No lográbamos encontrar aquella señal, y no nos dio tiempo de continuar buscándola, volviendo a escuchar a aquellos malévolos seres. Eran tres, y se habían detenido a una distancia prudencial de nosotros, aunque no tardaron en comenzar a tomar posiciones.
Nosotros también lo hicimos, habiéndome colocado en la retaguardia junto a Anubis, posando la antorcha y aferrando mi escudo con firmeza. El druida terminó haciéndose hacia un lado ante la cercanía de uno de nuestros enemigos, tomando la impresionante y preciosa forma de una pantera. Intento atacar, pero aquellos trasgos eran escurridizos. Otro de estos atacó al semiogro, hiriéndole en un hombro, mientras que Okodar fue incapaz de acertar a aquella pequeña criatura con su maza.
Me decidí entonces a avanzar, situándome de manera que entre Lobo Blanco, Okodar y yo tuviéramos rodeado a uno de los trasgos. Pero aun así, encontrándose asediado, esa endemoniada criatura logró esquivar mi arma. Suspiré, poniéndome en seguida en guardia. Aquello no había terminado ni mucho menos.
Motivo: Ataque maza
Tirada: 1d20
Dificultad: 15+
Resultado: 8(+4)=12 (Fracaso)
Acción de movimiento: Me muevo a L6.
Acción estándard: Ataque con maza, +2 por flanqueo. Fallo.
Me muevo de manera que puedo tener al máximo de trasgos en mi línea de visión, sin que mis compañeros se vean afectados por mi próximo encantamiento, y uso Dormir para dejar a nuestros enemigos fuera de combate temporalmente...
- Me muevo de manera que puedo usar Dormir sobre los trasgos sin que afecte al grupo y lo lanzo.
Kairi intentó rodear a uno de los trasgos para obtener una leve ventaja en su ofensiva. Pero a pesar de su buena intención, no logró acertar a su escurridizo enemigo, quien aprovechó para contratacarla. Con un ágil movimiento de su maza de armas logró golpear en la rodilla de la sacerdotiza, haciendo que ésta diera un pequeño traspié. Los ojos del trasgo ardieron de deseos, su lengua saboreaba la sangre que estaba por venir. Su sonrisa se ensanchó y sus dientes afloraron intensos y malévolos.
Anubis no quería volver a dejar en banda a Okodar. Sabía que se le presentaba la oportunidad de demostrar su valía. Desplazándose en silencio, para tener un mejor campo de acción, concentró su hechizo para que afectara a los dos trasgos que peleaban con el semiogro. Debía de hacerlo bien, sin interrumpirse ni desconcentrarse. Pronunció unas palabras articulando unos extraños movimientos con las manos. Se había memorizado ese hechizo, y era momento de llevarlo a adelante. Sintió como la magia recorría su cuerpo, y una extraña satisfacción cuando salió disparada. Ambos trasgos no pudieron evitar caer en tan efectivo hechizo, por lo que sus movimientos se ralentizaron y sus guardias bajaron visiblemente.
Turno 2
Trasgo 3 (M-5) 21
Anubis (J-3) 18
Lobo Blanco (K-4) 16
Trasgo 2 (K-5) 15 (Dormido)
Okodar (J-4) 13
Trasgo 1 (J-5) 11 (Dormido)
Kairi (K-3) 5
Motivo: TS Voluntad T1
Tirada: 1d20
Dificultad: 15+
Resultado: 10(-1)=9 (Fracaso)
Motivo: TS Voluntad T2
Tirada: 1d20
Dificultad: 15+
Resultado: 14(-1)=13 (Fracaso)
Motivo: Ataque T3
Tirada: 1d20
Dificultad: 14+
Resultado: 15(+2)=17 (Exito)
Motivo: daño
Tirada: 1d6
Resultado: 1
Imagino que lo lanzas en J-6 al hechizo, para que afecte a los dos trasgos que pelean con Okodar (radio ´10).
10 + 1 + 4 = 15
Trasgos CA = 15 / Desprevenido 14 / Toque 12.
