Partida Rol por web

Sorprendido por esa mirada ruda del Sargento ante mi petecición pensando que metí la pata hasta que se sonríe para luego darse vuelta y me relajo un poco. - Gracias señor. - Me voy presuroso antes de que cambie de idea directo hacia donde están situando la Artillería esperando con muchas ganas ser más útil que con el Centro de Mando.

Entusiasmado porque acá se que soy bueno voy con una gran sonrisa en el rostro viendo que ya van más que encaminados para terminar pero que igual falta cuando estoy llegando. - Vamos muchachos, a no aflojar que casi estamos. - Digo mientras escucho las directivas de la persona a cargo del emplazamiento y obedezco con gran dedicación pero ya el cansancio se empieza a notar y me veo forzado a poner lo mejor de mi para no fallar en algo tan importante. Ahora si que esto avanza. Pienso mientras veo que todo lo que hago esté correctamente situado.

- Llorens, Señor. Me alegro de verlo aquí con la plebe, cargando la artillería. - Comentó, con cierta gracia y humor que servían como máscara al terror interno que deseaba abrirse paso hacia su corazón. Pues, después de todo, estaban en una roca helada, llena de bichos, medio incomunicados, con recursos limitados y el campamento a medio montar.

Joder, si vinieran ahora los putos bichos nos follan pero bien. Esperemos que no sean tan listos.

Esperó entonces a que el soldado de primera diera la señal, activó el traje y empujó con todas sus fuerzas, consiguiendolo al final. - Joder, ahora si. Gracias Llorens, Señor. -

Trabajando de forma ardua y de forma coordinada, los infantes procedentes del planeta Sirius que conformaban a los escuadrones Eco y Gatling de la 47ª Compañía de la 3ª División de infantería, habían logrado cumplir una verdadera hazaña sobre aquel páramo helado.

A los infantes se les habían asignados diversas tareas, que en conjunto tenían como fin tener preparada la zona para que fungiera como una base operacional improvisada desde la cual poder no solo coordinar el avance hacia la zona B sino también para establecer contacto con todas las fuerzas que combatían en los alrededores así como para permitir un constante flujo de infantes y provisiones por parte de la flota.

Dichas tareas tenían que ser llevadas en un periodo máximo de 30 minutos a fin de salirse de los tiempos planeados para el inicio de la ofensiva general sobre las líneas arácnidas. Concientes de ello, los infantes de Sirius no solo habían cumplido de forma satisfactoria sus órdenes, sino que habían logrado cumplir sus órdenes en un tiempo impresionante. Con ello estaba claro que los infantes pesados de la 47ª compañía no solo eran excelentes maquinas de matar bichos, sino también eficientes soldados versátiles que podían desempeñar distintos tipos de labores y misiones.

El capitán Tsumina estaba muy complacido con los logros conseguidos y así se los hizo saber su oficial subordinado, el teniente Hammer, oficial al mando del 2º pelotón de la compañía. El teniente, había insistido en las felicitaciones, aunque con su forma particular de ser, hizo que todos sintieran que sus logros no eran más que una pila mas de números en un conjunto de hojas con estadísticas.

El teniente siempre había sido igual. Apenas unas cuantas semanas atrás, al inicio de toda la maldita campaña que ahora se desarrollaba sobra aquella roca helada que la federación llamaba Galdonia VI, el teniente Hammer no era mas que un solitario y callado sargento de la compañía. Líder del grupo original que conformaba al escuadrón Heat del 2º pelotón desde los tiempos en la academia, había sido ascendido tras los trágicos acontecimientos al inicio de la campaña y después tras la muerte del teniente Clarense Brown durante el asedio al fuerte helado.

El era uno de esos oficiales que hacían pocos amigos, pero no por que fueran antipáticos o mal humorados sino por que simplemente, siempre tenían algo mejor que hacer durante la guerra como para fraternizar con los subordinados.

