Partida Rol por web

Antes incluso de que su garra se cerniese sobre el botón sus pensamientos y preocupaciones expresados de manera tan sencilla hicieron que sonriese ampliamente. El país de los dragones... alargué una mano y acaricié sus escamas rascando allá donde sabía que a él le costaba llegar para que disfrutase de la sensación. Creo que el país de los dragones está en todas partes Faer... todo el continente esta poblado de seres como tu, el problema es que el resto de seres no entienden lo maravillosos que podéis llegar a ser y por eso tus familiares tienen que esconderse. No quería preocuparle o entristecerle más de lo que mi comportamiento ya había conseguido pero no debes preocuparte, estés donde estés, siempre que necesites que yo este a tu lado iré.

Mis ojos observaron el juego que hacían los botones en esa danza de subir y bajar, durante unos segundos me sentí profundamente avergonzada de mis actos impulsivos, quizás si hubiese mirado con atención habría caído en la conclusión de que esos cuencos estaban colocados ahi con pesos por alguna razón más que la que yo pude imaginar y que el cuenco vacío esperaba que se rellenase con algo para accionar el mecanismo. El suelo a mi alrededor estaba desierto. Uno nunca encontraba una piedra cuando la necesitaba. Creo que vamos a necesitar otra vez los cuencos o algo parecido para pulsar los tres botones a la vez.

Subí rauda los escalones y me recree en la destrucción que yo misma había causado. Recogí los dos cuencos que había tirado por el suelo y cargué con ellos bajo el brazo, era inútil plantearse la posibilidad de recoger todas las semillas para volver a conseguir peso y así accionar el mecanismo. Quizás... Solo tenía que salir fuera del templo un segundo y rellenar los recipientes broncíneos con tierra para conseguir el suficiente peso. Miré hacia abajo donde Faer esperaba enroscando y desenroscando la cola. Necesito que vengas conmigo a escarbar, no pienso dejarte aquí solo mientras yo voy a mancharme las manos.

Tras presionar el botón, un botón gemelo aparece unos centimetros mas alejado. Suelto el botón presionado para darme la vuelta mientras Ivy me da su explicación sobre el mundo de los dragones, y presiono el nuevo botón con las dos garras y con fuerza para que no suba más. Al parecer mis movimientos son inútiles pero me han echo pasar un rato divertido tratando de pulsar los tres pulsadores de manera instantanea. Parece imposible. No sabía a qué podia enfrentarme en ese mundo. Me resultaba risible pensar que mami no estuviera conmigo en algún momento de mi vida. ¡Si apenas soy capaz de lograr asustar a un goblin con mis gruñidos!. Las palabras de Ivy han despertado unos anhelos extraños, pero que aún no consigo saber que es realmente. -Pero y si.. ¿y si nunca quiero dejar de estar contigo?, bajo del altar. ¿Y si vienen esos pajarracos a chuparme la sangre cuando esté solo?...

Hago continúas preguntas, una detrás de la otra que tan solo se han de responder con una sonrisa. Mientras tanto, aligero el paso para alcanzar de nuevo a Ivy por las escaleras y mi mente viaja por futuros muy irrealistas. -Faerhart, "el dragón que se pasó toda su infancia con un Hada y luego el Hada tuvo que ser rescatada por el dragón". ¡Aguanta Ivy!. Jajaja. Suena bien..- Termino la historia cuando subo el último peldaño.

Mami recoje los cuencos que había tirado y parece que su mente ha tenido que hacer un viaje para resolver el problema de los pulsadores si no, no entiendo porque hace un momento los ha tirado y ahora los vuelve a coger. -En que estás pensando..-

Ivy recogió los cuencos y marchó fuera tras el animado dragón, el cual aún no sabía cuales eran las intenciones de Ivy. Tras saberlo este le hubiera dicho que podrían haber cogido todas las velas para amontonarlas, colocaras en el interior del cuenco y acto seguido en los pulsadores. Sin embargo no lo dijo hasta que ya estaban con la tarea, por que la idea de salir fuera a escarbar era como dar a elegir una piruleta o una bola de papel a un niño de nueve años.

Al exterior el frío que traían las cimas de la montañas era un frio impropio de primavera. La copa de los árboles mecen al ritmo que el viento les guía y un sonido estremecedor se escucha del interior del pantano que rodea al santuario maldito. Probablemente ese sonido sean los muertos que habitan en sus aguas como dijo el Sr. Roca en su momento.

