Partida Rol por web

Hago un ademán de cargar contra la criatura al ver como estira sus largos brazos cubiertos por la corteza del tronco y poderosas ramas afiladas. Por suerte Ivy consigue esquivarlos y me quedo en la misma posición pensando en que puedo hacer. Busco por mi alrededor como si fuera a dar con la solución, no veo más que cosas inusuales para un comabte contra una planta gigantesca.

-¡Ya se!-

Mis puños se cierran y alzo el vuelo hasta casi llegar al techo. Allá arriba comienzo a cargar saliba en mi interior.

Mis escamas, que en principio se antojan medio blancas a la enredadera gigante, cambian de tonalidad según golpee la luz verde sobre ellas, pasando del blanco más puro hasta un gris perla, llegando en ocasiones a brillar como si estuviese creando un poderoso hechizo. Es una criatura enorme y terrible la que tengo unos metros abajo. -¿Y bien? Mi voz resuena grave y profunda para una cría como yo. ¿Piensas hacer que te siga hasta los mismos confines del mundo?, o decidirás quedarte aquí como hastaahora..-

Sin darle tiempo a responder escupo mi aliento de hielo.

El hada hace un movimiento acrobático en el aire y aprovecha sus alas para alzarse hasta el techo y alejarse lo máximo de los zarcillos de esa criatura. La planta ruge al tenerla tan lejos y golpea con fuerza el suelo, enfadado por no tener algo cercano que llevarse a su boca.

Ivy se extrae el arco mientras tanto, dispuesta a soltar la flecha en algún punto que le pueda hacer más daño.

También desde lo alto, la cría de dragón hincha sus pequeños pulmones para acumular un cono de frío en su interior. Abriendo su boca apela las energías mas frescas y naturales que hay en el mundo. Su boca se sacude con un poder apenas contenido, haciendo que translúcido cono blanco salga de su boca y arrase todo a su paso hasta explotar contra la planta mutante (- 3 pg).

La planta saca un sonido gultural al recibir el impacto del hielo. Parece que le ha echo daño a pesar de cubrirse y hacerse a un lado justo en el último momento en el que el aliento de Faer. vaiajaba hasta su posición.

Mira a las dos criaturas aladas en lo alto del techo y maldice algo en un idioma inteligible. A pesar de eso, avanza dejando ese caracterisitco charco transparente a su paso y se detiene en un punto en el que los dos aventureros no se encuentran demasiado distanciados. La planta comienza a gruñir, apretando sus dos zarcillos con fuerza como si estuviera soltando un excremento duro. Realmento eso es lo que parece.

De su cuerpo empiezan a nacer una puas muy afiladas, muy parecidas a las espinas que tiene como dientes. Estas puás se despegan de su cuerpo y salen disparadas en dirección a Ivy y al dragón.

Tras lanzar este terrible ataque se nota que la bestia ha quedado un tanto débil y descubierta, lo que podría ser una lujosa oportunidad para atacarla.

Mi cuerpo ya se encontraba a disposición de los reflejos propios del combate, mis músculos se habían tensado bajo la piel y mantenían la cuerda del arco en tensión cuando un dolor lacerante me recorrió el cuerpo. Sentí sus frías garras en una mejilla y en los brazos, como intentaban penetrar más allá de la armadura de mithril en busca de la carne tierna que descansaba bajo el metal. Un gemido de dolor me obligó a soltar la cuerda antes de lo que me proponía, con un ultimo aliento intenté mantenerme en el aire, ni siquiera desperdicie el tiempo intentando ver si mi flecha le había ocasionado algún tipo de daño o simplemente se había perdido entre el follaje de su cuerpo como si nada.

