Partida Rol por web

La puerta comunica con unas escaleras que descienden durante unos 50’ y llevan hasta una sala enorme que parece haber sido excavada en la tierra hace centenares de años. Una luz suave que procede de unos pequeños globos de luz crea la ilusión de que el techo es un cielo estrellado.

La gente que vive aquí advierte vuestra presencia al instante. Las palabras se extienden con tanta rapidez como el viento nocturno entre la gente de la pequeña ciudad de tiendas que se extiende por la sala. Las armas brillan bajo la suave luz como si fueran luciérnagas en la oscuridad.

Una figura alta y esbelta se separa de la multitud, avanzando como si flotara. Va envuelta en una túnica de gasa blanca y su pelo blanco plateado es como un halo que desciende pos sus hombros desnudos de marfil, asemejándose más a un espíritu que a una criatura de carne y hueso. Sus ojos de color azul pálido os miran y, aunque la cara de la mujer elfa está en la plenitud de la juventud, sus ojos tienen una tristeza y una profundidad que revelan su verdadera edad.

Saludos. Murmura suavemente con la voz apenas superior a un susurro mientras se detiene a pocos pies de vosotros. Soy la dama Shaylin Luna naciente de la Casa de mística. Yo soy quien os ha llamado.

Una sonrisa amarga le cruza brevemente la cara, una expresión que parece poco natural en sus bellos rasgos. Después se vuelve ligeramente, levantando la mano con lentitud para indicar el resto de la sala, y los otros elfos se acercan. Todas las miradas se centran en vosotros.

La fortuna, la providencia o la mano caritativa de Chislev, velando por su servidor, hizo que un acto casual nos desvelase lo que justamente andábamos buscando. El símbolo en el muro nos abrió un camino oculto, que nos abrió paso mientras yo aún vigilaba el camino por el que los trasgos habían huido. Y eso que aún no conocía la naturaleza de lo que nos aguardaba al otro lado.

Pero al acceder lo tuve claro. El camino de falso cielo estrellado nos llevaba a un recinto donde una pequeña población se ocultaba del mundo de la superficie. Mis ojos se estrecharon observando a aquellas gentes, tanto para aclimatarse a la luminosidad del lugar, cosa prácticamente innecesaria dado que veníamos de una zona realmente oscura, como por mostrar las sospechas que aquellas gentes despertaban en mí.

¿Eran... refugiados? ¿Exiliados y proscritos que se escondían de la crueldad de los caballeros negros?

El mundo de los hombres de ciudad no era de mi incumbencia, eran seres que se alejaban demasiado del ciclo y de la naturaleza por la que Chislev velaba, pero aún así podía sentir el intenso desequilibrio de fuerzas que algo así suponía, en una ciudad en que la crueldad imperaba. No podía sino simpatizar con aquellos necesitados, y preguntarme si aquel de quién se hablaba preparaba una revuelta no merecía todo el apoyo posible para alcanzar un equilibrio.

De entre todos ellos, una elfa se separó de la multitud, en la que la expectación y el temor habían hecho ya brillar algún acero que no me pasaba desapercibido. Para mi sorpresa, se presentó como aquella a la que buscábamos. Aquella que la posadera había afirmado que acudiría en mi busca, merced al obsequio que tan disimuladamente me había entregado.

¿Qué edad ocultaría aquella joven apariencia tan propia de los elfos? ¿Cuánto habrían visto aquellos ojos, tristes y profundos?

Saludos, dama Shaylin. -Tomé la palabra con aire solemne, como parecía requerir la situación- Mi nombre es Lobo Blanco, devoto servidor de Chislev, un simple druida en definitiva. -Me presenté, ejecutando una leve reverencia, antes de llevar una de mis manos al interior de mis ropas, extrayendo algo que le mostré sobre las palmas de mis manos unidas. Se trataba de una piedra preciosa, aunque de escaso valor comercial, una Joya Painita según me habían dicho- Esta piedra me fue entregada por Emaline de la posada de Los Cinco Dragones. Me dijo que con ella nos reuniríamos, y dado que ese fin ya ha sido cumplido, supongo que es ahora vuestra. -Le indiqué ofreciéndosela- También me dijo, o eso entendí, que podría obtener tu ayuda en la traducción de unos antiguos escritos, aunque hay otros asuntos que tratar que afectan también a mis compañeros... -A los cuales miré brevemente- ...de modo que dejaré que se presenten y conversemos acerca de otras cuestiones, antes que de mis asuntos... personales.

