Partida Rol por web

Me llevo un susto terrible cuando esos animales desde fuera comienzan a escarbar la tierra junto a nosotros, no esperaba nada así y el pasar de la tranquilidad de mi conversación con el elfo a tener que huir apresuradamente me sobresalta, aunque no lo suficiente como para darme cuenta de que podría con ellos seguramente mejor de lo que lo haría el jóven elfo, así que decido que será mejor que yo vaya por detrás de él.
- No, Heian, es mejor que vayas tú primero. Soy poseedora de cierta y poderosa magia divina y podré vérmelas con esos huargos si se acercan lo suficiente a mí como para poder inmovilizarlos. Además por este hueco estrecho no cabrá más de uno a la vez. Ve tú delante y te seguiré, espero que haya suficiente luz... - le digo a Heian esperando que con las prisas entienda que realmente estoy siendo sincera, que puede confiar en mi y que, posiblemente, no me pasará nada por ir detrás en vez de delante por aquel túnel que salía desde el cuchitril. Y tras decir eso giro alrededor de Heian y le impulso sujetando sus hombros a que me haga caso y tome el camino primero.

Heian se toma su tiempo, frunciendo el ceño de manera que no te llega a comprender del todo. Mira el suelo, la trampilla que está a punto de ser abierta por esos perros hambrientos y por último te mira a ti.

-Ten cuidado- Es lo único que llega a decir antes de desaparecer por el estrecho corredor que conduce hasta su vivienda. Antes de que puedas decirle alguna última cosa la trampilla cede con un orificio lo suficientemente grande y ancho como para que uno de esos salvajes animales se instale en el interior del cuchitril.

Trozos de hiera, ramas y tierra acompañan al inminente huargo cuando este toca suelo. La bestia parece un lobo de pelaje oscuro con una malévola inteligencia en sus rostros y ojos. De su boca chorrea un líquido rojo, seguramente sangre de cualquier otra presa.

El inminente animal intenta rodearte moviendo sus patas delanteras mientras te gruñe, de un momento a otro se lanzará a por ti con esos espeluznantes colmillos que no dejan de amenazarte.

-Grr.... grrrr....Grr....-

Mientras tanto, en el techo siguen escarbando por lo menos dos animales iguales o semejantes.

Me quedo quieta mirando cómo el huargo se cuela en el pequeño cuchitril mientras a mis espaldas oigo comenzar a marcharse a Heian tras mis últimas palabras dirigidas a él avisándole de mis dones mágicos con los animales. Como estoy preparada cuando el animal logra entrar de lleno en el lugar, para cuando se encara hacia mi babeando y enseñándome sus dientes ya estoy de sobra preparada para lanzarle un hechizo que lo inmovilice para darme tiempo a escapar con la esperanza de que, al darme prisa, lo inmovilice de forma que el siguiente huargo tarde en poder entrar puesto que su compañero estará obstruyéndole la entrada.

Sientes algo de pánico al no saber del todo que es lo que te vas a encontrar. Sin embargo no pierdes la concentración en ningún momento y justo cuando el animal toca suelo unas motas de luz plateadas comienzan a caer cuando finalizas el conjuro haciéndolo sobre el receptor cuando logras verlo por completo. Las partículas se funden en un halo que se contrae y se aferra a éste como un lustre plateado.

Sin perder tiempo echas a correr lo que puedes por el corredor -6 casillas-

La bestia siente como tu hechizo penetra en su interior, sin embargo la malévola criatura ha conseguido sobreponerse al efecto con contundencia. Tras un leve gruñido y un pequeño agitar de todo su cuerpo el animal salta la mesa y avanza a la carrera, tratando de seguirte el rastro por el corredor.

Mientras tanto, un par de huargos más entran en el cuchitril tras haber deteriorado por completo la pequeña trampilla que da acceso a la zona.

El pasillo se encuentra iluminado por unas luces mágicas colocadas estrategicamente, son globos mágicos de luces azuladas. Quizá haya sido obra de Heian y te ha iluminado el corredor con un poco de luz.

El estrecho corredor sigue en línea recta unos cuantos metros más, hasta que finaliza en un pequeño recodo que gira a la ziquierda..

Tu turno.

