Partida Rol por web

El chico vio como el primer marchador, el más veterano, comía otra de sus raciones y su estómago hizo un ruido raro. Decidió comer él también una, si comía estaría espabilado toda la noche, o al menos lo intentaría. Ya había oído la advertencia al número 54 por equivocarse casi de camino, un par de pasos más y hubieran escuchado de nuevo las armas de fuego sesgando la vida de otro de los chicos.

Cogió una de aquellas raciones, barritas o lo que aquella gente considerara alimento del cinto que le habían proporcionado. Hizo una mueca, aquello le disgustaba profundamente, no tenía nada que ver con el delicioso roastbeef que hacía Stacy (que Dios le guardara ese don para cocinar). Desenvolvió la barra y le pegó un bocado, saboreando aquello que carecía de sabor.

Podría ser peor...- pensó Timothy, a la vez que miraba de reojo al agraciado objetivo de las heces de aquel asqueroso maleducado. Por suerte le habían dado el pasaporte que se merecía. Era la gente como él quién debería estar allí, corriendo delante de soldados armados, no ellos. Toda esa sociedad decadente que se divertía con esta mierda. Acabó de engullir la barrita, sintiéndose igual que antes de comerla, pero al menos su estómago se había calmado, por el momento.

Bueno, parece que el aire de la noche comienza a disimular un poco el asqueroso olor, o será que mi nariz ya se está acostumbrando tras varias horas.... sigo guardando las barritas... creo que el olor me hizo que se me cerrara el estómago.... aún así pronto tendré que comenzar a tomarlas.

Mi compañero Jesse, sigue bromeando.... lo cierto es que es agradable su presencia, al principio me parecía un pelmazo, pero según pasan los kilometros cada vez se hace más llevadero... si lo aguanto 100 kilometros más acabaremos enrollandonos.... Seguro que si se lo propongo no me pondría pegas...JAJAJA.

Oye, Pickman... ¿y tú que es lo que ibas a pedir? ¿la paz en el mundo o una cylon para tú placer y disfrute?..

Bostezaba una y otra vez, abrazado a sí mismo para conservar el calor, agradeciendo el aburrimiento de aquella última hora en la que, por fortuna, no hubo ningún incidente desagradable, sin dejar de moverse, por supuesto.

Los zombis no hablamos ya, parece que estamos perdidos todos en nuestros pensamientos. Solo andamos arrastrando los pies, vacilantes, ¿qué pasaría si nos pusiésemos de acuerdo para acabar con los soldados? A pesar del cansancio les superaríamos fácilmente por número, claro que alguno de nosotros moriría, pero ¿realmente eso es importante dada la situación? ¿Y qué haríamos luego? No podemos huir todos en el vehículo oruga, pero podemos coger las armas que podamos y alejarnos dispersándonos en grupos, tal vez a las montañas. Allí cazaríamos y viviríamos libres, haciendo incursiones en territorio enemigo para lograr provisiones o llevar propaganda revolucionaria para reclutar seguidores a la causa.

Es un sueño imposible, claro, pero dulce. Al final acaba cuando se reúne un ejército tan inmenso que el gobierno no tiene más remedio que capitular. Por eso mismo, porque viven asustados de que tal cosa ocurra, si hiciésemos algo así la maquinaria del estado se pondría en marcha para que nos llovieran escuadrones de la muerte por todas partes con todos los medios disponibles a su disposición. No duraríamos ni dos días.

Siempre me viene a la mente, en momentos así, lo que me decía Lucy cuando me veía enfadado por que alguien desaparecía, tratando de calmarme para que no me viese algún vecino charlatán. Me cogía el rostro con las dos manos para asegurarse de que la miraba y susurraba con la voz más tierna que he escuchado en mi vida: Al menos podemos soñar.

Finalmente, Chris no pudo reponerse a tiempo de su pájara mental y eso influyó en su estado físico, cada vez aquellos kilitos de más, empezaban a notarse, a ratos la espalda le dolia, nada grave, pero de continuar así, supondría un grave percance para su participicación en la carrera...

