Partida Rol por web

Seguramente debería ir con ellos, pensó Javiera al ver a los autarcas, ella "dependía", de la camarilla, era parte de ellos de hecho, pero luego de lo pasado esa noche, se replantea la idea de seguir entre ellos, sin información, sin saber a donde vas y siempre exponiéndose a peligros. Por lo menos  entre ellos, no sería tan poca cosa. Aunque ese pensamiento era demasiado auspicioso, vampiro era siempre vampiro, no importa en que bando se esté. Javiera se acomodó al lado de Yum, y de Ulises,  más cerca de este último, y colocó su mano en su  hombro.

- mucho tiempo ...- murmuró con sus ojos puestos en la babilla del chico, y luego se volteo hacia el centro de esa congregación. ¿qué dirían?. Aun duele mucho.

Rapidamente la gente se pone en su lugar. Ramiro se separa de ustedes, acercandose al escenario, aunque del lado opuesto a donde se encuentra Ernesto, es decir mas proximo a vos y su grupo.

Entonces un muchacho sale de atras de los instrumentos. Las lonas caen y se alzan los aplausos de la tribuna, mientras él avanza con su guitarra al frente de las luces. Es rubicundo, delgado y de aspecto algo endeble. Toma asiento, y lentamente empieza los acordes de un viejo tema, mientras sus compañeros de banda acomodan atras con la soltura que da la practica. 

La cancion se desliza de sus dedos, firme no obstante, arrancando sonrisas y un respetuoso silencio atento del publico. No hace falta mas para saber que ese es Kevin, sin lugar a dudas.

Las letras y notas se despliegan virtuosamente, invitando a quienes lo escuchan a entregarse a la musica... Del grupo hay quienes ceden, pero otros apartan la vista, sonriendo, como sabiendo de que va aquello.

Logras sobreponerte al embriagador efecto de la cancion, apenas. Quizas el tiempo ha logrado insensibilizarte o hacerte mas resistente a ciertas bellezas...

Al terminar los últimos acordes se eleva el aplauso de la gente, junto a los gritos de algunas vampiresas. Es fácil entender que muchas de estas neonatas no han dejado atrás su humanidad ni los impulsos de la misma. Pero tras dejar unos instantes a estas expresiones de afecto, el rubio cantante alza la mano.

-Paz… paz. Gracias. Quería empezar la noche, con algo que nos ponga en la misma frecuencia. Como saben, no es común que todos nos reunamos. Pero esta vez, amigos, la pieza nos llega a cada uno. Cedo la palabra a un amigo de la casa. Ernesto.

Su forma de hablar coincide con la expresión. Por otro lado, si bien habla fluido, es indudable el acento extranjero en la voz, lo cual le da un deje extraño en el ambiente tan argentino.

Respondiendo a la invitación, sube al escenario con un ágil salto, poniéndose de pie junto a Kevin.

A pesar de algunas similitudes, es importante la diferencie entre el porte de los dos líderes. El uno atrae con un suave encanto. El otro se impone con una fuerza más salvaje.

-Buenas noches a todos. Antes que nada, agradezco a Kaos por aportar el lugar, y a ustedes en general, por asistir.

Hace una pausa, mirando a las tres tribunas tras su gesto algo demagógico.

-No necesito recordárselo, pero muchas veces estamos divididos, por ideas o metodologías diferentes en lo que predicamos. Igualmente cuando es necesario, nos plantamos juntos. Hoy es una de esas veces.

-Voy a ir rápido al punto, hoy no vine a hacer patria. Como algunos de ustedes sabrán, desde hace poco tiempo en el interior ha habido desapariciones. No me refiero a las de siempre… la típica deprimida que sale a tomar el sol, o el boludo que duerme al raso. No. Hablo de grupos y bandas enteras que una noche estaban… y a la siguiente nada. Lo sé porque me ha tocado, con amigos cercanos. He investigado por mi cuenta, y al parecer, la Camarilla está detrás de todo esto. No sé cómo, no sé por qué, y no sé QUE planean. He ahí el motivo de la reunión.

-Algo que si se, es que muchos de ustedes todavía están en contacto con los hijos de puta que nos hicieron. No los culpo. Cada quien tiene sus razones. Pero capaz en eso hoy gracias a eso, tengamos la respuesta al misterio. Algo, incluso un rumor, sobre lo que en verdad está pasando. Porque una cosa si es segura.

