Partida Rol por web

El gentío se agolpaba y eso, sumado al calor del mediodía, no ayudaba lo más mínimo. Sólo aliviaba en que distraía algo los sentidos. Después de la pasada alucinación, casi me daba miedo mirar a las caras de la gente, por si volvía a producirse. Pero quizá el agua que me tiré por encima hará un rato y que pienso ir tirándome por encima regularmente, mientras apriete el sol, me esté ayudando a mantenerme cuerdo.

Oigo un aviso para Warren, que marcha más lento de lo normal. Al límite de lo que sería un aviso. Me pongo a su altura y trato de tirar de él, para evitar que le caiga el último y definitivo. Me sentía en parte responsable, pues uno de los avisos había sido por ayudarme.

- Aguanta Warren. El calor nos pasa factura a todos, pero en cuanto caiga la tarde ya verás que volvemos a tener energías. Además, que tú tienes reservas, cosa de la que yo voy escaso. - Intenté bromear para animarlo.

Garraty causó baja. De algua manera ese chico se había ganado el cariño en el grupo. Parecía buena gente y, a pesar de estar en su tierra y que bien se le podría haber subido a la cabeza eso de ser una estrella local, en ningún momento se creyó más que nadie ni se pavoneó de ello. Una lástima. Pero no era más que una marca más en la lista de bajas y una nueva bolsa rellena de carne. Tal como acabaremos todos. Todos menos uno.

El cansancio era difícil de llevar, pero de momento el cuerpo aguantaba bien. Los músculos estaban en su sitio y, a pesar que se quejaban doliendo, cumplían su función sin más problemas. Eso me hacía sentir bien conmigo mismo, no pensaba que aguantaría tanto sin un calambre o algo por el estilo.

La gente nos rodeaba y agobiaba con sus vítores y su sed de sangre y dinero. Pues la mitad estaban ahí para ver morir a alguien, la otra mitad para ver si su apuesta era tan prometedora como le pareció sobre el tablero. Cuando murió Garraty, vi a unos cuantos que rompían boletos de apuesta con rabia y los tiraban al suelo.

Garraty cede al cansancio, cae al suelo y no puede volver a levantarse. Está rodeado de gente de su estado, muchos que seguro le han conocido y se han acercado a verle y animarle. Lo único que consiguen es ver su último aliento, algo que por suerte parece removerles por dentro pues intentan saltar para ayudarle. Timothy apretó la mandíbula cuando oyó el último aviso antes del pasaporte y cerró los ojos sin parar.

Se sentía tan deshumano, no ayudando, no dando palabras de ánimo al resto... Él no era así, pero tampoco quería morir. Tenía que ganar por sus chicas y eso implicaba que el resto muriera. No deseaba atar lazos con nadie, solo centrarse en la carretera y tratar de evitar pensar en comida. Aquella era la verdadera supervivencia, el egoísmo humano. Como en una mala películas de zombies donde el malo empuja al resto contra las garras de los zombies para salvar su pellejo, aquí su forma de empujar al resto era no darles coraje para seguir adelante. Todo el mundo odiaba a ese tipo en las pelis y, Timothy, también se odiaba a sí mismo.

Esto es horrible... No quiero morir...

Pensó desesperado, aún agarrado con fuerza a su reloj. Sentía como la cadena se le clavaba entre los dedos de apretarla, le hacía daño, pero el dolor hacía aquello más real. Le distraía del dolor del resto del cuerpo y los calambres que comenzaba a sentir.

Solo un poco más. Por ellas.

Warranty... el chico simpatico y agradable había caido.... aquí el ser buena gente no te libra de la muerte, los soldados son implacables.

Jesse parece que va cogiendo algo de ritmo, está muy cansado... yo también... pero tenemos que intentar aguantar.... me jodería mucho que se fuera, aunque he de reconocer que me jodería más irme yo primero.... Jesee, se me ha ocurrido una cosa.... ¿tu has visto los Juegos del hambre?.... Se me ha ocurrido que si quedamos tu y yo solos, y tenemos el mismo número de avisos, podemos pararnos al mismo tiempo y así no habría ningún ganador.... tendrían que perdonarnos la vida a ambos.... Te parecerá absurdo pero me has caido bien y me jodería que alguno de los dos mueriéramos sin poder tomarnos juntos una cerveza fresquita en la playa, mientras vemos un atardecer.... ... pero sin mariconadas, eh! Como dos machos,... sin manitos, ni besos, ni toqueteos....