Me quedo ligeramente sorprendida al ver cómo el huargo es capaz de deshacerse de mi hechizo en un abrir y cerrar de ojos lo cual no me deja con muchas opciones. Entran dos más en el cuchitril y sé que contra 3 no tengo nada que hacer asíque lo mejor es correr, aunque sé que ellos también sabrán correr... Con suerte quizá les cueste entrar por el pequeño y oscuro pasillo.
Así pues miro detrás mío y echo a correr por el corredor esperando llegar al final del mismo y, por supuesto, no chocar con Heian por el camino pues si llevo más velocidad que el elfo podría llevármelo por delante si no freno a tiempo, incluso aunque pueda verle en la oscuridad del estrecho corredor.

Los fieros animales han conseguido entrar en el interior del cuchitril. Allí dos de ellos se encargan de derribarlo todo, seguramente buscando algo que llevarse a la boca. Mientras corres, escuchas a tus espaldas como están destrozando todo su interior con la ayuda de dientes y garras, volcando los pocos muebles que habían.

Antes de llegar el recodo giras la vista hacia atrás para asegurarte de que no te siguen. No obstante, uno de ellos parece haberse percatado de tu movimiento y corre desesperadamente por el corredor para darte caza.

Sigues la carrera, el sudor empapa tu frente y percibes cada vez más cerca al animal. Sin mirar atrás prosigues la carrera y a unos cuatro metros percibes también una puerta oxidada de hierro que está cerrada. No te da tiempo a llegar hasta ella cuando sientes como unos colmillos te agarran por detrás y te derriban, haciendo que te tropieces en la carrera con tus propios pies. Esto le da una clara ventaja al huargo.

Derribada en el suelo, tu corazón late, la puerta queda a escasos metros.. Vas a necesitar algo más que suerte si quieres proseguir sin que el huargo haya hincando el diente en tu carne.

Movida por la pura rabia de haber sido alcanzada a pocos metros de la puerta de salida, lanzo el hechizo de Santuario intentando así que el huargo puede que no pueda herirme la siguiente vez que lo intente y después, gateando empiezo a acercarme más a la puerta mientras grito en voz alta:

- ¡Socorro! ¡Heiannn, si estás ahí enciende una luz o algo, tengo uno pegado a mí! ¡Algo para distraerle o deslumbrarle estaría bien! - exclamo por si el jóven elfo, que ya debería haber llegado tras la puerta, sigue cerca de aquella salida esperando verme salir y puede oírme.

El agresivo animal muerde tu pierna descubierta, haciéndote una fea herida en el tobillo en el momento en el que tú te concentras rauda para llevar a cabo un hechizo protector. Los dientes calientes del can atraviesan tu carne y los extrae nuevamente para enseñarte como tu propia sangre chorrea sobre los incisivos.

Tu vida corre peligro, y lo sabes. Así que a la desesperada gritas con la esperanza no solo de que Heian te escuche, si no de que el hechizo haya surtido efecto.

De nuevo el huargo salta sobre ti con tanta fuerza con una intención que no sea la de morderte de nuevo. El movimiento rápido del can te obliga a cerrar los ojos cuando ya lo tienes encima, sin embargo los dientes del animal no pueden atravesar tu escudo protector con la condición de que tu tampoco le puedes atacar a él.

Ya con nada que perder empiezas a gatear hacia la entrada, y un pequeño atisbo de esperanza corre tu cuerpo cuando ves como la puerta oxidada comienza a abrirse.

La puerta chirria despacio, tú sigues avanzando a gatas y con la herida del tobillo dejando sangre a su paso mientras un temible huargo no deja de perseguirte e intenta hincar el diente de nuevo sin éxito.

Tienes que subir un par de peldaños más cuando un brazo te agarra con fuerza y tira de ti. Es el mensajero que arrastra tu cuerpo sin demasiada preocupación ya que el animal avanza a la carrera y choca contra la puerta, Heian tiene que hacer un nuevo esfuerzo para cerrar la puerta mientras el animal trata de empujar con la ayuda de sus patas delanteras.

Finalmente la puerta se cierra y el eflo deja caer su cuerpo, arrastrándo su espalda por la superficie de la puerta.