...Y todavía no se habian dado los suficientes pasaportes...

Su objetivo, ahora seguro de que no iba a ganar, era al menos, quedar de la mitad para arriba

Que coño...sabías que no ibas a ganar, ¿para que te haces ilusiones? estamos aquí para lo que estamos, morir dignamente y que las supernenas tengan un último buen recuerdo, además de solucionar sus problemas

Avanzó otro par de metros y continuó dándole a la cabeza

Bueno, tampoco hay que rendirse tan fácilmente, ese negro viejo no puede ganarnos!

Sueño, frío, cansancio, falta de ánimos... todo ello se conjuró a esas horas de la noche para hacerme desfallecer y notar como el límite de resistencia de mi cuerpo se hacía cada vez más presente y notorio.

No tenía ganas de hablar. No tenía ganas de bromear. Sólo debía andar, y eso hacía, incrementando la deuda de energías en mi cuerpo, como un mal jugador con su corredor de apuestas.

La Autopista, a 102,6 kilómetros de Old Town. 00:29 horas.

Durante la siguiente hora el cielo comenzó a encapotarse y en el horizonte se vislumbró el resplandor de los rayos entre las nubes. Cerca de la media noche la tormenta alcanzó al grupo y empezó a llover. Primero ligeramente y luego con fuerza. Por si fuera poco el trabajo que era mantenerse en el ritmo, a eso había que sumarle ahora la fuerza de la lluvia que empapaba las ropas y enfriaba los corazones.

La Marcha pasó junto el desvío de salida hacia Oakfield. Allí había una única camioneta aparcada. Cuatro jóvenes bajo dos grandes paraguas, dos chicas y dos chicos, observaron pasar a los marchadores. En la parte de atrás de la camioneta había una nevera llena de latas de cerveza.

-¡Ánimo, estamos con vosotros! -gritó una de las jóvenes. Sus compañeros permanecieron callados. El pelotón parecía un grupo de almas en pena que cruzaba la solitaria carretera en busca de nuevas víctimas y eso les había dejado un poco impresionados y sin habla.

El número 93, un tal Wallace, se desvió del camino y se acercó a los espectadores.

-Por favor, sacadme de aquí... -les suplicó.

Los soldados se levantaron como impulsados por un resorte.

-¡Aviso! ¡Segundo aviso, número 93!

-Por favor. Subidme en vuestra camioneta. Sacadme antes de que esos hijos de puta me maten. Yo no quería venir. No era más que un reserva que entré de casualidad. Quiero irme a casa.

Las dos chicas retrocedieron asustadas. A una se le cayó el paraguas.

-No... no podemos hacer eso tío... -dijo uno de los chicos que tenía una lata en la mano-. Va contra las reglas... Nos darían el pasaporte a todos.

-¡Por favor! 

-¡Aviso! ¡Tercer aviso, número 93! ¡Último aviso, número 93!

Agotado a más no poder voy marchando a desgano, ya tenía mi primer aviso al tropezar con una piedra y comenzar con el clásico bailoteo de que te caes o no. Mucho me costó no quedar desparramado en el suelo, si me he ganado un intenso dolor en el tobillo lo que me genera un andar más lento y dificultoso. 

Los avisos pasaban por un oído y me salía por el otro, entre la lluvia y la cantidad de horas caminando con subidas, algunas bajadas, la psicosis de los oficiales y los loquitos defecadores, poca coherencia era la que me quedaba a salvo. En otras ocasiones hubiera disfrutado estar de noche bajo una tormenta, pero en esta competencia prefiero desaparecer y convertirme en polvo. No quería ser melodramático, simplemente estaba agotado física y psicológicamente. 

Las palabras de mi amigo suenan un tanto ahogadas o en verdad me estaba quedando sordo entre tanto disparo. -Oye Simon... No te escucho. ¿Qué dijiste? -pregunto alzando la voz porque no sabía si con el ruido de la lluvia y los rayos podía oírme.