No tardaron mas que un par de minutos en rellenar los cuencos de arena y pequeñas piedras para que pesaran aún más. Con los tres cuencos repletos, entraron de nuevo al Santuario. Al entrar,  la puerta se cerró de golpe esta vez a sus espaldas, no estando seguros de si habrá sido el viento o no.

Parte de mi piel escamosa tiene manchas de tierra, sobre todo por la parte de mi rostro y de mis cuernos. La idea de que me tendré que volver a duchar me da repelús, rápidamente paso de ese pensamiento y trato de centrarme en nuestro objetico y en tranposrtar uno de los cuencos sin que se me caiga nada de tierra. Durante el trayecto, la parte más dificil son las escaleras así que esta vez si que hago uso de mis alas y lo tranporto hasta el altar. Ivy seguro que está sufriendo algo más para tranportar los otros cuencos.

-Venga vamos. Estoy deseando saber que ocurre. Con la lengua medio por fuera coloco el cuenco sobre el altar y lo empujo con el hocico hasta uno de los pulsadores para que este se quede presionado, después espero impaciente a mami a que coloque los otros dos mientras doy ligeros saltos para que la espera se haga mucho mas corta. Corre Ivy, ¡corre!-

Impaciente, espero a que venga y los coloque sobre el sagrario para colocarlos en sus respectivos sitios.

Cuando los tres cuencos están colocados se escucha un click y seguidamente un resplandor azulado ilumina al altar, haciendo un sonido envolvente y mágico. El dragón no puede estar mas asombrado, aunque también siente algo de miedo al no saber que va ha ocurrir y eso hace que su inconsciencia le acerque hasta Ivy para no despegarse de ella.

Tres, dos y uno son los segundos que pasan hasta escuchar, en la parte del vestíbulo el sonido de una gran puerta abriéndose..

Faer se consuela a si mismo inventando una de esas historias que tanto le gustan en las que un caballero o un dragón en este caso rescata a una dama en apuros, en este caso un hada, la verdad es que resultaría bastante cómica de contar y describir, aunque quizás llegue un día en el que él sea tan grande y poderoso que pueda rescatarme sin problema de los líos en los que me meta yo sola.

Mis manos se arañan con las raíces y la tierra dura del exterior del templo, pero me importa poco no seas impaciente, las mejores ideas son las que te mantienen en vilo. Sonrío misteriosamente mientras sigo llenando los cuencos. Habríamos terminado mucho antes si no hubiese destrozado todo, pero ahora que estaba al aire libre un instante me sentía mucho más renovada, sabia que hacíamos lo correcto, todo estaba encajando poco a poco y pronto podríamos sacar a nuestras nueves amigas de este lugar maldito, liberar a Roca de las maléficas plantas y quizás los goblins siguiesen vivos en alguna celda abandonada.

Al entras de nuevo en la primera sala del templo una corriente de aire cerró la puerta a nuestra espalda, si no estuviese de buen humor en este momento incluso juraría que había visto una mano de viento empujando la pesada losa de madera para dejarnos encerrados. Echando el pelo hacia atrás conservé el equilibrio mientras bajaba las escaleras. Todo ocurrió en un momento y mientras quedaba fascinada con el sonido y las luces que salieron del altar Faer se apretó contra mi en un instante de temor repentino. Para tranquilizarle envolví su cuerpo escamoso con mis brazos y le protegí con mi capa como cuando era pequeño.

El sonido de una puerta abriéndose me hizo volverme sonriente hacia las escaleras. ¿Has escuchado eso? las puertas se han abierto... Casi no podía contener la emoción bajando al pequeño dragón con ayuda de toda mi fuerza del altar subí los escalones de dos en dos para dirigirme a las dos grandes laminas de madera que permanecían cerradas. No sabía lo que podía encontrarme al otro lado, incluso desestimé la idea de que nos estuviesen esperando armados al otro lado. Mi intuición me había guiado una vez más hacia el buen camino.

Los dos suben animados las escaleras hasta llegar al vestíbulo. Las grandes puertas sin cerradura terminan de abrirse de par en par justo cuando sus alas les guían a la parte principal de la entrada.

El silencio es tan asombroso como la oscuridad que guarda el interior de esa nueva sala. Parte de las semillas y las flores se ven desperramadas mientras los dos pequeños aventureros se acercan unos pocos metros para ir distinguiendo lo que guardaban esas lujosas y gruesas puertas de piedra. Las flores mueren al contacto con el aire que escupe el interior de la sala, es como si allí dentro estuviera todo contaminado por algo.

