Partida Rol por web

YEEEEEEEEEEHAAAAAAAAAWWWWWWW - gritaba el artillero mientras veía como los bichos iban cayendo uno por uno segun se acercaban, aun así volvían a aparecer mas de ellos, y los bichos voladores no habían alcanzado su posición pero no tardarían en llegar hasta ellos -Jefe hay que darse prisa!!, entonces vió como el resto que había caido inconsciente iban despertando si estaban todos operativos saldrían de allí.García, parece que los bichos nos querian saludar de cerca, ... no te preocupes te hemos dejado unos cuantos - dijo con una sonrisa crecido por e tiroteo y volvió a disparar otra rafaga con la shredder no podían dejar que llegasen hasta ellos

La situación más complicada no podía ser y García nos lo confirma cuando "Inteligencia" nos comunica que debemos reagruparnos y que podrá ser más importante ahora que romper las líneas del poderoso imperio arácnido. Algunos ya están saliendo del vehículo y por mi parte voy empujando a los rezagados que no quieran así cubren a los que van a reparar el Gecko. - ¡TODO EL QUE NO ESTÉ REPARANDO ALGO O CURANDO QUE SALGA Y CUBRA EL GECKO! - Vocifero a todo el grupo para animarlos en este momento.

Giro sobre la posición de Haggar para cubrirle el cielo que lo tiene descuidado y con las últimas diez balas del cartucho veo como los bichos caen como moscas. - Tengo que recargar. - Le digo a Haggar para que sepa que tengo que tomar mi último cargador cortesía de la Federación.

Luego de que Rivas volviera en sí, prácticamente todo el escuadrón entraba en actividad. Todos le habían obedecido, entre gritos, que parecían euforia, disparaban y acribillaban a sus enemigos con nervios de acero. Lejos estaban los momentos donde dudaba de la posibilidad de volver, parecía que el fuego y la cruenta batalla comenzaba a templarlos. Sonrió para sus adentros, pero no podía permitirse una alegría en estos momentos, no podía confiarse y flaquear. -Verlos actuar como verdaderos infantes me inspira a ser mejor soldado- pensaba cuando la voz de garcía volvió, apagada al principio y con su usual estridencia luego.

-Bienvenida García. Ya escucharon soldados, cuando reparemos este trasto nos largamos-

Avanzó detrás de McNillon, que ya estaba en la puerta del transporte, al tiempo que volvía a impartir órdenes -Stukov, Taylor, conmigo. McNillon, cubre nuestra salida, nada debe acercarse- En el momento en que llegaba al umbral se percató de que Campo Guerra y Gallagher seguían inconscientes, con el poder de fuego que estaban desatando sus hombres había pasado por alto que no todos estaban en actividad. -Tarcus, Campo Guerra y Gallagher tienen que despertar ahora mismo- expresó con los dientes apretados.

Les hizo una señas a sus hombres para que lo acompañasen rápidamente junto al piloto, con cuidado para no pasar por las escotillas de disparo desde dónde los otros soldados estaban disparando. Afuera el caos reinaba, Frost aprovechó el pequeño trote para ver cual era la amenaza más cercana.

- ¡De nada! - No hubo tiempo para la satisfacción o el orgullo por haber conseguido despertar a Llorens. Ya habría tiempo después para bromear sobre los golpes y bofetadas propinadas para arrancarlo de su placentero sueño. Pero para ello debían sobrevivir. Para ello debían seguir dando lo mejor de sí mismos y un poco más.

Ayudó a Llorens a ponerse en pie, y escuchó las nuevas órdenes por parte de Hammer. ¿Que nos han metido aquí, bien jodidos entre todos estos putos bichos y ahora se lo han pensado mejor porque han descubierto algo? Espero que se me acaben las balas con los putos bichos porque si no, le pegaré un tiro a alguien. Pensé, molesto con lo sucedido. Aquella no era otra cagada más de SICON.

Por desgracia, tampoco tenía tiempo para las quejas varias, de mostrar o demostrar su frustración y por supuesto, estaba demasiado lejos como para dispararle a alguno de los responsables. Quitó el seguro y fue a dirigirse hacia uno de los puntos de disparo, cuando Frost lo llamó.

