Partida Rol por web

Aslan detiene a la elfa, agarrándola suavemente por la muñeca para que no de ni un paso más. Ésta le mira con interrogación, y enseguida el encapuchado señala con la cabeza hacia delante, dónde puede percibirse un grupo desconocido de personas. Dos de ellos son de una altura muy parecida a la de Gárret, otra silueta, bastante más alta va con ellos. También se distingue a un animal, aparentemente un perro.

-No sabemos quienes son. Deberíamos esperar... Susurra antes de tiempo, castigando la mirada para distinguir algo que le indique que son gente corriente y no personas hostiles.

Suelta a la elfa tras la advertencia, y parece llevar una de sus manos hacia el mango de su espada.

La pequeña encantadora se detiene al escuchar las palabras del mediano. Le mira por encima de su hombro mientras suelta una risilla graciosa entre dientes. -No te lo tomes a mal Gárret, pero mi amigo Heian también puede perder la vida, y yo soy quién decide, al igual que tú, cuando es el momento de arriesgar mi vida por los demás...

Asiente, satisfecha por su comentario y trata de seguir con la mirada los movimientos de Racalín. Los cuáles son bastante buenos ya que parece haberse disfrazado junto a las sombras del lugar.

Pero ahora estamos aquí, añade, bajando un poco el tono de voz y esa silueta de delante no me gusta nada. Aunque se parece un poco a... ¿No es ese aquel encapuchado? ¿Aquel que se presentaba por arte de magia? Quizá se haya reencontrado con los demás.

¿Qué opináis?-

Se pregunta, al ver que Gárret también trata de percibir aquella silueta detenida justo en frente de la Herrería. El mediano guerrero no percibe nada que le ayude a distinguir si es alguien conocido, lo que si ve, al igual que Miyanuviel es cómo, al menos, un par de personas más salen del interior del mismo edificio.

Te esconde entre las sombras, y no tienes ninguna duda de que la persona que está frente a la Herrería es Aslan. Después sale Methgar, y Querelar junto a la Dama de Fuego.

 Querelar casi topa con Methgar y Aslan que abren la marcha al detenerse estos de forma repentina. por suerte estaba atento. Al mirar en la dirección que indica Aslan el valletano cree reconocer a sus compañeros.

 - Parecen ser nuestro compañeros, los medianos, Miyanuviel y Marpilla con su chucho. ¿qué harán alli, agazapados entre las sombras? ¿Habrán detectado problemas más allá? Vayamos a verlos, a poder ser sin llamar demasiado la atención.

Desde la esquina veo por el rabillo del ojo cómo Racalín hace alguna de sus cosas raras con la vara esa o sin ella. Me asomo con mucho cuidado sujetándome incluso el pelo para que no caiga lacio delatándome por la esquina de la pared.
Me parece ver un encapuchado pero hasta ver que otras dos personas salen de la Herrería no intento verles la cara a ninguno para averiguar si alguno me resulta familiar.

A las preguntas de la gnoma me giro y susurrando a su oído le pregunto:
- ¿A quién te refieres, Marpilla? ¿Crees que puede ser Aslan?

Teneis razón... mejor avancemos con precaución, no nos interesa caer en otra emboscada.. dice mientras intenta ver con claridad a los que se encuentran más adelante

Que sean ellos.... y que se encuentren bien... no es mucho pedir, no?

 Al ver que Racalín se ha escondido estratégicamente y que sus ojos no se entornan muy bien con la noche hace lo que todo guerrero bien entrenado. Toma tres flechas, su  arco las sujeta con la mano del arco y una cuarta la coloca sobre la cuerda comenzando a tensar el arma.

Salgo de mi escondite y digo:

Tranquilos son nuestros amigos....Guardo mi daga,que tenía preparada en caso de tener que utilizarla,y me acerco con alegría hacia Metghar.

¡Cuánto tiempo,dónde estábais!

 La tensión en la cuerda se libera lentamente y pronto las cuatro flechas se encuentran de nuevo en el carcaj y el arco terciado sobre la espalda del guerrero.

Menudo susto que nos han pegado!  Qué hacen afuera tan tarde? Es evidente que la diplomacia nunca fue el fuerte en la academia de Gárret.

Cuando ve acercarse a Racalin no puede evitar sonreir

Al menos algo que sale bien...

Estáis todos aquí? hay alguno herido?... olvidad lo que habíamos planeado, nos vamos ahora mismo de la ciudad. dice con tono urgente, sin dejar de andar Fiura nos engañó, de hecho intentó matarnos.... es hora de irse. Ya os lo contaremos con detalle cuando estemos fuera de los muros de la ciudad.

Aguanta Hima... ya voy..

 Querelar está junto a una de las otras figuras que acompañan a Methgar y al valletano que identificaís como a la Dama de Fuego.

 A diferencia de Methgar, el hombre de las rastas se muestra un tanto más distante, si bien en sus labios aflora una leve sonrisa a modo de reconocimiento y saludo a los recién encontrados compañeros.

 ¡Ja! parece que tanto ella como Lhaeo nos querían ver bajo tierra. En la posada también nos estaban esperando y fuimos emboscados. ¡Pero somos huesos duros de roer!  Una sonrisa de orgullo se planta en la cara de Gárrett, quien al acercarse a la luz se le ve con una profunda herida a la altura del pecho y unas más pequeñas en piernas y brazos. ¿Y a uds por qué los atacaron?

 El valletano adopta un gesto pensativo con el pulgar y el ídice acariciando su rala barba.