La sala transmite una impresión demasiado hogareña para tratarse de un santuario. En un rincón hay una cama sobre la que se puede apreciar el esqueleto de un gato. A los pies de la cama yace un cofe cerrado. Junto a una de las paredes se extiende un tendedero con más bien harapos que prendas de ropa, por encima de este destaca una estantería sobre la que hay un halcón disecado. Otra de las esquina esta presidida por una mesa y una silla de madera. Junto a esta hay varias jaulas abiertas.

Esta es la sala mas grande que se han encontrado los dos pequeños aventureros. Todo parece estar contaminado por las enredaderas, las cuales están quemadas, mustias y desprenden un olor muy desagradable. Justo en el centro descansa una estatua de una mujer de color blanco y que no posee su cabeza y que está sujetando una vaina.

Giro el cuello en dirección hacia la entrada del Santuario, parece escucharse que las puertas se están abriendo. Parece que lo hemos conseguido.

Mis alas vuelan al isntante en la misma dirección en la que me giro, adelantándo a Ivy por las escaleras hasta que aterrizo justo al ver como las puertas han terminado de abrirse. Esperaba encontrarme con Roca, o incluso con esos dos pequeñas criaturas verdes y graciosas. Pero no es así y enconces no me arriesgo tanto en dejar atrás a Ivy , tomando la decisión de esperarla mientras mis ojos ven como las flores se marchitan al instante.

Cuando mami está cerca continúo hasta llegar a la nueva sala.

-Vaya..-

Sorprendido entro por la puerta de esa nueva sala que huele a rayos y paso el umbral dispuesto a descubrir los retos de este lugar. -Seguro que vive alguien.., ¿verdad?- Me pregunto, dando pasos hasta casi llegar a a la estatua, no siendo consciente del peligro que puede tener ya que en ese momento he olvidado por completo lo que me dijo Ivy cuando era pequeño y caí a un foso: "tienes que vigilar primero tus pasos pequeño"

Antes de que mis pupilas logren acostumbrarse a la fría oscuridad que emana más allá de las grandes puertas un olor pestilente invade la sala de recepción en la que esperamos. Es un olor demasiado fuerte, me obliga a taparme la nariz y la boca con una mano para poder aguantar la desagradable sensación de malestar. Un aroma que se ha hecho ya algo habitual en cada sala, los dormitorios olían a fina podredumbre, las frutas envejecidas y marchitadas por el tiempo desprendían oleadas similares a este aroma, pero nada de lo que hemos olido afloraba con tal intensidad. Debe llevar mucho tiempo clausurado para que huela así.

Forzando a mi organismo me aventuré a dar unos pasos en dirección al interior de la sala sin aventurarme ni una baldosa en la pestilente habitación. Su aspecto inicial era el de una ruina abandonada, como las demás estancias el paso del tiempo se había adueñado del lugar, pero en esta había algo más flotando en el ambiente, algo más que el fuerte olor, y las enredaderas, una presencia extraña se adueñaba de la sala protegiéndola, vigilante. Un escalofrió me recorrió la espalda erizándome la piel y haciéndome temblar un segundo.

Faer se escurre a mi lado y penetra en la oscuridad haciendo resonar sus garras contra la piedra, pero que crees... antes de que mi brazo pueda lanzase y atrapar su cola para arrastrarle fuera su panza ha reptado lejos de mi alcance, iba a dar los pasos tras él y sacarle de allí cuando sopese la idea de tener que pisar exactamente donde había posado sus garras. No se te ocurra mover ni una escama, cuantas veces te he dicho que uno no entra sin mirar antes si una habitación es segura. Tomé aire y me relaje un poco para inspeccionar la sala. Ahora te quedarás ahi quieto sin mover ni una garra hasta que te diga si es seguro o no. Desplacé mi atención por las losas de piedra y el polvo que recubría los diferentes objetos que vestían lo que parecía un dormitorio. El pájaro disecado nos observaba con sus fijos globos de cristal, pero eso no me importuno mientras buscaba cualquier rastro de peligro para el insensato que se había colado.

Cuando terminase el repaso podría dedicar mi atención y mi memoria a investigar esa escultura que yacía sobre la cama. El rostro endemoniado de la anterior mujer de blanca piedra pasó delante mio sin proponérmelo y guardé ese detalle para más adelante.

