Partida Rol por web

-¡¿El sabbat?!

Aparta la mirada del camino para buscar tu rostro, frunciendo el ceño un tanto. Luego vuelve a ponerla al frente, sin decir nada inicialmente. Tras unas cuantas calles pensativo, retoma la conversacion en tono bajo, organizando las ideas poco a poco.

-… Es un poco apurado ir con eso. Desde los 70’s, nunca se han metido en Buenos Aires. Le tienen demasiado miedo a Alexandria. Se quedan en el lado que da a Chile. Ni siquiera aprovecharon con los quilombos del 2001… bueno, salvo eso donde vos estuviste, ahí en Santa Fe. Pero fue una circunstancia casi excepcional. ¿Porque crees que vendrian ahora? 

Lo miró de reojo, ve su desconcierto, y hasta cierto punto le encantaría saber si decía la verdad, o sólo estaba blufeando, como ella, claro. La vampiresa metió sus manos en los camperos que estaba usando, y soltó un pequeño chasquido de lengua, también meditó que decir, y olisqueo el aire, en busca de oyentes inesperados. En este mundo de sombras, mil caras se ocultan entre ellas. La pequeña Antonía no confía en ellos del todo, y me manda sola, soy solo carne de cañón, ni 15 años como vampiresa me aseguran nada, sigo siendo  casi una neofita. 

- no sé, precisamente los líos de Santa Fe me hacen desconfiar de ellos siempre, los huelo en todo lo mano que pasa, no me culpes, son los causantes de todo lo malo en mi país - era una opción evidente, una chilena, sobreviviente de la dictadura, que odia a los malditos que suman a su país en el desfalco y el cinismo de una clase política que no existe. - llámalo intuición... llámalo recelo, de todas formas, tengo mi estómago casi cercenado por un puto jaguar que no moría con las balas, y tú mismo has dicho que no se conoce entre "nosotros", un vástago con esos poderes,¿o sí, Yum? - le pregunta, mirándolo de reojo.

-Entre los míos... +aclaro, atento a una posible malinterpretación+ Te olvidas que desde que son independientes, hay varios chuchos que van por su cuenta. Algunos son macanudos, pero otros no se juntan ni con nosotros ni con ustedes ni con nadie.

No obstante eso fallaba en la lógica desde el principio. Había demasiadas coincidencias en cruzarse dos con la misma rareza, si eran eso. Pero Sabbat también era mucho decir. Empezando por cómo habían llegado hasta acá y como se habían metido.

-Javiera, ¿a quien fueron a ver a la isla? +inquiere, mientras pasa de la avenida a una callecita menor. Ya no falta tanto para el lugar de encuentro+ Sé que puede ser algo secreto, pero a lo mejor puedo darte más datos si se con quién va la mano...

Cuesta, pero finalmente, con la visión de Buenos Aires como referencia y mucho esfuerzo controlando el timón, logran divisar la costa. Ha sido una travesía de poco más de una hora y media, pero se siente el doble. Si no fueran vástagos, estarían quizás traumadas por la fatiga y el dolor. Más en la condición actual, esto solo existe en sus mentes, si bien no es poca cosa.

Encontrar un muelle es otra cosa, ya que no se puede ir derecho hasta la retorcida costa porteña, pero se logra. Por suerte abundan. Bajan a tierra en alguna parte medianamente oscura, donde otras lanchitas similares, tapadas con lonas, capean la tormenta, atadas a maderos. Es algún sitio del norte porteño. Las casas llegan casi hasta la costa. Lástima que ninguna de las dos tenga muy conocida la ciudad. Y lo más importante, que hacer ahora? Salvo las ropas empapadas y las armas, poca cosa les queda. El resto quedo en el yate.

- ¡Tierra a… cof…  la vista! – grité con el poco aliento que me salió, pese a que sin darme cuenta en todo el trayecto ni siquiera había intentado respirar.

Me dejé caer sobre el suelo de nuestro flamante barco pirata con tal abandono que el golpe seco de mis rodillas contra el piso casi hace tambalear esta cosa. Giré sobre mí misma, dejándome caer completamente en el bote como si fuera una cama.

- Definitivamente… un pedazo… de México… - vuelvo a intentar ironizar. Por los años de costumbre estaba segura que el corazón me latía fuertemente en el pecho, pese a que era un imposible.

