Partida Rol por web

-Ivy, dragón, por aquí. Vamos daos prisa, tenéis que ver esto..-

El silencioso Roca ya sabía que por aquí había un pasadizo secreto, lo que no sabía era lo que ese pasadizo ocultaba, o al menos eso no era lo que él había visto antaño.

Cuando todo parecía que Roca podía haber abandonado a las dos criaturas aladas en este lugar, una nueva ruta se abrió ante ellos, invitando a ser examinada por el propio Roca. Sin escuchar la respuesta, el Sr. del domino de la parte sur giró sobre si mismo y volvió a perderse por la estrechura del pasadizo.

Sería muy imprudente por mi parte si no me hubiese percatado de que Faerhart se sentía bastante intimidado por el lugar. Parecía que mis palabras de animo y despreocupación no le habían ayudado a sentirse mejor y cada vez que miraba el rostro de aquella estatua sus escamas se erizaban ligeramente. Me mordí el labio unos segundos pensando qué es lo que haría realmente una madre que estuviese al cargo de su pequeño cachorro.

Al instante obtuve la respuesta, no se habría internado en este sitio con ella porque no tendría la necesidad de haber salido de viaje en busca de su madre. Todo cuadraba poco a poco. Ladeando la cabeza un poco me acerqué procurando no hacer ruido para no sobresaltarle y una vez a su lado le abracé por el cuello para que no se sintiese solo. No te preocupes, pronto las encontraremos y podremos irnos de aquí.

La aparición de Roca hizo que permaneciese aun junto a Faer mientras escuchaba su invitación. Mira que listo como si yo no me hubiese dado cuenta ya de ese pasadizo. Asintiendo hacia mi acompañante reptiliano le animé a que avanzase por el pasadizo. Dejé tras de mi la estatua de los ojos giratorios no sin antes buscar entre mis pertenencias y entre los restos de la habitación abandonada alguna piedra perdida para atrancar la entrada del corredor. No me apetecía que se cerrase justo tras nuestros talones y no poder salir más que por el otro lado. Todavía no sabía que podía encontrarme, pero la curiosidad también me hacía más ligera la preocupación, casi relegándola a un segundo plano.

Tras Roca le lancé mis palabras en un susurro para que mi voz no viajase rápidamente por el corredor. ¿Se puede saber dónde te habías metido? si vas a llevarnos sólo como distracción ante las brujas al menos podías habernos avisado ¿no?

Roca sigue raudo con sus pasos.

A su espalda quedan las dos criaturas aladas. Ivy susurra algo y seguramente que esté maldiciendo para sus adentros y si tuviera alguna piedra que patear no dudaría en hacerlo por su comportamiento. Al instante Roca tiene una sonrisa dibujada, que se podría apreciar claramente si no les diera la espalda.

Al llegar al sitio, tras cruzar por el estrecho pasadizo ordena silencio. -Prefería no revelarte mi objetivo tan pronto. Responde al hada con la mirada al frente. Sihh, ahora silencio- Se da la vuelta para dejaros hueco y que así seáis los primeros en cruzar el umbral que os da derecho a ver lo que oculta.

Observas un dormitorio, simple, una cama desecha con sábanas blancas, mesa con sillas tiradas por el suelo y un arcón que permanece abierto pero que está completamente vacío. Sobre la misma mesa hay un frutero con frutas podridas. El dormitorio también posee tres puertas más de madera. La madera está podrida, reforzada con hierro.

La de la derecha da al área 4, enfrente está el área 6 y a tu izquierda el área 7.

Mi rostro había conformado una mueca burlona de Roca justo antes de que este se diese la vuelta para dejarnos pasar. Tragué saliva para disimular esperando que no me hubiese visto exactamente. Con una sonrisita avancé hasta la salida del túnel.

La claridad crecía poco a poco en la sala, no es que hubiese un foco de luz específico, pero se podía ver mucho mejor que en el interior del angosto pasadizo. EL olor de unas frutas demasiado maduras atrajo mi atención hacia un cuenco en el que reposaban varias de ellas en avanzado estado de putrefacción. Esta vez me interné en la sala sin preocuparme en buscar resortes secretos que intentasen acabar con los curiosos. Mis pies se movían con cuidado intentando no alertar a los ocupantes del templo.