El momento de más calor del día había pasado, de ahora en adelante, si el clima permanecía estable, todo sería más sencillo; al menos eso era lo que iba pensando Henry, tratando de alejar de su mente esos otros pensamientos que le conducían con tanta facilidad a un estado de nerviosismo casi patológico.

Veía a la gente a ambos lados de la carretera con sorpresa:

¿De dónde ha salido toda esta gente? Hace un momento no estaban. ¿Y qué le pasa a Ray? ¿Por qué se para? Querrá descansar un poco, claro, eso debe ser. Yo también estoy empezando a notarme cansado, no tardaré tampoco en pararme. ¿Ha sido eso un disparo? ¡No! ¡No! ¡No puede ser! Esto no está pasando.

El muchacho ya no hacía nada por disimular las lágrimas que le surcaban las mejillas.

¿Cuándo voy a despertar de esta pesadilla?

Abraham escuchaba los disparos muy lejanos, como si estuviera perdiendo la audición o quizá era otro síntoma de la pérdida de razón que todos allí estaban sufriendo. El último en recibir el pasaporte fue Garraty. Su muerte se sintió entre los marchadores como una pesada capa de pesar y desánimo. Ray había calado en la mayoría de ellos de una forma o de otra, era un tipo íntegro, un buen hombre, una baja lamentable. 

La gente había vuelto a aparecer a ambos lados de la carretera como fantasmas, una vez más Bram no los vio ni los oyó hasta que no los tuvo encima, malditos fueran... Apretó los dientes y escuchó las alabanzas y ánimos que lanzaban a Ray, de poco sirvieron, pero aún así... ¿Habría alguien que hubiera apostado siquiera algo por el propio Abraham? Lo dudaba, aún así guardaba cierta esperanza, esperanza de no morir siendo nadie. Dejar algo en alguna parte, que perdurase para siempre. 

La Autopista, a 5,3 kilómetros de Old Town. 14:40 horas.

Ya a lo lejos se apreciaban las primeras casas de la ciudad. A esta hora de la tarde, casi todas las familias apostadas en los arcenes estaban ocupadas almorzando de las cosas que habían traído en cestas de picnic. Incluso se habían montando barbacoas. El jugoso olor a carne a la brasa os llegó a las fosas nasales haciendo rugir vuestras tripas que llevaban dos días a base de pastas proteínicas.

Este día sería el punto de inflexión de la competición. Sólo llegarían los más fuertes al tercer día. Y al ritmo al que continuaban cayendo los marchadores, pocos iban a ser los que vieran ponerse el sol. Otros cuatro más habían recibido el pasaporte dejando el número total en 71. A este ritmo, entre 4 y 6 bajas por hora, cuando anocheciese quedarían menos de la mitad de los participantes.

En ese momento, el grupo pasó bajo una gran pancarta que cruzaba de lado a lado la autopista. Rezaba "¡Enhorabuena participantes! ¡200 kilómetros de marcha completados!" Unas jóvenes pagadas por la cadena estaban situadas bajo ella saludándoos con efusividad. Varias cámaras de televisión filmaban el momento sin perderse detalle.

Las palabras de Matt fueron un bálsamo, eso, y la barrita parecida a alpiste para canarios que me comí. Me sentía con fuerzas renovadas para seguir adelante, y eso hice, aceleré hasta colocarme al lado de Matt

-Gracias Matt, creo que si no hubiese hablado contigo, ahora mismo me estarían enterrando-

Tras palmearle la espalda, continue

-Y bueno, cuentame más sobre los planes que teníais para la serie, antes de que fueran a por vosotros, claro-
 

Mientras caminaba y recreaba la vista por el intenso paisaje que se vislumbraba antes mis ojos (tres mujeres muy bonitas con sus pechos dignos de morder, hasta convertirme en un vampiro) escucho ya riendo a carcajadas la propuesta de Simón. 

