Partida Rol por web

Akinlabi se iba comiendo la primera de sus raciones cuando escuchó los disparos que acabaron con Timmy.

- Vaya, pues yo pensaba que iba a ganar el...

Se encoje de hombros y sigue caminando como en sueños, insensibilizado por tanta muerte y con el cerebro aletargado.

La marcha continuaba inexorable, por muchas muertes que ocurrían en su seno. Miraba en derredor y cada vez éramos menos. Entonces comencé a sentirme mejor. Extrañamente mejor. Las piernas dejaron de dolerme y las fuerzas regresaron a mi cuerpo como su nunca lo hubiesen abandonado. 

Caminé más veloz, de hecho corrí. Y los demás corrían alrededor mío, pero no podían seguirme el ritmo. De repente las normas de la carrera cambiaron y los más rezagados iban recibiendo el pasaporte, uno tras otro, sin avisos que mediasen. Al final sólo quedábamos Aki, Warren, Henry, Timmy, Simon y yo. Pero ellos tampoco duraron mucho.

Timmy tropezó y lo abatieron cuando aún rodaba por el asfalto, Simon comenzó a hacer el tonto con un reloj que llevaba en el bolsillo, pero de cadena y con la forma de un despertador, su cabeza se transformó en la de un conejo y comenzó a incordiar a los soldados diciendo que llegaba tarde a algún sitio que no recordaba. Lo abatieron por pesado.

Warren transformó su cara en una mueca de odio y comenzó a insultar a Aki a voz en grito, llamándole negrata, macaco, animal y otras lindezas por el estilo. Al final, Aki arrebató un rifle a un soldado y le voló la tapa de los sesos a Warren. Extrañamente, los soldados no le hicieron nada, sino que le entregaron una gorra como las de ellos y le saludaron con honores. Sea como fuere, en la competición sólo quedábamos dos, Henry y yo. Seguíamos corriendo al esprint, casi volábamos a grandes zancadas, como si la gravedad hubiera decidido darnos más libertad de la justa y necesaria. Pero Henry comenzó a hablar solo, me miró y dijo. - Tercer aviso número 73. ¡Último aviso! - Aunque no era su voz... era algo más parecido a la de.. LOS SOLDADOS.

Me desperté hecho un ovillo en la carretera. El pelotón de marchadores iba un trecho por delante y sólo me rodeaban un par de soldados que me apuntaban con sus rifles. Uno de ellos miraba un dispositivo de mano. Quise reaccionar, ponerme de pié y continuar la marcha, pero no llegué a tiempo. El último disparo no lo escuché.

Hasta a Henry, últimamente algo ajeno a cuanto sucedía a su alrededor, le impactaron las últimas muertes, sobre todo la de Timmy y Matt a los que ya consideraba parte fundamental de la comitiva y sin los cuales el peso del silencio, aquella noche oscura, le parecía más pesado y contundente.

Su insigne y fantasmagórico acompañante lo sacó de su apenado estupor -: ¿Qué haces? ¿Estás rezando? - A punto estuvo de negarlo hasta que descubrió sorprendido que era cierto.

Padre misericordioso, acoge las almas de estos buenos muchachos que no merecían este final.

Esta vez Henry no hizo partícipe de sus pensamientos al degollador, intentando irse alejando de él cansadamente mientras caminaba:

Esto, como tantas otras cosas, clama venganza. ¡Venganza! Pero... ¿contra qué o quién? Esperaré mi momento y si llega, entonces sabré quien ha de pagar por todo el mal que aquí se ha hecho.

La Autopista, a 15,1 kilómetros de Augusta. 3:19 horas.

La luna seguía su curso en el cielo en plena madrugada de este 3 de mayo. La última jornada de La Larga Marcha. Los escasos supervivientes, que ahora eran 24, andaban en solitario. Sólo se escuchaba el traqueteo de las orugas del vehículo que les seguía y la voz de Simon que sacaba a todo el mundo de quicio. Matt y Timothy, aquellos alegres jóvenes que habían amenizado su terrible calvario, habían sido pasto de las balas asesinas de los soldados. Los cuatro restantes lidiaban con su tortura como podían. Aki se deshumanizaba a cada kilómetro. Había perdido aquella ingenuidad con la que había empezado dos días atrás. Sorprendido por la crueldad de un país que esperaba que fuera una esperanza de futuro, seguía andando el primero. Como intentando alejarse de aquellos jóvenes americanos que estaban tan locos como para suicidarse.