 Le dediqué a la mujer una reverencia y me dirigí a ella en elfico, como muestra de cortesía...

 - Saludos,  dama Shaylin Luna naciente de la Casa de mística, hemos oído hablar mucho de vos y es un honor conoceros en persona. Mis compañeros son, Lobo blanco, como ya os a dicho el mismo, Lady Kairi Moonlight y el poderoso Okodar. Yo soy el humilde Anubis y estamos a vuestro servicio en todo lo que necesitáis. - Le respondí amablemente, pero sin parecer débil.

Saludos Anubis, mago blanco. Hablas bien el elfico para no ser un elfo. Pero preferiría que nuestra conversación se desarrolle en común de forma que todos tus compañeros la puedan escuchar. En elfico.

Shaylin contesta las palabras del mago también en elfico, para luego seguir hablando con el resto del grupo en común.

Con sus delicadas manos blancas como el marfil, vuelve a cerrar la mano tendida de Lobo Blanco donde muestra la joya. Conserva la joya como muestra de nuestra amistad, y si alguna vez vuelves a encontrarte con alguno de nosotros muéstrala como símbolo de amistad.

Lobo Blanco, entre los nuestros hay grandes eruditos, seguramente alguno pueda ayudarte con esas traducciones. Pero ahora hay cosas más importantes que tratar. Seguramente os preguntáis por qué os he convocado, ¿verdad? Por favor, acompañarme.

Llegáis a una tienda de buen tamaño con su delicada tela de seda manchada por la exposición a las alcantarillas. Algunos desgarros en la tela se han arreglado cuidadosamente, dándole una extraña sensación de dignidad. Shaylin aparta una cortina y os invita a entrar, siguiéndoos en silencio.

El interior de la tienda es sencillo y modesto. Está iluminada por una llama parpadeante, situada en el centro, que despide un poco de calor y luz, pero no humo. A un lado hay un pequeño arcón con una mochila de cuero apoyada. Un pequeño petate está pulcramente enrollado encima de un cojín. El olor delicado del jazmín llena la tienda, un alivio bienvenido a los hedores del agua sucia y los desechos de las cloacas.

 Shaylin os invita a sentarse mientras sus mejillas se tiñen de rojo y baja la mirada.

Siento no poder mostraros una verdadera hospitalidad mientras estáis aquí. Admite con suavidad. Pero me temo que lo poco que tenemos está cuidadosamente racionado. Niega con la cabeza y se deja caer elegantemente en el suelo, cruzando las piernas bajo ella mientras os contempla uno a uno.

Os he convocado, porque… Shaylin inclina la cabeza, esperando pacientemente vuestra respuesta antes de seguir. Es porque he visto...  Ahora aparece una pequeña arruga entre sus ojos. He tenido sueños durante las últimas noches, sueños que me perturban. Me despierto temblando y llena de terror, pero los detalles del sueño se me escapan como el humo de las llamas. Suspira suavemente, bajando la mirada hacia el fuego brillante durante un momento antes de continuar. Todo lo que puedo recordar es que tiene que ver con vosotros. Todos vosotros. Levanta la vista y su mirada os atraviesa.

De repente, sus ojos se vuelven distantes y pierden todo su color hasta que parecen de blanco sólido y puro. Su voz adopta un tono musical mientras murmura.

Hay un dibujo que no podéis ver. Debéis liberar vuestro espíritu. Llevad la llave a las ruinas destrozadas, a través de la arena y por encima de las dunas. Buscad respuestas en las arenas del tiempo, buscad en vuestras almas y encontrad la señal.