La escasez de mobiliario me ayudó a decidirme por la gran cama con sabanas revueltas situada más o menos en medio de la estancia. Al llegar junto a ella posé la palma de mi mano sobre las arrugadas telas en busca del retazo de calor humano. Si aún permanecían tibias era que su ocupante se había marchado hacía poco tiempo y que por fin nos encontrábamos en la boca del lobo. Tras el registro de la cama me acerqué al baúl en busca de algún resto pero como ya se percibí desde lejos parecía vacío y así estaba. Tras el examen ligero de la habitación y su contenido llamé a Faer con una señal de mi dedo mientras con la otra mano le indicaba que no podía hacer ruido posando mis dedos sobre los labios.

Las hojas de las puertas parecían conservarse en mal estado, tanto o peor que las malolientes frutas. Miré a todas con indecisión y me apoyé en cada una de ellas unos segundos para percibir algún sonido peculiar que me ayudase a decidirme.

Mientras voy dando los primeros pasos por el pasadizo, agudizo mis oídos y, con ello, la vista. Al principio me quedo con cara de ¬¬  al escuchar las bromas entre mami y Roca, pero simplemente agito la cabeza para olvidar lo que acabo de escuchar. En tierra, ante mí, aparece un cuarto desbalijado y maoliente a frutas podridas, pero que se han librado de ser devoradas por pequeños insectos, me dicen algo.

Admiro la valentía de Ivy y me acerco, en silencio como ella ha dicho, hasta el frutero para oler las frutas con mi hocico. Acerco el hocico, despacio y cuando el olor se cuela por mis fosas nasales no puedo evitar echarme hacia atrás lentamente como si ese olor me hubiera golpeado.

-Puajj-

Mientras ella se dedica a escuchar tras las distintas puertas, yo trato de buscar algo por los rincones y debajo de la cama.

Roca se queda unos pasos mas alejados, como si tratara de cubrir la entrada a esta habitación. Aunque por su frío y concentrado gesto, parece que mas bien esté intentando buscar la presencia de alguien.

Sus alineados delatan la búsqueda de algo en particular.

La cama se encuentra fría, como si en ella no hubiera dormido nadie durante muchos años. Tras saber esto, te giraste e hiciste una señal de silencio al pequeño dragón. Con movimientos sigilosos te acercas a cada uno de las puertas.

Tus oídos no perciben ningún sonido ni nada en cada una de las puertas. Sin embargo, cuando das la espalda a la puerta 4 y estás segura de ti misma de que no hay ningún sonido extraño por ninguna de las puertas, escuchas algo tras esa puerta. Es un sonido metálico que aterriza en el piso. El sonido es seco y se repite varias veces como si hubiera caido desde un punto alto.

Tras el estrepitoso sonido, no se escucha nada más.

Se gira al escuchar ese sonido metálico.

-Parece ser que no estamos solos- Susurra.

Se acerca hacia la posición de Ivy y desde allí observa los ruidosos movimientos de Faerhart. -Dragón, venid aquí- Su brazo empieza a emitir unas hondas en forma de diferentes tribiales de color azul oscuro. Poco a poco va cogiendo la forma de una espada mágica.

Mira al Hada y le hace un gesto de afirmación. La mano libre se acerca al pomo de la puerta, y su intención es abrirla a no ser que Ivy o Faerhart le detengan.

El rasgueo de las uñas de Faer contra las rocas del suelo me hacen estremecer cada vez que posa una pata en el suelo. La verdad me sorprende que crea que se mueve en silencio, supongo que cuando salgamos de aquí uno de los juegos que podríamos practicar sería el de acecharnos el uno al otro... solo para evitarme esos molestos escalofríos.

Las dos primeras puertas no me dicen nada en especial a caso que no sea el desagradable olor a madera en mal estado en combinación con el olor ferruginoso de los pequeños armazones de metal que todavía conserva. Unos diminutos agujeros confirman la presencia de la carcoma, si no en este momento si en alguno no muy lejano. El mal estado de conservación de esta sala no me deja ninguna duda, hace mucho tiempo que nadie entra aquí, al menos para utilizarla como habitación. Tras enderezarme en la ultima puerta unos sonidos metálicos y fuertes me hacen sobresaltar. ¿Los soldados con armadura pueden saltar? Mientras mordía ligeramente mi lengua para no decir nada busqué el semblante de Roca para confirmar por sus gestos si había escuchado y cuales podían ser sus siguientes movimientos.

En cuanto la espada se materializó en su mano la mía busco de nuevo el arco para tensar la cuerda y preparar una cuerda para lo que pudiese perfilarse al otro lado del vacío que dejase la madera al ser apartada. En cuanto las plumas de la flecha estaban colocadas tras mi oreja puntiaguda asentí levemente para indicarle que estaba preparada. Sabía que Faerhart estaba tras de mi preparado para afrontar el peligro. Solo esperaba que el encontronazo fuese rápido y lo más silencioso posible, no quería alertar demasiado al resto de habitantes de este asqueroso agujero.