Alza el índice derecho, como señalando al cielo, o más bien, un punto importante.

-Ellos se creen los que mandan. Y mueven las cuerdas, como un pendejo jugando con la guitarra de papa. Pero lo que sea que tengan en mente, nos afecta a todos.

Tras estas palabras, los murmullos se levantan en las tribunas, pero muy quedos a la vez que agitados. Ulises te mira de soslayo, alzando una ceja y levantando el mentón, como diciendo ¿y eso?......

Me acabo de chupar (y sin preliminares) a un pinche tipo, ¿y todavía tengo que caminar como si nada, así como así?

Quizá el shock me estaba protegiendo, pero lo que hice fue subirme sin más, lo cual no ayudaba a sentirme menos hipocrita pese al ruido mental que intentaba hacer, sin mirar a nadie a los ojos.

Dios, de pronto quiero mirar al tipo como si fuera comida. La sangre se acaba de volver tan atractiva, que casi creería que estoy babeando.

Como puedo, le doy la dirección de Mercedes.

El taxista asiente y arranca, al menos el par de locas no quieren ir a ninguna villa. Pero las mantiene vigiladas por el retrovisor. Es imposible saber que está pensando exactamente, más considerando la pinta con la que van… Despacio ajusta la radio, que entona una cancioncita de Luciano Pereyra, que da fondo al viaje.

Durante varios minutos es difícil saber si no siguen navegando. Las calles son casi ríos en muchas esquinas. La administración mortal y su cuidado de las bocas de tormenta dejan mucho que desear… En algunos puntos el chofer debe recurrir a su pericia para sortear, o directamente dar rodeos, aunque estos también pueden ser para subir la tarifa final…

No obstante, al cabo de un rato arriban a una puerta enrejada, familiar para una de vosotras. Casi parecen siglos que Laura no la ve, y ahora evoca casi nostalgia tanto como miedo. Sin duda es la entrada a la casa de Mercedes.

Solo que las luces están apagadas. Incluso las del pórtico. Y no se ve el auto, aunque claro, debe haber quedado en el muelle cuando te llevo el infortunado sirviente. Pero la casa da todo el aspecto de que no hay nadie ahí.

-Son $120, chicas. +anuncia el tachero, rompiendo el silencio de sus pensamientos...

EN vida se hubiera calentado por ese hombre de rasgos suaves y aspecto desaliñado, oh sí, tenía una especial debilidad por los perritos abandonados que rehuyen de los humanos y ese vampiro tenía toda esa pinta, pero puede ser por el dolor, la sangre de Antonía - no olvidaba aún que su querida amiga abusó de ella, y ella simplemente aplicó la política de: si la violación es inminente, disfrútela -  o que ya había perdido toda emoción, pero no le llegó tanto aquel güerito  buen mozo.

Pero la sorpresa vendría después, con las revelaciones del "Ché", Javiera si hubiera tenido color en su rostro, hubiera  palidecido, pero la cabeza le dio vueltas, vueltas  más y más, ¿qué pendejadas estaba pasando?. ¿la Camarilla? ¿que pruebas tenían?. Ella sabía que habían desapariciones, eso mismo estaba investigando,  pero eran otros los sospechosos. 

Javiera apretó los puños, sus uñas se clavaron en sus palmas, ¿acaso la camarilla le estaba  viendo la cara?. La ira la comenzó a poseer,  sus labios se apretaron  y miró a Ulises, él la conocía, sabía que la habían sorprendido,  que su cara lo decía todo...

- que mierda...- si era verdad... si la estaban usando, los mandaría al carajo, a todos, los mandaría al carajo, y se haría una rebelde, ¿y qué tanto?. Alfredo, debía hablar con él, que la manda siempre a misiones sin decirle nada. Estaba aburrida, y demasiado consternada.Saco su celular para ver la señal. Antonia también debería responder preguntas. La chica llevó su mano a su vientre, dolía y se quejó, debiendo inclinarse hacia delante. 

El celular no tiene señal, ni una rayita. No es muy normal en Buenos Aires, pero considerando la tormenta afuera bien puede haber problemas.

Mientras el dolor y las emociones encontradas perturban tu semblante, el compañero Ulises se inclina. Lleva la mano a tu vientre, poniéndola sobre la tuya como ayudando a sujetarte, mientras susurra despacio

-Cálmate, flaca, que nos están vigilando. No mires ahora, pero la barrita del Che acá al lado nos tiene en la mira... ¿Qué te pasa?+te cuestiona, pasando la vista por vos.