Armas: Maza de armas
Trasgo 1: 5/5
Trasgo 2: 5/5
Trasgo 3: 5/5
Okodar: 8/12
Kairi: 9/10
Las cosas no estaban saliendo como yo había pensado. A decir verdad, mío había sido el primer error, eso debía reconocerlo. Había negado mis propias palabras al separarme del compacto grupo para adelantarme a las intenciones de aquel trasgo que intentaba rodearnos, y el grupo se había disuelto. Comprendía y honraba a los animales de manada, pero siempre había sido un depredador solitario. Tal como indicaba mi forma física, era más pantera que lobo.
Apreté mis fauces en un gesto fiero, al ver cómo el trasgo se gitana para atacar a la sacerdotisa a la media vuelta. La herida no parecía grave, pero aquella criatura había probado la sangre.
Era mi momento de hacer lo mismo.
Motivo: Ataque mordisco
Tirada: 1d20
Dificultad: 15+
Resultado: 19(+5)=24 (Exito)
Motivo: Daño mordisco
Tirada: 1d6
Resultado: 1(+3)=4
Ataque: +2 por flanqueo. Éxito (daño 4)
El mordisco de Lobo Blanco alcanzó la espalda del Trasgo, quien dejó escapar un agudo grito de terror y dolor. Su piel se desgarraba, dejando a la vista pedazos de oscura carne y una chorreante sangre caía espesa. La criatura se encontraba al borde del colapso. Sus ojos desorbitados miraban hacia todos lados, en una desesperada búsqueda de ayuda, de cooperación. Encontró a sus compañeros aturdidos, adormilados... si en su rosto hubo sonrisa alguna vez, no quedaban rastros de aquello.
Turno 2
Trasgo 3 (M-5) 21
Anubis (J-3) 18
Lobo Blanco (L-4) 16
Trasgo 2 (K-5) 15 (Dormido)
Okodar (J-4) 13
Trasgo 1 (J-5) 11 (Dormido)
Kairi (L-6) 5
Trasgos CA = 15 / Desprevenido 14 / Toque 12.
Armas: Maza de armas
Trasgo 1: 5/5
Trasgo 2: 5/5
Trasgo 3: 1/5
Okodar: 8/12
Kairi: 9/10
Dado que J-5 está indefenso (dormido). ¿Puedo hacer un golpe de gracia, cierto?
¿Puedo hacer un golpe de gracia, cierto?
Si.
Golpe de Gracia: Impactas automáticamente con un crítico. Pag 152 MdJ
Tira directamente el daño del crítico.
Probablemente algunos dirían que atacar a un oponente indefenso carecía de honor y quizá fuese cierto, pero lo que sí era cierto sin lugar a dudas es que quienes pensaban así no sobrevivían mucho tiempo en la arena. Allí se aprendía a aprovechar cada oportunidad para derrotar al enemigo y si este era lo suficientemente estúpido como para darse una siesta en pleno combate, tanto mejor para uno.
Sin perder un segundo más levanté a Klad sobre mi cabeza y le hice caer con fuerza sobre la del trasgo durmiente. El liquido apestoso en el cual estaba hundido hasta las rodillas quedó tan teñido de rojo que era sencillo adivinar que la criatura no despertaría nunca más. Luego de resoplar un par de veces regresé a Klad a su soporte y tendía la mano a la sacerdotisa. -¿Te encuentras bien? Ella me curó, yo la cuidaré..
Motivo: KdG a J5
Tirada: 1d12
Resultado: 5(+4)=9
KdG = Kladazo de Gracia.
Daño: 9x3 = 27.
¡¡YUPI!! ¡Sigamos!
Los trasgos eran criaturas con poca inteligencia, muchos dirían que incluso estúpidas. Pero esta inteligencia era suficiente para mantenerlos con vida y al ver como dos de sus compañeros morían sin compasión a manos de los desconocidos, sus neuronas sumaron dos y dos. Tenían que huir si querían salvar la vida. De modo que empezaron a retroceder poco a poco, hasta estar a una distancia prudencial y salieron corriendo como un par de conejos asustados por las alcantarillas.