Entonces, con un temblor, la cabeza de Shaylin se levanta hacia arriba y coge aire entrecortadamente, para acabar tosiendo violentamente. Finalmente se levanta cansadamente y os vuelve a mirar a todos.

Estoy cansada y pronto deberé descansar. Por favor, descansad ahora y más tarde hablaremos.

Negué con la cabeza ante la pregunta de Lobo Blanco, dejando claro a mi compañero que aquella herida no era grave. Ambos nos interesamos por el estado de Anubis cuando este cayó, informándonos el mago de algo completamente inesperado. Fruto de la casualidad, o del deseo de los dioses, Anubis había dado con aquella marca que tanto habíamos buscado. Me alegré enormemente ante ello, acercándome en seguida a observarla.

Si, es el dibujo que buscamos, no cabe la menor duda.

Tocar el símbolo y pronunciar unas palabras bastó para que se abriera ante nosotros un pasadizo que nos llevó hasta unas escaleras. Descendí por estas con cautela, viendo pronto la gran sala a la que llevaba, una sala que más bien parecía un pequeño poblado lleno de tiendas e iluminado unos globos de luz que hacían parecer que el cielo estaba estrellado. Me quedé mirando este demasiado tiempo, obnubilada por aquel bonito efecto, hasta que el murmullo que comenzó a extenderse me sacó de mi ensimismamiento.

La voz se corrió con rapidez, alguien había accedido al escondido lugar, y una mujer alta y de tez y cabello claros se acercó a nosotros en seguida. Nos saludó con una triste mirada, presentándose como la mujer que nos había hecho llamar.

Mientras los demás elfos se acercaban el druida tomó la palabra, presentándose y ofreciendo a la mujer la piedra que la posadera le había dado. También le pidió ayuda con la traducción de unos escritos, pero dejó que primero tratáramos lo que nos había llevado hasta allí y nos presentáramos. Anubis lo hizo en élfico, tomando yo después la palabra.

- Mi nombre es Kairi Moonlight, soy una clérigo de Mishakal. – me presenté brevemente con una reverencia.

La elfa respondió al mago en su propio idioma, pidiéndole después al druida que conservara la joya. Al parecer la piedra era un símbolo de amistad que todos los elfos reconocían. También comentó a Lobo Blanco que alguien podría ayudarle con aquellas traducciones, invitándonos después a seguirla para contarnos por qué nos había convocado.

Asentí a la mujer, siguiéndola hasta aquella gran tienda cuya entrada nos abrió, esperando a que entráramos todos nosotros para hacerlo ella después. Me adentré en esta con paso lento, observando la sencillez del lugar y aspirando aquel olor a jazmín.

Tomé asiento cuando la elfa nos invitó a hacerlo, sentándome sobre mis rodillas. La mujer se mostró avergonzada por no podernos ofrecernos gran cosa, pues al parecer su situación era bastante precaria. Esperaba que el habernos convocado respondiera a mejorar esa situación, pues nadie merecía vivir escondido y teniendo que contar los granos de trigo.

Shalyn no tardó mucho en comenzar a contarnos qué estaba sucediendo. Unos sueños habían empezado a perturbarla por las noches, sueños que tenían que ver con nosotros. Me quedé boquiabierta ante aquella información, sorprendiéndome aún más cuando sus ojos se tornaron completamente blancos y su voz nos murmuró un melodioso mensaje.

¿Qué querrán decir esas palabras? ¿Acaso no indican el camino a seguir? Pero, ¿con qué objetivo?

Algo parecía haber tomado el control de la mujer, y esta volvió en sí de repente, tomando aire con dificultad y llegando a toser incluso.

- ¿S-se encuentra bien? – pregunté asustada.

Shalyn se ponía entonces en pie, pareciendo estar bien, aunque cansada. Nos pidió que continuaramos hablando más tarde, pues tendría que descansar, y nos invitó a que lo hiciéramos nosotros también.