- Claro, Señor. - Aprovechó para recargar su arma. - Preparado. Cuando quiera, Sargento. - Acabó por decirle dándole el visto bueno y colocándose detrás de él y esperándolo para salir. Alzó el arma, apuntando a su alrededor y saliendo del vehículo, agachándose para no interponerse entre los bichos y el fuego de nuestros compañeros, imitando al sargento en sus pasos para llegar hasta el piloto.

Miró a su alrededor, y solo pudo ver caos y muerte. Esperaba que las palabras de García se cumplieran y realmente les ofrecieran potencia de fuego adicional, o muy pronto se verían rodeados y superados. Había que reparar el vehículo cuanto antes.

El intenso chillido de los arácnidos que caían a manos de los disparos de la escuadra conformaban el sonido de fondo en aquel paraje. McNillon se apresuró a abrir la compuerta del Gecko y, con paso firme, se posicionó fuera del transporte con su morita en alto. 

El conductor ya estaba fuera para iniciar las reparaciones y el objetivo a cumplir era tan obvio como crucial para poder continuar con el asalto. Nada más poner un pie sobre el terreno, el sargento se apresuró a dar nuevas directrices para desembarcar segura y ordenadamente. -En posición, sargento.- Comunicó para confirmar que ya se encontraba en disposición de proporcionar cobertura a sus compañeros. Jenkins movía su arma de un lado a otro con breves y precisos movimientos buscando objetivos que tratasen de acercarse al accidentado vehículo. Los latidos de su corazón retumbaban en sus oídos como si de un tambor marcando el ritmo se tratase... Un ritmo del que dependía para presentar batalla al enemigo que se acercaba imparable.

Taylor se movio a las órdenes del sargento. Ya cerca de él, empezó de nuevo a disparar contra toda aquella horda de bichos que se acercaba hacia ellos. Sin embargo, los nervios le jugaron una muy mala pasada y no logró que sus balas impactasen a los seres que se abalanzaban sobre ellos. Buen momento para fallar. 

El combate continuaba de forma caótica, las filas de infantes en tierra tenían dificultades para poder abatir a los múltiples Burrowers que se introducían una y otra vez en la tierra para salir nuevamente y de forma sorpresiva sobre cualquier incauto que no estuviera prestando suficiente atención. Los guerreros y tigres eran otro problema, ya se habitan volado muchos hoyos, pero había muchos mas y los bichos seguían saliendo en cantidades temibles.

Para muchos, el hecho de la retirada se hubiese ordenado recientemente, no era mas que un indicio claro de que esta nueva batalla estaban también perdida, y quizá con ella, toda la campaña de Galdona VI. Solo un milagro podría cambiar esa situación a aquellas alturas de la guerra.

Para el escuadrón Gatling la situación no era tan mala aunque si preocupante. Se encontraban con el Gecko dañado en medio de la batalla mientras todas las tropas empezaban a retroceder y por tanto, estaban atascados y en peligro. Frost y otros ya habían salido a empezar con las reparaciones mientras el grueso del escuadrón habría fuego de contención sobre todos los enemigos que se acercaban, ya fuera por tierra o por aire.

Me quedo aturdido después de mi primer disparo, pero tengo que reaccionar, así que me dispongo a salir del vehículo y apoyar a mis compañeros.

Una vez fuera busco objetivos en el cielo ya que me cuesta menos ver sus movimientos y no quiero que se me echen encima pillandome desprevenido

Aprovéchalo, hay muchos bichos que vienen a por su ración, replicó al soldado de primera recién ascendido a cabo.

Poco a poco pesar de que estaban dándole con todo los bichos no dejaban de salir, aquello era un autentico hervidero.

No paran de salir, espero que el jefe arregle pronto este trasto y salgamos de aquí no podremos aguantar mucho más, piensa en alto posiblemente no le escucharan los demás o quizá si, entre tanto ruido con las moritas disparando ni casi el mismo escuchaba sus pensamientos pero no podían dejar de aguantar, y lanzó otra ráfaga supresiva en cuanto los bichos alcanzaban la zona que vigilaba, sea como fuera no debían pasar afuera estaban aún mas expuestos que ellos y eran su única baza para conseguir salir de allí.

Jhonny llegó junto al piloto y no tardó demasiado en percatarse de las averías que había sufrido el transporte blindado. La tarea era complicada en extremo al estar en el centro de un maelstrom de arácnidos que intentaban devorarlos y los infantes de la federación que intentaban repelerlos con toda la potencia de fuego de la que disponían. Lar armas de fuego disparando a discreción, los cañones gemelos del vehículo repartiendo muerte de gran calibre en los cielos, el sargento casi ni podía oir sus propios pensamientos.