-La próxima vez hazme casi a mi quieres, casi nos matan a los dos. Dice entre respiración y respiración a modo de broma mientras trata de recuperar el aliento. No pasan más que un par de segundos cuando te ve la herida en el tobillos. Por Garl del Oro, hay que curarte eso..- El elfo se levanta rápidamente e incluso llega a resbalarse con la sangre que has dejado al entrar, pero no le importa y sigue la carrera hasta unos barriles donde parece estar buscando algo.

Lo que él no sabe es que tu eres una experta en dotes curativas.

Vuelve a tu lado y deja en el suelo un vial con un líquido transparete, trapos blancos y una par de vendas. Te mira, coge tu tobillo con cuidado y con atrevimiento te sube un poco el vestido hasta la altura de la bota sin ninguna brusca intención y, coloca tu pierna en su regazo para analizarlo. Te quita la bota y puede verse un feo mordisco con cuatro perfectos orificios que no dejan de emanar sangre.

-Esto te va a escocer un poco. Pero te curará.. ¿cómo te encuentras?..- Pregunta con la única intención de distrarte para que no notes tanto el escozor del líquido curativo que empaña uno de los trampos con el que te está limpiando la sangre.

Me arrastro ciertamente dolorida por el feo mordisco del maldito perro en mi tobillo que no deja de sangrar, pero enseguida unas manos firmes me atraen hacia otro habitáculo y cierran la roñosa puerta tras de mí. Son las manos de Heian, por supuesto, y me alegro de volverle a ver y de que no se hubiera ido muy lejos.

Apenas me da tiempo a responderle... cuando me quiero dar cuenta y explicarle lo sucedido y pedirle que no se preocupe por mí, que no es nada... el jóven elfo ya me está curando la herida cercana al pie con delicadeza pero brío a la vez.
- No... no os preocupeis por mi, no es grave. Como ya os he dicho antes, tengo ciertos poderes divinos y la sanación cuenta entre ellos aunque se agradece que me ayudeis en dicha tarea. - respondo a Heian con una sonrisa fingida mientras noto la picazón y el escozor del líquido que me está poniendo sobre la mordedura.

Luego me quedo mirando el lugar en el que ahora estamos. Este chico es una auténtica caja de sorpresas... pienso sonriendo mientras le miro. Al no situarme del todo no puedo evitar saciar mi curiosidad: - ¿Y dónde estamos ahora? ¿Entre el escondite y tu hogar? Menudos pasadizos te has buscado... ¿eh?

El muchacho escurre el trapo con tu sangre en un pequeño cuenco y termina por limpiarte la zona para que no se quede sangre reseca ni ningún tipo de suciedad en el interior de la herida. Ya cuando recuerda que le dijiste lo de la magia divina, deduce que serás una clériga. Probablemente la primera que haya visto el joven mensajero.

Sus mejillas se vuelven un tanto ruborizadas, te levanta levemente la pierna por la parte del tobillo y finalmente la deja apoyada encima de un nuevo trapo para que el contacto del frío suelo no  te sea una sensación desagradable. -¿Por qué siempre acabo metido en estos líos?. Después la gente del pueblo me compromente con esas estúpidas frases; "Heian ¿tienes una carta para mí?..., tardas demasiado en enviar tus cartas Heian. Heian... más cartas... Se levanta hacia los barriles con esos pensamientos, que algunos de ellos los susurra en voz alta mientras rebusca algo por los interiores de los bidones de madera. ¿Sabes una cosa?, creo que necesito unas vacaciones..- Aunque no entiendes demasiado por que te ha dicho esto último, Heian vuelve sobre sus pasos y te lanza al aire un par de vendas para que las empomes.

Mira a su alredor y extiende los brazos para darte una explicación mientras tú seguramente te estarás enrollando la venda sobre la herida.

-Lo cierto es que era de mi abuelo. Antaño se solía construir siempre algún pasadizo en las casas por motivos de guerra. Hace una ligera pausa y se acerca por si necesitas algún tipo de ayuda con el vendaje. Esto de aquí es el sótano, algo excaso de mercancías como puedes ver. Dice encogido de hombros. Quisiera arreglarlo, pero casi nunca tengo tiempo... En fin, en el piso de arriba está mi casa. Algo pequeña pero es muy acogedera..-

-Oye, estoy hambriento. ¿Qué tal si cenamos algo?..- Propone con diversión.