Los trasgos retroceden 5´ y huyen.
Fin del combate
Cuando los trasgos hullero. Anubis, que se encontraba cerca de la pared, dio un paso al frente. Al avanzar piso una losa cubierta de musgo y tropezó, cayendo cuan largo era en el agua. Desde su nueva posición, el túnica blanca pudo ver que escrito en la parte más baja del muro, casi totalmente cubierto por la suciedad, se encontraba el símbolo que les había enseñado el elfo misterioso. ¿Cómo no lo habían visto antes?
Fallar aquel ataque permitió a la horrenda criatura alcanzarme, hiriéndome en una rodilla. Aquello hizo que diera un traspié y me tambaleara ligeramente, apretando mis dientes por el punzante dolor. La falda de mi vestido se había rasgado ligeramente y se teñía de rojo.
Mishakal, dame fuerzas.
Imploré para mis adentros, mientras el resto de mis compañeros continuaban en la lucha. Lobo Blanco hirió gravemente con sus fauces al trasgo que acababa de atacarme, mientras Anubis dormía a los otros dos. Okodar aprovechó aquel instante para acabar con uno de ellos, recorriéndome un intenso escalofrío al presenciar aquello.
Los trasgos terminaron por huir, no queriendo correr la misma suerte que sus compañeros, viéndonos de nuevo en aquellas alcantarillas teniendo que encontrar el dibujo que nos había indicado el elfo.
- Estoy bien. – respondí al semiogro ante su pregunta, guardando mis armas y tomando su mano para salir del agua y subirme nuevamente al sendero de piedra.
Escurrí mi falda y comprobé la herida que me había hecho aquella criatura. Realmente había resultado ser más aparatosa que grave, y aunque aún me dolía un poco, estaba convencida de que aquella sensación no duraría demasiado.
- Gracias, compañeros. – dije al resto con una tenue sonrisa, antes de disponerme a continuar buscando el camino correcto.
En ese momento escuché algo, viendo al girarme que se trataba de Anubis, quien había caído al agua.
- ¿Estás bien? – pregunté al mago de inmediato, quien parecía encontrarse mirando algo.
Incluso los seres cuya mera existencia atentaba contra la misma naturaleza seguían estando sujetos a sus leyes. El instinto de supervivencia no era una excepción, y aquellos trasgos se vieron pronto impelidos a huir de una lucha que tenían perdida de antemano.
Aún sentía el hedor de la sangre de uno de ellos entre mis fauces, algo desagradable que me hizo sacudir la cabeza y parte del lomo como una bestia mojada e incómoda. Salté fuera del agua y me acerqué a la pared, volviendo a sacudirme sin perder de vista el camino por el que aquellas criaturas habían huido, permaneciendo atento a su posible regreso.
¿Todos bien? -Pregunté tras retornar a mi forma de hombre, apoyando una mano en la rugosa y húmeda pared, permaneciendo con una rodilla clavada en el suelo- ¿Es grave, sacerdotisa? -Quise saber, consciente de que la servidora de la diosa del Bien había sido herida en la lucha.
En ese momento, Anubis pareció perder pie por culpa de lo resbaladizo del lugar, dándose de bruces con el suelo. Aquello rompió momentáneamente mi concentración en el túnel, fijándome en él para asegurarme de que todo iba bien y no era nada serio.
Tras la aparatosa caída y mi posterior descubrimiento, me incorporé inmediatamente, tratando de tranquilizar a mis compañeros:
- Estoy bien, tranquilos. - A continuación señalé mi descubrimiento, el el símbolo que se encontraba escrito en la parte más baja del muro. - Mirad, he encontrado lo que estábamos buscábamos.
Con los dedos tocáis el símbolo y pronunciáis las palabras que os había enseñado el elfo. Las suave y melodiosas palabras elficas retumban por las por los muros de las alcantarillas. Una parte de la pared se abre con un susurro, revelando un pasadizo largo y estrecho que lleva hasta unas escaleras que bajan.
Fin de Capítulo, continuamos en el Capítulos II: Elfos en Pashin