Partida Rol por web

Simon seguía dándole vueltas a la cabeza....ese reloj tenía algo malo... eso era seguro... una maldición o un mal presentimiento... así que tenía que deshacerse de él como fuera.... Según se acercó a Timoty este le rechazó tajantemente, lo mismo el de la nariz inmensa... ese incluso salió por patas corriendo.... Aki ya se lo había devuelto, así que me acerqué a Christopher el apostador y en un despiste le dije...

Eh! Christopher!!! Tú la llevas!!! Y le puse el reloj en su bolsillo al tiempo que escapaba corriendo como un cochino al que persigue el matarife...

Número tres observaba con curiosidad a los muchachos que en torno a él huían del reloj maldito, la leyenda urbana no hacía sino acrecentarse con cada muerte relacionada con él. Aquello divertía mucho al degollador e iba comentándoselo a Henry como si de la retransmisión de un partido de rugby se tratara:

¡Y Simon pasa el reloj a Christopher! No está del todo claro, pero se rumorea que los sórdidos y malévolos poderes del reloj maldito alcanzan su apogeo al llegar la medianoche.

No faltaba mucho, podría aguantar un poco más para ver que pasaba. Estiró un poco la pierna derecha andando a la pata coja unos pasos y volvió a apoyarla con una mueca de fastidio.

¡Nada! ¡Que no se va el dichoso calambre!

Chris, tras coger el reloj, lo lanzó hacia el infinito

-Esto es lo que opino de tus tonterías, Simon-

En su voz había gran desprecio, y el reloj desapareció con aquel fortísimo lanzamiento

EH!! No puedes lanzarlo!!! Si nó el mal del reloj permanecerá junto al que se ha deshecho de él. Para deshacerte de él y de la maldición necesitas que otra persona la asuma, sino seguirá pegada a tí.... 

Simon increpa a Christopher al tiempo que comienza a introducir su dedo índice en su propio ano mientras no para de andar... es evidente que algo empieza a fallar en la cabeza del chico de San Francisco....

-Ve a cogerlo si te da la gana, me tienen harto tus tontadas-

Se alejó lo más que pudo de Simon, no tenía nada de ganas de seguir a su lado

La Autopista, a 31,2 kilómetros de Augusta. 00:52 horas.

Al final Christopher acabó con la absurda polémica del reloj de Jesse tirándolo lo más lejos que pudo hacia los árboles que flanqueaban la autopista. Simon se puso a gritar como un loco antes de hacer extraños gestos y posturas. A cada kilómetro que daba el grupo la cordura de todos iba quedando por el camino. Era la una de la mañana ya. Muchos andaban dormidos. Dos de los participantes chocaron entre sí al caminar prácticamente sonámbulos y fueron ajusticiados sin miramientos. Otro se derrumbó en el arcén y recibió un tiro en la nuca. Y así hasta otros cinco. Los 33 restantes seguían andando en la oscuridad. Alguien lloraba en silencio. Otro llamaba a su madre. Ni siquiera en la denominada "La Marcha de la Muerte de Bataán" ocurrida el 9 de abril de 1942 y que consistió en el traslado forzado de prisioneros de guerra estadounidenses y filipinos ordenado por los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, se habían andado tantos kilómetros. Desde millones de televisiones de todo el país, se anunciaba que al grupo le faltaban sólo 30 para superar la increíble marca de 300 kilómetros recorridos.

La verdad es que Chris se asustó un poco con el tema del reloj, temeroso de que realmente fuese una maldición, pues le había pasado factura a varios de los corredores.

Pero mientras los kilómetros y las horas transcurrían, se calmó, solo era una estúpida tontería

Al menos, aquel pesar le había mantenido despierto, y ahora intentaba continuar así toda la noche.

-Mira tu estúpida maldición, atrás queda junto con el reloj-

-Ahora la gente de la zona se matará por conseguir ese reloj... como si de una jauría de chacales se tratase.

Ese pensamiento perdido viene a turbar la mente del marchador africano, que sigue aletargado y empieza a notar los efectos del frío nocturno.