Toqué mi mejilla, me ardía como si un gato furioso hubiese rechazado el contacto de mi mano y se hubiese vengado contra mi pómulo, escupí de rabia la suelo y me volví hacia Faer. Has estado brillante, en cambio yo... antes de lamentarme una idea se cruzó por mi mente, era arriesgada, pero valía la pena arriesgarme e intentarlo. La había observado comer, y no parecía tener unos dientes dispuestos a trabajar con ella, con decisión volé hacia las jaulas esperando que aquella criatura se moviese muy lentamente dejando algo de margen de tiempo. ¡Faer ven he tenido una idea genial! será mejor que nos alejemos de él o ella o eso un tiempo hasta que lo preparo todo.

Tanteé los barrotes con las manos esperando que el tiempo no los hubiese desgastado en demasía, parecía que aun podrían aguantar un ultimo envite y eso era precisamente lo que necesitaba. Se que me vas a decir que no pero es una buena idea, voy a meterme en una de las jaulas y hacer que me trague, no mastica y así podré atacarle desde dentro como si fuese un mal dolor de tripa. Mientras se lo explicaba me fui colando entre los barrotes en espera de no quedarme atorada entre ellos, pero por suerte pude conseguir lo que me proponía sin tener que forzar los huesos. Ahora viene los más difícil tenemos que atraérlo hacía mi.

Observé mis pies y calculé si podría sacar las piernas entre los barrotes y moverme con la jaula como si fuese un escarabajo gigante. Escuchaba el sonido característico de las hojas frotándose entre si y eso me hacia apresurarme.

Al ver que esa bestia cubierta de troncos, ráices y hojas sale intacta tras sufrir el impacto de hielo empiezo a pensar el largo recorrido que me queda para poder acabar tan solo con la ayuda de mi aliento con una de criatura de esas fuertes y grandes.

La planta andante es demasiada lenta, sin embargo las puás que consigue escupir no lo son tanto y alguna de ellas llega a rozar una de mis alas, perforándola pero sin importancia y sin entorpecer lo más minimo a mi aleteo. -¡Au!. Hey, eso ha dolido..- Ha sido tan rápido que no me ha dado tiempo de volver a cargar el aliento antes de que soltara esas puas tan afildas como cuchillas. Ivy parece que se ha llevado la peor parte y una de sus piernas empieza a sangrar ligeramente ya que posee clavadas varias de esas púas en uno de sus muslos. Miro desafiante a la planta y observo como una flecha se instala cerca de uno de sus ojos, sacándole un alarido de dolor.

Ha sido Ivy la culpable de la flecha, lo que me indica que se encuentra bastante bien a pesar de tener clavados varios de esos punzantes aguijones. -¡Espera!. ¡¡NO!!- Ya es demasiado tarde, Ivy ya tiene sus brazos y su cabeza colada por el interior de la jaula y quiere utilizarse como cebo para viajar hasta el interior de su cuerpo.

Piendo en dos opciones, una lanzarme como un heróe contra esa gigantesca cosa con la ayuda de mis dientes y mis garras, o hacer caso a mami. -Eh, bola verde. Bajo hasta el suelo y me coloco a una distancia de unos cinco metros. Alguien tan feo como tú seguro que se siente muy solo aquí. Seguro que esa novia tuya, la bruja. Estará viendote desde el otro lado y se reirá de lo mal que lo estás haciendo, vamos ¿vas a dejarte vencer por un lagarto como yo?. Eso es ridiculo..- Echo una fugaz mirada hacia atrás. Mami parece que ya está bien colocada y solo falta el último toque de suerte.

Mientras le voy lanzando mis puyitas, me voy echando hacia atrás para que me sigua y pique el anzuelo.

Las piernas de Ivy se han llevado la peor parte y una tras otra, las púas han penetrado con fuerza en su piel. (-7 pg)

Ivy piensa en una idea que solo la pueden tener criaturas como ella o semejantes. Tras hacer uso de arco y dejar instalada una flecha en la cabeza de la planta (-4 pg), sus pequeñas extremidades se cuelan en el interior de una de las jaulas. Sus barrotes están algo deteriorados y oxidados, pero el hierro es un material fuerte y resistente y seguro que aguanta.

Mientras el hada explica la idea al dragón, este se toma algo de tiempo en pensar cual es la mejor opción.