Roca permanece en la misma posición, su mano cubre la totalidad del pomo y solo tiene que hacer un giro de muñeca para pasar al otro lado. Solo espera la señal de Ivy para sorprender a lo que quiera que haya echo ese ruido metálico en la otra parte.

Se abre la puerta y Roca echa a correr como si se esperare una manada de ejercitos fantasmales al otro lado, pero no hay nada de eso. Es una sala de meditación y está oscura salvo por la luz que emiten las numerosas velas. Hay una estatua de una mujer - la misma que que movía los ojos -, la estatua mide dos metros y hay varios aros que sujetan las velas por toda la sala. Algunas de las velas siguen encendidas de manera que si os fijáis bien veréis que van juntas, formando un camino hacia la cabeza de la estatua. En los pies de la estatua parece que haya algo brabado, y a menos de un metro de distancia hay un cuenco de bronce que probablemente haya sido la causa de ese sonido "metálico".

Ivy, presencia algo, presencia el casco de una pequeña criatura detrás de la estatua. La criatura os ha visto de eso no hay duda, y cuando se cruza con la mirada de Ivy, este se escabulle rápidamente en su totalidad detrás de la estatua.

Mantengo una dura lucha para no hacer ruido, pero entre la forma de hinchar mi pecho al respirar y el contacto de mis pezuñas contra el suelo me hacen la batalla imposible por no hacer ruido, y encima no encuentro nada que valga la pena.

-Pues vaya...-

Me quedo quieto al escuchar ese sonido y rápidamente busco a mami para estar junto a ella y sentirme protegido. Aunque la sensación de sentirme protegido aumenta a pasos agigantados cuando el Sr. Roca parece estar con nosotros de todas todas, el efecto mágico que consigue y que empieza a tomar una forma de una espada me sorprende gratamente, tanto que estoy a punto de preguntarle como lo ha echo y si podría enseñarme a hacerlo. -..... Wauuuu, yo sé hacer algo mágico también e incluso puedo..- Cuando me doy cuenta de que estoy hablando demasiado, miro a ambos, adopto una forma de una sierpe colosal y empiezo a batir las alas para quedarme a una cierta altura del suelo y así cargar en caso de que sea necesario.

-Estoy listo. Espero a que Roca abra la puerta para cargar contra la primera criatura que vea, pero parece que además de estar todo oscuro no hay nadie. Y yo que me esperaba un ejercito dispuestos a pelear con nosotros..- Digo con un tono de bajón, al no esperarme ver el interior de esta nueva sala de tal forma.

Roca es más impulsivo de lo que cabe esperar de un hombre que se supone tiene a su cargo todo un territorio. Quizás la existencia efímera de los humanos les haga ser tan irreflexivos. Tras dar unos cuantos pasos rápidos para impulsar su carga se queda quieto en medio de la sala sin encontrar contra quien lanzarse. Por mi parte mis ojos estaban atentos a lo que pudiese encontrar al otro lado y centrar el disparo, lo cual me ha permitido pescar al pececillo. Entrecierro los ojos un segundo pensando que tipo de criatura era, pero la brevedad de la fugaz visión y el casco que llevaba me han impedido conocer la identidad de lo que se esconde tras la estatua.

Cuando Faer confirma con sus palabras que no ha encontrado nada interesante al otro lado me convenzo de que soy la única que ha vislumbrado lo que quiera que sea aquello. Se que estas detrás de la estatua ¡Muéstrate! Espero que con eso no haga falta explicarles a mis dos compañeros que no estamos solos en la habitación tal y como ellos pensaban.

Avanzo con cuidado unos pasos adentrándome en el umbral de la sala y camino describiendo un arco para posicionarme mejor. Mi espalda ha quedado cubierta con la propia pared, y el arco que he descrito espero que me de la suficiente amplitud como para ver un poco más la parte trasera de la diosa. Con un gesto de la cabeza le indico a Faer que se acerque por el otro lado para impedirle la retirada y asi rodearle. Vamos, con cuidado.

Tanto Faer. como Roca son alertados por las palabras de Ivy.