Actualmente el teniente se encontraba en una de sus características ensoñaciones; para sus subordinados era probable que estuviese ideando estrategias matemáticas o estuviese revisando estadísticamente los números reportados durante lo hasta ahora acontecido de la operación. Y probablemente habría seguido así de no ser por que el capitán Tsumina le hablo por radio, o al menos eso entendieron los infantes de los escuadrones Gatling y Eco quienes le esperaban a corta distancia tras reportar su éxito en las ordenes que les habían sido encomendadas.

Característico también de él mismo, el teniente se dispuso a ejecutar las órdenes que se le acaban de impartir sin comentar ningún detalle a sus antiguos camaradas. No obstante, la situación era clara, volvían al frente de batalla; los Gecko a corta distancia ya volvían a encender motores mientras que el teniente designaba a oficiales de intendencia el que se hicieran cargo de sus labores mientras el estaba ausente; esta vez el teniente combatiría palmo a palmo con ellos, tal como lo hiciera en el pasado. Y así, subiendo a uno de los Geckos, el teniente ordenó desde la distancia a los infantes de los escuadrones Gatling y Eco que le siguiesen; esta vez iban a plantarle batalla a los bichos e iban a hacerlo con todo el poder de la federación.

Tarcus echo un largo resoplo de agotamiento al terminar de cargar, al menos lo habían logrado a tiempo y sin ningún problema.

  -Joder estoy agotado, que ganas tengo de tomarme una buena bebida helada-

  Arqueo su espalda hacia atrás con las manos contra las vertebras a fin de hacerse tronar la columna pero la aparatosa armadura le impidió poder aliviar sus cansadas articulaciones, oyó junto a todos los demás la orden de ir al transporte y emprendió marcha junto al resto del escuadrón, seguro que una vez en el vehículo podrán despejar la mente con alguna charla banal.

Me siento junto a Amanda y la ofrezco la mano para hacer un "High Five" tras el trabajo bien hecho. Habíamos hecho entre todos un gran trabajo y nos hemos coordinado muy bien. La moral esta por las nubes aunque estemos algo cansados por el esfuerzo, y ahora estamos en los Geckos de camino al frente de nuevo y reviso mis armas para estar preparado para la próxima batalla encarnecida que tendremos en breve, pero que coño, no nos hemos vestido así para nada...

-Nerviosa?- Pregunto poniéndome una anilla de granada, en la boca para jugar con los dientes, de la primera granada que tiré y la guardo como recuerdo/amuleto.

Tras agradecer a Llorens su ayuda, Stukov se echó su morita al hombro, y echó una mirada a la artillería, montada y preparada para abrir fuego pesado sobre el enemigo con una sola orden. Él no era artillero, pero debía ser la ostia de divertido poder disparar un trabuco como aquellos y hacer saltar a bichos en una mezcla de explosivos, metal fundido y trocitos de bichos. 

- Buena suerte, chicos. - Les deseó a los de la ECO, estrechando la mano con ellos y saludándolos militarmente. Tras eso, emprendió la marcha hasta el campamento base, saludando a Gallagher, llevándose la mano a la frente. - Señor. - Y tras eso, observó cómo había quedado el resto del campamento. Habían hecho un gran trabajo, si todo iba como hasta ahora, el éxito estaba asegurado. Y aquello le hizo sacar pecho, orgulloso, y mirar al Gecko mientras llegaba y le daban la orden de subir.

Una vez dentro, dejó la morita sobre su asiento, y se quitó el casco, dejándolo junto al arma. Entonces sacó un cigarro, llevándoselo a los labios y encendiéndolo, dando una larga calada. Puso cierta cara de placer, cerrando los ojos dándole al mono lo que necesitaba: Una buena dosis de nicotina. Miró entonces a Tarcus, ofreciéndole un cigarrillo. - Eh, Doc. ¿Un pitillo? - Se estiró, haciendo crujir varias vertebras de su columna, mientras esperaba que el resto del pelotón se subiera al Gecko.