Mientras tanto, los murmullos crecen desde todas las tribunas. Pero nadie parece juntar el valor de alzarse y hablar en respuesta a la cuestión de Ernesto.

Ulises la conocía, no por nada ambos habían entablado lo que parecía ser una amistad, en los términos en que los vampiros pueden comprender, pero Javiera, quién quizás conservaba mucho de su  naturaleza humana, inclinó su cabeza en el hombro del vampiro, y se arrimó cuanto pudo a su brazo, en una intimidad que denotaba la cercanía entre ambos.

- estoy herida, y duele mucho - eso era suficiente, y claro, intentó ocultar su cara entre sus cabellos, no se podía permitir un arrebato, aunque estaba confundida, ¿la estaban usando? ¿estaban ellos equivocados? - ¿me creerías si te dijera que necesito aire? - preguntó en un susurro, levantando la vista y buscando la mirada de Ulises, si había un ser en ese mundo de tinieblas que realmente podría interesarle realmente, ese era él.

Contiene una risita, pero sus labios se dibujan hacia arriba en una sonrisa algo incrédula.

-¿Me estas jodiendo? ¿Porque no te curaste?... ¿O no podes? +añade, tras una breve pausa, entrecerrando los ojos

Sabe que no sos una novata. Además ya estuviste en una pelea jodida siéndolo, y sobreviviste. Es de suponer que en estos años aprendiste cosas básicas. A menos que esto no sea algo normal...

La sonrisa se le va borrando a medida que ata cabos rápido. Además viniste con Ramiro. Tras ponerse serio, te empuja levemente para enderezarte.

-Intentemos salir sin que se arme bardo. De entrada no te hagas la dolida o va a ser más llamativo todavía, quédate sentada derechita. Voy a ver cómo te saco y por donde, así que aguántame dos minutos. Pero me vas a tener que explicar cómo te lastimaste… y un par de cositas mas...

Bueno, en favor de los argentinos he de decir que hay delegaciones en la ciudad de México que están para la madre...

Sintiéndome cómoda porque, tengo que admitirlo, viajar en taxi o con chofer es mucho mejor que ir en metro (especialmente con los usuales conductores pedos) miro al paisaje y permitiéndome soñar despierta.

Debería hacer un mural sobre los jaguares. No, mural no, realmente no quiero regresar a esa universidad. Prefiero un dibujo a carbón...

No pensé en la frivolidad con que recordaba lo anterior. Tampoco en que esa era otra pequeña muerte de mi humanidad, que hasta esa noche había logrado defender. Solo quería pasar el tiempo en lo que llegaba hasta Mercedes.

Por fin.

- Deje entro por el dinero - le dije al taxista, antes de bajar y atravesar la acera.

Estar frente a esta puerta inspira sentimientos encontrados. ¿Cómo justificaré mi compañía y la falta del chófer? Mercedes me jugó sucio, pero en esta extraña temática familiar bien puedo acabar despertando a la madre sanguinaria. ¿Y cuanto realmente la conozco? ¿qué me dice que estará tan aliviada de verme que olvidará el desastre reciente?

Toco al timbre, con una creciente ansiedad. Lo único peor que esté, sería que no esté.

No pienso en aprovechar los valiosos segundos, sino que se termine la espera.

Voy mirando distraida por la ventana del taxi mientras nos recorre por la ciudad. La Buenos Aires que conocí ayer parecía extraña totalmente cubierta de agua. Era natural que eso pase por Santa Fé, pero no creí que sea igual en la capital del país. Una vez más recordé que estaba en un lugar tercermundista. A veces extrañaba mis US of A. Además, tanta agua me recordaba a las alcantarillas.

Finalmente llegamos a la casa. Sin embargo, no fue hasta que Laura se bajó a conseguir dinero para pagar que me di cuenta. Si hubiese sido de otra forma, yo habría pagado el taxi con lo que robé del tipo, pero al verla bajar tan rápido se me ocurrió esperar un poco antes de hacerlo y me puse a pensar. Estaba frente al refugio de una posible antigua Toreador que no conocía, y dudaba que fuese tan calmada como la de la biblioteca, por lo que necesitaba causar una buena primera impresión. Mirando mis ropas, eso no era seguro, por lo que si al llegar lo primero que haciamos era pedirle plata ibamos aún más malencaminadas.