 - Tengo mis dudas acerca de ello. Pero creo que el detonante fue el que halláramos un lugar secreto en los cimientos de la posada, tenemos indicio de que esa parte de la posada enlazaba de alguna forma con el alcantarillado.- Mirando a Methgar para ver si cohincide con su opinión.- Nada más encontrar el lugar y ascender a la planta baja nos topamos con Fiura, la seguimos hacia el comedór y allí estaban Therizian y los demás guardias con las armas desnudas y el cuerpo de un hombre parecido a Rubert, el herrero, en el suelo... sin vida. Entonces Fiura nos lanzó a los guardias contra nosotros. De no ser por Aslan y Leia, ahora mismo Methgar y yo no estaríamos respirando.

 El camisote de mithril y las vestimentas del negro mostraban varios signos de heridas muy recientes, con abundante sangre empezando a secarse en ellas.

Un sonoro suspiro de alivio afloró desde mis labiso al escuchar las palabras de Racalín. No así hasta que ví con mis propios ojos que efectivamente eran Methgar y Querelar acompañados quienes estaban allí, me relajé un poco más. Y es que la noche estaba siendo de lo más movidita...

¿Fiura les había intentado matar? me pregunté dándome cuenta al hacerlo de que no me extrañaba de que la respuesta fuese afirmativa. Esa mujer desde un primer momento no me dió demasiada buena espina. Menos mal que erró en el intento...

Me acerco casi la última así que Gárret narra antes que yo la pelea de taberna de la que ahora mismo venimos.
- Nosotros hemos salido vivos de milagro. Nos encontramos con un maldito amigo de Lhaeo que no hizo más que repetir que debían llevarme ante él... - digo sin alzar mucho la voz, visiblemente entre enfadada y triste por la obsesión del maldito Lhaeo hacia mi persona. Si tanta gente tiene bajo su mando ¿por qué no les manda a ellos a robar loo que quiere? Es absurdo... No puede quererme solo por eso... No tiene lógica...

- Vayámonos entonces de aquí, aunque más nos vale parar a descansar en algún lugar, y a sanarnos las heridas... - digo mirando uno a uno a mis compañeros, algunos más heridos que otros, pero todos con mal cuerpo desde luego.

Aparta los dedos de su arma cuando el valletano le dice, con un gesto tranquilizador, que pueden tratarse de sus compañeros. Asiente, aunque no del todo convencido. En el momento en el que Racalín sale de su escondrijo no hay duda de ello, aunque eso no quita el pequeño susto que se lleva, con disimulo.

-Sinceramente, hubiera deseado una patrulla de orcos... Susurra con un tono de broma.

Analiza a los presentes, parecen estar todos, incluso un perro al que aún no ha tenido el privilegio de conocer. Inclina una rodilla y acaricia el cuello del animal mientras escucha a sus compañeros. Creo que las mujeres tienen razón. Deberíamos largarnos de aquí. Se reincopora. No sé si todos estáreis de acuerdo conmigo pero... creo que aquí no se nos ha perdido nada. Y, quería pediros un favor a todos...

Alguien dijo que existe unas cenizas sagradas de mucho valor ¿no es cierto? Incluso pueden devolver la vida a la gente... Yo pienso ir a buscarlas, aunque antes he de tratar un asunto de un viejo amigo. Guiña el ojo a Methgar, como si hubieran hecho alguna especie de pacto. Quizá sea todo mentira, pero creo que valdrá la pena descubrir si es cierto lo que dicen, ¿no es así?-

-¡Aslan! La gnoma parece muy contenta de volver a verle, a todos. Uno por uno se va abranzado. La altura de sus brazos no llega más que a la rodilla de Querelar, Methgar y La Dama de Fuego.

Que bien que estéis todos aquí. Asiente a lo que dice Miyanuviel. Sí, nosotros también tuvimos algunos problemas... Pero pienso que deberíamos ir nosotros a por Lhaeo, ese viejo cascarrabias seguro que estará pensando algún plan.

Y a lo mejor está compinchado que esa fresca de Fiura. Maldice a esos dos en sus pensamientos. Miya y yo sabemos donde se esconde su guarida, la de Llhaeo. Está cerca del Valle de la Sombra.-

La joven y poderosa muchacha permanece cerca de Querelar, con una agradable sonrisa recibe el abrazo de la gnoma. La Dama agita el cabello de Marpilla con una de sus manos. Tras ello, ella tiene claro su objetivo desde el principio. Por eso está allí.

Le hace saber al valletano, con un gesto, que ella está con Aslan. Que desea descubrir si es cierto eso de las cenizas, quizá con ellas, pueda tener una vida como antes. En cualquier caso, quiere vengarse de Fiura. La que ordenó que le cortaran la lengua. Y si para eso ha de derribar primero el muro de Lhaeo no tendrá ninguna de duda de que pondrá todo su empeño para detenerle.

-¿A qué estamos esperando?... Piensa divertida, con optimismo.

 Querelar parecía conforme con la decisión. Asintiendo con el gesto de la Dama del Fuego.

 - Sí, mejor nos replegamos, y a poder ser fuera de la ciudad, demasiados lugares donde pueden alojarse ojos y oídos indiscretos, dispuestos a delatarnos. Partamos, descansemos y luego nos prepararemos para visitar a Lhaeo.

 Luego miró Aslan y le preguntó.

 - Vosotros hace un poco más de tiempo que os moveís por este lugar, ¿teneís alguna idea de donde podernos replegar?

 Apoyo al valletano, necesito tiempo para lamer mis heridas... ehm, en sentido figurado.

De momento salgamos de la ciudad, no nos conviene que Fiura nos eche encima a la guardia. Ahora que estamos todos juntos podemos montar un campamento en el bosque, somos muchos y los animales no se acercarcarán mientras habla se le nota inquieta, con prisa por ponerse de nuevo en marcha.

Vamos, no tenemos tiempo que perder..