Partida Rol por web

Los infantes de los escuadrones Eco y Gatling se encontraban ya a las puertas de abordar sus respectivos vehículos de trasporte Gecko que les habían sido proporcionados. En los alrededores, una gran multitud de infantes y vehículos Gecko se arremolinaban; al parecer, esta vez inteligencia apostaba por un ataque numeroso y rápido, aunque para muchos infantes no había diferencia, seguía siendo una carga suicida.

Del otro lado de la barrera de energía, todo se mantenía en un preocupante silencio, de vez en vez se escuchaba algún ruido y a lo lejos se podían ver a algunos distintos bichos que patrullaban la zona. La flota por su parte seguía surcando los cielos protegiendoles de ataques desde las grandes alturas y formando una segunda barrera en los cielos.

-Sargento Odonell, sargento Frost- gritó el teniente Hammer parado entre ambos escuadrones y apunto de abordar un Gecko especial para los contingentes de mando, un GK-15 Gecko Command Carrier. -Ordenen a sus tropas que aborden ya los vehículos, el ataque está por empezar. Que todos se coloquen en las ventanillas de disparos y habrán fuego a todo enemigo que se aproximen desde las alturas. Debemos dar la mayor protección posible a las tropas que avanzan en tierra. Avanzaremos rápido, esta vez el fuego de artillería ira barriendo el terreno por enfrente de nosotros a no mas de 100m a fin de que avancemos con cobertura. Nuestra misión es cruzar las lineas del enemigo y atacarlos desde la retaguardia rompiendo sus lineas y permitiendo que un segundo contingente ataque les aplaste. No se preocupen por la viabilidad del Gecko donde irán, el cuerpo de técnicos nos ha proporcionado un piloto y un artillero para que operen eficientemente al vehículo, nosotros solo nos encargaremos de proporcionar fuego desde las escotillas de disparo-.

Justo cuando el teniente terminaba su discurso, la artillería empezó a disparar causando un ensordecedor estruendo en la linea del frente. Las barreras empezaron a menguar hasta desaparecer el halo de energía que generaban, y entonces las tropas de pie se lanzaron al ataque. El teniente Hammer parecía gritarles que abordaran cuanto antes, aunque era imposible escucharlo con tanto estruendo. Lo importante en aquel momento era que había llegado de nuevo la hora de entrar en combate.

¡Si señor!- digo con una sonrisa en el rostro. Acababa de sobrevivir a mi primera escaramuza y me sentía com una colegiala. Revise mis armas y mis municiones, al igual que muchos de mis compañeros.

Cuando llego la hora de la verdad, aprete el gatillo y espere que mis balas lleguen mortiferas y certeras sobre los bichos.

Todo se aceleraba por momentos, si bien no había cesado nada, ahora empezaba a ser más movido. Y las ordenes venían de todas partes, aunque todos ya estaban preparados para lo que venía, sea cuales fueran las ordenes al final se resumían en una acabar con los malditos bichos.

Yo me quedo aquí, dijo colocándose en una de las escotillas de la izquierda, puso la shredder apoyándola en el chasis, y abrió fuego, ¡disparando! el arma se movía bastante intentó corregir el disparo intentando derribar todos los bichos que pudiera. Cuantos más bichos derribaran más opciones de sobrevivir tendrían los infantes que no tenían la suerte de ir en un vehículo blindado como ellos

Mia escuchó con atención al teniente Hammer y esperó a las órdenes de Frost para abordar el Gecko. Volvían al campo de batalla. Motorizados sí, pero debían atravesar las líneas enemigas para golpear desde la retaguardia. No iba a ser nada fácil. Voy a salir de ésta. No me voy a echar atrás de nuevo. Por mí...Por papá... Por ellos... Pensó Mia, observando a los infantes ligeros iniciar la marcha a pié desde la escotilla que le había sido asignada. Si lo hacemos bien evitaremos otra masacre.