De pronto, el pequeño reptil toma las riendas de la alocada idea de Ivy y no duda en empezar a hablar para que la planta ponga toda su atención en él. Poco a poco va dando pasos hacia atrás y cada vez se encuentran más cerca de Ivy...

La planta siente un terrible pinchazo en la cabeza, cercano a la posición de una de sus ojos.

-¡GRARGHHH!- El dolor debe de ser terrible dada la fuerza con la que realiza el grito. Quizá sea de rabia.

En cualquier caso la planta parece entender lo que le dice el dragón, o al menos eso es lo que parece ya que su movimiento parece mas agresivo y rápido. En pocos segundos se sitúa frente a Faerhart, el gigantesco cuerpo de la planta cruza la estatua con tanta fuerza que esta vacila unos instantes hasta el punto de que casi cae a tierra, lo que indica que la estatua está sueta y en mal estado.

La enorme boca se lanza contra el dragón, el cual está en una posición defensiva para esquivar cualquier ataque de la criatura. Y así es, las largas espinas que actúan como dientes no hacer más que morder el aire. Aunque ha estado cerca y Faer. no aguantará demasiado con una manada de esos mordiscos.

Con la emoción por mi nueva idea no me había percatado de las manchas de sangre que estaba dejando como rastro de mi vuelo hasta la jaula. El pantalón se adhería a la piel con una cálida sensación, la mancha dejada por las espinas crecía lentamente ganando terreno a las limpias ropas. Con fastidio tuve que dedicarme un momento para intentar restaurar el estropicio que las espinas habían causado en mi. Me sentía algo debilitada por el dolor y lo frenético de la situación, pero al adrenalina me mantenía en movimiento y con la mente despejada.

Unas gruesas espinas sobresalían de la herida, sus posiciones eran muy cercanas por eso mismo seguro que la profusión de sangre era tan abundante. Escuchaba las bravuconadas de Faer atrayendo la planta hacía mi. Sabia que en caso de necesidad él se volcaría para intentar sacarme de las entrañas de la bestia, pero no debía luchar por mi sino por si libertad. Mi mano apretaba mi muslo conteniendo un poco el riego sanguíneo, mientras un hilillo de sangre manchaba el revés de la palma. Con habilidad busqué entre mis ropas hasta que dí con lo que buscaba, un precioso vial que contenía la recuperación de mi malestar pasajero. Destapé el botecillo con los afilados dientes y bebí su interior con confianza, esperando sentir la mejoría en pocos momentos. Mis ojos se fijaron en la pierna y en las espinas, debía empezar a cerrarse la herida y la sangre empezaría a dejar de manar, debía suceder y yo lo esperaba con ansia. Mientras no viese resultados no sacaría las espinas del lugar en el que se habían asentado, no quería dejarme feos agujeros sangrantes para cuando entrase en el interior del monstruo.

Malhumorado el ser avanzaba a más velocidad de lo esperado precipitando su cuerpo sobre Faer y sobre mi, él no podía aguantar mucho más y yo no quería que se expusiera innecesariamente. Ya has hecho suficiente, no te pongas a su alcance. Es mi turno. Tiré el frasco en dirección a la planta y comencé a imitar sus gemidos de dolor. Vamos estúpido ser, barata imitación de monstruo, babosa reptadora, repugnante apropiador de la vida de las plantas ven a por mi. Rezaba en mi interior para sentir los efectos beneficiosos de la cura y sobretodo por atraer al ser hacía mía. Ahora dentro de la jaula era mucho más llamativa porque resultaba un objetivo más grande. Y proseguí tentando a la suerte. ¿Te pica la ceja? creo que la flecha que se ha escapado ha sido mía. Tras lo cual reí impaciente mientras apretaba el mango de la daga todavía sin desenfundar.

