Partida Rol por web

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Gracias por la parte que me toca, pero yo dedico mi vida a asegurarme de que el equilibrio natural se mantiene y se respeta, y estar aquí para averiguar qué pasa forma parte de mis deberes. Esa fue la razón por los dioses pusieron aquí a mi raza y, como sabes, los dioses no se llevan nada bien con el caos, como quedó bien de manifiesto en la guerra contra los Primordiales.

¿Y ahora dime, a qué se debe esta irrupción en el territorio de los humanos, señalando negligentemente a los destrozos, y todo este destrozo? Por cierto, sacar a un oso de su hábitat natural no me parece a mí muy ejemplar, que digamos, remata dejando la bandeja sobre la mesa que tiene delante, y cruzándose de brazos ante el sátiro, a quien fulmina con una mirada de reproche.

¡Ja, ja, ja! Pasas mucho tiempo entre los orejas cortas, camarera. Mi habitat natural son las tabernas, donde la miel está guardada en tarros y no te molestan las abejas. Aunque en este tugurio de paletos no parecen tener miel, así que se merecen que les destroce su bonito lugar. contesta el oso al oirte hablar.
Me confundes con mis estúpidos parientes de estas tierras.
Aun así tu comentario parece agradarle al oso.

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Aelar se da la vuelta y, sin descruzar los brazos, se dirige al oso como si fuera lo más normal del mundo, pero eso sí, arqueando pronunciadamente una ceja: No te insultaré dudando de tu inteligencia, pero me pregunto dónde ha aprendido un oso a hablar común. Y ya puestos, hermano oso, déjame decirte que una posada de humanos no es que sea el lugar más fácil de este mundo en el que encontrar miel.

Y continúa, ahora con un punto de cabreo en la voz: ¿No os dais cuenta de que con este comportamiento de borrachos os ponéis al mismo nivel que las razas inferiores? ¡Maldita sea!, dice puntuando la frase con un puñetazo en la mesa más próxima, lo que hace temblar peligrosamente la bandeja que dejó allí antes. Estáis facilitando una excusa perfecta para que os cuelguen el sambenito de "salvajes", y de "inadaptados", y que acabemos todos peleando entre nosotros mientras los sicarios del mal se frotan las manos, acaba, meneando la cabeza en señal de desespero.

¿Ante quién respondéis?, pregunta, suspicaz. Porque estoy por hacer que vuestro jefe, cacique, caudillo o responsable, os meta un puro de los que hacen época como no desactivemos este incidente, y rapidito.

Deberías visitar los reinos del verano algún día. Te vas a maravillar de cuantos osos hablamos común. No temo consecuencias ni castigo por mis acciones, contamos con el beneplácito del Rey del Río, que se ha cansado de "salvajes" e "inadaptados" de estas tierras.
Lo mismo miel no tienen pero me encantaría beber un trago de esa bebida... hidromiel.

- ¿Y qué os han hecho los de aquí?

Sureya escuchar desde detrás de la puerta que la separa de la sala principal de la taberna, entre divertida y atónita a la conversación de Aelar.

Desde el exterior Faust parecía haber entrado en bucle, meciéndose como una cronoesfera pendular, como si marcara el paso de las estaciones, con la misma parsimonia que pueden mostrar las nubes al sobrevolar las tierras de los vivos. La tensión era palpable a su alrededor, pero eso distaba mucho de estar al alcance de ser percibido por el bullicioso interior de la taberna.

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Los reinos del Verano... ¿en las tierras Salvajes de las hadas? Ahora empiezo a entender. No sabía que hubiera ninguna encrucijada feérica por estos andurriales. Y en todo caso, el Rey del Río bien debe reconocer la autoridad de la corte de las Estrellas, y de Tiandra, la Reina del Verano.

-¡Menuda chusma!--medita Hadarai desde su posición actual mientras observa con cierta diversión la animada conversación entre los seres del bosque y sus compañeros.

Cuando el enorme oso explica que hay un rey del reino de las hadas cansado de las gentes del pueblo, el eladrín comprende que el tema es más serio de lo que parecería a simple vista. No se trata tan sólo de un raro altercado de taberna, sino que probablemente pueda haber un riesgo mucho mayor implicado.