Las paredes de esta enorme sala están construidas con grandes y lisas piedras unidas de manera uniforme mediante agramasa.

Una vez los dos aventureros han atrevesado por completo las puertas dobles, estan se cierran tras ellos con un potente sonido. Ahora la única fuente de luz proviene de un estanque de mármol verde que está justo detrás de la estatua blanca. Sus aguas son turbias y se me mueven lo suficiente para que luz oscile y baile sobre los muros y el techo. La luz se refleja en el mármol, lo cual sume la sala en un inquietante tono verdoso.

Por aquí no aparece que haya ninguna salida a simple vista, ni ningún mecanismo que alerte a Ivy por lo que puede sentirse mucho mas tranquila a la hora de vigilar sus pasos. En las cuatro paredes de la estancia hay grandes enredaderas, la mayoría de ellas mustias y muertas pero hay algunas que siguen retorciéndose entre ellas haciendo un caracteristico sonido con el contacto.

Lo que indica que algunas aún están vivas..

Una de las patas delanteras se me quedó hacia arriba, como si fuera un perro de caza al escuchar el repentino grito de Ivy para que me detuviese. Miré de reojo , hacia detrás, para ver las intenciones que tenia mami y la verdad que no presagiaban nada bueno. No se que había echo mal esta vez.

Tan solo puede quedarme como un animal cuando es castigado por su dueño y este le dice que hoy no tendrá mas comida que la que ha comido. Mis ojos y mi boca se quedaron tan cabizbajos que había perdido toda la emoción por ver como Ivy rebuscaba por las baldosas y los lugares mas dificiles de ver, donde se suelen esoconder los mecanismos. Esta vez no tenía ganas de verlo y me quede allí plantado como algo inútil, y eso que era una de las cosas que mas disfrutaba.

Ronroneé y me quedé tumbado con las dos patitas por delante, el rostro apoyado en esas mismas patas y la mirada muerta en algún punto de la sala, esperando y deseando que ocurriese algo que valiera la pena.

Cuando estaba quedando satisfecha por el minucioso análisis con el que me deleitaba en busca de resortes y muelles oxidados una fría presencia me empujó la espalda lentamente hasta introducirme del todo en la habitación. Había sido una de las hijas de la puerta, al cerrarse todavía me encontraba en el límite con las dos habitaciones, pero la puerta me hizo el favor de introducirme en el nuevo dormitorio como si de un amable chambelán se tratase. Me quité el polvo del hombro con un soplido y unas palmadas para volver a la bola plateada grisácea en la que se había transformado el pequeño dragón.

Mis dedos se pasearon por su cráneo de manera suave Dime ¿tu sabes que es lo que le pasaría a esta cabecita si le entra una flecha por aquí y le sale por este otro lado? mientras indicaba dos puntos a los lados de su cabeza fije los ojos en él con un interrogante en mis pupilas. Mi tono no era el de alguien enfadado, sino más bien el tono de voz que adquieren todos los maestros cuando conocen la respuesta pero aun así lanzan la pregunta al aire con esperanza de que sus alumnos contesten. O por ejemplo si un foso repleto de oxidados pinchos se abriese bajo tus patas sin tiempo ni espacio para que esas alas se desplegasen ehh... con rapidez pinché dos lugares de su tripa los cuales sabía que estaban repletos de sacos de cosquillas. Tienes que aprender a se cauteloso Faer.

Las fuentes de luz se habían reducido a un simple reflejo verdoso que danzaba por las paredes lo cual podía haber creado falsas sombras en mi rostro que le confundiesen cuando yo solo quería advertirle, pero esperaba que el tono de voz y los gestos le tranquilizasen. Las ondas se reflejaban en el techo danzando sin pausa alguna, abrazando la oscuridad y fundiéndose con ella en un abrazo en el que era difícil conocer donde empezaba la luz y donde la sombra. Avancé despacio hacia la estatua y el foco de luz observando mientras los extraños objetos que se encontraban dispersos en la estancia. Con la búsqueda de los engranajes no había tenido tiempo de posar los ojos en el ave disecada, sus plumas estaban cubiertas de una gruesa capa de polvo lo cual borraba lo brillante de sus antiguos colores para tornarlo todo en un feo gris. Las jaulas esparcidas y abandonadas no me daban ninguna pista, no estaba segura de que tipo de criaturas habrían tenido que sufrir el confinamiento de sus barrotes, pero me apiadaba de ellos si habían caído en manos de la bruja. Los legajos de tela simplemente esperaban inertes a que su dueño se dignase a quemarlos en una hoguera, mientras el antiguo camastro aun permanecía en activo con el reposos del cuerpo de la estatua decapitada. ¿Crees que habrá algo vivo en el agua que sea lo que provoca las ondas?