Henry había perdido definitivamente la razón al igual que Simon. Sin embargo su locura era más introvertida. A veces se le veía hablando sólo. Como si mantuviera una conversación con alguien que no estaba allí. Simon no paraba de parlotear en voz alta como un muñeco al que le hubieran dado demasiada cuerda, molestando a todo el mundo. Y Christopher se refugiaba en su furia para intentar salir victorioso y dar a su familia un futuro brillante.

Quedaba tres horas para el amanecer. Tres horas para el desenlace de aquella locura.

Akinlabi sigue devorando los alimentos proporcionados, y parece que a cada barrita que engulle le llegasen nuevas fuerzas.

Aunque está medio grogui y camina como un robot, a lo largo de la última hora ha aumentado el ritmo notablemente y parece como si no le costase el menor esfuerzo el mantener ese andar maquinal con el que parece haber reemplazado a su alma.

Mientras, su mente está totalmente ausente, no es que esté evadido pensando en otra cosa, es que directamente tiene la mente en blanco, va en automático.

Antes de que acabara la noche llegarían a Augusta, era un hecho. O llegaba o moría por el camino, no había otra opción. Daba la impresión de que el degollador había cogido por fin la indirecta, Henry lo veía caminando a trompicones, cerca de la cuneta de la carretera, con un rostro que palidecía con una luz sobrenatural en la oscuridad. Se dio cuenta de que ya no le temía, de hecho, ya no le tenía miedo a nada, lo cual solo podía querer decir una cosa.

Estoy loco.

El calambre de la pierna desapareció en ese mismo instante.

De acuerdo, lo admito y asumo, estoy como una puta cabra -. Empezó a hablar en voz alta como si tratara de poner en contacto los dos hemisferios del cerebro -. Pero, en estas condiciones, por otra parte ideales para encarar una experiencia que supera cualquier pesadilla imaginable, podría tocarme bailar con alguien más guapo que el puto degollador ¿no? ¡vamos, digo yo! -. No hubo terminado la frase cuando, junto al siguiente indicador de la distancia que aún había que recorrer para llegar a Augusta, una chica pelirroja apareció débilmente, parecía la imagen de una televisión mal emitida, la chica le dijo al tiempo que le lanzaba un beso -: Te veo en Augusta.

Sonrió ufano -: Eso es todo lo que quería, no pido tanto ¿no? - Miró en dirección a sus piernas y comenzó a cantar -.

Llevarme a la ciudad, nenas, llevarme a la ciudad.

A ver a mi chica, nenas, aunque esté  un poco muerta.

Christopher!! Por Dios!! ¿¿Por qué me rechazas?? ¿Acaso te he hecho algo....? ¿Es por algo que dije....? ¿es por algo que te hice...?.... Puedo Cambiar.... Dame otra oportunidad!!!... Tú y yo podemos tener una vida juntos...criar a nuestros hijos... tú podrás trabajar en los campos de algodón mientras yo te espero haciendo la comida y amamantando a Geremías, a Abraham y a Mateo...

Por favor, reconócelo, me amas desde que comenzó este viaje... amabas a Jesse, suspirabas por Matt, deseabas a Abraham, te tocabas pensando en Timmy.... y sobre todo deseas el Ndongo de Akinlabi en lo más profundo de tu cuerpo...

Dí la verdad... se sincero... me rechazas porque en realidad deseas aquello que te puede dar el "hermano" y que yo no tengo...

Todo esto se lo suelta Simon a Christopher.... mientras anda... y anda.... y sigue andando...

Aquel estúpido loco estaba cansando a Chris, más de lo indecible, estaba por darle un puñetazo, pero estaba seguro que los soldados le darían el pasaporte a continuación.

Por lo menos, sería divertido, morir viendo como le saltaba todos los dientes.

Por lo que optó por otra cosa, sacó la cantimplora, le dio un trago y luego le lanzó agua a la cara de Simon

-Puto loco, aléjate de mi, o te daré puños hasta que nos den el pasaporte a los dos-

Era cierto, a cada kilómetro que avanzaban se sentía más furioso con todo.