-¿Paletos? ¿Estúpidos parientes de estas tierras?--repite el mago en voz alta, interviniendo de nuevo en la discusión--Pues la verdad es que vuestro comportamiento tampoco es que esté quedando a un nivel muy superior. Vamos, yo más bien la calificaría de bastante vulgar.

-En cualquier caso, todavía no habéis respondido a mi compañero: ¿qué os han hecho estas gentes para molestarlas de este modo?--inquiere finalmente el arcanista al tiempo que apoya una mejilla en su vara.

El paladín se sorprende en un primer momento al ver entrar a la elfa con la bandeja de bebidas contoneandose, pero cuando su caracter habitual sale de nuevo a la luz, se tranquiliza y deja de pensar que los sátiros le hubieran influido con alguna ilusión...

Por fin consigue reaccionar quitándose esas extrañas ideas de la cabeza e intenta retomar el hilo de la conversación: Ya que mencionáis mi armadura, no se si os habréis fijado en el símbolo que la adorna, también en mi escudo, y aquí... dice sujetando su símbolo sagrado. Resulta que es el símbolo de mi señora, Melora, seguro que en las Tierras Salvajes la conocéis, y yo soy su fiel sirviente.

No parece molesto por el comentario, pero intenta dejar clara su postura, con decisión y seguridad, no queriendo resultar ofensivo: Dejando a un lado que manchar su símbolo en una alocada fiesta sería un insulto imperdonable, debo deciros que según sus enseñanzas y su mandato, yo estoy aquí para que la naturaleza y lo "salvaje" sea respetado, pero tampoco puedo permitir que el equilibrio se rompa en la otra dirección, como ya ha comentado mi compañera... dice señalando con la mirada a Aelar, y antes de continuar se retira el pelo de un lado de la cara dejando entrever una de sus orejas también algo puntiaguda.

Así que como también ha dicho mi amigo eladrín aquí presente... mirando a Hadarai un momento... ¿Que le han hecho las gentes de esta aldea al Rey del Río para merecer esto? ¿Acaso rompieron ellos el equilibrio primero? Porque si es así hay mejores maneras de resolverlo que poniendose a su altura...

Mientras espera una respuesta, Varis estudia atentamente las expresiones, palabras y reacciones de sus interlocutores, tal vez pueda averiguar algo de sus intenciones que no quieran o hayan revelado aún.

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¡Vaya! ¿El Rey del Río no es Elías Alastai, por ventura? No sabía que se hubiera alineado con las hadas maléficas [en inglés: unseelie]. ¿Ya lo sabe Siobhan, su hermana?

Ese rey del que hablas, mujer ignorante debe ser de otro río, pues nuestro gobernante se llama Ulorian y gobierna en la totalidad de los Reinos del Verano. Todos vosotros, pueblerinos, nos rendireis pleitesía, pues el rey nos ha prometido sangre, tierras y esclavos como pago por la afrenta de vosotros los mundanos.
Pero eso será dentro a unos cuantos años, ahora estamos celebrando la gran noticia, pues ya se nos antojaban pequeñas nuestras tierras. dice el oso con voz gruñona con una verborrea digna de un juglar
¡Donde está esa hidromiel que se me ha secado la garganta!

Boran había conseguido entrar, así que simplemente esperó el desarrollo de los acontecimientos. Estaba en buena posición para luchar, a partir de ahí lo mejor era no abrir la boca.

Mientras Boran se sienta uno de los sátiros da una patada a una jarra porque le da la gana.

Muy bien, os propongo una cosa, dice la elfa con decisión. A mí ya me está ahogando el estar entre cuatro paredes, así que saquemos la comida y bebida fuera, y después de echar unas risas me gustaría que nos indicárais el camino para ir a visitar a Ulorian. No me quiero perder la maravilla de las tierras del Verano.

Como si una pipiola como tú pudiera pedir audiencia al rey así de fácil. grita el oso.

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Aelar le lanza una mirada fulminante [vamos, tipo Cíclope de los X-Men] y, poniéndose en jarras, le mira a los ojos y le dice muy lentamente: No he sido yo quien me ha catalogado como de alta estirpe. Y de todas formas, será en todo caso Ulorian quien decida si quiere recibirme o no, ¿no te parece?