- Claro, aguardaremos. – acepté, mirando después a mis compañeros.

Tenemos mucho de lo que hablar.

Me resultó halagador que la elfa me ofrecieran conservar aquella joya, como un símbolo de amistad con toda su raza. Agradecido, la llevé entre mis manos al pecho, sobre el corazón, y me incliné ante ella antes de aceptar de buena gana sus indicaciones. Estaba claro que, con todo lo que había sucedido, la traducción de aquellos escritos druídicos no era lo más prioritario.

Fuimos guiados a una tienda humilde pero elegante a su manera, donde el ambiente se volvió menos sucio y se inundó de aromas de la naturaleza más bella, sintiendo el jazmín nada más acceder a la misma. Tomé asiento con las piernas cruzadas, y negué con la cabeza alzando una mano para excusar a nuestra anfitriona por no poder ofrecernos unos me guardia y racionados recursos que evidenciaban sus penurias. Sin embargo, mi ceño se frunció al mencionar sueños, que la llenaban de temor pero le resultaban al mismo tiempo esquivos. Y tenían que ver con nosotros.

Aquello era realmente inquietante...

Entonces revivimos un incidente que no era la primera ocasión en que vivíamos. Al igual que sucediera con Anubis en la posada, nuestra anfitriona entró en una especie de trance y comenzó a hablar como si fuera otra persona, u otro ser, quien hablase a través de ella. Miré, de hecho, al mago de reojo, antes de devolver mi atención a la elfa cuando volvió en sí.

Por supuesto, dama Shaylin. Hablaremos cuando estemos todos más descansados, y con la mente clara... -Le indiqué, mirando de forma significativa a mis compañeros. ¿Qué estaba sucediendo? ¿En qué nos habíamos metido?

Salís fuera de la tienda de Shaylin. La colonia de elfos se sitúa en una sala subterránea con un  el techo negro mate que crea una ilusión de profundidad. Los elfos han usado su recuperada magia para mantener constantemente pequeños globos de luz bailando en imponentes dibujos que forman las constelaciones de los dioses de la luz.

Las las paredes de la sala son de piedra labrada. También están pintadas de negro pero algunos de los elfos han empezado a pintar delicados mosaicos para honrar el regreso de los dioses de la luz.

Ponerme en pie y salir de aquella tienda me produjo una intensa sensación de cansancio, casi agotamiento. Aquella estaba resultando una jornada realmente larga y llena de emociones y problemas, y nos encontrábamos aún con más preguntas que respuestas. Suspiré, elevando mi mirada hacia el techo de aquella caverna que falsamente dibujaba un cielo en que sólo las constelaciones de los dioses benignos tenían cabida.

Aquel desequilibrio me habría resultado incómodo, de no ser porque era plenamente consciente de la ausencia de su mano en aquel recóndito paraje. El desequilibrio existía, pero en la otra dirección.

Una llave... A través del desierto... -Rememoré en voz baja, tratando de hacerme una composición de lo que realmente se nos estaba pidiendo, antes de volverme hacia mis compañeros- ¿Qué llave? -Pregunté, encogiéndome de hombros. Trataba de recordar dónde había desiertos de arena y lo que podía haber al otro lado, aunque había demasiadas otras cosas que no me encajaban- ¿Creéis que esa caja de música tiene algo que ver? Os recuerdo que aún la llevo encima... -Comenté, palpando mis ropas hasta encontrarla, asegurándome de que continuaba alli- Creo que preguntaré por ahí en busca de algún erudito capaz de traducir estos textos, y luego me retiraré a descansar. ¿Y vosotros?

 - ¿Me dejas volver a intentarlo a mi?. Tal vez ahora tenga mejor suerte, ahora que tenemos un momento más tranquilo, para poder examinarla mejor. - Me ofrecí, mientras miraba la caja de música con interés. La verdad es que la otra vez no ofrecía la mejor de las condiciones para un examen tranquilo y minucioso.

