Partida Rol por web

Akinlabi se queda mirando al corredor que acaba de hablar y le suelta un escueto:

- Si, si, claro...

Dicho esto se aleja un poco del grupo y pone a calentar tranquilamente, con un estilo claramente amateur. Al final acaba por imitar, con más pena que gloria, los calentamientos de los demás corredores mientras piensa en las palabras del otro corredor.

- ¿Que habrá querido decir con eso de que te vuelan la tapa de los sesos? En fin, que gente más rara corre en estas competiciones locales... lo que me ha quedado claro es que hay que ser el último que se retire para ganar, así que toca correr a bajo ritmo a ver que pasa.

Veremos quién aguanta más...

En el fondo de la congregación de autos particulares, en los que los jóvenes habían llegado a la zona con su familia, había un auto viejo, con olor a cigarrillos. Sobre el capó un grupo de jóvenes vestidos con jeans, remeras de punk y tachas, los que no tenían el pelo largo tenían una cresta. La basura de la sociedad, las pieles de los macanazos y las balas de goma, los sin futuro.

Eran un grupo de cuatro jóvenes, tres de veintitantos y uno que no aparentaba más de 15.
¿Sabes que en otros países la gente arma ejércitos de rebeldes? Resuelven las cosas con sus jodidas manos, dijo uno de los chicos grandes.

Es por que en esos paisuchos los milicos no tienen bombas nucleares, dijo otro.

Ah, Stink, como si fueran a nukear california.

Dejen de hablar mierda, dijo el que tenía barba y la pinta de líder. ¿Cómo estás para esto W?

Solamente tengo que caminar, es menos que ir en longboard.

El líder no dijo “Pero es hasta que te mueres o te pegan vuelan los jodidos sesos”, pero lo reflejó en su cara. Siempre fuiste el novato del grupo, pero con esto te declaro oficialmente el puto amo. Cuando vuelvas a la costa oeste, vas a tener las chicas que quieras. No hace falta que sigas atrás de esa Cindy.

W golpeó a su amigo en el pecho, justo cuando los militares llamaban a los participantes para repartir los dorsales. Cuando gane les diré que los manden a la escuela. Adiós, idiotas, dijo mientras se daba vuelta.

¡Pide un millón de dólares, W!
¡Pide que no nukeen la costa este!
¡No te cagues encima, marica!

Todos se rieron a la vez, y vieron al más joven del grupo ir hacia donde estaban los otros caminantes.

¡Eres el puto amo! ¡Recuerda nuestro regalito! dijo el líder. El único con sesos como para parar de bromear de vez en cuando.

W siguió caminando. Se preguntó si mirándolo desde atrás, sus amigos podrían darse cuenta de que estaba a punto de llorar. Trató de calmarse rápido.

¿No tienen un dorsal que diga “W”? podría ser el “Won hundred”. Le dijo a los que repartían los dorsales.

¿Esta basura para atronautas? Seguro que les dan entrada, plato principal y postre en la base. Ah no, eso es para los oficiales, no para los perros. Le dijo a los que distribuían los cinturones y las cantimploras. Estaba tan acostumbrado a provocar a los militares, como a los resultados.

Después de levantarse del suelo un grupo de jóvenes que charlaban con un competidor que parecía un adulto le llamó la atención. Algunos tenían caras de que no sabían en lo que se metían, otros tenían cara de estar analizándolo en estos momentos y otros tenían pinta de ser unos ñoños.

Se acercó al grupo donde estaba el hombre mayor y dijo: Soy W, el placer es de ustedes, lo sé.

Varios chicos se acercaron, escuchó sus voces teñidas de algo que no supo interpretar bien: ¿temor? ¿expectación? sí, en cierto modo, incluso curiosidad. Era extraño, por una parte podía identificarse fácilmente con cualquiera de ellos, por la otra era una soberana estupidez planteárselo siquiera.

Trató de quedarse con los nombres de los que se iban presentando:

Peter, Timothy, Matt, Gary, Akinlan... bueno, el confundido extranjero seguramente quedará bautizado con Aki.

Uno de los rezagados, el que se presentó como W, llegó con una actitud que daba la impresión le conduciría a conseguir pronto el temido "pasaporte".

Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces -.Pensó, sin percatarse de que eran literalmente las palabras que siempre usaba su Lucy para amonestarle por algo. Acarició la foto que guardaba en el bolsillo trasero del pantalón inconscientemente y suspiró.

Suerte a todos y buena marcha.

- Bram.

Se presentó el muchacho con simpleza sin mirar a nadie en concreto. Estaba estirando y calentando un poco los músculos, como hacían muchos, a su alrededor habían comenzado a hablar, a presentarse. El hombre negro no parecía estar muy enterado de la dinámica de aquel concurso. Abraham se preguntó si estaría de broma o sería una estrategia. Fuera como fuese los demás reaccionaron con sorpresa o sorna, varios trataron de explicarle, pero no pareció pillar del todo la dinámica de la larga marcha. 