Entre la estrechura de la jaula, Ivy consigue removerse hasta alcanzar un frasco lleno de poción mágica. No tarda en engullirla mientras vigila preocupada al pequeño reptil. El líquido estalla en el interior de su cuerpo y siente como las puás clavadas en sus muslos empiezan a salir de su piel hasta que la mayor parte de sus heridas se cierran por completo. (+6 pg)

Amarrada a los barrotes incita a la bestia a que vaya a por ella, pero el gigantesco montón de raices parece tener poca inteligencia como para saber o enteder lo que está diciendo Ivy. Lo único es que se va a entretener un rato con Faerhart si este no consigue la forma de quitarselo de encima y hacer que pinche el anzuelo.

La planta gruñe y ruge algo inteligible en lengua común.

-¡Grum!. Que hambre...-La bestia sigue la estela del hada ya que el dragón va caminando hacia atrás, justo por la zona en la que se encuentra el halcón disecado, las estanterias y la antiquisima cama.

Los pasos de la bestia hacen retumbar el suelo y justo cuando está persiguiendo a Faer ve algo llamativo en el interior de una Jaula. Su grande boca engulle la jaula, y a Ivy...

Cerré los ojos con fuerza, pidiendo con todas mis fuerzas un solo deseo. Un deseo que no podría ser el otro que el que cuando volviera a abrir los ojos ya no exisitera esa bestia. Pero no fue así, y allí plantada seguía. Al menos había conseguido esquivar los zarcillos, aunque no supe como.

Miré hacia detrás y los brazos de Ivy estaban entumecidos, sus piernas sangraban por debajo de su armadura, y el pecho seguramente le oprimiera tanto que apenas podría respirar.  Decidí caminar hacia atrás sin quitar ojo a esa bestia mientras escuchaba como Ivy echaba el último tronco al fuego. La planta no dejaba de seguirme con fuertes pasos y con la boca abierta. Me hice a un lado y cuando escuche aquél cerrar de boca supe que era el fin, sabía que aquél demonio acabaría con la vida de mami, que serviría de pasto para esa criatura. -¡¡NO!!... ¡¡NO!!... ¡¡¡NOOO!!- Me temí lo peor.

De pronto sentí sangre correr por la el reverso de mis garras, mis garras estaban tan sumamente apretadas que no me había percatado. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, conforme subían la temperatura bajaba, ya con los ojos cerrados sólo sentía, hasta que por fin no se si he perdido el conocimiento. Mi cuerpo sentía algo parecido al dolor, no se oía nada distinto, sólo, de vez en cuando, el engullir de ese monstruo. Tras unos momentos sentí como poco a poco las fuerzas me volvían, era hora de alzar el vuelo.

Pensé qué dirección tomar, miré a mi alrededor intentando saber por dónde se filtraba esa tenue luz, intenté orientarme, pero me era imposible. Intenté tomar referencias, pegarme aún más a las estanterias, pero siempre tenía la sensación de estar al mismo sitio. Miré hacia arriba buscando algún hueco por donde escapar pero tampoco encontré ninguno. Seguro que Ivy lo primero que quiere es que trate de escapar y de salir de aquí. El pánico empezó a apoderarse de mi.

Todo sucede más rápido de lo que te esperabas. Quieres hacer todo lo posible por repartir las últimas instrucciones a Faerhart. pero tan solo te da tiempo a un abrir y cerrar de ojos. Cuando los cierras notas como la gigantesca planta viene a por ti dispuesta a engullirte en el interior de la jaula, cuando los abres, estás en un sitio completamente diferente y que no se parece a nada de lo que has visto hasta el día de hoy;

Te encuentras en el interior del cuerpo de la planta. Una luz como dorada emerge del interior de las brumas y atraviesa los lugares mas insólitos. El interior del cuerpo está formado por troncos y ramas de corteza gorda, simulando costillas, el esternón y cualquier parte del cuerpo humano. Estás dentro de la jaula. A tu alrededor puedes ver a varios humanos de tez broncínea y algunos ya han perdido la tonalidad de sus rostros. Hay tres cuerpos, la figura del centro parece ser una mujer de ojos acerados. Llevan yelmos rematados en punta, sobre los que puedes distinguir varios turbantes amarillos y tabardos que cubren sus cotas de malla. Cada una de las figuras empuña una cimitarra muy ornamentada.