Observo con cierto cariño el ir y venir de Heian por lo que luego dice ser el sótano de su casa, me pasa algunas vendas con las que me afano en terminar de curar la herida de mi tobillo... ayudada de un poco de magia por mi parte. Pase lo que pase, quiero estar bien cuanto antes.

Ante la mención del abuelo del jóven me asombro al pensar en que ya su abuelo vivió en esa casa bajo la que ahora están. ¿Acaso no se han criado en el bosque como todo elfo debería ser criado? ¿Acaso Heian ha vivido siempre aquí sin conocer el olor a hierba mojada por las mañanas, el resplandor de las estrellas que ayuda en la noche a moverse en silencio entre los árboles cuando tus padres te prohiben salir después de cierta hora, el sentirse parte integrante de la naturaleza y ayudar a que así sea? mil preguntas se agolpan en mi mente. Tal y como he sido educada en mi comunidad sería impensable algo así aunque Óskar ya me avisó de que los de mi raza estaban por todas partes en estas duras tierras.
- ¿Así que tú siempre has vivido aquí? ¿Desde pequeño? ¿Has nacido y crecido entre humanos? Se me hace impensable algo así de donde yo vengo... - le pregunté inquieta mientras me incorporaba con ligera dificultad para aceptar la proposición de la cena y seguirle a lo que ya sí era su hogar.- Sí, ay, estaría bien que cenásemos algo. Muchas gracias, Heian, por todo...
Tras esa última frase giré la cabeza para que el muchacho no notase mis mejillas sonrojadas a causa de sus cuidados hacia mi.

Heian se asegura de que la puerta esté bien cerrada y da por echo que el cuchitril a estas horas estará completamente destrozado por esos salvajes animales. En cualquier caso vuelve sobre sus pasos y te ayuda a incorporarte mientras tú vuelves a hacerles preguntas del ámbito personal. Al principio siente un poco de remordimiento al recordar fugazmente su pasado, después tu mejillas roburizadas y por último ese giro de cabeza que haces hace que se le dibuje una agradable sonrisa en su rostro. Trata de quitarte ese timido rubor con una agradable carcajada de buena gana.

-No te preocupes.. Dice tras el posible e incomodo silencio mientras se arrasca ligeramente con uno de sus dedos la cabeza. Dados mis conocimientos de cocina seguramente pondrás en duda si realmente quiero ayudarte o no- Se ríe de su misma broma y te brinda el paso a ti primero para que subas los peldaños de una escalera de madera que dan al piso de arriba.

-Al principio me sentía extraño en este lugar. Ya de por sí soy algo inseguro, no estaba a gusto rodeado de tanta gente. Las experiencias vividas habían hecho nacer en mi un sentimiento no de odio, si no de desconfianza en las personas. Y aquí más que en ningún otro lado, me sentía algo solo tras la muerte de mis padres pero gracias a mi abuelo y a Lía he sabido superar diferentes obstáculos..- EL Hada aún escondida en su pecho sale de su escondite y vuela por el interior de la casa; el edificio es bastante simple pero como ya dijo el propio mensajer es bastante acogedor. A la izquierda nace una chimenea con varios troncos apilados preparados para ser encendidos, justo al lado un mesa alargada de madera de pino con un frutero flanqueado por dos candelabros ligeramente encendidos. Cuatro sillas acompañan la mesa, un par de mecedoras cosidas a mano y varios estantes del mismo material que la mesa terminan de completar los escasos adornos de la vivienda. Por último, y la derecha hay dos puertas entreabiertas, seguramente alguna habitación y los aposentos del elfo. Las paredes son de madera y están completamente desnudas, sin ningún tipo de adorno salvo un gran cuadro encima del chimenea. Enfrente de ti está la puerta que sale hacia el pueblo.

-Mis padres me mantuvieron en el Valle con ellos hasta coger los 50 años, pero la Guerra les obligó a trasladarme aquí con los humanos.. y, bueno aquí me tienes. Dice con cierta alegría para no recordar demasiado la pérdida de sus padres, que de seguro que lo ha superado. Se acerca a la chimenea para encenderla y parece que él también se anima a conocer algo más de ti. Me dijiste que ese Óskar era humano, ¿cierto?. Espero que una joven elfa del bosque y con conocimientos humanos sepa cocinar como es debido..- Bromea dandote ha entender que te va a tocar a ti hacer la cena con la ayuda de un torpe mensajero.