En fin, si todavía no sabía de qué iba aquello, afortunado él, quizá muriese más feliz. O tal vez el león del desierto se erigiese rey de la carretera. Estaría bien.

El Comandante estaba consultando su reloj. Entonces dijo:

-Está bien, muchachos. Colocaos en filas de diez. No es preciso ningún orden concreto. Quedaos con vuestros amigos si lo preferís.

Todo el mundo empezó a moverse y a situarse junto al marcador de carretera que delimitaba la línea fronteriza canadiense. De pronto las charlas, las risas nerviosas y las bromas desaparecieron. En todos los rostros se veía una férrea determinación.

El Comandante tenía puesta la vista en su cronómetro de acero inoxidable. Levantó lentamente la mano mientras un centenar de pares de ojos le observaban. El silencio era sobrecogedor y lo llenaba todo.

Entonces bajó la mano. La Larga Marcha había comenzado...

-Buena suerte a todos -dijo.

La Carretera. 10:04 horas.

Hacía poco más de una hora que había comenzado por fin La Larga Marcha. El grupo se había comenzado a disgregar, alargándose un poco como una gran serpiente. Desde la parte de atrás, el vehículo oruga escaneaba incansablemente con su radar, asegurándose que todos andaban como mínimo a 6,5 kilómetros por hora. La carretera se extendía inacabable haciendo suaves ondulaciones arriba y abajo. Por ahora caminar resultaba agradable. Aún así, cuatro marchadores ya habían recibido su primer aviso. Chicos poco preparados que no habían podido adaptar bien el paso al comienzo de la marcha. El paisaje lo componían verdes praderas salpicadas de árboles aquí y allá con algunas casas junto al asfalto. Las familias estaban cómodamente instaladas en los sombreados porches bebiendo refrescos fríos y animando cuando pasaban junto a ellas.

W se estaba percatando de la cantidad de gente que disfrutaba esta morbosidad todos los años. En su casa había visto muy poco de la larga marcha, sus tías eran muy devotas y cambiaban el canal apenas veían a unos niños harapientos caminando. Pasaban los días que duraba el evento viendo muy poca tele y hablando de "esos pobres niños".

Ahora se estaba dando cuenta de lo podrida que estaba la gente en todos esos porches, sentándose en sus reposeras con limonada y galletas, a ver a los chicos, como si fuese el desfile militar que hacían las escuelas todos los años. Seguramente a todos les importaba un carajo que alguien ganara. No, ellos no veían el espectáculo para saber quien era el ganador. Veían el show por los otros 99.

Miren a todos esos morbosos. Parecen jodidos críos viendo el maldito barrio sésamo. dijo al grupo con el que se había reunido inicialmente. Juraría que una de esas malditas ancianas sonrió cuando le dieron un aviso a uno de los de atrás. Por dentro se están relamiendo, esperando a ver en primera fila como nos vuelan la tapa de los sesos. Son todos unos malditos enfermos.

Pero no podía hacer nada. De hecho, no tenía pensado darles el placer.

Escuchar como cuatro chicos habían tenido su primer aviso le había puesto los pelos de punta. Aquella voz dando el aviso por el megáfono le recordaba el terrible final que podían tener todos, que la mayoría de ellos tendrían. Pero no él, estaba seguro, Dios le guiaría... O algo. Es curioso como hasta los más agnósticos dedican unos segundos de sus pensamientos en ese ente superior, pidiendo misericordia, como última medida desesperada. Timothy, por desgracia, era tan ateo que ese pensamiento en lugar de consolarlo le sumió en unos principios de desesperación.

No quiero morir, no quiero morir, no quiero morir...

Sus pies se acomodaban al asfalto, marchando aún a buen ritmo, uno al que intentaba acostumbrarse. No quería ir de los primeros, no necesitaba correr para llegar a ninguna parte. Aquel W se puso a hablar de la gente que miraba aquello, pobres desgraciados más bien si tenían que basar su divertimento en ver como disparaban en directo a alguien. Timothy tragó saliva ante esa idea, esperaba no ser él el primero. Sería una vergüenza, incluso para su familia. Apuntarse y tener el pasaporte el primero y por una tontería era muy común. Metió su mano al bolsillo para tocar su tótem, su talismán de la tranquilidad en aquella locura.

-Déjalos...- musitó, sintiéndose enfermo. Pensar en toda la gente que miraba aquello ahora mismo le daba claustrofobia. El solo hecho de tener cámaras alrededor lo hacía.

Akinlabi comienza la carrera corriendo a ritmo lento, casi como un calentamiento suave, se le nota bastante más tranquilo y relajado que a sus compañeros de carrera.

Hasta sus pensamientos son muestra de esa parsimoniosa y despreocupada intrascendencia que le rodea como un aura.