Tarcus le sonrió pero negó con la mano

  -No gracias, el tabaco no es no de mis vicios, y me abstendré de la típica charla medica de la salud, en esta roca unas hierbas de nada son el menor de nuestros problemas-

  Mientras se sentaba apoyo su rifle con sumo cuidado para evitar accidentes indeseados.

  -Pero si alguien tiene no rechazare un trago-

revisaba mi arma estando junto a Franz y le digo... -bromeas Franz?? en realidad estoy muerta de miedo, pero mi tío siempre me enseñó a que la muerte nos brindaba una sonrisa, y que el día que nos encuentre lo mejor será devolverle esa sonrisa, ja ja- medio me temblaba la mano mientras metía el cargador al rifle -estoy bien, solo espero no morir tan rápido hoy- y le sonrio...

-Bien, serías una insensata si no lo tuvieras, lo único que no te domine. Trabajando juntos podremos salir de lo que nos pongan, y si no, llévate por delante tantos bichos como puedas.- Sonrío abiertamente enseñando una dentadura blanca.

Le ofrezco el puño para que lo choque. -Somos soldados o florecillas en un jardín?- Pregunto a modo de dar ánimos.

choco mi puño con Franz y le devuelvo la sonrisa... -somos soldados amigo... gracias Franzis-

- De nada Stukov. - Le respondo a mi compañero de montaje mientras miro feliz el trabajo realizado con la artillería. - Mis niñas ya vendré a darles uso en algún momento. - Digo con un aire paternal a las piezas de armamento pesado emplazadas en el perímetro. Todos nos damos un respiro después de las arduas tareas pero por un corto período de tiempo dado que el Teniente nos vuelve a llamar para subir a los Gecko para ir al frente de batalla. Espero esta vez no seamos la carnada para el siguiente grupo de combate. Medito esto recordando a los caídos de la primer oleada arrasados por el contra-ataque arácnido y ahora nosotros somos el contra-contra-ataque, que irónico suena.

Voy tras el resto hacia el transporte listo para pararme frente a los bichos y hombro con hombro con mis compañeros ante la infestación de bichos que vamos a limpiar. Sabiendo que puedo contar con ellos al igual que ellos lo pueden hacer conmigo.

No es que esperara una palmadita en el hombro o algo parecido cuando su escuadrón y el hicieron un trabajo de profesionales, pero escuchar hablar al teniente Hammer era como una paliza a la moral, aún así le dio las gracias y instó a sus hombres a volver a los Gecko.

cuando estuvo ya en la puerta de los transportes junto con los demás para partir les dedicó unas palabras de consuelo

-bueno chicos, ya sabéis como es el Teniente Hammer....os habéis ganado un viaje al parque de atracciones...-esbozó una sonrisa socarrona-....¡de los bichos! mata todo lo que puedas obrero 5 puntos, volador 20 tiger 15 tank 100 cerebro fin del partido-aunque el sargento sonaba muy animado su sonrisa y su jubilo se perdieron como si se los llevara el viento-oh si...se me olvidaba, revisad vuestras armas, si se vuelven a encasquillar, cuando volvamos se las vamos a meter por el culo a esos capullos de intendencia, el que quiera mear que se de prisa, en dos minutos nos vamos de fiesta.

Subimos a los vehículos otra vez. Vamos al combate sin duda alguna. Los compañeros parecen tranquilos más o menos, incluso comentando algunas cosas sin importancia, el sargento hace bromas sobre los juegos de feria...

-¿Creéis que los de arriba seguirán usando señuelos para los bichos?¿que seguirán sacrificando soldados para ganar una ventaja táctica?.

Nosotros somos de la pesada, costamos mucho para los fondos de la federación, estamos bien entrenados y eso siempre ha sido un seguro, pero ahora en Galdonia está todo montado y no puedo dejar de pensar en si los bichos sabrán distinguir entre una tropa y otra, si ahora el cebo debe ser distinto o si simplemente vamos a partirnos la cara cuerpo a cuerpo con lo que haya.

