Partida Rol por web

La voz dice:

- Tirad las armas. Si cooperáis no os haré daño- desde detrás de las criaturas aparece un hombre joven, de unos treinta años, vestido elegantemente y de buen porte al que las criaturas no parecen atacar , se acerca a vosotros diciendo - ¡ Venga seguidme! no tenéis ni idea del tiempo que llevo esperando que llegara alguien que pueda entenderme. He esperado tanto...

- ¿Quién eres? - pregunté mientras bajaba mi arma lentamente. No tenía intención de soltarla hasta estar seguro de que no había peligro. Me interpuse entre el hombre y mis amigos y a éstos les indiqué con la cabeza que bajaran las armas...

- ¿Qué son estas... cosas? - pregunté mirando a las criaturas. Formulé la pregunta con cuidado y despacio, atento al menor síntoma de que algo pudiera molestar a aquél tipo. Realmente estaba preparando el camino para las preguntas que me importaban de verdad, como dónde estaba Jerry.

Retrocedí unos pasos cuando aquella voz inundó la sala. Tenía miedo, muchisimo miedo. Y entonces, cuando apareció... pese a su buen aspecto me daba bastante desconfiana... y como no, mas miedo. Pensé en lanzarle el cuchillo, pero visto el respeto que le tenían las ratas, supuse que eso solo las enfurecería, así que me limité a guardarlo y a callar, mientras Kellemport hacía las preguntas.

- Mi nombre es Philip Boucher y estas criaturas son mi creación -dice pasando entre vosotros y dirigiéndose a la entrada de la caverna - seguidme, ¡rápido!

-Si esas criaturas son su creación la única solución es que usted sea un emisario del infierno... O de algo más remoto aun... Debería darme una buena razón para... Para...

Lo único que consigo hacer es bajar el brazo en un ángulo de 45º, dudando entre apuntarle o no hacerlo.

Finalmente, al bajar el brazo, comienzo a llorar.

- Tranquilo Maurice... - puse una mano en el hombro de mi amigo... - Ese hombre puede ser el único capaz de contarnos el destino de Jerry... si nuestro amigo sigue vivo, éste tipo es nuestra única oportunidad. -

No podíamos hacer otra cosa, debíamos seguirlo. - Le seguiremos pero empiece a explicar... - dije mientras echaba a andar tras el tipo. En ningún momento guardé mi arma, no me fiaba de aquél hombre ni de sus criaturas.

Un nombre vino a mi mente tras recordar los papeles que habíamos encontrado en la investigación previa... un hombre que había contratado a Jerry para demoler una mansión con el nombre igual al apellido de este tipo... - ¿Conoce a un tal Jason Porter? - pregunté sin tapujos y sin cesar de andar.

Con un miedo infundado en cada celula de mi cuerpo, sigo a Kellemport, no sin antes asegurarme de que Maurice viene con nosotros. Los tres somos importantes en esta investigacion y no me iba a permitir que O'Rick se quedase atras. Puse mi mano en el hombro del profesor y  lo animé a seguir.

-No se preocupe Maurice, saldremos de esta- Digo, animandole a continuar. -Recuerde que solo son letras... -Entonces presta atencion a las palabras de Kellemport -¿Y donde esta Jerry Maklin? ¿Sabe quien es, no?

Philip os conduce en silencio hasta la salida de la caverna y después por el pasillo hasta la última de las cámaras, la que está en el lado norte, allí en el centro de la sala hay un altar de piedra similar al que había en una de las habitaciones de la casa. Philip se sienta frente al altar y os hace un gesto para que os sentéis junto a él.

- Si me lo permiten, les contaré cuál es mi historia. A buen seguro, eso disipará cuantas dudas tengas - y empieza a contar con voz grave -Durante años, no sé cuantos, he vivido aquí abajo, bajo mi antigua casa. Todo empezó el día en que padre dijo que habíamos de llamar al dios viviente. Él aseguró que era el momento oportuno y nadie se atrevió a llevarle la contraria. Al sonar la campanilla que anunciaba que la ceremonia empezaría en diez minutos, corrí a la habitación de Philious - un amigo que estaba pasando unos días en casa - y cerré la puerta por fuera.  Cuando me dirigía a la ceremonia me di cuenta de lo que mi familia quería hacer: Traer al mundo a un ser que no debería estar en él. No me sentí con ánimos para hacerlo, aunque sabía que yo también era malvado como ellos y la ceremonia empezó sin mí. El trueno hendió la casa y oí a Padre rugir. Corrí al templo y encontré a toda mi familia, pero su aspecto era diferente ahora que habían entrado en contacto con Y´Golonac. Estaban encogidos y gemían y entonces me desmayé- hace una larga pausa para tomar aire o intentar recordar algo.