Casi cuando estaba a punto de asomarme me volvía hacia Faer para mirarle una vez más antes de vislumbrar lo que guardaba el estanque. Los reflejos verdosos de esa extraña luz acentuaban aun más los reflejos de mi propio cabello, pero era un verde diferente, el mio hablaba de vida, de naturaleza y de renacimiento aquel reflejo en cambio resultaba siniestro bañando todo lo que alcanzaba.

Mientras me tumbo y giro la cola al son de mi cuerpo, agacho la cabeza y, con ella, la mirada. En tierra, ante mí, unas gotas posadas sobre una hoja seca algo chamuscada, pero que se ha librado de sufrir y se mantiene viva, reflejan luz del estanque. Me entretengo viendo eso mientras Ivy se asegura de que no hay trampas por la zona. -¿Qué hará eso aquí?- Para que la espera se haga mas efímera observo mi alrededor, sin moverme, para buscar al dueño de esa hoja.

Ivy se acerca y sigo con la misma postura, mirando esta vez a un punto muerto mientras saco el aire por los agujeros de la nariz que se me ha acomulado en mi interior. Noto como toca primero un punto de mi cabeza y después justo el lado opuesto, dandome a entender lo importante que es ser cauteloso en este tipo de edificios abandonados a la intemperie.

Mami seguro que tiene razón, siempre la tiene. En silencio sigo a sus palabras, sabiendo que en algún momento las recordaré y sabré mantenerme al margen en su momento. Cuando sus yemas entran en contacto con mi panza, una sensación de burbujas en mi interior empiezan a crecer como si fuera a estallar en puras carcajadas. Pero esta vez me mantengo tan serio como al principio y aún sigo con la cabeza apoyada en mis patas delanteras. 

-Lo siento mami.. yo solo..- Giro el cuello hacia el lado contrario en el que se encuentra Ivy, como un hijo cuando está cabreado con su madre por que esta le ha dado el sermón, pero de un modo u otro el hijo sabe que la madre tiene razón.

La luz verde sigue con su juego, reflejando sombras y figuras infinitas por las paredes y el techo.

-Cuando entré no se veía ninguna luz verde, ni reflejos en el techo.. ni, fue justo cuando se han cerrado las puertas, han aparecido y ahora se están moviendo. Vaya.. ¿qué querrá decir?- Digo dudoso, animándome poco a poco al encontrar un enigma al que buscar su respuesta.

Escucháis un sonido siseante que parece que provenga de todas las direcciones justo en el momento, en el que, el dragón contesta a Ivy sobre el juego de luces.

Un nuevo misterio se une, al esqueleto que yace sobre la cama, al halcón disecado, al cofre y por último a las jaulas vacías: Un bulto blanco aparece justo en la parte donde conviven mas enredaderas, entre lo oculto y lo visual.

Es como si una persona estuviera envuelta en telas blancas, aprisionado y sin poder moverse. El bulto no deja de moverse y retorcerse, como si lo que quiera que esté en su interior reclame ayuda para que le liberen, o quizá lo que está haciendo es un esfuerzo sobrehumano por liberarse la misma persona de esa prisión.

Al final va a ser útil que te colases antes de que revisara la sala y se cerrasen las puertas. Pronuncio mis pensamientos en voz alta mientras en mi interior me reconcome saber que eso le habrá hecho más feliz y le empujará otras veces a ser un imprudente de cuidado, todavía no es más que un lagarto con alguna escama plateada, cuando por fin alcance todo el poder que le está reservado creo que entonces podrá pasar a las salas sin preocuparse de que tipo de trampas esperan bajo las baldosas o cerca de los objetos más curiosos. Si lo que había dicho era verdad, y no dudaba de ello, el extraño resplandor se activaba al cierre de las puertas. Todo allí me resultaba extraño y anodino, no sabia qué debía revisar primero, me sentía confusa con la extraña colección de objetos dispares repartidos por la sala.