Cuando miré el techo estrellado del túnel creí comprender porque habían escondido la entrada tan bien. Yo haría lo mismo si tuviese un lugar tan lindo.. El brillo de las armas incluso aumentaba el atractivo del lugar para mí pues esa era la belleza que más apreciaba, la de la fuerza y el combate. Más al contemplar a la elfa caminar hacia nosotros comprendí la razón por la cual los poderosos señores ogros frecuentemente eran seducidos por mujeres menudas. A pesar de la fragilidad que aparentaba, podía percibir un poder latente. Como un gran lagarto oculto bajo la superficie del pantano..

Me mantuve en silencio la mayor parte del tiempo, atento a cualquier cambio en la actitud de los refugiados que pudiese indicar una traición; sólo pronuncié hablé un poco luego de que mis compañeros se presentasen. -Soy Okodar, él es Klad. Acompañé las palabras señalando mi pecho y al gran martillo que descansaba en mi espalda. Poco después fuimos invitados a la carpa de la elfa, allí dejé a Kairi, Lobo y Anubis entrar primero para proteger sus espaldas.

El interior de la carpa tenía todo lo necesario para vivir por lo que deseché las palabras de disculpa con un gesto, e inevitablemente sentí solidaridad por la fantasmal mujer y su gente. Ellos también son esclavos, aunque diferentes a mí.. Mi breve reflexión fue interrumpida por el extraño episodio de brujería, el segundo que veía en menos de un día.

¿Un dibujo? ¿La llave de unas ruinas? ¿Arenas? ¿Tiempo? ¿Acaso encontraremos un tesoro? Quería sacudir a la bruja para obtener respuesta pero antes de poder hacerlo nos despachó y no tuve otra opción que seguir a mis compañeros al exterior.

-Esto es cada vez más raro, primero en la posada ahora aquí. Resoplé. -Si yo comienzo a tener sueños como esos no querría dormir de nuevo. Luego moví los hombros para relajarlos y eliminar la tensión producida por tener que sentarme en un lugar tan pequeño. -Yo quiero buscar algo de comida, y ver si alguien aquí puede revisar el soporte de Klad. Miré al pelirrojo en cuanto pidió la caja musical, ya no desconfiaba de él pero si de su capacidad de proteger la caja. -Yo te acompañaré, a Klad le gusta la música.

Al salir de la tienda me percaté de cómo los elfos no sólo se habían valido de su magia para honrar a los dioses de la luz en aquel falso cielo, sino que también lo hacían en las paredes de piedra labrada dibujando mosaicos sobre aquel fondo negro. A pesar de la situación en la que nos encontrábamos, se me escapó una sonrisa ante aquel bonito gesto de devoción hacia los dioses. Seguramente, en tan precarios momentos, la devoción hacia los dioses de la luz era una de las cosas que les ayudaba a salir adelante.

Me volví hacia Lobo Blanco al escucharle susurrar algo, tras lo cual preguntó sobre la mencionada llave y la caja, preguntándose si esta tendría algo que ver. Estaba bastante convencida de que así era, por ese motivo mi intención era pedírsela para volver a examinarla, pero Anubis se me adelantó.

El resto compartió qué haría, disponiéndose el druida a ocuparse de traducir aquellos textos que portaba y descansar, mientras que el mago examinaría la caja en compañía del semiogro; quien además quería buscar comida y que alguien echara un vistazo a su arma.

- Esa caja, o algo que esta esconda, podría ser la llave. Fue antes de que encontráramos la caja, pero el anciano dijo que teníamos una llave que era deseada. – les recordé, manteniéndome pensativa unos instantes más. – Por lo que nos contó Anubis la caja podría pertenecer a la realeza élfica. Imagino que Shalyn Luna Naciente podrá contarnos más al respecto, pero aprovecharé para preguntar por ahí, quiero dar un paseo por si alguien necesita de mi ayuda. – les hice saber, antes de añadir algo más. - ¿Nos vemos en un rato para hablar y comer algo antes de descansar? Podemos encontrarnos aquí mismo. – sugerí. - Yo también intentaré conseguir algo para que comamos, pero si no tengo algunas raciones que puedo compartir.