La Autopista, a 8,4 kilómetros de Augusta. 4:21 horas.

La última hora había transcurrido con tranquilidad. Nadie había muerto, aunque los números 5 y 86 habían recibido su tercer y último aviso. Los 24 marchadores que quedaban eran los mejores del grupo de ese año, los más fuertes. A partir de ahí empezaba la verdadera competición. Christopher no aguanto más las locuras de Simon y le arrojó a la cara parte del agua de la cantimplora. Inmediatamente los soldados se pusieron en pie sobre el vehículo oruga soltando el seguro a sus armas. Parecía que el joven podría llegar a agredir Simon, algo totalmente prohibido y que le llevaría a una muerte segura...

La última hora, Henry la había pasado cantando a ratos, a ratos con la mirada perdida en dirección a la carretera, bostezando tan sonoramente que parecía que se iba a caer al suelo de puro cansancio, o arrastrándose en un excéntrico duermevela que, junto a las dos docenas que quedaban, ofrecía el mismo espectáculo que una congregación de almas perdidas vagando sin rumbo en pena.

Lo más duro era que no habían muertes, se habían detenido dando pruebas del empeño y voluntad de los que aún permanecían, no se sabía muy bien cómo, de pie continuando aquella magna odisea. La falta de muertes implicaba que aquello iría más despacio, que el ganador, fuese quien fuese, tendría que caminar más aún para conseguirlo.

Un acuerdo entre nosotros a tiempo habría sido lo más educado e inteligente. Podríamos haber votado o elegido de algún modo a un ganador y el resto se habría detenido para recibir el pasaporte todos a una. Nos habríamos ahorrado un largo camino y privado del espectáculo a millones de televidentes y apostantes. Es curioso que ni se me hubiese pasado por la cabeza hasta ahora. ¿Aún podríamos hacerlo? No estoy seguro de que, en conjunto, tengamos ya la claridad y el valor necesarios para hacerlo. En mi modesta opinión y por lo que a mí respecta, estamos locos, yo el primero, nadie en su sano juicio seguirían andando. Los cuerdos han quedado atrás.

¡Un brindis por los cuerdos!

Bebió un largo trago de su cantimplora, hasta la última gota, eructó -. ¡Ops! Perdón. ¡Señor soldado! Lleno, por favor, de super, gracias.

Akinlabi sigue caminando como un zombi, parece que hubiese adquirido la capacidad de desconectar cuatro quintas partes de su cerebro y dejar activo el mínimo imprescindible para respirar... y seguir caminando.

Lo curioso es que para ir prácticamente dormido está empezando a sacar bastante ventaja a los que le preceden y casi parece que tratase de dejar atrás a todo el mundo a costa de forzar el ritmo.

Tras la reacción de Christopher Simon reacciona... coge su chubasquero y se pone la capucha.... Gracias Chris.... ahora me siento más despierto con esta improvisada lluvia.... de verdad te lo agradezco. Sabes no es la primera lluvia que he probado... en ocasiones cuando me junto con mis amigos del club disfrutamos de los placeres húmedos, el calor del líquido recorriendo el cuerpo es muy agradable... ¿tu lo has probado alguna vez? Seguro que te gustaría... Si, tienes cara de que te gusten estas cosas... gorrinón!! jeje!!

En fin, yo creo que deberías plantearte las cosas... acepto que no sientas lo mismo por mí que yo por tí.... supongo que me rechazas por que soy negro! ¿Qué te pasa Chris? ¿Por que nos odias? ¿Acaso somos diferentes por tener distinto color de piel?...

Por cierto, ahora que me acuerdo.... me debes un reloj!

La Autopista, a 0,4 kilómetros de Augusta. 5:28 horas.

