Partida Rol por web

Vamos bien, casi vamos bien... solo otro ladeo más...

Por un momento creí que mi suerte había cambiado, pero cual personaje genérico de Stephanie Meyer esta  me volvía a fallar. ¡Chingado, no! ¡Ahora que hago!

Me fijo que tiene problemas para disparar, lo que termina de apanicarme. ¿Como vergas vamos a asustarlos si los pendejos no se creían en peligro?

- ¿Te regreso tu pistola? - le pregunto, mientras vuelvo a intentar conducir en línea recta.

Al escuchar la voz de Laura me doy vuelta. ¿Pistola? -¿Te referís a esta?- Pregunto señalando la escopeta que ya estaba en mis manos. -No hace falta.- Para tener celeridad podía ser un poco lenta a veces.

Le hubiese dicho que se agache por si las balas, pero me detuve porque no me pareció inteligente que ninguna de las dos se quede mirando para adelante por si alguna rama o algo golpeaba la lancha y rompía algo que no tuviese que romperse. Así funcionan los barcos, ¿no? Mejor que se quede en el puente.

Ramiro contiene una carcajada, que igualmente surge entre sus labios como un “hum” humorístico. Se ajusta los lentes y examina a Javiera sin ninguna reacción especial visible, al menos por ellas. Tras una pausa, reacomoda la postura.

-Sí, fueron garras especiales, aunque no como las Gangrel comunes. ¿Qué queres que te diga sobre eso, Antonia? +pregunta.

-Las hizo un jaguar, Ramiro… +aclara con tono suave, mientras rodea el talle de Javiera con la otra mano, y desliza sus dedos por la herida+ un puto jaguar. Sé que no todos tus amiguitos son Gangrel comunes. ¿Hay alguno que se convierta en otra cosa?

Ladea la cabeza.

-Me pedís traicionar algo confidencial… Pero si es por despejar sospechas, sssi… se dé un par que usan formas diferentes, y allá en el norte vi uno que se volvía oso. Pero es la primera vez que escucho jaguares. Ninguno de mis amigos se convierte en eso, ni nadie que yo sepa.

Se lleva una mano a la boca, pensativo.

-… igualmente, lo tendría que consultar para estar seguro al cien, claro. Hoy nos vamos a reunir con los chicos. ¿Queres venir y preguntarles? 

-Eso no sería nada adecuado en esta situación… Además, recién llego de este viaje, tengo que ir al Eliseo y hablar con Alexandria. +responde. Ladea la mirada+ Pero podes llevar a Javiera. Si esta Ernesto y la ve, quizás sepa algo más. ¿No hay ningún inconveniente, verdad querida?

Otro disparo interrumpe la conversación, y Laura siente un golpe seco en su espalda casi al mismo tiempo…

La suerte coloca un proyectil en ella, atravesándola a pesar de la distancia. Tal es el poder de los rifles de caza…. Y todavía no están fuera de rango. 

Se alcanza a ver a los enfurecidos pescadores en la orilla, algunos abordando el otro bote, quizás con intención de seguir la persecución. 

Luego de que viera sus heridas, Javiera rápidamente se cubrió el cuerpo, y se quedó con los brazos cruzados viendo como su primera sospecha, los grangel, era desechada, aunque no del todo, no creo que ellos muestren todas sus cartas así, simplemente, incluso a los anarquistas. Suspiró, y asintió con desgano a Antonia, estaba bajo sus órdenes y debía obedecer lo que le ordenaba, tampoco es que se lo cuestionase por completo. 

- Sí, quizás Ernesto sepa algo más - indicó - pero necesito ropas, otras ropas - les dices,  considerando que su bikini debió quedar por algún lado de ese cuarto en donde quedó desnuda con Antonia. Se sentía de un humor terrible, había fallado, y ahora, parecía volver a entrar en otro trabajo.

-El cajón de ropa esta debajo de la cama, querida. Busca lo que gustes. +acepta Antonia, mientras te suelta con una caricia.+ Aunque pueden ser algo pequeñas para ti. Pero no importa en este caso, ¿verdad?

Tras decir esto mira a Ramiro.

-Supongo que puedes encargarte del transporte y lo demás. ¿Hubo alguna novedad durante la noche?

-Alguna que otra...+contesta, dubitativo, mientras aparta la mirada+ Prefiero no hablar sin confirmar nada. Pero un pajarito me soplo que ese viejo Tremere anda en la ciudad, haciendo negociados raros. Tambien Sofia. Seguro conoces lo del barco que se hunde y las ratas, Antonia. No se vos, pero me suena a eso.

Los nombres te son vagamente familiares. El primogenito Tremere es uno de los vampiros mas poderosos de Buenos Aires, probablemente el segundo tras Alexandria. Un extranjero que normalmente reside en la plata... aunque el nombre se te escapa. Jaroslav algo. Y Sofia... la unica cuyo nombre resuena fuerte es Sofia Giovanni, la representante del clan independiente en la ciudad. Otra mujer de temer.

Javiera se encogió de hombros, y fue a buscar la ropa, dándose cuenta que los grandes del clan se estaban reuniendo, insinuando que algo grande se estaba preparando,  ¿ ya sabrían de los jaguares? Se preguntó, ante de verlo por última vez, y volver a cruzar el umbral hacia la habitación en donde estuvo con Antonia. Ahí  buscó ropas, lo más holgado que  pudiera encontrar,  unos pantalones y un jeans,y volvió con los vampiros.

- en fin, es hora de partir, - arrugó un poco el ceño - ¿saben que pasó con Don Orlando y las dos chicas? - preguntó, aún reacia a ir a ojos cerrado a una nueva locación. 