La Consejero Táctico sacó su Morita por la escotilla y oteó el horizonte. No se veían muchos arácnidos, pero ya llegarían. Espero que el barrido de la artillería esta vez sea efectivo... En cuanto el vehículo se puso en marcha, intentó apuntar pese al tembleque, cubriendo el cielo sobre los primeros infantes ligeros para evitar que ataques aéreos sorpresivos cayeran sobre ellos. Vamos allá Mia, mente fría y arma caliente.

-¡García disparando!

Stukov subió al Gecko con el arma al hombro, sentandose en cuanto tuvo la oportunidad. Se acomodó mientras sus demás compañeros subían y tomaban posiciones. El vehiculo no tardó en arrancar, y Stukov sabía que marchaban a una misión suicida, en el mejor de los casos. Las bombas seguían cayendo a su alrededor, fruto de la artillería para abrirnos camino, y sentía como la onda expansiva golpeaba los laterales del vehiculo.

Conocía las ordenes. Dar cobertura a los soldados de tierra que quedaban atrás. Se dio la vuelta, quitandole el seguro a la morita y colocandose junto a Haggar. - Caña al bicho. - Anunció con una media sonrisa, justo antes de apuntar con el arma. - Stukov Disparando. - Avisó, comenzando a disparar a los bichos en su lateral del Gecko, aunque el movimiento y la rapidez del vahiculo parecía espercir demasiado los disparos.

Finalmente la hora de volver a salir llegó, dentro del GECKO distribuidos sin orden pero con la intención de cubrir a nuestros compañeros que van por tierra todos tenemos las armas fuera a través de las ventanillas del vehículo. El viento entra fuerte y se ve como se arremolina por lo blanco que es.

El Sargento da la orden de abrir fuego de cobertura a los corredores y lo secundo. - Ya escucharon al Sargento, quiero a todos cubriendo a los de a pie. - Levanto mi arma buscando objetivos que vuelen dentro de mi linea de visión y aprieto el gatillo, pero justo el vehículo golpea con un pozo y casi que termino metiendo el arma dentro del vehículo mientras tenía el dedo en el gatillo.

Cuando terminaron de subir los infantes del escuadrón Gatling, Jhonny ingresó al vehículo blindado. Buscó un lugar junto a la consejero en el flanco derecho del Gecko. Llorens te necesito en el costado izquierdo, García, no quiero que perdamos detalles de las órdenes que pueda transmitir el teniente.

Hizo una pausa para acomodarse, apoyó su rifle en la escotilla de tirador, respiró profundamente para intentar calmarse. La situación se saldría rápidamente de control cuando entraran otra vez en combate, lo sabía. Muchos de sus subordinados habían quedado muy impresionados con lo que venía sucediendo, y eso no era bueno. Se tomó unos segundos para decirse a sí mismo que haría lo mejor por sus hombres. ¡Todos, fuego a discreción! No quiero ver un solo volador tranquilo, no quiero ver ahorro de munición. Todos disparan, infantes. Hay que proteger a los soldados de a pie.

Sus últimas órdenes se mezclaron con la vibración de los motores y del andar del transporte de tropas. Los enemigos ya surcaban los cielos amenazando con lanzarse sobre las tropas y jhonny no tardó en encontrar varios objetivos claros. Su rifle volvió a cantar plomo.

Hans no estaba a gusto en esa misión, y toda la moral que había adquirido durante el desembarco en la que había abatido a unos cuantos bichos ahora estaba por los suelos, después de todo lo ocurrido en la batalla anterior, y ahora intentaban mejorar eso con un ataque con blindados en el que no tendría a donde huir. No pintaba muy bien.

Se dirigió hacia uno de los puntos de disparo del vehículo y se situó en él, esperando a que todo empezara, y lo hizo con un movimiento del vehículo. Cuando recibió la orden de disparar no lo dudó ni un segundo, solo esperaba poder matar a unos cuantos de esos malditos bichos mientras estuviera en un lugar seguro.

Subímos al vehículo con urgencia y todo comienza otra vez, solo es ahora no hay ningún lugar donde huir.