Miro sonriente cada rincón de aquella acogedora casita en el Valle mientras escucho a Heian hablarme de cuánto lleva allí viviendo y de que sus padres habían fallecido; al decir esto último no puedo evitar entristecerme y recordar a mis progenitores a los he dejado atrás y ni siquiera sé si volveré a ver...
El humor referente a la inexperiencia cocinando del jóven elfo me saca de mis pensamientos y me hacen volver a reír tras ese momento de tristeza y melancolía que me había invadido el alma. Mientras me dirijo cojeando a la chimenea mientras respondo alegre a su última frase:
- Sí, Óskar es humano aunque poco me ha enseñado de cocina... o de cocina humana al menos. Pero... tranquilo, si me ayudas con algunas pocas cosas ya me encargo yo de preparar la cena. Primero tendrás que traer un cazo donde calentar agua y encender un pequeño fuego aquí en la chimenea. Si puedes encargarte tú de irme trayendo las cosas, prefiero quedarme sentada para no mover el tobillo más de lo que debiera y te lo agradecería en el alma. Además, tú eres quién sabe dónde están guardadas las cosas, ¿no crees? - y, dicho esto, me siento junto a la chimenea removiendo un poco la leña con una vara de metal para no quemarla toda pues con un fuego pequeño debería ser suficiente y será mejor ahorrar madera por si enfría la noche de ahora en adelante.

- Por cierto, ¿¿estaremos seguros del todo aquí con esos huargos que habían entrado en el pasadizo?? Igual es que sigo un poco nerviosa pero... - pregunto mientras le oigo por detrás de mí seguramente buscando algo para cocinar porque la duda me asalta y no estoy del todo segura de que vayamos a estar realmente bien protegidos sabiendo que esos animales pueden encontrar la manera, aunque sea muy difícil, de atravesar la puerta que le cerramos en las narices al que me mordió. No puedo evitar torcer el morro al darme cuenta de que al confesar eso he quedado como una debilucha por seguir nerviosa y con miedo pero sé que no me está viendo la cara y dejo de gesticular mientras un suspiro escapa entre mis labios.

Heian se reincopora y se arremanga las mangas de la camisa hasta la altura de los codos. Te deja todo el espacio disponible a ti para que estes a tus anchas mientras él no pone ningún tipo de pega con eso de ser tu ayudante. Tú te encaras al fuego y tratas de avivarlo lo necesario para cocinar y que no se consuman en poco tiempo para no malgastarlos. -Tengo pescado y algo de fruta. Te grita desde la cocina, la cual se encuentra tras una de las dos puerta que permanecían entreabiertas. No suelo comer ni carnes, ni pescados ¿sabes?. Lía me lo tiene prohibido..- Ríe para si, aunque esto último no lo hace con la suficiente gravedad para que lo escuches desde la chimenea.

Escuchas como varias cacerolas caen por el suelo, lo que te indica la gran "agudeza" de Heian para la cocina. -Oh, vaya... Al poco tiempo le ves aparecer con todo tipo de utensilios útiles para la cocina, así como un frutero repleto de frutas frescas que deja en la mesa ya que viene de camino. Pues a no ser que esas criaturas hayan aprendido a abrir puertas deberíamos de sentirnos un poco preocupados. Ahhj, mejor que no pensemos en ellos. No ocurrirá nada..- Dice haciendo referencia a los huargos con confianza mientras te tiende el cazo que le habías pedido así como todo lo necesario para la cena.

Antes de tomar asiento se acerca a una de las mecedoras y en la parte trasera se esconde una lujosa lira hecha de madera. -Mi abuelo me enseñó a tocar. Creo que no me separé de ella durante años jeje...- Toma asiento y hace ademán de tocar alguna canción mientras el agua del cazo hierve, y siempre dispuesto a dejar la lira, aunque eso le cueste un tirón de orejas como le daban sus progenitores por no obedecer las instrucciones que le daban a la hora de hacer la cena.