- Venga hombre, justo ahora te pones en modo dulce y tierno cuando tengo a tres mujeres allí con el cartel. Pero vale, lo haremos juntos... Morimos o sobrevivimos, luego la cerveza y una orgía con esas tres. ¿De acuerdo? - realizo una contrapropuesta y aprovecho que al pasar cerca de ellas extiendo mi brazo y toco las tetas a la primera de la punta. 

Sonriendo por su cara de "esto no estaba en el contrato" camino junto a mi amigo. - Bah... ¡Qué decepción! ¡Eran falsas! Sentí que tocaba dos pelotas. - totalmente frustrado por esa mala experiencia mantengo el ritmo y el buen humor. 

- Esto parece un circo... ojalá la gente mostrase el mismo interés por las competiciones deportivas normales.

Akinlabi niega con la cabeza ante las repetidas muestras de bajeza humana, parece que los tiempos en que los romanos echaban a los mártires a las fieras no están tan lejanos como se quiere creer.

El olor de la carne fue una tortura mayor de lo que hubiera pensado, ojalá alguien le ofreciera un trozo. Ansiaba volver a comer un buen filete en lugar de esas barritas horribles e insípidas. Menuda tortura extra aquella bazofia hipercalórica. El retortijón del estómago a causa del olor fue mayor que los que había sentido hasta ahora, pero no era lo mismo imaginarse la rica comida casera de Stacy que oler aquella carne asada.

-Malditos bastardos- masculló, viendo como la gente a su alrededor se agolpaba con la boca llena. Reían, comían, se lo pasaban bien a su costa. Dentro de Timothy comenzaba a crecer un odio negro a la humanidad. Odiaba a aquellas multitudes que venían a verles morir y a animarles, como si fueran héroes. Odiaba a aquellas chicas que se acercaban para ser besadas o tocadas por los corredores solo por tener qué contar a sus amigas y conocidos. Ya se imaginaba su voz aguda en su cabeza.

¿Sabéis ese que le dieron el pasaporte ayer? Pues yo le besé horas antes.

Un escalofrío de disgusto y amargor recorrió su espalda. No soportaba a nadie ahora mismo. Mantuvo su paso, rechinando los dientes. El hambre y el cansancio estaban dándole un humor de perros. No comprendía como el resto podía bromear cuando él solo quería gritar y mandarlos a todos a la mierda.

Ya está, Timmy, ya estás perdiendo la cabeza...

Trataba de no dejarse despistar por el bullicio, la gente, los discursos, las chicas, desde hacía unas horas sentía como descendía en picado por un remolino mezcla de mala suerte, extenuación y unas ganas de tirar la toalla que aumentaban a cada paso que daba.

No sé si en algún momento he pensado en mí como posible ganador, pero a estas alturas ya está más que claro que solo es cuestión de tiempo que palme. Empiezo a tener dudas de si seré capaz de llegar a la noche. Aunque otra noche andando sin dormir se me antoja la peor de las torturas, solo de imaginármela me dan escalofríos.

Su empeño por mantenerse atento para librarse del segundo aviso fue lo bastante constante como para estar a punto de conseguirlo. Sin embargo, minutos antes de lograrlo, cuando ya acariciaba ese pequeño triunfo que tal vez le diese ánimos para arrastrar los pies unas horas más, esa voz, que hablaba siempre con un tono deliberadamente neutro e indiferente que la hacía aún más odiosa, dijo -: ¡Tercer aviso número tres! ¡Último aviso!

Se volvió hacia la voz enojado -: ¿Qué? ¿Por qué? ¡Estoy andando joder! - Por toda respuesta el soldado amartilló su arma. Henry se giró y continuó andando, con un ritmo más firme que le provocaba ligeros calambres en la pierna izquierda. Debía haber descendido la velocidad sin darse cuenta y por eso le había caído el aviso, si volvía a cometer ese error estaba muerto.

Muerto, muerto, muerto, muerto...

Se repetía sin parar, agobiado por el miedo, arrastrando la pierna izquierda un poquito más a cada paso sin poder evitarlo.

Me reí ante la ocurrencia de Jesse, de palpar todo pecho que se cruzara por su camino... la verdad es que era curioso ver como algunas "hembras" aceptaban el magreo con emoción mientras que otras parecían ofendidas.... en cualquier caso todas ellas plantaban las pechugas en la carretera para que cualquiera pudiera utilizarlas como un antistress...  Que pena, dejarse manosear por un desconocido solo por poder contarlo luego...