El avance comienza hacia los bichos y me pregunto el por qué de esta táctica. Los soldados mejor blindados avanzamos en vehículo mientras la infantería ligera lo hace a pié. Eso solo puede significar una cosa y es que habrá un momento en el que nos adelantaremos y nos quedaremos solos.

Estoy realmente nervioso ante esa idea, ante la idea de que el vehículo sea destruido y no tengamos ninguna posibilidad de huir y ante la idea de que vuelva a pasar lo mismo de antes, solo que al estar más lejos, el bombardeo nos alcance.

El sargento Frost no parece afectado por nada, tampoco el cabo ni la mayoría de los allí presentes, así que no me queda otra que esperar el momento y disparar con todo lo que tengo...

Gallagher preparó su arma, fue a una de las escotillas y comenzó con las practicas de tiro

El ataque de las fuerzas conjuntas de la federación se mostraba letal en sus inicios, con el apoyo de flota, el poder de la artillería y la cobertura de los Geckos, las fuerzas de infantería estaban logrando avanzar mas de lo que habían logrado avanzar antes. Esta vez el fuego de artillería dejaba pocos sobrevivientes, lo que facilitaba en gran medida las cosas. Pero las cosas no tardaron mucho en empezar a salir mal.

El primer problema se suscito cuando gran cantidad de Ripplers lograron atravesar la barrera que conformaban los cazas de la flota para lanzarse contra los infantes en tierra. Alli, se suponía que los fusileros en los Geckos tenían que cobrar fundamental relevancia, sus disparos lamentablemente, estaban dejando mucho que desear. Muchos de los disparos fueron a dar a la nada y muy pocos Rippler cayeron victimas del fuego de cobertura.

Con ello la velocidad del avance se vio afectada y pronto como resultado, el fuego de artillería empezó a dejarlos peligrosamente atrás. El combate en tierra aun no se veía comprometido, los fusileros ligeros y pesados daban lo mejor de si y con cierta contundencia lograban hacer frente al ataque del enemigo. Por suerte, contaban también con la ayuda de los Twin Ffty Canons montadas en los Geckos que con gran letalidad barrían los cielos matando a mas de un Rippler a la vez.

Varias espinas lanzadas por los Ripplers azotaban con fiereza contra la carrocería del Gecko, por suerte, el blindado vehículo era demasiado resistente como para que un ataque así fuera suficiente. El miedo estaba con las ventanillas, con el rostro de los infantes pegado a ellas, era fácil que recibieran un letal ataque. Un bicho impacto súbitamente sobre el techo del vehículo en movimiento y, agarrándose de este, empezó a atacar el blindaje con sus garras con preocupante insistencia.

Repentinamente en el cielo empezaron a brillar estrellas en medio de la oscura noche. Los infantes no tardaron mucho en deducir por el movimiento como cometas de estás, de que era de lo que se trataba. La voz del piloto les confirmó sus temores.

-Nos disparan proyectiles de plasma. Agarrasen de donde puedan, intentaré esquivarlos-.

El Armored Gecko aumentó la velocidad empezando un movimiento zigzagueante que dificultaba el apuntar desde las escotillas y que hacia muy difícil el mantener el equilibrio dentro del mismo. Luego vino lo peor, una luz intensa envolvió al vehículo y vino seguida de una poderosa sacudida, les habían impactado. El Gecko ahora estático y humeante había estado cerca de voltearse. Afuera podía verse el caos de la batalla y el sorpresivo ataque claramente planificado del imperio arácnido pues gran cantidad de Burrowers estaban abriendo camino desde las profundidades.

La euforia inicial provocada por los repentinos avances a pasos agigantados que estaba dando la Federación contra el enemigo subieron la moral de Stukov. Las explosiones, las quejas de los bichos al morir ante las explosiones y el fuego, los disparos. Todo sonaba como una hermosa sinfonía de destrucción que hizo que el zapador se sintiera inmortal e indestructible por unos segundos. Segundos donde disparó salvas con la morita hacia el cielo, buscando derribar los bichos voladores, con la esperanza de salvarle el culo a algún capullo de la infantería ligera que después le debería cigarros o balas.