El cielo empezaba ya a clarear en el horizonte cuando los marchadores enfilaron el puente que daba acceso a la capital del estado. El dorsal número 43 no lo había conseguido y había caído abatido unos metros antes. A pesar de la hora temprana, decenas de personas se habían reunido a lo largo del paso para celebrar la llegada de los participantes que quedaban. No sólo porque La Larga Marcha hubiera llegado a la capital, sino porque la marca de los 300 kilómetros estaba situada al final de dicho puente. Los 23 supervivientes fueron recibidos entre el clamor general. Se había establecido un nuevo record de supervivencia este año. Ahora el próximo objetivo, que muchos calificaban de impensable, era llegar a la frontera del estado, situada a unos 100 kilómetros. Si se conseguía, las casas de apuestas saltarían por los aires.

El tronar de los disparos lo asustó y sacó de su ensimismamiento. Hasta el momento del susto había estado contemplando la luna con un gran detenimiento, casi se podría decir que disfrutando de no tener nada mejor que hacer, nada excepto seguir andando, claro. El contemplar a un nuevo caído le provocó un soberbio bostezo por el que se sintió algo culpable.

Ese no es el mejor modo de despedir a un compañero caído -. Se reprochó mentalmente. Sacó la cantimplora, echó algo de agua en su mano y se la pasó por la cara, en particular sobre los cansados ojos cuyas ojeras no podía ver aunque presentía, no tenía para ello más que mirar los rostros de los que le rodeaban, las bolsas bajo los ojos les daban un aspecto tan cadavérico como el que debía presentar él.

¿Qué le pregunta un cadáver a otro? ¿Damos un paseo? ¡Caray! Me salió el chiste del año ¡joder! Seguro que ahora mismo lo está contando algún cómico de tres al cuarto en un garito de esos que no cierran hasta que llega la consabida redada. Ya lo imagino: ¡Manos arriba! -. Dijo al tiempo que apuntaba con la mano en forma de pistola -. Están detenidos por tráfico de chistes malos, cualquier nueva gracia no servirá sino para añadir años a su condena, aunque si no desean pudrirse en una cárcel siempre pueden apuntarse a una divertida ruta senderista llamada "La larga marcha", todos los años se celebra y viene siendo un éxito de asistencia.

Se volvió hacia Akinlabi, aunque este estaba muy adelantado y quizá no lo escuchara -: ¿Fue eso lo que te pasó Aki? ¿Te vendieron la caravana de muertos vivientes?

Guardó silencio al ver el puente. Se acordó del degollador y lo buscó por todas partes con la mirada sin verlo. Se encogió de hombros y respiró hondo sin prestar mucha atención a la gente que comenzaba a agolparse alrededor.

- Zzzzzzzzzzzzzzzzzz.

Akinlabi va grogui y camina como por inercia, pero parece que fuese perdiendo ritmo poco a poco.
Ni siquiera escucha la pregunta que le hacen.
 

Simon iba a decirle algo a Chris cuando cae en la cuenta que Aki se estaba quedando dormido.. así que sale disparado como una exhalación hacia donde estaba el corredor africano....

- En su adelantamiento el coche número 82 arranca las pegatinas al lento y renqueante número 94....señores, que adelantamiento!! ÑIaaaaaauuummmmm!!!!!!! <- (Sonido de coche de carreras adelantando hecho con la boca).

El coche 82 se acerca poco a poco al bólido negro que porta el número 67, le está quitando un segundo en cada vuelta....ya lo tiene a tiro de DRS... !!!!

Simon se pone a la par que el corredor finlandes...

El piloto del bólido negro avisa por la radio a su ingeniero.... Tsk! ¿Podéis decirle a charlie que investigue al 82... me está haciendo perder tiempo en cada vuelta...? ¿Es que no vé las banderas azules...?

Desde el Pit informa su ingeniero al 67.... Aki, Simon is Faster than you!! I Repeat, Simon is Faster than you!!! Do You understand??... AKI, DESPIERTA COÑO!!!!

-primer aviso, número 94-

-Pero que mierda...!- Chris despertó de repente, las noches sin dormir pasaban factura a todos, y el no se libraba, al menos, parecía que aquella noche fue la mejor de todas, estaba a punto de ver un nuevo amanecer, contra todo pronóstico

-PFF esta mierda de los cojones no puede durar mucho más-

Miró como el tarado de Simon iba a molestar al negrata de mierda...

-Eso, que le joda a él, a mi me tiene hasta la poya-

Su mala leche iba en aumento debido al cansancio extremo y la falta de sueño