Recordé un cuento de un libro de texto de primaria, que en su tiempo me había impactado. Era un campesino que mientras quitaba la maleza era mordido por una serpiente. Llegó a su casa tan sediento que pidió a su mujer mezcal, pero cuando le tomó no le sabía a nada. Creyó que era agua, pidió otro vaso, y cuando tampoco le supo a nada pensó, recuerdo bien esa parte, “esto se está poniendo feo” y fue al río a buscar a su compadre. Cuando iba en el bote, dejó de sentir dolor, y creyó que el efecto del veneno había pasado. Pero notó que su respiración se sentía más fría. Recordaba a sus amigos, y mientras lo hacía, dejaba de respirar.

Ahora sí que me sentía aquel jornalero. Estaba en un barco, creyéndose salvado, pero estaba agonizando. Si me encuentra Mercedes, ¿Qué será de mi?

Bien. Habiamos llegado, algo era algo. Y todavía teniamos tiempo para buscar algún refugio, a pesar de que yo podía dormir en la tierra. Nunca me había dicho de volver con la Toreador de la biblioteca, así que no había necesidad de reportarse. Una parte de mi quería volver a buscar el auto donde lo dejé y volverme a Santa Fé, como me advirtió Don Orlando, pero lo más seguro era esperar a mañana para eso. Además, no sabía como llegar al auto si no era siguiendo la costa hasta que lo encontraba, y no tenía demiasadas ganas de hacer eso, especialmente porque me podía equivocar de lado para el cual caminar.

-Bueno, yo llegué por primera vez a esta ciudad ayer a la noche, así que supongo que vos sabés mejor que yo para dónde ir, ¿no?- Le pregunto a Laura, confiando en ella. A lo mejor me llevaba a conocer a su sire o algo así, y aunque no tenía muchas ganas de conocer más vástagos en esta ciudad, especialmente porque no me interesaba informarles indirectamente a las Brujah que estaba no-viva, podía aprovechar para dormir en algún lugar más cómodo que la tierra de un árbol o un jardín.

Bien, si algo faltaba para cimentar mi autoestima vampírica y sentirme de algún valor, era esto. ¿Como vergas me regreso a con Mercedes?

Digo, no tenía ninguna misión encomendada, ni nada por el estilo, sino que la cabrona me envió a mi muerte segura. Pero tampoco quería ser objeto de su ira. En México aprendes que aunque no sea tu culpa si te quieren castigar los altos mandos lo harán sin razones.

Dijo que gastó muchos favores en mí, aunque ahora también me pregunto si no se arrepentirá de ello.

- Tampoco tengo mucho tiempo... - es decir, no conozco una mierda de Buenos Aires, Santa Fé o cualquier pinche rincón argentino - ¿Un taxi, quizá?

Y el golpe de gracia para Mercedes, que llegue pidiéndole dinero. Estoy frita.

-Y ¿sabés para dónde dirigirlo?- Le pregunté esceptica. La plata no importaba, siendo una Toreador, Laura podría conseguirnos el viaje gratis con sus disciplinas. El problema era si no le deciamos para dónde ir en primer lugar.

- Mi sire usa solo chofer, pero me sé su dirección - y si veo rumbo conocido me he fijado por donde girar.

Mientras debaten, la lluvia cae sobre vosotras. La playa embarrada quizás no sea el sitio mejor donde seguir la charla. Entre las casitas discurren algunas calles mal iluminadas, por lo que peor es nada. Quizás puedan encontrar donde o con quien orientarse.

O para alimentarse. El aroma a calor y vida,(sucio pero fuerte) proveniente de las casillas, les recuerda que las dos no están en buena forma. Y la noche todavía es larga.

¡Ok, dios, solo te faltaba la pinche lluvia!

Ganas de reclamar al cielo me dan, pero la imagen de mí misma tirándole dedo a las nubes no es lo que me haría ganarme el más mínimo respeto. Comenzaba a buscar con la vista donde parar un taxi, cuando siento como si se me abriera el apetito (o lo más cercano a eso que he sentido en estos días) cuando caigo en que tenía... sed.

- Mierda... - exclamo, mientras retrocedo un paso.

¡No, no, no, no! ¡no! ¡estarán jodidos si creen que voy a volver a chingarme a otra persona! ¡No, no, no! ¡NO!