Pero aquella sensación de euforia no tardó en dejar paso a una mezcla de impotencia y desesperación. Por más que disparaban, por más bichos que derribaban más parecían caer sobre la infantería ligera. ¡Joder! ¡Seguid disparando! Se quejó, mientras llenaba el suelo del transporte con los casquillos de la munición disparada.

Pero el escenario no solo podía ponerse peor, si no que además no espero lo más mínimo en que así fuera. La salva de espinas lanzadas contra el Gecko le dejaron claro lo cerca que había estado de la muerte. Una cayo a su derecha, otra a su izquierda a pocos centímetros de su cara, lo que le obligó a dejar de disparar y retroceder medio paso para evitar que la segunda ronda de espinas no tuviera tan mala suerte.

Preparó su arma con intención de volver a asomarse y devolverles el favor cuando escuchó el golpe sobre el techo del transporte. No se esperó un segundo, alzando el arma hacia el techo con intención de disparar cuando un mensaje captó toda su atención.

¿Plasma?

No llegó a decir palabra, cuando sintió la fuerza de la aceleración del vehículo y se agarró a uno de los salientes con la mano derecha y sujetando la morita con la izquierda. No he llegado hasta aquí para morir en esta puta lata de sardinas, joder. Se quejó mentalmente, sujeto con fuerza al vehículo y sintiendo la fuerza de la tracción como lo zarandeaba de aquí para allí.

Apretó los dientes ante el esfuerzo, a sabiendas de que si le fallaban las manos posiblemente acabaría volando hasta el final del Gecko, llevándose a algún compañero por delante y asegurándose un buen golpe. Pero fue aquel destello que lo cegó durante unos segundos el que le obligó a soltar la morita, agarrándose con ambas manos al mismo saliente y compensando el balanceo del Gecko apoyando el pie en la pared, de forma instintiva.

¿¿QUE COJONES HA PASADO??

Abrió los ojos, con un agudo y molesto pitido aun rondándole los oídos, y con la visión ligeramente afectada ante el destello que lo había deslumbrado. No tardó en mirar a su alrededor, tomando la morita entre sus manos. - ¿Estáis todos bien? - Preguntó con un tono exageradamente alto debido a la excitación del momento.

Y miró por la ventana, para abrir ligeramente los ojos ante lo que estaba viendo. - ¡Burrowers! - Avisó a sus compañeros, ayudando a que alguno se levantara de sus compañeros cercanos se levantara y colocó el arma en la apertura, comenzando a abrir fuego para.

Todavía tratando de mantener el arma firme el arma veo como el resto si puede bajar bichos. Mientras el techo resuena con los impactos de las espinas por una vez valoro la acertada idea de PSYCO de mandarnos dentro de los Geckos pero a la vez maldigo porque el resto de los soldados está al descubierto y están marchando mientras caen.

Trato de ver a pesar de la ventisca los malditos bichos voladores pero no me ayuda mucho la visión hasta que de golpe todo se pone celeste. ¿Se hizo de día en este maldito lugar? Pero la ilusión dura hasta que "el amanecer" comienza a caer sobre nosotros con fuertes explosiones como resultado. Se escucha la voz nerviosa del conductor que hace lo posible para ir esquivando las detonaciones hasta que una nos pega.

Yo aun intentando buscar un blanco no me sujeto con suficiente velocidad y salgo disparado hacia la parte de adelante del vehículo, veo pasar o yo voy pasando a mis compañeros que me miran seguir de largo mientras ellos están fijos y luego...

Ahí estaban de nuevo, en un blindado Gecko, dirigiéndose de nuevo hacia la batalla. McNillon esperaba en su compartimento en absoluto silencio y con una mirada fría fija en un punto en el infinito tras el armazón del vehículo. La terrible experiencia sufrida al presenciar tanta muerte y al haber notado el filo de su guadaña pasar tan cerca de él era algo que atenazaba su mente. Pero ya había decidido antes de volver al frente que todo eso lo resolvería en cuanto estuviese seguro de salir con vida de ahí. Por el momento se ocuparía de estar preparado para luchar junto a su escuadrón.