- Como sobreviva a esto las secuelas me acompañarán de por vida...

Despegar aquella foto del asfalto y recogerla le había llevado más tiempo del que pensaba, en realidad había ganado en ese tiempo dos avisos en lugar de uno, pero Timothy comenzaba a no cerciorarse ya bien del paso del tiempo, pese a portar un reloj con él. Todo en su cabeza era como una neblina en la que no podía parar de marchar. 

33 corredores en la carretera, 33 corredores... Da el pasaporte a uno y marcha a su alrededor y quedaran 32 corredores en la carretera...*

Marchaba y tarareaba, entretenido en su tarea y distrayéndose de nuevo como podía. Cuando oía otro pasaporte aumentaba su tonadilla. Las yemas de sus dedos seguían acariciando el plástico de las barritas sujetas al cinturón, deseando que dentro hubiera un perrito caliente, unas tortitas o un pavo relleno asado.

¿Cuándo había sido la última vez que había comida pavo relleno asado? No podía recordarlo y eso lo entristecía. Stacy sabía prepararlo, lo hacía por acción de gracias, pero él era un invitado non grato a las fiestas familiares de su prometida. Oh, si solo pudiera ganar y darle en las narices a la zorra de su suegra. Entonces sería ella la persona non grata en su mansión, donde comerían pavo a diario y siempre brillaría el sol. Tendrían otro par de niños, y un jardín enorme, y piscina... ¡Y verían la super bowl en una tele enorme, por el cable y sin piratear!

Pero que has hecho pirado!!!, le grita a Chris... ahora todos los que tengan relojes sufrirán la maldición... los has matado a todos... Eres un asesino.... Aseeeee-Sinooooooo!!!... Simon rompe a llorar.....

Se acerca a Timmy y le dice soyozando... ¿me das un beso Maradona???

Timmy escapa de Simon como si fuera la peste....

Simon saca su dedo y lo lleva a la nariz.... Puag!! Huele como un retrete.... Anda! mi dedo tiene forma de muelle...! Pues hala! de nuevo al retrete...

Cojo un muelle lo tiro por el retrete y ahora tengo solo 32.654 muelles

Cojo un muelle lo tiro por el retrete y ahora tengo solo 32.653 muelles

Cojo un muelle lo tiro por el retrete y ahora tengo solo 32.652 muelles

Cojo un muelle lo tiro por el retrete y ahora tengo solo 32.651 muelles

Cojo un muelle lo tiro por el retrete y ahora tengo solo 32.650 muelles

Cojo un muelle lo tiro por el retrete y ahora tengo solo 32.649 muelles

....

Cojo una barrita con mi mano libre, la otra la mantengo calentita tirando muelles.... Me como una barrita... Ñam!!

Cofo ud buelle do zido pode dredrede y aoda dzengo rolo 3d2z.cei64chf8 buelles

La noche transcurría como cabía esperar en el sórdido ojo del huracán de una matanza. Jóvenes, casi chiquillos que, exceptuando a Akinlabi, apenas habían vivido, aguantaban a duras penas de pie arrastrándose a cual más lastimosamente. Cada poco tiempo uno tropezaba o se rendía y los soldados, parangón de la eficacia y la profesionalidad, le brindaban el pasaporte sin derecho siquiera a unas últimas palabras.

Por su parte Henry seguía la senda de la locura, mucho más fácil de transitar que la dura realidad, en su enajenada percepción cabía un atisbo de humanidad hasta en el asesino de su esposa, este caminaba a su lado producto de su imaginación desbocada, le hacía compañía y le ayudaba a huir, cada vez un poco más, de la horrible competición en la que se había embarcado.

¿Crees que tendrán pesadillas por esto? -. Inquirió al degollador. Este contestó -: ¿Los soldados? Seguro que sí, bajo esa apariencia de nervios de acero se esconden nenazas que cuando esto acabe correrán a los brazos de su madre a llorar desconsolados por lo terrible que fue tener que abatir a estos pobres niños. Más de uno necesitará ayuda psicológica.