Por lo tanto, lo mejor sería que yo pague el taxi, como tenía planeado desde un principio, pero esperaría a que alguien conteste la puerta a Laura para bajar del mismo. La excusa sería no esperar en la lluvia, por supuesto. Una vez que la Toreador pida por plata, saltaría yo a decir que ya pague y no hacía falta eso. Sería algo mínimo y casi insignificante, pero hay un tipo de vástagos que está fijándose siempre en todos los datelles, y seguramente Mercedez pertenecía a ellos, como la mayoría de los Toreador, por lo que probablemente note que gracias a su acompañante, no tiene que pagar el taxi de su chiquilla (o cual sea la relación que tiene con Laura).

Sonreí para mi misma mientras sacaba la plata de mi bolsillo. Era todo lo que tenía y probablemente me arrepienta si necesitaba plata más adelante, pero estaba decidida a no quedar en la calle hoy, teniendo la oportunidad de hacer un nuevo contacto del tamaño de Mercedez en esta ciudad. ¿Quién sabe? A lo mejor le caigo bien. No solo eso, sino que me serviría un lugar para pensar qué hacer ahora con mi no-vida. Tecnicamente no tenía nada más para hacer en Buenos Aires, pero no tenía muchas ganas de volver a Santa Fé aún.

Con esos pensamientos en mente le di el dinero al tachero y me fijé en Laura, esperando que alguien abra la puerta para hacer mi entrada. -Seguramente será un ghoul. Espero que eso no haga que lo que pensé no sea notado.-

El silencio es la única respuesta. La oscuridad de la mansión es casi antinatural. Ni siquiera las del frente han dejado prendidas, o las del patio. Todo está como… abandonado.

¿De verdad ha salido? No sería muy normal con este diluvio, pero podría suceder. Quien sabe los compromisos y demás cosas en la agenda de Mercedes. O mil cosas muy diferentes. Lo importante es que sencillamente no hay nadie en la casa.

Lo cual suscita la cuestión de que hacer a continuación. No pueden tener al taxista esperando ahí siempre, y sin dinero el hombre no va a ir a ningún lado. La violencia de las gotas que caen, incrementada por las ráfagas de viento y el ocasional relampaguear de los cielos, es una buen reflejo de cómo se sienten los corazones en este momento.

De pie en el escenario, Ernesto aguarda con paciencia, cruzado de brazos, evaluando a la población.  Resulta obvio que nadie sería tan estúpido de pararse y hablar, llamando toda la atención sobre sí. Probablemente, lo único que quería era agitar el ambiente. Pero entonces alza su voz clara nuevamente.

-Cálmense. +ordena suavemente, sin muchas ganas en verdad, solo para imponerse por la voz+ Sé que sin duda les debe costar expresar estas cosas. Les propongo algo. Ahora, Ramiro, Kevin y yo estamos acá arriba. Que los encargados apaguen las luces. El que quiera hablar, solo tiene que arrimarse al escenario y comentarlo en la oscuridad con nosotros. Nadie tiene porque verlo o saber quién es.

Tras aguardar unos segundos que la idea cale, hace una seña, y los reflectores se apagan con un mecánico chasquido. La luz se torna amarillenta un segundo y rápidamente se desvanece, dejando todo sumido en las sombras.

La mano de Ulises en tu espalda se tensa al escuchar a Ernesto.

-Ahora tenemos una oportunidad flaca... aunque estan los patovas en la puerta. ¿Te animas? +susurra a tu oido, cuando las luces caen. De pronto no ves nada ni a dos centimetros de tu rostro. Lo mismo que los demas.

- ¡Chingada madre! - reniego cuando me doy cuenta de que no, no se encontraba en su caserón.

Me llevo las manos a la cabeza, comenzando a llegar al límite de la desesperación. ¿Que hago? ¿Esperarla? ¿Treparme por la azotea? ¿intentar marcar desde un teléfono público?

Golpeo de pura frustración la puerta, como si con eso se fuera a abrir. Termino de desquitarme, tras una última patada, pero no me siento mejor.

Entonces me acuerdo del taxista. En México, lo peor que me podía pasar tras salir del trabajo o la prepa era no tener dinero para el autobus, porque o tenía que pedirle al chofer que me diera paro (lo cual siempre era humillante porque la jodida lonchera siempre anda llena) o caminar, lo cual en tamaña ciudad es una auténtica mierda.

¿Qué hago...?