Akinlabi sigue masticando a dos carrillos como si fuese un naúfrago recién llegado a la costa.

La lluvia le resulta un desagradable recordatorio de que ya no está en casa, echa de menos la aridez de su Namibia natal y tanta humedad no le va nada bien a sus cansados huesos, sin embargo, sigue marchando pese a todo.

- Me pregunto que pasaría si saliese corriendo a toda velocidad campo a través, quizá podría escapar, no se...

La lluvia caló en él más profundamente que solo las ropas mojadas, sintió su cuerpo pesado y sus músculos se resintieron. Por suerte no disminuyó el ritmo, pero no estaba realmente en forma, no como antes. Suspiró y deseó que al menos parara de llover. Los ánimos de aquellos jóvenes no hicieron sino que se sintiera peor, él ya no podría nunca más tener ese aire despreocupado y tomar unas cervezas por ahí, parte de ello a causa de que ahora tenía un bebé que cuidar. 

Alguien tenía que hacer algo por ellas, son lo mejor que me ha pasado nunca.

Gimió y sacó su reloj de bolsillo para ver una vez más la foto. Se permitió derramar un par de lágrimas por ellas, se confundirían con la lluvia y nadie se daría cuenta. Por dentro comenzaba a sentir un pesar más grande que el que su cuerpo reclamara.

Lluvia. Algunos rezongaban maldiciendo el tiempo, a mí me vino de lujo el agua fresca caída del cielo. La verdad es que había comenzado a caer en la espiral de cansancio y el frescor del agua me rescató de repente. Por lo menos en aquel momento, me sentí mejor.

Pasé por el lado del marchador número 93 cuando se le pasó por la cabeza morir a pié de aquella furgoneta, pues no tenía sentido lo que estaba pidiendo, más que la desesperación pura. Me aparté mientras él se quedaba atrás y recibía hasta dos avisos.

Últimamente había bastantes chicos con el tercer aviso. Pronto se desataría una debacle y muchos no verían amanecer.

Vaya! una tormenta... la lluvia comienza a caer y nuevamente me alegro de haber elegido traer un chubasquero... anteriormente me lo había sacado pues estaba manchado de las heces del imbecil aquel, ahora con la lluvia era un buen momento para volver a ponermelo y así limpiarlo con el agua... también la lluvia ayudó a quitar un poco de ese nausebundo olor...  Parece que no solo en Sevilla, la lluvia en Maine también es una maravilla...

Aprovecho el aguacero para tomar un "piscolabis"... ya venía tocando, pues las tripas me venían rugiendo desde hace unos cuantos kilómetros.

Jesse se ha quedado un poco rezagado y no me contesta a mi pregunta... yo creo que anda un poco "empanao"... posíblemente la lluvia le ha cogido por sorpresa.... ¿Que no me escuchas...? ABUELAAAAAAA EL SONOTONEEEEE!!!!... anda que como me tenga que comunicar a gritos... ¿QUÉ ES LO QUE HAS PENSADO PEDIR SI GANAS...? ¿UN HARÉN DE CYLONS BUENORRAS O TU ERES MÁS DE SUSPIRAR CUANDO VES A JON NIEVE?

Tu porcentaje de la tirada era del 10% no de 5% y no te olvides que el cansancio a rango 3 eleva el porcentaje de evento al 10% ;);)

Y la inevitable lluvia cayó sobre los condenados a muerte, añadiendo otro siniestro toque a aquella demencial carrera.

Chris dio un patinazo, y estuvo a punto de irse al suelo y recibir un aviso, por suerte para Chris, Matt pasaba cerca suya esquivando al número 93, por lo tanto, pudo agarrarse instantáneamente a su brazo para evitar la caida.

-Uf, perdona, y gracias-

Fue lo único que le dijo al compañero, en su cara había gran alivio, al haber solventado aquel suceso.