Estos cuerpos están en fase de conservación y no tardarán en llegar al estómago de la bestia.

Notas como la planta se mueve y eso hace que te golpees amistosamente la cabeza con la parte alta de la jaula. Seguramente la planta se está moviendo con movimientos bruscos, tratando de dar con Faerhart. Unos escasos segundos y notas silencio y se ha detenido, es una buena oportunidad para salir de la jaula y encontrar la manera de acabar con esa cosa desde el interior.

...

....

-PUM...¡PUM, PUM!... PUM... ¡PUM, PUM!..- De donde proviene esa luz dorada, se escucha varios latentes latidos..

Apreté los ojos con fuerza y me replegué sobre mi misma cuidando de no dejar ninguno de mis miembros a la altura de esas dolorosas espinas. La molestia de la pierna se me había pasado, ya casi no sangraba, solo era un vago recuerdo, la poción me había ayudado a recuperarme y me permitía mover la pierna sin sentir dolor. Los segundos pasaron rápidos mientras la planta se cernía sobre mi, en aquel instante pude vislumbrar entre mis tupidas pestañas las escamas brillantes de Faer. Escapa, huye de este ser.

La jaula pasó sin problema por la enorme boca de la planta, su interior no era tan oscuro como había previsto en un primer momento, todo quedaba siniestramente iluminado con un aura dorada. Observé mis pies bañados por esa luz, mis brazos, y mis manos. Las entrañas del ser vegetal me rodeaban, era fascinante poder observar el interior de aquella criatura desde la protección que me brindaban los barrotes. Las costillas estaban perfectamente recreadas con fuertes troncos, un afilado esternón abultaba su pecho proporcionándole una amplia cavidad torácica. Cuando la jaula se detuvo en su avance golpeó lo que sería el suelo a partir de ahora y se encajó allí. Me acerqué a los barrotes de un lateral para poder observar todo lo que la luz me dejaba ver, los rostros de guerreros no tan afortunados, habían caído en combate, enarbolando sus cimitarras y esperaban pacientes su turno antes de ser definitivamente consumidos. Los ojos acerados de aquella mujer me miraban, sabia que todavía podía percibir sensaciones, solo estaba hibernando en un estado semejante al de las ardillas en invierno.

Un brusco giro de la criatura hizo que chocase la cabeza contra el techo cuando intentaba agarrarme. Me froté el cuero cabelludo con insistencia mientras procuraba que no se me escapase ningún quejido, no quería alertar antes de tiempo del mal dolor de estómago que iba a causarle. Mentalmente transmití un mensaje de apoyo y esperanza a los desgraciados que yacían inmóviles. Con agilidad salí de la jaula y decidí ponerme manos a la obra, si me entretenía demasiado podría darle tiempo a alcanzar a Faer y no quería verle penetrar en el interior de la bestia acabado.

Me apoyaba precariamente encima de los barrotes y procuré encogerme sobre mi misma para no tocar el interior de la criatura. Con cuidado extraje la daga de las serpientes de su funda y la empuñe con firmeza, pronto todo acabaría. La extraña luz surgía de un poderosos foco, era intensa y me molestaba a la vista fijar los ojos mucho tiempo en ella, pero el característico sonido me ayudaba a pensar. Solo quería cerciorarme de que todo estaba donde debía estar.

Alzas la vista y solo ves pequeños fragmentos de una vida de sufrimiento sobre el suelo. Un viento extraño te golpea, descolocándote de la realidad. Coges la daga que posees, manchada de sangre. La empuñas con fuerza, sosteniéndola con firmeza y levantas el vuelo, procurando no tocar ninguna parte viva de la criatura.

Puedes ver varios montones de algo parecido a tierra de los que surgen diversas plantas de hoja perenne, alrededor de lo que parece ser la entrada de un estrecho túnel que apenas cuanta con unos pies de diámetro. Entre la tierra y la maleza puedes captar el brillo de algún objeto que te llama la atención. Tendrías que buscar por la zona detenidamente si queires saber de que se tratan esas cosas pequeñas, redondas y brillantes.