Pronto llegan las primeras órdenes. Al parecer no esperarían a desembarcar para iniciar las hostilidades. -¡Sí, señor!- Exclama Jenkins. Prepara su morita y espera a su turno para ocupar uno de los puntos de disparo. Los disparos acompasados de las moritas del escuadrón pasan a ocupar el protagonismo en la peculiar banda sonora del viaje. Incluso por encima de los lejanos chirrido de los Ripplers y los poderosos estruendos de la artillería de la Federación. El fusilero hace de relevo para no interrumpir en ningún momento la ráfaga de fuego. Tratando de compensar el traqueteo del transporte, McNillon apunta su arma hacia la nube de voladores. Pero unas lejanas y extrañas luces le hicieron detenerse. Enseguida reconoció las incandescente estelas y las advertencias del piloto confirmaron sus sospechas sobre aquel extraño y perturbador fenómeno. -Mierda, mierda, mierda...- Maldecía el infante mientras se apresuraba a tomar un asidero antes que comenzasen las maniobras de evasión. Pero el frenético zigzagueo llega antes de lo esperado y acaba perdiendo el equilibrio en el inestable interior del transporte. Y las cosas no hicieron más que empeorar al notar como un intenso resplandor asoma por las ventanas del vehículo y, al igual que un relámpago que precede a un trueno, sentir el tremendo impacto del proyectil de un proyectil de plasma. McNillon seguía tambaleándose en una curiosa muestra de empatía hacia el castigo que estaba recibiendo el Gecko. Sí. Estaban de vuelta en el frente. Y esta vez la batalla fue impaciente a buscarlos sin darles oportunidad a responder.

Aunque muchos disparos aparentaban ser certeros, los ripplers no caian. Aun siendo los enemigos con menos blindaje, seguían volando a pesar de el gran número de infantes disparando. Quizá su percepción lo engañaba, estaba viendo a través de un inesperado optimismo que le impedía comprender que realmente los infantes estaban fallando en su cometido. -Quizá es el cansancio, o el miedo, la incertidumbre-

La artillería se estaba alejando demasiado, dando una ventana bastante amplia para que sus oponentes soltaran nuevamente lo que tuviesen preparado. Algo le decía que las cosas se pondrían peor ahora, una sensación como dejavu le molestaba terriblemente -¡García, quiero que p...!-  las órdenes se cortaron al virar el vehículo de manera repentina mientras incrementaba su velocidad.

-Nos disparan proyectiles de plasma. Agarrasen de donde puedan, intentaré esquivarlos-.

Frost aferró instintivamente su fúsil de asalto con la mano izquierda, asegurándolo contra su cuerpo. Era algo que William Frost, su padre, siempre le había inculcado, incluso desde los cinco años cuando le enseñaba como tomar un arma usando réplicas de juguete. Siempre que lo empujasen o cayese por la razón sea, el fúsil debía sujetarse primero, como la propia vida. Sin su arma reglamentaria el infante es vulnerable.
Con la diestra tomó uno de los pasamanos y pudo sostenerse, evitando caer dando vueltas como algunos de sus subordinados. No pudo evitar notar como varios soldados quedaban encandilados observando el brillante plasma que estallaba cerca. Ese sonido, ese olor, esa sensación de estar dentro de una ruleta rusa, era lo mismo que había vivido en aquél fuerte cuando se vino abajo. Hizo acopio de su voluntad, cuando luego de que su cabeza se sacudiera con fuerza por tercera vez volvió a hablar -¡Necesito saber las órdenes del teniente!-
El chirrido del metal, agudo, potente, los golpeteos, le hicieron saber que no solamente el plasma era una amenaza. Parecía que los arácnidos hubiesen formado una mandíbula gigante para deztrozarlos.