-Desde ese fatídico día he visto como mi familia se convertía en los seres de ahí fuera, mi inactividad los creó... si los hubiese detenido a tiempo... yo les he atendido y dado de comer pero eso no es lo peor que ha pasado, yo también he empezado a cambiar- dice medio escupiendo las últimas palabras.

Entonces el hombre empieza a sufrir una serie de temblores.

Cuando veo los espasmos del hombre me pongo en alerta, y repentinamente alzo el arma de nuevo hacia el. No pude evitar un escalofrío electrizante que me recorrió la columna vertebral al oírle pronunciar aquel nombre.

-Señores, ese hombre acaba de pronunciar una palabra tan blasfema que no hay lugar para ella en el mundo... El libro hacía referencia a un amo oculto... Un ser supremo compuesto enteramente por maldad... Si se ha atrevido a llamarlo...

Me levanté rapidamente y sin dejar de apuntar al hombre insté a Peabody a que registrara el lugar y a O'Rick a que me ayudara a vigilarlo:

- Maurice, no deje de apuntarle... Si ha permanecido todo este tiempo con estas criaturas su mente no puede estar muy cuerda y probablemente físicamente esté infectado. Si hace algo sospechoso dispare. - giré mi cabeza hacia Robert: - Robert, registre la estancia a ver si encontramos algo que haga referencia a Jerry. Maurice y yo vigilaremos a este tipo. -

No me fiaba un pelo de aquél hombre... si es que acaso era un hombre.

De un salto probocado por la adrenalina me subo al altar, cuchillo en mano, para tener un mejor angulo de la sala y poder buscar cosas mejor, tal y como lo habia pedido Kellemport

Mientras apuntáis con vuestras armas al tipo y Robert echa una rápida miradita al altar, el tal Philip comienza a transformarse en una horrible criatura: primero su camisa revienta al hincharse su cuerpo y comenzando a brillar, su cabeza se empieza a ajar, a ennegrecerse y a disminuir de tamaño hasta desaparecer completamente, mientras que en sus manos aparecen sendas mandíbulas rojas y goteantes.

Pese a que rodos mis temores se han visto confirmados uno a uno con una lógica totalmente brutal e implacable, extrañamente apenas me inmuto al ver al oscuro ser salir del cuerpo del breve anfitrión.

Robert se queda paralizado ante la visión de la transformación de aquel ser y parece que estará durante algún tiempo así, mientras que Maurice y John están en posesión de todas sus facultades mientras la transformación continúa.

No pensaba quedarme quieto mientras otra criatura salida del infierno trataba de acabar con nosotros... Quería disparar y acabar con esa criatura pero dudaba que fuera a disponer de mucho tiempo y viendo a Robert paralizado no lo dudé y traté de salvar a mi compañero.

Agarré a Peabody y le grité a Maurice: - ¡Corra! ¡Vamonos de aquí! - y traté de sacar a rastras a Robert de vuelta a los túneles...

Teníamos que salir de ahí cuanto antes.

Haciendo caso a John Kellemport, y reprimiendo mis ganas de disparar hasta el paroxismo a aquella oscura criatura, doy media vuelta y, tratando de actuar con la mayor claridad y celeridad posible, comienzo a retroceder por los túneles hasta encontrar el hueco por el que accedimos de nuevo a la red de galerías. Avanzo rápidamente, pero no tanto como para dejar atrás a mis compañeros por si fuera necesario echar una mano con el conmocionado Robert a John.

John agarra a Robert, que estaba paralizado, anclado al suelo y actuaba como un peso muerto. Maurice al ir más ligero pronto tomó la delantera en la carrera por los túneles escapando de aquel maldito ser. Cuando el grupo ya había salido de la caverna y corría a través de la galería hacia la sala de las raíces, todos pudísteis escuchar un grito desgarrador de la criatura, acto seguido mientras esquivábais raíces, el suelo bajo vuestros pies tembló rítmicamente: la criatura corría, y lo hacía muy muy rápido tras vuestros pasos.