Un sonido de fricción hizo que me pusiera en guardia y desenfundase la daga que había conseguido la misma tarde en que conocía a Roca. Me había resultado muy útil contra los hombres-lobo y no dudaba de que su efectividad llegado el momento sería la misma, rápida y letal. El dibujo de las dos serpientes en la empuñadura parecía cobrar vida al contacto con el verdoso resplandor, sus cuerpos de frío metal se teñían con el vistoso color de la luz y parecían danzar al son del contoneo del agua. No las temía sabia que ellas estaban de mi parte y pondrían sus colmillos a mi servicio, por eso apreté el mango con confianza. El extraño sonido procedía de un saco blanquecino y de aspecto resbaladizo. Sus movimientos creaban un sonido desagradable al contacto con el suelo, y las enredaderas no dejaban de apretarse acrecentando la sensación de bisbiseo. Con la mano que tenía libre tanteé mis ropas en busca del frasco que contenía el liquido contra las enredaderas, quizás me quedaba suficiente para espantarlas. Faer ahi parece que hay algo, ten cuidado ni te acerques.

Una vez más la cautela se colocaba tras mi espalda, revisé los objetos de la sala esperando que ninguno hubiese cambiado de posición, mis dedos se habían topado con un pequeño redondel, al sacarlo y sostenerlo entre mis dedos acaricié sus superficie imprimiéndole el poder necesario para que funcionase. Concentré toda mi atención en aquel ser que se retorcía sobre si mismo intentando liberarse de la correosa funda que le mantenía tirado en el suelo. Me recordaba las complicadas fundas que tejían los gusanos sobre sí mismos antes de someterse a la transformación, quizás lo que quisiera que estuviese despertando había dado por finalizado el momento de la transformación y esperaba salir de su cálido descanso para extender sus alas bajo el sol. En esta sala no había sol pero me proponía averiguar las intenciones de esa tímida y furiosa mariposa que luchaba contra la cama que ella misma se había preparado durante meses.

No quiero arriesgarme demasiado, pero de momento es lo único que se mueve, quizás podrías levantar el vuelo y decirme que ves desde allí arriba, me interesa mucho saber de donde sale esta luz y que es lo que hay en la fuente. Tras impartir nuevas instrucciones a Faer concentré toda mi atención en lo que estaba realizando, fuese lo que fuese lo que se retorcía tenía pensamientos y estaba dispuesta a vislumbrar su mente y quizás sus intenciones.

Desde un posición accesible te diposnes a utilizar tu pasión por combatir contra el que quiera que se encuentre dentro de esa tela. La prisión que envuelve a ese sujeto está compuesta por babas, y la mayor parte está cubierta por telas semejantes a la de una araña. Su forma es ovalada y a simple vista parece muy resistente.

Con tu magia alcanzas al bulto y tu mente empieza a sentir la presencia de alguien que te es conocido. En su interior se esconde el pensamiento de un persona humana, descartando toda posibilidad de que fuera un animal o un trasgo. El pensamiento y la fuerza que posee ese sujeto es de alguien robusto, sin embargo su inteligencia no es tan alta como la que podría poseer la propia lanzadora de conjuros.

Estás a punto de concluir la magia, cuando comienzas a esentir  un dolor intenso en el interior de tu mente por el esfuerzo de concentrarte para adivinar cuanto de inteligente es. De pronto, una gigantesca boca se traga el bulto y ruge feroz frente a ti.

La criatura parece un montón de vegetales aguantada por enredaderas y ramas. La masa posee una abertura enorme llena de "dientes" formados por ramas afiladas y largas espinas. Las enredaderas de las paredes libran su movimiento para unirse a la bestia, terminando por crearla del todo. Sus largos zarcillos desean atrapar a la criatura alada..

La misteriosa luz que veía desde hacía un tiempo me mantenía en ocasiones absorto. La noche era cerrada, estabámos rodeados de altas montañas nevadas, el cielo cubierto de negras nubes amenazantes. Donde nos encontrabámos ahora no era muy distinto, raíces amenazantes, y un lugar tan tétrico como la propia damisela de negro. Por suerte, tras vagar y aventurarme durante varios años tan oscuros como noches con Ivy, mi vista ya casi podía cunirse con la oscuridad que cubría todo alrededor.

Cita:

Comencé a recordar la pelea contra los licántropos, una de los encuentros más peligrosos que hemos tenido. Tomada toda experiencia de ese combate y de las palabras de Ivy simplemente me quedé observando el lugar, buscando posibles rutas para escapar, así como estudiar las mejores zona para un contraataque. Me quedé plantado hasta que Ivy sentía que algo peligroso estaba al acecho pero sin saber muy bien el qué. Al menos eso es lo que me indicaba su delicada concentración para la magia.