Ambos dirigen una rápida y penetrante mirada, excepto el dragoncillo que busca la manera de colocarse detrás del hada. Aunque más bien su improvisado escondrijo dura poco, ya que cuando su mami le dice de flanquear a la criatura escondida detrás de la estatua, este estaba temblando, esperando que nadie notase sus síntomas de terror. Ivy se percata de ello y el pequeño reptil lanza a modo de contenstación una sonrisa de oreja a oreja enseñando todos y cada uno de sus blancos colmillos. Enseguida el dragoncillo se pone garras a la obra y empieza a caminar en dirección opuesta a la de Ivy para flanquear a la criatura escondida.

-Es hora de demostrarle que yo también tengo poderes- La verdad desde que Faer. había visto a Roca siempre ha querido copiar algunos de sus gestos de valentía e intentar sorprenderle, se nota que aún es un cachorro, pero un cachorro valiente, de eso no hay duda.

Roca por su parte decide cubrir la única salida que hay, y esa es la puerta que queda a su espalda, es decir, la puerta que él mismo abrió para hallar esta nueva sala. Al menos a simple vista y gracias a la iluminación de las numerosas velas esa parece la única vía de escape -Yo cubriré la única salida, no tengáis piedad. Pues seguramente sea un muerte viviente resucitado por las hermanas- Dicta el Sr. Roca, presumiendo de que hayan enviado ha alguien para detenerlos en su objetivo y, en su defecto el ser que se esconde tras la estatua lo escuche y salga a la luz como muestra de su defensa.

Ivy y Faer ya se encuentran en disposición de atacar, entonces ven a un humanoide pequeño, encogido sobre si mismo y tiritando.

Esta horrenda criatura va cubierta con una cota de mallas de su talla. Es demasiado pequeña, lo que indica que tiene una destreza alta para lanzar armas a distancia, probablemente. En sus manos porta una jabalina plateada y oxidada en alguna de sus partes. Intenta defenderse por todos los medios, apuntando con la punta de esta al hada y después al dragón, pero principalmente al hada que es la que porta un arco entre sus manos y por lo tanto se siente mas amenazado por su parte. Lanza una pequeña piedra hacia Ivy, indicando que no os acerquéis y que no le hagáis daño.

Vuelve a lanzar otra piedra.

Ninguna de estas logran encontrar su objetivo y se pierden ente los escombros de la zona inferior.

-Gññññ, ghh-

Maldicen algo en su lengua, y se queda de pie. Parece que se defenderá a muerte en caso de que le ataquéis, aún sabiendo que no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir ya que se encuentra en menoría, o eso se supone.

Estaba tan concentrada en mis propios movimientos y en organizar el combate para que fuese lo más corto y seguro posible que me olvidé por completo de ver como se encontraba Faer. Al notar sus intentos de escurrirse tras de mi y la mirada suplicante que me lanzó cuando le mandé rodear la estatua por el lado opuesto para cercar al enemigo recuperé la conciencia de su escasa edad. Lo siento pequeño, pero no te preocupes sea lo que sea no dejaré que te haga daño.

Mis músculos seguían en tensión y tanto mi espalda como mis brazos empezaban a sentir el ligero hormigueo de quien esta manteniendo una postura forzada durante demasiado tiempo. Caminar con el arco preparado no era algo verdaderamente apropiado, ya que pocas veces podías fijarte con atención en donde colocabas los pies o hacia donde te dirigías. En el momento que la criatura se hizo totalmente visible para mi los dolores pasaron a ser un vago recuerdo, la visión de una jabalina oxidada en sus manos implicaba un peligro.

Los lanzamientos de dos pequeñas piedras, el tintineo de su armadura y los gemidos lastimeros de refunfuñe que profirió al no alcanzarme me desconcertaron. Había adquirido una posición de defensa, pero no como lo haría un guerrero sino como una sabandija acorralada en su pequeña guarida. Alguien así era bastante peligroso, ya que pensaba que no tenía nada más que perder que su propia vida en un intento desesperado por salvarse. Animándome a mi misma con una respiración profunda bajé un poco el arco para que se sintiese menos intimidado. Había perdido la posibilidad de atravesarlo si decidía lanzarse en un ataque suicida, pero para ese entonces había contado con mi habitual destreza y agilidad confiando en que lograría sortearlo. Me aventuré a preguntar en la lengua común ya que sus anteriores quejidos habían sido incomprensibles para mi. ¿Quien eres? y ¿cuanto tiempo llevas aquí? Esperaba que entendiese mi actitud, menos amenazadora, pero sabia que sintiéndose rodeado sería difícil.