Los sonidos del corazón se siguen escuchando tras ese "túnel" de desperdicios. Parece que el cuerpo de esta bestia tiene más cosas de explorar de lo que te podías imaginar en un principio. En cualquier caso, tienes que tomar una decisión rápida ya que el ambiente es bastante deshumedecido y seco, y una criatura feerica como tú no aguantará demasiado sin poder respirar algo de aire fresco...

Las ramas entretejían las paredes del habitáculo en el que me encontraba formando el cuerpo de la bestia, nunca habría dicho que su organismo fuese tan complejo, pero el brillo de la creación delataba su punto débil, y era precisamente la dirección que quería tomar. Mi mano sostenía la daga ensangrentada, había sido un arma inútil contra los pobres goblins que nos encontramos, no pude ver sus rostros en el interior de la planta así que suponía que no habían acabado en su estómago. Todavía dudaba si el cuerpo de Roca era el que estaba envuelto en la masa viscosa y blanca que había engullido la planta. Unos pensamientos familiares habían llegado hasta mi, los pensamientos de alguien mucho más listo que una rata gigante y aquello me hacia dudar, si me daba prisa podría desgarrar a la criatura e intentar reanimar a los cadáveres conservados que me habían observado salir de la jaula.

Tras la primera ojeada tan solo el túnel que conducía al corazón, o lo que yo suponía sería el sustituto del corazón, y unos pequeños y brillantes objetos eran las cosas más relevantes que había encontrado. Me mordí el labio un segundo pensando qué debía hacer ahora, por los movimientos bruscos que me habían zarandeado de un lado a otro hacía un momento temía que la planta siguiese interesada en el bocado que era Faerhart, por otro lado tenía la posibilidad de retrasar sus movimientos. Dejé para más tarde los pequeños descubrimientos y me adentré el en túnel reptando, una vez más confirmé en mi mente que los seres pequeños teníamos muchas más ventajas frente a los grandes. Las paredes vegetales de la criatura desprendían un fuerte olor a maleza, era un olor ligeramente putrefacto, no sabía que tipo de tierra era aquella que mantenía en activo los miembros del monstruo, pero no olía a tierra húmeda y fértil.

Con decisión mi cuerpo fue luchando en contra de la resistencia de las ramas y las hojas para acercarse poco a poco a su destino, sobre mi cabeza distinguía lo que debía servirle de articulación para uno de sus largos tentáculos. No tenía más que alargar el brazo y proyectar en aquella dirección la daga esperando que se clavase profunda, desgarrando así las lianas que formaban la extraña estructura. Aquel gesto que para mi era sencillo delataría mi posición revelando mis futuras intenciones, no sabía si aquello disponía de algún tipo de defensa en su interior. No quería revelar mi posición, pero en ese momento mi memoria encontró la respuesta que estaba buscando, la tierra olía a muerte y podredumbre, Faer tenía que saber que estaba viva para darle ánimos y eso solo ocurriría si lanzaba mi brazo en un ataque provocando un reacción por parte del monstruo.

Te adentras por el pasadizo, lo más rápida posible para no perder tiempo.

Las numerosas ramas están situadas de forma que si alguien quedara atrapada ahí dentro le resultaría imposible salir de esa especie de prisión. Por suerte para ti sabes como envolverte por este tipo de maleza y no tienes porblemas para cruzarla. Dejas atrás un misterio sin resolver, esas cositas redondas y brillantes no dejan de repasar y de golpearte en la memoria, incluso piensas en volver sobre tus pasos pero la presencia de aquel bulto blanco, los guerreros humanos del principio y la presencia de Faer. al otro lado del cuerpo te hacen tomar una más que correcta decisión.