-Al final...nos comportamos también como los bichos...

La tarea de montaje ha enfriado mis ánimos sin duda alguna. Hacía uno momento estaba pletórico sintiendo que podríamos vencer sin más, pero ahora aquí sentado, en el vehículo, mi cabeza comienza a darle vueltas a demasiadas cosas.

Frost había regresado al trote, con un cierto aire de júbilo tras haber montado y calibrado tanto el centro de comunicaciones como el radar junto a los técnicos del escuadrón Eco. Tras escuchar las palabras del teniente Hammer, sabía que habían hecho un excelente trabajo, pero estaba claro que no iban a recibir una fiesta, ni una medalla por ello, era su trabajo y nada más, no podían dar menos o su premio sería la muerte de sus camaradas.

Cuando se dio la orden de subir nuevamente a los gecko, Jhonny entré junto a sus compañeros tranquilo, sin demasiada prisa, se sentó relajado junto a Stukov, encendió uno de sus aplastados cigarrillos y se dedicó a aprovechar el tiempo en el vehículo para saciar sus pulmones que le pedían humo.

Aprovechen soldados, ahora que pueden abrir el casco sin congelarse la nariz expresó lanzando bocanadas cual dragón.

-bueno chicos, ya sabéis como es el Teniente Hammer....os habéis ganado un viaje al parque de atracciones...-esbozó una sonrisa socarrona-....¡de los bichos! mata todo lo que puedas obrero 5 puntos, volador 20 tiger 15 tank 100 cerebro fin del partido-aunque el sargento sonaba muy animado su sonrisa y su jubilo se perdieron como si se los llevara el viento-oh si...se me olvidaba, revisad vuestras armas, si se vuelven a encasquillar, cuando volvamos se las vamos a meter por el culo a esos capullos de intendencia, el que quiera mear que se de prisa, en dos minutos nos vamos de fiesta.

Cuando el sargento terminó de hablar, el cabo agregó No lo voy a dejar de repetir, cuidado con el fuego automático, que matar a nuestros camaradas de armas es peor que no matar a un warrior que se acerca; confien siempre en el fuego de supresión y no ahorren munición; y por último, lo que siempre ha dicho el capitán Tsumina "un infante que hace su trabajo correctamente es aquél que es consciente de que ya está muerto". Lanzó la colilla al suelo y la aplastó con la pesada bota, encendió ruidosamente otro y terminó por decir Nosotros no estamos siendo acechados por la muerte, la muerte nos abrazó apenas subimos a esa lanzadera, allá ariba señaló con el cigarro hacia el techo del transporte, siguió fumando, manteniendo una seriedad que no era característica en él, excepto en ciertos momentos.

Habían hecho todas las tareas lo más rápido que podían, y por la cara de algunos estaba claro que lo habían hecho mucho antes de lo que se esperaba, puede que eso significara una ventaja en la próxima batalla, o quizá no, todo dependía de lo que habían ideado realmente los de inteligencia, con sus juegos de guerra en los que ellos eran unas de las piezas que podían sacrificar para dar prioridad a otras, al escuchar a Rivas, no te quepa duda  ... no te quepa duda. Aunque es ma mas que probable que muchos de los que caigamos solo sea por mera cagada suya, ni ventaja ni leches. respondía con una ligera sonrisa, ya era demasiado tiempo dando tumbos de un lado a otro de la federación como para no ser consciente de lo que la vida que llevaban significaba, nada, absolutamente nada.

Al menos había que disfrutar de las pequeñas ventajas que tenían ahora, ir en el gecko les iba a quitar una buena caminata a la intemperie del implacable frío de Galdonia. Seguía escuchando a todos los que estaban en el transporte, sin decir nada más por ahora, al menos todavía tenían ganas de bromear y eso siempre era bueno antes de de una batalla.