La criatura aprieta fuerte su única arma a la vista, la aprieta como si fuera su única esperanza de escapar de lo que para él son unos extraños. Cuando el Hada se acerca un poco más con el arco en mano el goblin mira por detrás, observando como el pequeño dragón le amenaza por la retaguardia. Tuerce la boca en una mueca de gruñido. -Grrrr-

Vuelve ha poner la mirada al frente y observa como la criatura alada baja el arco. Por los gestos del goblin se diría que estaba más tranquilo, aún así son gestos nerviosos y rápidos como los de cualquier criatura de su calaña. Se asombra al escuchar la lengúa en común. -¿Y por qué decirte yo el nombre?. Mmmmm.. se queda pensando como si fuera a contestar el tiempo que ha permanecido aquí y finalmente se limita a decir. Quién ser tú primero-

Está claro que el estudio de idiomas no es lo suyo, y le cuesta pronunciar palabra en común. Pero por lo menos está claro que lo entiende. Sigue apretando el mango de su jabalina, y de vez en cuando echa miradas hacia su derecha, como si allí hubiera algo, o alguien.

Faer. sigue avanzando a paso lento. Cuando se percata de que ese ser se ha dado la vuelta para verle se detiene en seco, pensando en sus posibles movimientos. El dragón le discrimina nada más verle, podría arrancarle la cabeza de un simple mordisco si se lo propusiera, o incluse desgarrarle el pecho y arrancarle el corazón de un mismo zarpazo.

Mira a mami, y le trasmite seguridad, por lo que Ivy se puede sentir mas aliviada y usar su disciplina con ese Goblin tranquilamente. Faer. aún no llega a comprender del todo bien el idioma común, aunque poco a poco va cogiendo algunas palabras sueltas y eso le hace sentirse aburrido y fijarse en Roca, el cual aún permanece guardando la entrada con el hombro apoyado y de brazos cruzados contra el marco de la puerta, observando la escena entre Ivy y el Goblin.

Se le ve muy tranquilo, incluso parece divertirse.

Faer. por su parte alza el vuelo, su intención es volar hasta la cabeza de la estatua.

-¿Tú sabes volar Roca?- Pregunta en draconiano mientras vuela en circulos, ahora si que parece que se esté divirtiendo el cachorro de dragón de plata.

Mi respiración es algo más agitada de lo normal, mi pecho se hincha levemente intentando no mover los brazos que sostienen el arma y la flecha. Los dedos se han relajado un poco más y la cuerda del arco ya no se inca en su carne acostumbrada al tacto del arma. La sala está impregnada de un ligero olor a humedad, y podredumbre, nada extraño viniendo de un lugar tan oscuro como este. Las criaturas que lo pueblan se ve que no se preocupan demasiado de mantener una limpieza especial, al menos en esta zona del Templo. Quizás es más grande de lo que he podido pensar en un primer momento y haya partes del mismo abandonadas y ocupadas por otros seres no invitados como el pequeño goblin que sigue ante mi.

Mis ojos apenas se desvían de su figura, solo para recibir la repuesta de Faerhart. Sus juegos y la curiosidad que sigue sintiendo por Roca hacen que abandone su puesto en la retaguardia del prisionero mucho antes de lo que me hubiese gustado. No me han pasado por alto las miradas del tembloroso ser. Hay algo especial a nuestra derecha y quiero saber que es exactamente. No quiero arriesgarme a que salga corriendo hacia halla y escape por una puerta bloqueandonos la salida a nosotros. En draconio me dirijo al cachorro de dragón para recordarle que esto no es un juego, hay un goblin armado ante nosotros y por muy pequeño que parezca no sabemos que es capaz de hacer o que ases guarda en la manga. Faer acércate a ver que hay por allí. Le señalo la zona de la derecha esperando que una vez más me haga algo de caso y podamos saber que es lo que le intriga.

Yo soy Mhor, ahora ya no eres el primero, te toca decirme tu nombre. Dejo una pequeña pausa antes de intentar algo nuevo. Esta sala es muy extraña ¿sabes donde estamos?

Roca continúa en la misma postura; de brazos cruzados y apoyado contra el marco de la podrida puerta. Sonríe al escuchar la pregunta de la cría de dragón, sin embargo no responde ya que mantiene toda la atención en Ivy Mhor y el pequeño goblin.

Sus ojos se agrandan, observando la misma dirección en la que la criatura desvió la mirada. -¿Qué abrá allí..?. Se pregunta. Dragón, hazle caso- Dice fríamente en el idioma de los dragones y con las palabras justas como casi siempre.

Se mantiene poyado contra el marco de la puerta y echa una mirada fugaz hacia el techo, y cada uno de los rincones.