La conclusión llegó rápidamente a su mente -son las llantas delanteras, no cabe duda. Tendré que improvisar algo, una chapuza para partir cuanto antes- lo cual le hizo reaccionar dejando su morita en el suelo junto a él y comenzando a organizar en su mente las tareas necesarias.

-Gallagher necesito ya mismo tu trasero aquí, así como la llanta de respuesto del Gecko- chillo por radio al soldado que acababa de volver en sí -Stukov, Mirabal*, tenemos que comenzar a colocar el gato hidráulico allí- señaló con la mano derecha al sitio justo debajo de la cabina de pilotaje. Dicho esto, el sargento Frost se dedicó a sacar las herramientas del Gecko. Memorias de algunos cursos y simulaciones que había realizado en la academia, refiriéndose a vehículos terestres, le venían rápidamente. Aún no siendo su especialidad, le había dedicado esfuerzo a la materia en el último año, ya que intentaba entrar a finalizar la graduación de ingeniería. Para probar uno debía dominar un amplio abanico de habilidades técnicas, lo cual incluia reparación de todos los vehículos militares y civiles de los que hacía uso la federación.

Recordó que siempre llevaba consigo la valiosa y multifacética duct tape, además de un práctico bolt cutter láser. Utilizando eso junto al soldador de acetileno que todo vehículo blindado llevaba en su kit de herramientas estándar podría realizar unas uniones rápidas e improvisadas que le permitirían el vehículo andar, aunque no soportar esfuerzos extremos.

Teniendo las ráfagas de rifles de asalto, cañones montados y poderosas ametralladoras ligeras como música de fondo, el técnico del escuadrón Gatling puso manos a la obra.

Nada más salir, y a pesar de la protección térmica del traje blindado pudo notar la bofetada del frío sobre la piel, haciéndolo llegar a pensar que tenía alguna fisura en el traje, o no lo había sellado correctamente. No tardó más que un par de segundos en concluir que nada de eso ocurría. Solo era el frío, solo el miedo.

Y al poco de salir, miró a su alrededor, buscando con la mirada las amenazas más cercanas. El exceso de estímulos externos comenzó a sobrecargar sus sentidos. Los destellos provocados por las armas de gran calibre del arma iluminaban una amplia zona, revelando las monstruosidades que ocultaba la noche. Sin poder evitarlo, cerró con fuerza sus dedos entorno a su morita, como si aquel fuera su único pasaporte a la supervivencia.

¿Qué infante no sentiría terror? Él había sido entrenado durante meses. Pero aquel era su primer campo de batalla real. ¿Qué novato no sentiría miedo? Por desgracia, por suerte o quizás por intervención de algún ente superior y desconocido, Stukov sabía que sentir miedo era natural. Sobreponerse era de verdaderos soldados. De verdaderos ciudadanos.

Caminó tras Frost, alzando el arma y apuntando a la noche, afinando los reflejos por si tenía que abrir fuego contra alguna chinche demasiado evasiva o hábil. Su dedo acarició el gatillo en no pocas ocasiones, pero no llegó a disparar un solo disparo.

Porque a pesar del casco y el aislante, podía escuchar los disparos de sus compañeros a través de los puntos de disparo del Gecko, podía escuchar los cañones gemelos del Gecko escupir muerte sin descanso. El ruido, los flashes, la tensión, el miedo. Se situó junto a su Sargento, observando la llanta junto a él.

Necesito pensar en otra cosa. Una canción. Una canción estará bien... alguna de las malas del Instructor Philip J. Llywelyn.

En aquel momento, Frost comenzó a hablar, llamando a Gallagher. Lo miró en cuanto le indicó que debía hacer. - A la orden. - Tomó el hidráulico y comprobó el lugar indicado por el Sargento. Entonces, le entregó el gato a Mirabal. - Me meteré debajo. Damelo cuando este debajo. - Cogió la morita, dejándola apoyada contra el Gecko y se agachó, metiéndose bajo el gecko. Miró el eje del Gecko, y se dio cuenta que, a pesar de su poca o escasa experiencia mecánica, los bajos del Gecko se parecian bastante a los del tractor de su familia. Lo que le daba una idea muy aproximada de donde colocar el gato hidráulico.