Pero no todo van a ser alegría, tras terminar de cruzar el túnel de ramas, hojas y demás maleza notas un aire mareante que envuelve la zona. El olor es nauseabundo, mezclado con el olor fresco de la hierba y las ramas. Tu olfato se decanta por la frescura y eso hace que te mantengas segura y ebría sobre el interior del cuerpo de la bestia.

Ya está, lo tienes enfrente de tí. El órgano principal está a tu frente, sujetado por tres articulaciones que no dejan de moverse como si se tratara de una masa gelatinosa. La primera de estas largas articulaciones te queda a un estirón de brazo. La daga dibuja un trazado casi perfecto y se introduce en el interior de la estrucutra, la cual está llena de sangre del mismo color que la humana. La articulación se separa del corazón y un reguero de sangre queda sobre tus pies. Las otras dos están a ambos lados. Una a tu derecha y otra a tu izquierda. En el interior del corazón brilla una luz dorada, seguramente sea lo que mantiene con vida a esta bestia.

Unos segundos después, notas un terrible balanceo y hace que pierdas el equilibrio. Deduces que le ha podido hacer bastante daño, o eso, o es que está intentando atrapar al dragón.

Tu cuerpo ha quedado bastante manchado de esa sangre, pero no te importa en demasía. Lanzas terribles miradas por tu alrededor, y descubres el 'bulto blanco' a una distancia de unos cuatro metros. Va a ser "engullido" por una especie de tubo que podría ser el esófago.

Las ramas rozan mi pelo, intentan aferrar mi cuerpo mientras me escurro entre ellas, noto como sus prolongaciones buscan apoyo entre los rebordes que crean mis ropas, las arrugas de la tela, el calzado, los cabellos, todo parece servirles para impedirme el paso, pero no cuentan con un intruso como yo. He vivido toda mi vida entre ramajes y árboles, enredaderas frondosas me servían de cuna desde mi primer despertar, no era casual que mi nombre significase precisamente hiedra, mi pelo y mi piel se modificaban ligeramente con el cambio de estaciones y los estragos que el clima causaba en las hojas se reflejaban en la frescura de mi alma. Yo vivía en sintonía con la naturaleza, con una parte de la naturaleza que pocos apreciaban, el mundo vegetal, y en el interior de esa criatura no había sentido en ningún momento el hálito de vida de un ser como los que a mi me nutría.

Mi cuerpo entrenado pasó sin mayor esfuerzo entre aquel túnel que me conduciría al epicentro vital de ese ser, ya no me impediría alargar el brazo armado y descargarlo contra sus puntos vitales. Así fue en efecto como todo sucedió ante mis mirada atenta, un chorro de sangre certificó el acierto de mi puñalada, unas cuantas gotas bendijeron mi frente y ante su movimiento espasmódico la articulación sesgada me regó con un poco más de esa extraña esencia vital tan semejante a la sangre humana.

Sonreí satisfecha mostrando los afilados dientecillos, había sido un buen depredador, mi instinto no me había fallado y mi acción temeraria estaba repercutiendo en algo positivo, o al menos eso quería interpretar del nuevo movimiento que me había sacudido. El nauseabundo olor no iba a echarme atrás pronto habría acabado con esta extraña engendración y podría rajarlo para ver que guardaba en su interior, a quien y sus posibles posibilidades de salvación. A mis pies el bulto blanco iba a ser absorvido, solo me llevaría unos instantes apartarlo de esa segunda boca succionadora que pretendía alejarlo de alli, y después volvería a cargar contra los don únicos apoyos que le quedaban para mantener la energia pulsante de su interior.

Me pasé la muñeca por la frente para secar las gotas que comenzaban a descender hacia mis ojos y di unos pasos seguros hasta acuclillarme al lado del bulto, latía en su interior y sus pensamientos me habían llegado claros, debía ayudar a quien estuviese en su interior, el destino que corría era el de los hombre sy mujeres fosilizados esperando una lenta y difícil digestión, sin escuchar los consejos de nadie pinché el saco gomoso con la daga y comencé a rajarlo para liberar al cautivo de su interior.