A medida que me acercaba a la fuente como ella dijo, empezaba a distinguir pequeñas cosas en el interior del agua que siempre daban al mismo lugar; una pequeña plaza en la que, sobre una columna en su centro, relucía una esfera amarillenta iluminando todo alrededor.

-Ven corre, ven a ver esto..- Dije desde lo alto, sin alzar mucho la voz. No quería entorpecer la concentración de Ivy.

Me giré para ver como iba con el conjuro. Al instante, vi moverse algo entre las paredes era como una boca llena de afilados dientes que engullía al bulto que estaba examinándo mami con la magia. Hacía ya mucho rato que este lugar había dejado de ser una amenaza. Últimamente, lo era el hecho de preguntarme en cada noche si al día siguiente encontraría a mi verdadera progenitora. O peor. Ese en el que la pesadilla me hacía sufrir tanto, o más, como la realidad y veía morir a mi verdadera madre.

Apreté mis garras con fuerza al igual que mis colmillos al ver a semejante bestia enfrente de Ivy. -No está sola, cara de árbol..- Aunque sentía un miedo terrible y ni yo mismo sabía si mis garras podrían atravesar su piel, decidí salir de mi escondinte para que la bestia también supiera que estaba ahí, y de paso despistarla para que Ivy tuviera algo más de tiempo.

Los zarcillos de la bestia tratan de atrapar al Hada..

La planta viviente arrastra todo su robusto cuerpo mientras ruge, como si tratara de absorver todo lo que encuentra a su paso. Sus delicadas ramas que actúan como dientes son cada vez mas puntiguadas, afiladas y muestran un aspecto amenazador.

Cada centímetro que da para acercarse a Ivy, este deja a su paso un líquido viscoso sobre el suelo que le permite avanzar, aunque demasiado lento y pualantino para ojos de una rápida criatura alada como ella. Aún así sus terribles brazos cubiertos de espinas son lo suficientemente largos para poder alcanzar al Hada.

-¡¡¡YAJJJJJJ!!!-

Lanza un terrible grito al mismo tiempo que agita sus zarcillos hacia delante, los dos troncosos tentáculos están a punto de rozar a Ivy... Sin embargo vuelven a su posición sin probar la carne de una criatura feerica. Quizá lo tenga más fácil con sus mordiscos.

Mi mente estaba completamente concentrada en el bulto viscoso, parecía que el ser que luchaba en su interior estaba perdido, atrapado, lo cual me despejaba la duda de las mariposas gigantes o los insectos desconocidos para mi. Sus pensamientos llegaban hasta mi con cierta dificultad, mi frente se perló suavemente de sudor mientras intentaba discernir quien chillaba en un mudo grito pidiendo auxilio, sus pensamientos no me eran ajenos del todo, quizás... en ese momento un dolor punzante me atravesó la cabeza como si de una flecha se tratase, me llevé una mano rápidamente al cráneo y apreté mis dedos sobre mi propio cabello en un intento por aplacar esa sensación. Había cerrado los ojos al cortarse tan rápido la comunicación de nuestras dos mentes pero un sonido gutural me hizo abrirlos rápida y temerosamente.

¿Pero que eres...? mis dudas expresaron mis propios pensamientos al encontrarme cara a cara con un ser formado de hojas y espinas, sus largos zarcillos vegetales estaban diseñados para atrapar y desgarrar la carne con sus púas, por suerte pasaron a mi lado sin apenas rozarme, pero el aire que movieron a su paso me indicaron la posible fuerza que podrían tener. Será mejor que no nos acerquemos mucho... no se si sus púas podrían estar envenenadas. Mi voz surgió poderosa de mi garganta para hacerse oír por Faer entre el tumulto del encuentro inesperado. Tomé impulso y me decidí a apartarme del ser hambriento que chillaba frente a mi. Mis alar vibraron produciendo un familiar zumbido al ponerse en movimiento, tenía que colocarme lo más lejos posible de aquella criatura.

No había tenido tiempo de coger el arco y prepararme para asaetarlo, pero aun mantenía en mi mano derecha la daga, en caso de necesidad yo también lanzaría mi brazo como si de un zarcillo se tratase en busca de sus correosas ramas.