¿Por qué me toca a mi acabar siempre en lugares extraños?

- Dame el Gato, rápido. - Insistió y haciendo gestos para que se apresurara. Nada más tomarlo, lo colocó en posición, lo comprobó y lo activó. - Vamos, vamos... date prisa... - Murmuró entre dientes, cerrando los ojos unos segundos.

¿Cómo era la canción de Llywelyn? Juntos como infantes, miembros de una escuadra, vamos caminando al encuentro de las chinches. Un largo caminar, por Galdonia sin el sol, no podemos avanzar sin la ayuda del Gecko. Unidos al disparar, unidos en una escuadra, disfrutaremos de nuestra misión con la ayuda de la flota.

Joder, ahora me doy cuenta que no rima para nada. ¿Cómo hacía para que sonara tan bien ese cabronazo? Por suerte, su atención se vio centrada nuevamente en lo que estaba haciendo, cuando acabó. - ¡Señor! ¡Listo! -

Estaba tirada en el suelo, inconsciente mientras la batalla se sucedía a mi alrededor.

Habían conseguido frenar momentáneamente a la marea. Pero sus esfuerzos parecían inútiles al ver la interminable cantidad de arácnidos que surgían de los subterráneos... Aquello se estaba convirtiendo en una horrible constante en un campo de batalla donde sus posibilidades de salir con vida se reducían a cada instante. Pero no debían flaquear. 

McNillon se mantenía firme en la posición desde la que había dado cobertura a sus compañeros sin bajar su morita ni un segundo, pues el enemigo no se lo permitía. Ahora tenían un objetivo muy claro y de ello dependía su avance así como su supervivencia. Si alguno de esos bichos conseguía llegar hasta su posición, estarían perdidos. De modo que, al igual que había hecho antes, Jenkins descargó una nueva ráfaga para cubrir su lado del transporte mientras se preguntaba cuánto más podrían aguantar en aquella tesitura... -Vamos, vamos, vamos...- Decía en un susurro casi para sí mientras el acompasado repiqueteo de su morita aportaba su sonido al resto de las armas del escuadrón que descargaban sus proyectiles con la única intención de proteger el Gecko.

Pese a la inoportuna jaqueca que sufría, Mia logró recomponerse y volver a estar en primera línea de combate. No te vengas abajo, pequeña... Frost y Stukov nos van a sacar a todos de ésta. Tras la barrera de energía ya podrás tomarte un bote entero de aspirinas. Oteando en rededor en busca de objetivos, no le costó darse cuenta de que el objetivo más fácil eran los voladores: eran más frágiles y visibles, por recortarse contra el cielo, que los warriors y burrowers que surgían de la tierra.

Concéntrate... concéntrate... Se repetía mientras apuntaba e intentaba evadirse del dolor. Así, cuando una bandada pasó cerca del Gecko, descargó sobre ella una ráfaga que se sumó al coro balístico de la Gatling.

Los ripplers caían como moscas con cada ráfaga de balas que disparaba, la lluvia de plomo que salían de la morita es letal para el imperio aun que sea en este ínfimo punto de un asteroide que todavía no entiendo el porque de su importancia. Todos estábamos haciendo nuestra parte y eso era lo importante, cuidarnos entre todos y no tener bajas que hasta ahora se viene cumpliendo.

Cambio el cargador que cae con un golpe seco sobre la fría superficie del asteroide y es reemplazado por el último cargador. - Último cargador. - le marco a Haggar que está conmigo y le doy buen uso a las balas que disparo buscando abatir a cuantos ripplers están dando vuelta por nuestro lado.

Hans había vaciado su cargador de nuevo, pero lo peor era que a parte de ese solo le quedaban dos cargadores más- Maldita munición -dijo para nadie en particular mientras sacaba uno de los cargadores llenos de los bolsillos y lo cambiaba- ¡RECARGANDO! -avisó para que supieran que tardaría en volver a abrir fuego. 

Solo esperaba que los mecánicos pudieran reparar el gecko antes de que fuera demasiado tarde.

Franz volvió a abrir fuego desde su posición, pero de nuevo las balas no lograban dar en el blanco. Y por si eso fuera poco, se había quedado ya sin munición en ese cargador.