A pesar de los nuevos esfuerzos de Anubis y del resto del grupo revisando la caja de música nadie es capaz de sacar nada en claro sobre ella.

Entre los diversos refugiados encontráis a Angelyn, una elfa anciana, una antigua clériga de Mishakal antes de la Guerra de caos. Sintió agudamente la pérdida de su diosa, pero siguió ofreciendo sus habilidades para atender a los enfermos. Cuando Mishakal volvió, Angelyn se alegró, y volvió a usar sus conocimientos para curar a los elfos. La anciana elfa es la única que parece reconocer algo en la caja. Recuerdo haber visto esta caja hace muchos años en manos de Alhana Starbreeze. Era un objeto que guardaba con mucho celo, decía que fue creado por Silvanos, el fundador de la antigua nación élfica, para proteger algo importante. Pero el resto de la historia se pierde en los vientos del tiempo. Siento no seros de más ayuda.

Entre todos, el grupo consigue reunir provisiones para darse un banquete generoso. Muchos de los elfos le proporcionan algo de comida, intercambiándola por objetos o por un par de monedas. A pesar de las carencias y de tener que vivir como mendigos, el pueblo elfo sigue siendo generoso.

Anubis no tardó en solicitar el objeto, con el fin de investigarlo. También la clérigo deseaba hacerlo, y yo no tenía el menor interés, o más bien esperanza de obtener nada de él por mí mismo. Aquel tipo de creaciones no formaban parte de lo que podría considerar mis especialidades, y aún albergaba algunas dudas acerca de por qué exactamente debíamos ocuparnos nosotros de aquel misterio.

Lo que yo deseaba, ante todo, era lograr la traducción de aquellos antiguos escritos, y como al parecer todos buscábamos algo de los "lugareños", terminamos por compartir camino.

Una anciana elfa, clérigo de Mishakal como Kairi, reconocía aquella caja, aunque no era demasiado lo que era capaz de decir sobre ella. Tan sólo a quién pertenecía en la época en que la vio, y lo que se decía acerca de su origen. Significaba que era inconmensurablemente antigua, aunque no terminaba de explicar su importancia.

Proteger algo importante... ¿Tal vez "guardarlo"? -Compartí mis sospechas con los demás. Aquel objeto podía ser, como sospechábamos, una llave, o la forma de conseguirla- ¿Quien es Alhana Starbreeze? ¿Puede contarnos algo más acerca de ella? -Pregunté mientras sacaba de su funda los pergaminos que buscaba poder traducir- ¿Sabe usted de alguien que pudiera ser capaz de traducir estos escritos?

Alhana fue hija del Orador de las Estrellas, antiguo regente de Silvanesti. Durante la Guerra de la Lanza, su padre murió a causa de uno de los Orbe de los Dragones, y ella ocupó su puesto como regente. Durante la guerra conoció a Sturm, uno de los héroes de la lanza, del que se enamoró. Sturm murio bajo la lanza de Kitiara durante la batalla de la Torre del Sumo Sacerdote. Acabada la Guerra de la Lanza, Alhana se casó con Porthios y tuvo un hijo llamado Silvanoshei, que con el tiempo llegaría a ser Orador de las Estrellas, a pesar de que sus padres hubieran sido declarados elfos oscuros y desterrados tanto de Silvanesti como de Qualinesti.

Si el tempo de Hurim siguiera abierto seguro que entre sus paredes podrías encontrar  a alguien capaz de aclarar tus dudas. Pero el templo destrozado lleva más de 700 años enterrado en las arenas del desierto. Desgraciadamente en esta comunidad nadie entiende esa legua. Tendrás que seguir buscando.

Examiné la caja con gran interés, mientras escuchaba el relato de la anciana:

 - Tal vez haya algo dentro de la caja, en algún tipo de compartimiento secreto. ¿Hay alguien aquí que podría buscarlo, encontrarlo y abrirlo?.