¿Así que esa las tenía de goma...?. Déjame probar a mí.... me acerco al arcén y siguiendo el ritmo le toco las tetas a 5 chicas que estaban gritando ... Natural - Goma - Natural - Natural - Goma..... en este estado tenemos un porcentaje de un 40 por ciento de contaminación por siliconas.... Pueden estar contentos en California y en Arizona el porcentaje es del 67 por ciento...

¿Por qué demonios les gustará tanto a las tías ponerse tetas de goma?..me lamento. Normalmente son horribles, sobre todo cuanto más grandes son... a veces ves cuerpos de mujeres delgaditas con unos balones antinaturales que serguro les producen dolor de espalda...

¿Tu novia como las tenía? Espero que naturales....

Bram se acercó, renqueando también, a Henry. Ignoraba en la medida de lo posible la presencia del público, la cara del número 3 estaba pálida y su expresión aterrada daban una clara idea de cómo se sentía, había recibido el tercer aviso, Abraham sabía de qué iba el tema, aún así, cuando Bachman le miró sonrió (esperaba que alentadoramente) con las escasas fuerzas que aún conservaba.

- Pensar en eso no te ayudará - Comentó como si le hubiera leído la mente - Ey, ¿Quieres escuchar algo divertido? Escogí una navaja como objeto para traer a esta mierda. Menuda elección hice... ¿Qué has traído tú?

Barkovitch escuchó lo que decía Abraham.

-Excelente. No pienso dejar que esos hijos de puta de ahí atrás me disparen. En cuanto vea que no pueda más te la pediré, número 9, y me rebanaré la garganta con ella.

Acepté la palmada de Warren con una sonrisa, aunque aún me sentía algo culpable por haberle involucrado en lo del cinturón.

- Pues, verás, todo comenzó con una chiquillada. Ya sabes. Haces cuatro bocetos con tu colega de toda la vida y antes de que te des cuenta has montado una historia. Tanto a él como a mí nos gustaba dibujar y los ordenadores, así que lo tuvimos fácil para pasar los bocetos a una animación y colgarla en la red. Primero eran cuatro mierdas, metiéndonos con el instituto y los profes, lo cual no se lo tomaron demasiado bien y al tercer capítulo amenazaron con expulsarnos si daban con nosotros. Eso nos hizo ganar más fama... eso y que comenzamos a meternos con todo el mundo que representase algo de autoridad autoimpuesta. Lo demás fue una bola de nieve.

- Creo que el último capítulo fue el que la lió parda, pues dibujamos al Comandante y nos reímos de él, de la Larga Marcha y de su Puta Madre. Literal. Fue divertido dibujar a la madre del Comandante pasándose por la piedra a medio pueblo, zoológico incluido. Al día siguiente los Escuadrones encuadraron a Trey.

- Nunca supe cómo se enteraron que él estaba involucrado, pero creo que Nancy tuvo algo que ver. La tía estaba muy buena. Año a año le vimos crecer las tetas, así que no tenían nada de artificiales, como esas de ahí. Y tenía unos labios carnosos de esos que te hacen brotar las fantasías, ya me entiendes. Trey estaba colgado de ella y ella no le hacía ni puto caso. No sé, pero justo el día antes de subir el último capítulo, Trey estaba como loco diciendo que Nancy había accedido a salir con él. Yo lo flipé. Todos los que conocíamos a Trey lo flipamos. Sólo espero que si le dijo algo a Nancy pudiera follársela al menos, pues aunque caro habría sido el polvo de su vida. Literalmente.

- Yo huí. Y huyo desde entonces. No sabía si me buscaban o no, pero decidí que no me encontrarían fácilmente. Como mínimo no me encontrarían cagando en mi casa, como a Trey. ¿Sabes? Por la vía de la patada tiraron abajo la puerta del cuarto de baño de su casa, y allí estaba Trey, sentado en la taza, con cara de no saber qué estaba pasando. O eso me dijeron sus padres.