Hans había terminado silenciosamente con sus labores en la enfermería y había buscado un lugar donde poder conseguir más munición sin mucho éxito. Tendría que controlar bien sus disparos y hacerlos certeros, por lo que se dirigió hacia el gecko que tenían asignados los Gatling. 

Allí escuchó las arengas del sargento y de Frost, y no pudo estar más de acuerdo con éste último- la muerte es una vieja conocida -dijo mostrando y señalando la cicatriz del cuello- pero estoy más que dispuesto a hacerla sufrir antes de llevarme -una sonrisa un tanto rara apareció en el rostro, no era ni sádica ni alegre, simplemente como si no estuviera acostumbrado a sonreír y no supiera bien como hacerlo.

-Vamos chicos ¿Que palabras son estas? Ni que seamos condenados a muerte, sigamos las ordenes y todo ira bien-

  Intento convencerse mas a el mismo que  los demás, aquella situación no le gustaba en lo absoluto, se había alistado para conseguir la ciudadanía pero de nada le valdría si volvía a casa por los pies por delante.

Tras acabar de guardar el arsenal, Mia no se sintió tan aliviada como algunos de sus compañeros: ahora ya nada les separaba de la gran batalla. Y las palabras del teniente Hammer no hicieron más que confirmar sus temores. Sin queja, se dirigió de vuelta al Gecko junto con su escuadrón, que parecía tener en general una actitud más positiva que ella. Antes de entrar al vehículo, se volvió a mirar cómo había quedado el campamento montado. Sorprendente... se ha tardado menos de media hora y ya está operativo... anímate chica, que saldrás viva de aquí. Se dijo a sí misma mientras accedía la última al vehículo.

Al entrar escuchó las chanzas del sargento, lo que le recordó su inoportuno comentario al llegar allí. Es un crío, no hay más que oirle. No obstante, el rostro de Mia se suavizó al pasar al lado del cabo Frost, al que dedicó un misterioso "gracias", una sonrisa y una palmada en el hombro sin dejar de andar hacia el final del pasillo. En la última fila de asientos, se acomodó al lado de una ventanilla y se quitó el casco para sentir de nuevo el frío viento de Galdonia en el rostro mientras conectaba su reproductor de audio, apretaba su pelota y pensaba en cómo sobrevivir a la incipiente batalla en aquel páramo helado.

- Tu molas, Doc. - Afirmó con una media sonrisa, mientras disfrutaba de un buen cigarro. Agradecía que el médico de la unidad no fuera tan pedante o capullo como el que estaba en instrucción, recordandole constantemente lo malo que era fumar o enseñandole imagenes de pulmones negruzcos para intentar concienciarlo de que dejara el vicio.

Así que cuando pidió algo de beber, negó a Tarcus. - Doc... cuando salgamos de esta roca te pagaré rondas hasta que caigas en redondo. - Le señaló, y acto seguido levantó el dedo pulgar. Sabía que sus palabras podrían ser interpretadas como un gesto de ingenuidad por sus compañeros. No, no era así. Él buscaba mantener la esperanza, que no decayera la moral. Se había criado entre tradiciones rusas, y una de esas tradiciones exigía dejar algo a medias para completarlo al volver de la misión.

La original forma de intentar animar a la soldadesca del Sargento le arrancó una sonrisa. Era original, simple e ingenua. Le recordaba de alguna manera a esos videojuegos de las cantinas donde había que echar unas monedas y podías jugar con un soldado con una bandana roja y una ametralladora enorme, y te daban puntos cada vez que matabas bichos. Stukov llegó a plantearse si la proporción de puntos no fuera la de aquel juego incluso.

Dejó algo de hueco al Cabo cuando se sentó junto a él y le ofreció fuego cuando lo vio sacar uno de los cigarros aplastados del cabo. Siempre había algo del cabo que agradecía: Esa frialdad en los peores momento, o en los momentos clave. Estaba de acuerdo con las palabras de Frost, todos estaban muertos nada más bajar a aquella roca. Pero volverían para demostrar como se podía resucitar de entre los muertos.