Me imagino si me acerco al taxista y le pregunto "¿acepta cuerpo?" para hacerme la chistosa e intentar caerle en gracia, pero considerando el estado del clima lo dudo. Además, una cosa es un conductor de autobuses que de cualquier forma va a ir a x lugar y diga si o no va a seguir recibiendo dinero (y aun así casi nunca aceptaban de buena gana) y otra es un taxista quien casi nos ha dado un tour por toda la fucking ciudad.

No, me niego a pasar por semejante vergüenza. Hice una expatriada y burda versión de Vampirella, pero conservo mi orgullo. Quiero creer.

¿Qué es mejor, treparse por la azotea, como estaba tentada a hacer, o tentar más la suerte?

Veamos, ¿cual era el lugar al que Mercedes me llevó para conocer a su flamante sire?

- Tranquila, no obstante no pueda ir contigo, seguire estando alli para apoyarte, cobijarte cada amanecer cuando vuelvas a casa. Solo quiero que la observes, charles y te amigues. Nada mas. ¿De acuerdo? - y paso seguido me regalaba su mejor sonrisa, pese a estar también nerviosa, además de disgustada.

De acordarme de ese momento vuelvo a echar pestes contra ella y su chingada ascendencia. ¡Mirala nomás, conque solo amigarme! ¡Aparte de que no fue ni para abrirme la pinche puerta!

Estaba muy cerca ese bar, bastante. A diez minutos en taxi...

Ya caigo, se llamaba Franks, me acordaba por Frank Sinatra.

Pensando de nuevo que estaba enrojecida pese a estar cada vez más pálida, me vuelvo hacia Gabardinas.

- A menos que me ayudes a trepar conozco un bar donde Mercedes me llevó una vez para encontrarse con su sire - pongo las manos en la cadera, molesta aun - nos queda cerca, ¿que dices?

Al oir lo que me dice Laura pongo mala cara. Eso no iba con lo que había pensado. -¿Yo? ¿Una Gangrel trepándose en la casa de una antigua Toreador sin invitar? Girl, me gustaría salir de esta ciudad con mi no-vida intacta, gracias.- Le dije. -Seguramente tu sire (o lo que sea que Mercedes sea tuya) debe estar pasándosela de 10 en el Elíseo local, conociendo a los Toreador. Lo mejor es que vayamos a ese bar del que hablas. Si el tipo no está ahí, tiene que volver en algún momento y no tengo ganas de esperar bajo la lluvia.-

Miré al taxista. Ya le había pagado, pero quizá todavía no debía bajarme del auto. -¿Qué te parece si tomamos otro trago antes?- Le pregunté a Laura.

- Mataría por una caguama, pero no creo que mi estómago... - hasta que me regreso al taxi caigo en la cuenta de lo que ha dicho - ¡No, no mataría! - debí sobresaltar al hombre con el brinco que pegué.

Ay dios...

Miro de vuelta al taxista, preguntándome si realmente puedo contener a Sarah, o si al volverme la espalda este hombre acabaría en un depósito de basura. No me agrada la idea de desconfiar de ella, pero en días como estos te preguntas si puedes confiar en alguien.

- ¡No se encuentra mi "mamá" - intento que no suene con sarcasmo - Pero cerca está el bar Frank's, puede estar por allí. Si no sabe como llegar yo le indico para donde vaya.

Tras indicarle al taxista a qué bar ir, me acerco a Sarah.

Dios, se me comienza a antojar tanto también...

- Solo... si lo vas a hacer, por favor no lo... - susurro más bajo, para que no nos escuche - No llegues al fondo......

Estaba jodida, aunque no iba a poder decir mucho, porque no era mucho lo que sabía, Javiera apenas asintió a Ulises cuando dijo que si no podía curarse, y no podía, no tenía ni puta idea de cómo hacerlo, no se había enfrentado  a ese tipo de heridas en toda su no vida.

- sí, salgamos, si nos dicen algo, me agarras algo, y dice que iremos a follar por ahí - suelta una risita, ahogada por el silencio que se había formado ante los intentos del Che de que hablaran- por cierto, Yum de seguro le dará por hablar de mí, o quizás no.. pero por si las dudas, es mejor recular - se agarra de su brazo, y todo su cuerpo se pegó al cuerpo del vampiro, esperaba que la guiara en medio de las sombras, mientras aun sentía que mencionarían su nombre, y la detuvieran.