Algo así como una emoción profunda me embargó en ese momento y se me saltaron un par de lágrimas. Con un gesto le pedí a Warren que me dejara solo y me hundí en mis pensamientos. El recuerdo de las caras de los padres de Trey me hizo pensar en la cara de mi propia madre cuando descubrió que me había marchado. Ella quizá me relacionó pronto con lo de Trey y seguro que pensó que me habían encuadrado por ahí, fuera de casa.

Un pensamiento que no me había asaltado hasta ese momento me atravesó como una flecha. ¿Me estaría viendo por la tele? Alcé la cabeza, con los ojos como platos, y vi una cámara de televisión, de esas estáticas, enclavada en la acera y con un perímetro de seguridad para evitar que el gentío le quite el plano de los marchadores.

Me detuve ante la cámara. Miré al gran objetivo con lágrimas en los ojos.

- Mamá... te quiero. - Dije. Me salió de dentro, como si estuvieran ahí mismo. - No es culpa tuya. Esto salió así y no pude escoger otra cosa y...

- Número 73, tercer aviso. Último aviso. - Me interrumpió la voz monocorde. - Último aviso. - Pensé. - ¡Mierda!

Barkovitch escuchó lo que decía Abraham.

-Excelente. No pienso dejar que esos hijos de puta de ahí atrás me disparen. En cuanto vea que no pueda más te la pediré, número 9, y me rebanaré la garganta con ella.

Sí. Por eso justamente había elegido Bram la navaja, para matarse llegado el momento.

Pero ahora que estaba dentro, y había visto. Ahora que había sentido y sufrido y perdido todo atisbo de estúpido orgullo que alguna vez hubiese podido tener, sabía que la muerte que brindaban los soldados era deshumanizada, pero (A Dios gracias) rápida. A esas alturas del concurso, Danville tenía muy claro que era mejor que te liquidasen deshonrosamente pero deprisa, a provocarte la muerte tú mismo de forma lenta, dolorosa y agonizante, con el gaznate abierto, desangrándote en medio de la carretera mientras el mundo entero te veía morir.

- Está a disposición de todo el que quiera usarla. 

Comentó en voz alta para que todos pudieran escucharle.

Escogí una navaja como objeto para traer a esta mierda. Menuda elección hice... ¿Qué has traído tú?

Algo brilló en la mirada de Henry al escuchar lo de la navaja, algo peligroso. Se metió la mano en el bolsillo y sacó una foto. Se la tendió a Abraham, en ella aparecía una chica pelirroja, con la cara llena de pecas, sonriente y señalando el anillo que lucía en la mano.

Lucy -, comenzó a decir Henry con voz monocorde, pensando que las palabras que iba a decir muy posiblemente podían ser las últimas - es mi esposa, bueno, lo era, la mató el degollador con una navaja, el mismo que me hizo esto a mí -. Se señaló la cicatriz de un feo corte que lucía en el cuello, su voz empezaba a teñirse de emoción -. No le han atrapado, mi padre dice que nunca lo cogerán y por eso estoy aquí, me proponía ganar esta absurda carrera y pedir su cabeza, pedir que se me permitiera volarle en persona la tapa de los sesos -. Tenía los dientes apretados y comenzaba a temblar nerviosamente -. Si hubiese tenido valor, quizá habría podido evitarlo, salvarla, evitarlo todo, y no estaría aquí, a punto de recibir una bala en la cabeza, pero... -. Se volvió hacia Abraham y lo miró a los ojos antes de concluir apenado, resignado -: Soy un cobarde.

- Bueno... Para que luego digan que no sé elegir tema de conversación.

Soltó Bram con media sonrisa tras haber escuchado la historia de Henry. Aún tenía la foto de su esposa en la mano, la observó un poco más y se la devolvió. 

- No eres un cobarde. Eres humano y estás vivo, tienes limitaciones, ya sabes, hay cosas que podemos hacer y cosas que no. Llámame gilipollas si quieres, pero soy de los que piensan que no todo termina con la muerte - Para su sorpresa, logró dedicar un guiño cómplice al número tres - Te hablo en serio, tengo fe en que se puede seguir existiendo de otra manera... Y si tengo razón, tu esposa debe estar esperándote. Cuando volváis a estar juntos, podréis saldar cuentas pendientes.