Me giro por todos lados, buscando lo que sea. Un gato callejero, aunque fuera. Amo las mascotas, pero no quiero zamparme otro cristiano.

¡Donde hay un animal!

Mientras salimos de la playa y empezamos a caminar por la calle noto que la Toreador se ponía a mirar para todos lados. -¿Sed?- Pregunto simplemente. Ahora que lo notaba, yo también estaba sedienta. -Lo mejor es que encontremos algo de ganado rápido. Espero que este no sea el dominio de algún vástago importante.- No podiamos presentarnos en la casa de otro vampiro con hambre. No sería ético. -Si las dos cazamos juntas deberiamos encontrar algún boludo que ande solo, aunque vamos a tener que compartir.- Le comento, ya que no suponía que Laura supiese dónde estaba La Zona de Buenos Aires.

Olisqueo un poco el aire, más bien, olisqueo las palabras de Yum, en busca de alguna mentira, pero ni él mismo podía saber bien que estaba pasando, pero Javiera ya sospechaba de su presencia en aquel lugar tan apartado de la mano de Dios. Sí, el Sabbat no se arriesgaría tanto, sin embargo, las palabras de Thiago estaban en su cabeza, ¿habrá sido ella?, no, no lo fue, de serlo, ya estarían todos en el descanso de los justos.

- sabes que no comparten nada con los bandos razos como yo - mintió, debía hacerlo, Antonia le había dado luces de que no debían saber demasiado, ni siquiera que habían más con ellos - carne de cañón, recuérdalo...- la chica llevó su mano a su vientre- pero...¿qué hacían ustedes en esos lares?...- preguntó, caminando a su mismo ritmo.

Frunce los labios levemente hacia arriba, el hecho que el anzuelo con plomada no pique en sí mismo significa que es algo groso.

-Un viaje de pesca. +responde en tono socarrón. Si Antonia no le ha dicho, por algo será. En esto están en los mismos términos. Y la noche es larga…+ Sacamos un par de sirenas. ¿Loco, no?

Poco a poco se mete en un barrio residencial humilde, y finalmente entra a una cuadra donde hay buen número de autos estacionados, un grupo bastante grande a comparación de lo que debería. Todos parecen converger en torno a un gran almacén de chapas, el cual está vigilado llamativamente por un par de tipos con chamarras de cuero, armados con carabinas. Casi parece gritar “lugar jodido”, pero ninguna música ni ruido raro surge de allí.

-Creo que nunca viniste durante el entrenamiento. Este tugurio es bastante nuevo. Uno de los localcitos clandestinos de Kaos. +apunta+ Pero hoy no vamos a tener que aguantar a sus pendejitas groupies… salvo las que sean chupones claro.

La lluvia y la barriada humilde son un ambiente perfecto en muchas formas. Las sombras donde ocultarse se hallan por doquier, y el agua misma combinada con la noche, estorban totalmente la visión. Lo malo es que también espantan a la gran mayoría de las presas, quienes con astucia se refugian del agua en sus casas o covachas.

La gran mayoria, pero no a todas. Sarah localiza a una rápidamente a un hombre chapoteando apurado entre los charcos, con un chaleco cruzado fluorescente y un piloto de plástico transparente para capear la lluvia, caminando con sus botas hacia el oeste. Probablemente un sereno o algún otro infeliz obligado a laburar de noche, llueva o truene.

Es muy fácil saltarle encima entre las dos y derribarlo bajo un árbol para comer, incluso estando debilitadas. Solo se trata de hacerlo.

Arqueo una ceja la vampiresa, y sus labios dibujaron un gesto ladino, muy ladino.

- parece que todos estábamos de pesca... pero la luna nos espantó a todos los peses - responde casi con el mismo tono que el vampiro usó para hacer esa referencia. Fuera lo que fuera que anduvieran haciendo, debía ser grande, casi tanto como en lo que ella andaba metida. Mierda... se dijo mentalmente la vampiresa. 

Javiera sacó su celular y lo miró, en busca de señal y de nuevos mensajes, quizás alguna luz en esa oscura noche.

- no, creo que no he estado en este lugar, pero refrescame la memoria, y no te rías si es muy tonta mi pregunta, pero...¿quién o qué es Kaos? - le pregunta, ahora si con real ignorancia del tema, de aquella que tiñe las mejillas, porque es algo que debería saber, pero que aún así, no lo sabe.