- Este clima no me gusta nada, es demasiado húmedo... si mi tía Sarabi estuviese por aquí no habría quién la aguantase con sus quejas sobre su reuma.

Sonríe misteriosamente para si mismo.

Curiosamente el anuncio del inicio de la larga marcha sirvió para relajarlo, se puso en movimiento al unísono como el resto y aunque cogió el ritmo enseguida tendió a acelerarse, lo que minó sus fuerzas en relación al resto. El motivo no era otro que sus pensamientos; verse por fin andando hacia su objetivo convirtió la angustiosa y paciente espera de los dos últimos años anteriores en una tensa y constante sensación de urgencia.

¡Por fin! Comienza el camino a la redención, o a la muerte.

Allí vamos.... un pasito pa'lante Maria, ningún pasito pa'trás... Con una sonrisilla estúpida me recordaba a mi mismo bailando con mi ex Amy en las fiestas del instituto.... Me resultó curioso ver como algunos de los participantes intimaban antes de la salida... ¿para qué demonios me iba a presentar a alguien que en dos días sería un cadaver...?

Mis pasos iban decididos hacia la gloría, mientras el semblante de muchos de mis oponentes dejaban claro que a cada paso que daban estaban más cerca de su tumba, una tumba en una cuneta.... !Que bién! Estos mirones que están en sus terrazas podrían enterrarlos en su propio jardín... así tendrían un recuerdo. Putos Enfermos...

Comencé a caminar sin prisas. Pensé en imitar a los más rezagados, para saber cual era el ritmo mínimo. Sabía que me jugaba un aviso, pero si eso me podía marcar la cadencia adecuada, tampoco sería tan malo.

Sin embargo, no me dieron el aviso a mí, sino a otros que iban a un ritmo levemente inferior al mío. Eso me puso en bandeja la información vital para subsistir en esta larga marcha y me dio confianza. La primera hora pasó para mí como si nada. Total, una hora caminando no era algo de lo que preocuparse, ¿verdad? Lo complicado vendría después.

A mi altura caminaban algunos de los chicos con los que habíamos cruzado palabras en la línea de salida. Entre ellos el tal W. No me gustó su presentación, me recordó a esos niñatos matones de instituto que no saben hacer la O con un canuto y se aprovechan de su popularidad para hacer la vida imposible a los que realmente valen la pena. Sin embargo, sus palabras estaban cargadas de razón.

- Son como buitres. - Dije de repente. - Y esas viejas sonríen porque por fin pueden ver a otros que están más cerca de la muerte que ellas mismas.

Fue lo que me pasó por la cabeza y así lo solté. Aunque no dediqué más aliento a las palabras aún. Mantenía mi ritmo y en eso ocupaba mi mente.

Al ser uno de los últimos dorsales, Chris se mantuvo en la última fila formada. Esperó con nerviosismo el inicio de la carrera, pero antes, sacó de su bolsillo una foto...

...Le dio un beso a la misma y se la guardó

allá voy, mis supernenas! pase lo que pase, ganareis vosotras!

Cuando el comandante dio el pistoletazo de salida, aquella sonrisa permanente en su rostro, mitad tristeza, mitad alegría, pareció intensificarse.

Marchó con suavida durante la primera hora, como le había aconsejado uno de los pocos amigos que le quedaban, monitor de educación física del colegio de su hija

-Mantén un ritmo bajo, pero permanente, así te evitarás problemas y cansancio-

bueno, ya se que solo llevamos una hora, pero de momento va bien la cosa  pensó tras rememorar aquellas palabras.

No le importaba que la gente hablase entre sí, es más, le veia poco sentido, si iban a morir, ¿para que hacerse amigos, y sufrir en el futuro con sus muertes?

Ellos verían, Chris tenía claro su objetivo y su principal apoyo, aunque no las viese, sus supernenas lo alentaban a hacer un papel digno.

- Son como buitres. - Dije de repente. - Y esas viejas sonríen porque por fin pueden ver a otros que están más cerca de la muerte que ellas mismas.

Barkovitch se giró hacia la familia que observaba al grupo y les espetó:

-¡Todavía es muy pronto para ver morir a alguien, cerdos! ¡Volved a vuestras casas!

Pero la familia, lejos de amedrentarse, animó aún con más ganas.

Totalmente en silencio porque estaba concentrado en el comienzo de la larga marcha voy observando a mis compañeros cuando se presentan. 

Como no buscaba ser un asqueroso simplemente digo mi nombre.  - Jesse... Suerte a todos. - ni muy serio ni tan sociable, cortés seria lo indicado.

Una vez que marcan el inicio doy los primero pasos a un ritmo tranquilo y sin enloquecer, esto será para largo.

Cuando se dio la salida, Bram comenzó a caminar junto al grupo, y así siguió pero sin hablar demasiado. No miraba a nadie y se concentraba en lo que tenía delante de él.