Joder, casi gano mi primer aviso, en Kentucky se tienen que estar riendo de lo lindo, me cago en San Pedro

No tuvo tiempo de observar con detenimiento que es lo que pasaba con aquel loco que quería irse de la carrera

No sé para que se apunta, si luego huyen como cobardes... en fin, otro menos.

Vio venir la lluvia, pero no con el tiempo suficiente como para que le cogiera preparado. Andar cansado y empapado en una noche fría se parecía demasiado a la idea que tenía del infierno. Observó al dorsal 82, cómodo y calentito dentro de su impermeable.

Ahora es él el que ríe.

Nuevamente se perdió en sus pensamientos:

Dicen que el último en reír lo hace dos veces, pero no sé yo si al que quede en pie de nosotros le quedaran muchas ganas de volver a reír nunca.

Lo sacó de su meditación una lluvia, pero esta vez de avisos, por todas partes. Costaba seguir el ritmo de los acontecimientos y llevar la cuenta de los avisos que tenían encima. De lo que sí se percató Henry es de la situación del número 93.

Parece que se le van a acabar los problemas muy pronto, por la vía del pasaporte. ¿Actuaría yo de otro modo si fuese el chico de la camioneta? Ni hablar.

Rezongó en voz alta, sin percatarse de ello:

La solidaridad, en este mundo gobernado por el miedo, es una leyenda urbana.

Lo que faltaba, ahora también se ponía a llover. Bram se arrebujó sobre sí mismo, escuchó algunas voces que venían de algún sitio a su derecha e izquierda, también de alante o de atrás, no les prestó atención, alguien se quejaba, alguien gemía, alguien hablaba, se habían escuchado disparos, cerca, lejos.. No lo sabía, y no lo quería saber. Cerró los ojos un momento y siguió andando, consciente de que arrastraba un poco los pies. No quería pensar en lo cansado que estaba, en lo poco que debía quedar ya para morir.

De pronto Garraty se dirigió corriendo hacia el joven que intentaba que le sacaran de allí y le tiró del brazo obligándole a volver a la carretera. Se llevó un aviso, pero forzó al muchacho a que volviera a tomar el paso salvándole la vida momentáneamente.

La Autopista, a 94,5 kilómetros de Old Town. 1:33 horas.

Era muy difícil mantenerse despierto. Todos caminaban como zombies, con el cerebro apagado pero los pies moviéndose con el piloto automático. El cuerpo realizaba la labor de manera mecánica mientras la mente de los participantes vagaba en un estado de duermevela que les permitía recuperar un mínimo de fuerzas. La Marcha llevaba ya recorrida más de 100 kilómetros y todavía quedaban 97 participantes.

Barkovitch se acercó hacia donde Garraty, McVries, Akilanbi, Jesse y los demás marchaban juntos.

-¿Qué ha sido eso de antes, Garraty? -le preguntó sin más preámbulos.

-¿A qué te refieres, Barkovitch?

-¿Como que a qué me refiero? ¿Qué es eso de hacerte el héroe? Esto es una competición en donde sólo quedará uno de los que están aquí. Ayudarles ahora puede pesarte dentro de unas horas. Si alguien quiere suicidarse es libre de hacerlo.

-Déjame en paz. Haré lo que me de la gana. Sólo me pareció que... que no estaba bien, eso es todo.

Barkovitch hizo un gesto despectivo.

-Eres un iluso, Garraty. No esperes que nadie de aquí haga eso por ti. Al menos yo no lo haré. He venido aquí a bailar sobre las tumbas de todos vosotros y eso es lo que pasará.

Bajó un poco el ritmo y se separó del grupo. McVries le dio un ligero apretón en el brazo a Garraty.

-No le hagas caso a ese gilipollas. Yo hubiera hecho lo mismo sólo que te adelantaste...

Garraty sonrió con gesto cansado, agradeciendo el apoyo.

Tu porcentaje de la tirada era del 10% no de 5% y no te olvides que el cansancio a rango 3 eleva el porcentaje de evento al 10% ;);)

Ciertooooooo!!!!! Perdón!!!!!! :D