Ramiro se acomoda los lentes, alzando la vista, mientras que Antonia hace una leve mueca de reproche. Enseguida comprendes porque.

-… no había nadie más que ustedes en el barco. +comenta Ramiro.+ ¿Iban acompañadas?

-Íbamos, si…+confirma Antonia, visto que eso ya se ha revelado. Aunque mejor mantener todavia esos nombres en secreto+ Pero nos separamos en la isla. Seguramente estarán allá, si siguen enteros… No te hagas problema por eso.

Luego voltea su cuerpecito y te acomoda la ropa, que aunque suelta se ciñe un poco a tus curvas principales. Aprovecha para pellizcarte el costado, retorciendo sobre tus costillas, indudablemente molesta por el desliz.

-Vos tampoco Javi. Déjalo estar. Yo voy a ocuparme de eso ahora. Trata de espabilarte, ¿sí? Estamos en casa y a salvo. Ahora tenemos que arreglar esto.

Se siente como una niña pequeña que ha hablado de más, de hecho así fue, y no se dio cuenta sino hasta que recibió el pellizco de la chica. Se encogió de hombros,  y miró al suelo, no era adivina, no leía las mentes. Era frustrante no saber los planes debajo de los diálogo frívolos y las caras de ángel.

- vamos entonces - fue hacia la puerta, aún mal humorada, ese día no era el de ella, no, había perdido al soplón, y ahora este delíz. De todas formas estaba preocupada por Don Orlando.

- ¡Me refería a por si la tuya se había mojado, chingado! - le grité, y entonces una enfermiza sensación de dolor, la sensación del mundo girando cuando me doblé en dos...

¡En la madre!

- ¡¿Qué vergas?! - exclamé, sorprendida aunque he de admitir que sentir dolor tiene el alivio de hacerme sentir un poco humana. Me sentiría feliz si no fuera porque precisamente duele y porque esos payasos cabrones nos quieren volver a disparar.

Bueno, al menos me hace sentir como en casa.

- Siempre hay que llevar un rincón de México en el corazón.

Traté de pensar en cómo evadirlos, pero al contrario de una persecución en suelo no hay un callejón o una tienda departamental que califique como propiedad privada donde esconderme.

Ramiro se incorpora, y hace un leve gesto caballeroso con la diestra para que salgas primera a cubierta… Antonia no se despide, pero se queda en la puerta, observándolos marcharse. El silencioso muelle los recibe, solo perturbado por las cercanas luces de la avenida. Enseguida reconoces el sitio, es el mismo de donde partieron, hace menos de 24 horas…

Al llegar afuera un auto espera. Ramiro no tiene choferes ni lujos. En su lugar conduce un Gol con ya sus añitos, aunque bien cuidado y espacioso. Pasa al otro lado y libera las cerraduras, permitiéndote subir en el acompañante. En breves momentos se han metido a la avenida, rumbo al norte.

Con los ojos fijos en el camino, el joven (aunque ciertamente es mayor que tú en edad) anarquista cabaletea los dedos sobre el volante.

-¿En qué me estoy metiendo, Javiera? +pregunta reflexivo+ Sabes que no me gusta resolver las cosas con violencia y creía que a vos tampoco.

No hay más disparos, por fortuna, antes que la lancha se funda en la noche. Al parecer los pescadores han renunciado a la persecución.

El motivo es rápidamente evidente. El agua aquí no es ninguna suave planicie, sino que esta picada por la tormenta, y por el oleaje del Rio de la Plata en si. Laura de inmediato se da cuenta que no resulta nada sencillo mantener el control sobre el timón. Cierto es que las luces de Buenos Aires, al sur, no es algo que desaparezca ni con unas nubes como esta, y la orientación no es un problema. Pero entremedio hay decenas de kilómetros de agua salada, al parecer ansiosa por llevarlas a las profundidades a las dos vastagas.

Quizas no fuera la mejor idea, después de todo, intentar navegar por su cuenta. Pero ya metidas en el baile…

Lo miró de reojo, había respirado con alivio poder estar ya en tierra, y ahora rumbo a quién sabe donde, Javiera quedó algo distraída, hasta que Yum habló, la vampiresa movió su cabeza hacia él, con gran pereza, y sus ojos verdes demostraron que estaba hastiada, por eso tardó un poco en responderle. Dolía el vientre, no estaba de humor, pero ve que Yum tiene sus mismos reparos.

- no era la idea, y ni yo misma lo sé, Yum, no tengo ni puta idea de lo que realmente está pasando, nuevamente soy la carne de cañón, y que me rajen - protestó y se cruzó de brazos, mostrando en su rostro dolor - no me gusta la violencia, y lo sabes, nunca ha sido de mi interés trenzarme a golpes, pero... creo que es algo que ya no podré evitar - emitió un suspiro agotado, y realmente era de agotamiento, uno que provenía del alma.

- dime, entre nos, ¿que´sabes de los movimientos últimos del Sabbat? todo lo que está pasando tiene su nauseabundo olor - chasqueo la lengua, al final, demostrando su encono contra aquellos vampiros.

-Los perdimos.- Digo con una sonrisa antes de mirar hacia adelante. Lo que contemplo hace que la mueca se borre de mi rostro. -Holy shit...- Murmuro al ver el oleaje que nos separaba de Buenos Aires. Esto todavia no se acababa.

Me acerco al puente junto a Laura, la cual se estaba recuperando del disparo que la alcanzó. -Te ayudo.- Le dije mientras veía los controles, intentando descifrar cómo manejar la lancha.