-Aguanten soldados, preparen sus armas-

Cuando finalizó con su orden en medio de los golpes y explosiones, ya estaba buscando algún enemigo cercano al que poder darle con su escopeta. La voz de Stukov retumbaba aún sobre el ajetreo general -Burrowers... recuerda Jhonny, los estuviste estudiando hace poco-
Su mente conectaba recuerdos con ideas e impresiones, sus ojos, por su lado, junto a sus brazos, intentaban sobreponerse a los sacudones y dar con algún enemigo que se pudiese aparecer bajo la tierra al costado o delante de ellos.

¡No paran de salir! cada vez hay más, decía el artillero mientras veía como cada vez que abatían a un bicho su lugar lo ocupaban otro par de ellos, si seguían así no podrían ni contenerlos  y a pesar de ello la infantería conseguía avanzar posiciones. 

El cielo comenzó a iluminarse, y el blindado comenzó a acelerar, mucho más de lo que recordaba como si ..., era imposible ahora disparar bastante tenía con intentar mantener el equilibrio, por suerte tenía los pies bien afianzados, y aguantaba los bruscos cambios de dirección. Tras unos segundos de frenetica carrera todo terminó de golpe, ... me cago en  ... el gecko paró de golpe, algo los había alcanzado,  no sabía como se había sujetado a unos arneses y había conseguido mantenerse en pie. 

Echó una mirada alrededor con los oídos aún pitando tras el impacto, ¿eso fue lo que creo? pocos podían contarlo despues de un impacto así pero allí estaban, pero lo peor aún estaba por llegar más y más arácnidos se unían a la batalla, ¡Estoy de una pieza! volvió a a echar una mirada al exterior, maldita sea gusanos Stukov tenía razón entre los bichos que habían aparecido habían gusanos, esos malditos bichos que atacaban a traición, les habían tendido una emboscada y habían picado, se habían metido en la boca del lobo. Mierda, parece que no estamos todos bien,  dijo al ver que varios de sus compañeros habían caído al suelo. ¡Jefe! tenemos que salir de aquí pero ahora no podemos, mantengamos a raya a los bichos hasta que podamos salir todos, como pudo colocó de nuevo el arma en la escotilla mas cercana, en posición.

Hans había fallado todos los disparos que había hecho, o eso le había parecido, ya que su moral estaba por los suelos. Cuando esos destellos de muerte segura iluminaron el cielo algo en su interior se reforzó. No podía romperse más, no podía huir y por eso sus instintos volvieron a su lugar, separándolo de la ventanilla un segundo antes de que todo se volviera un infierno. Se afianzó y agarró como pudo ante el soberano impacto, consiguiendo mantenerse en pie y no salir dañado o inconsciente, como estaba pasando con sus compañeros.

-¡ENTENDIDO SARGENTO! -dijo mientras volvía a su posición y se preparaba para abrir fuego a la orden del sargento contra aquel que estuviera a tiro- ¡VANDEL ACTIVO! -dijo para que supiera que no había sufrido ningún contratiempo por causa de ese tremendo impacto.

Lo veía venir, García lo veía venir. Era un plan demasiado arriesgado. Lanzarse sobre el enemigo de frente, esperando romper sus defensas y atacar desde la retaguardia, era una temeridad. Lo veía venir. Pero aún así se subió en aquel maldito Gecko, que no tardó un instante en ser objetivo de la artillería enemiga. Se subió y corrió el riesgo.

Saldrás de ésta nena... saldrás de ésta... Eso se había repetido Mia mientras el vehículo zigzagueaba para esquivar los ataques, mientras ella se aferraba a su Morita y a las medidas de seguridad del blindado. Había recibido las órdenes de Frost para que contactase con el Puesto de Mando, pero no pudo: en el instante en el que prendió el comunicador una luz brillante la envolvió y la despidió de su asiento. Saldrás de...

No pudo ni pensar más allá. ​La Consejero Táctico se sumió en una oscuridad cálida y cómoda. Había caído inconsciente.