimo teniente se asomó para darles nuevas órdenes.

Jhonny se aprestó a seguir las órdenes de los superiores ¡a la orden teniente, sargento! impulsó con todo el aliento que tenían sus pulmones y se acercó velozmente a la puerta del primer Gecko que se acercaba quedándose allí hasta que todo el escuadrón estuviese adentro.

Aquellos que estais rapiñando munición, ¡adentro ahora! ya habrá oprotunidad de conseguir balas.

-A la orden.- Digo metiéndome en el primer acorazado como ordena mi superior, espero que esta vez pueda matar más bichos de éstos...

Compruebo mi arma tras recargarla y me pongo en un puesto de tirador a la espera de más ordenes y bichos.

Sam observó la escabechina que hicieron sus compañeros que no se habían resguardado, prefiriendo matar más que ponerse en un lugar seguro, en fin, cada uno tenía sus propias valoraciones en una misma situación de peligro.

Escuchó las órdenes tanto del teniente como de la sargento- a sus órdenes, sargento -contestó, pero antes de introducirse en el Gecko, optó por imitar a Brocheta y algún otro que parecía intentar buscar munición de entre los cadáveres. Era poco "delicado", pero la munición no servía de nada a los muertos.

Una vez hubiera terminado de registrar algún que otro cuerpo, Sam se dirigió hacia el camión como el resto de la ECO con la esperanza de poder llegar a un sitio defendible y que no les pillaran de nuevo en bragas.

-Vamos, señoritas, el baile acaba de comenzar -dijo con su típico humor.

Me mantengo en guardia hasta que veo el Gecko. Nos movemos. Espero apuntando, observado las lineas que amrcan en el cielo los proyectiles de la federación, las explosiones, las columnas de humo y los pequeños incendios repartidos por la nieve, como una especie de parodia de oasis en un desierto helado.

Me meto en el Gecko cuando me dejan entrar y me qeudo cerca de mi unidad, mriando por encima para comprobar que d emoeto no hay bajas y luego observando atentamente por las ventanas del vehículo. Esto está lejos de acabar. Pienso mientras observo como el empuje de nuestras tropas sigue abalanzándose contra las hordas de bichos.

Bill! muevete coño! a mi si que me desesperas!

Toda la Eco estaba encima del vehiculo y Alex se mantenia abajo esperando a ser la ultima en subir del escuadron.

Ethan, una vez dentro del Gecko con todo lo que había podido coger del desafortunado Infante Ligero, abrió el canal para hablar otra vez con su "binomio"....pero decidió mantener un prudente silencio...cerrando el canal de nuevo. La Sargento parecía estar cabreada...y si su compañero aún no había aprendido a cumplir rápidamente las órdenes, pronto aprendería...o conocería a la "amiguita" de la Sargento Bolly....y no le iba a gustar. 

Tras disponer el equipo recogido cerca de sí para entregárselo a la Sargento luego, se abrochó el cinturón de seguridad y buscó un acomodo en el interior del impresionante vehículo....algún hueco por el que disparar. Aún había demasiado bicho suelto que masacrar...y harían lo posible por igualar los números. 

"Eh Bro....¿me pre...prestas tu co...co...compañero? El mío va a t..t..tener una ch..charla con la amiga de la S...sargento..." dijo al oír los chascarrillos de sus dos amigos de la ligera...eran los tres tal para cual...incluso en momentos de tensión, tenían una frase ingeniosa o broma...Brocheta era el más dado a eso....Rodriguez la más bruta....Ethan intentaba seguirles el juego, aunque era más tímido al principio, poco a poco iba perdiendo la vergüenza....