¿Estás seguro? -.Preguntó Henry no muy convencido -. Aquél se está partiendo el culo de risa -. A lo que su alucinación replicó -: ¡Nah! Solo es una pose. Por dentro se está sintiendo un nauseabundo gusano purulento cuya sola visión provoca arcadas.

Henry enarcó una ceja al escucharlo -: ¿Igual que tú? -: El degollador lo miró inexpresivo antes de contestar -: No, no, yo soy un caso especial.

La Autopista, a 22,9 kilómetros de Augusta. 2:09 horas.

En lo profundo de la madrugada los marchadores seguían andando en la oscuridad. Cada paso los acercaba al final de aquella terrible experiencia. La espantosa competición que cada año movía millones y millones de dólares en apuestas. Seguían muriendo participantes a un ritmo terrible. Cinco más habían caído en la última hora. La muerte viajaba con ellos. Ansiosa. Con su guadaña preparada para segar otra vida. O degollada, al estilo del personaje que caminaba junto a Henry en su demencia. Sea quien fuere el que ganase, poca cordura debería quedarle para el resto de su vida después de este terrible viaje. 28 marchadores quedaban todavía. Un grupo cada vez más exiguo en el que cada cual ya andaba solo, perdido en sus propios pensamientos.

Su estómago rugió una vez más, no podía aguantarse más. Eran muchas horas sin nada que comer y economizando. Timothy cogió una de las barritas, desenvolvió el papel y se la llevó a la boca. Masticó con parsimonia aquel trozo de cartón con vitaminas.

Ya sé qué pediré cuando gané, ser dueño de la mierda de fábrica de barritas con sabor a cartón. Me forraré vendiéndolas todos los años para la Larga Marcha y podré comerlas siempre que se me antoje.

Sonrió ante esa idea, ampliamente y con la boca abierta. Trocitos de barrita a medio comer se le cayeron por la barbilla mientras masticaba, con los ojos fijos en la oscuridad del horizonte. Sus dedos de la mano izquierda, que no paraban de tocar el envoltorio de las otras dos barritas, arrancaron otra de las barritas del cinturón. Tragó como pudo los restos de la primera barrita y trató de abrir la segunda. El plástico se escurrió de sus dedos y se le cayó, por lo que Timothy paró de nuevo para recoger su barrita. Era suya, ninguno de los otros chicos tenía permitido recogerla. Él se la había ganado y solo él.

Su suegra debería estar dando botes de alegría en el salón de su casa ahora que todo había acabado, seguro que llevaba pegada a la pantalla desde que le dieron el primer aviso. Los oídos de Timothy ni siquiera llegaron a oír el estruendo de los disparos segundos antes de desparramarse sus seso sobre el asfalto. Cayó con los ojos abiertos y la boca abierta y manchada con restos de aquella barrita infernal. 

Simon continuaba andando absorto en sus pensamientos cuando de pronto escuchó los disparos que acabaron con la vida de Timmy... Caramba, debemos estar llegando a alguna población pues de de haber fiesta...

Cuando pasa junto al cadaver de Timmy se queda mirando... Joder, que putada, ahora a ver como se limpia el pelo con toda esa gorrinada.... Ves borrico.. tenías que haber cogido mi reloj...

Pero no era el único que les había abandonado... también el narizotas había finiquitado todo el crédito y descansaba ahora en una bolsa de plástico...

Bueno, ya quedan pocos, creo que es el momento de hacer algún amigo... incremento el ritmo y me acerco a Cristopher...

Hola, me llamo Simon... ¿quieres ser mi amigo?

Chris seguía aguantando el tirón, aunque cada vez le costaba más mantenerse despierto, justo cuando estaba a punto de cerrar los ojos, escuchó los disparos.

Habían dado el pasaporte a Timmy y a Matt.

Dos buenos muchachos, dos de los que chris creía que saldría el ganador. Siempre le fallaban las cuentas, elevó una plegaria silenciosa por las vidas de ambos.

Luego, Simon, aquel idiota se le acercó, no tenía fuerzas, ni mentales ni físicas para soportarlo

-No, idiota, no quiero serlo, vete a la mierda y déjame en paz-