Partida Rol por web

El domador entra al despacho acariciando a su cachorro, que lleva en el regazo.
-Ehem. Señores, tomen nota de que me voto a mí mismo, como ya he comentado. Si alguien es tan amable de indicarme el camino de la mazmorra...

-Bueno, las votaciones deben ir hacia alguna parte, así que ayudo al domador y voto también por él. -Es posible que todos voten de forma desordenada y que al final todos terminen con un voto. Ya no será así.

- No es nada personal pero me tengo que asegurar de la inocencia o mejor dicho, de la no - culpabilidad de una persona ya que nadie es inocente en este mundo a fin de cuentas. Sir William propongo tu confinamiento para aclarar las sospechas. - 

-Como confío en la inocencia del domador y no sé qué harán con él los guardias cuando vengan a llevárselo, voy a votar por aquel a quien considero un pirómano y un peligro para todos: el Hombre Bala.

Como no tengo ni idea de quién quiere cazarme, voto al que me da mala espina: el medium

-Pues como tampoco creo que el domador este implicado- y me parece una verdadera estupidez poner su cuello en juego-. Votaré por el Científico. Simplemente porque no a aportado nada, siendo alguien listo debería al menos soltar un par de ideas.

-No tengo nada contra nadie, pero si alguien me acusa de algo. Cuando conocemos lo mismo del resto. Entonces pensare que sus prejuicios hacia mi son mayores que sus sospechas y votare por él. William Bradley

Se decide que sea encarcelado el tragasables.

-Votaré por Anthony Remedios, el Científico

-He anunciado públicamente mi voto en el Salón Principal y lo reitero aquí: votaré por el cazador, Sir Robert. Es el principal responsable de nuestra actual situación. Además me parece un asqueroso borracho, un ser despreciable y violento y un mal ejemplo para toda la clase alta de nuestra sociedad. Si por mi fuera, no ostentaría el título de "sir" que tan vergonzosamente ensucia con su actitud.

Después de despacharse a gusto, el orgulloso domador se atusa su elegante mostacho y acaricia a su cachorro, que menea la cola como aprobando las palabras de su amo.

-Guiándome por lo que me dice mi intuición, creo que el señor Remedios puede ser uno de los hombres lobo de los que ahora nos ha hablado Sir Herbert. Pienso que el silencio del científico puede haber sido lo que ha provocado que esta noche no haya habido ninguna víctima mortal, ya que los licántropos no se han puesto de acuerdo acerca de a quién atacar. Solo es una teoría, pero tiene sentido para mí.

Mientras anota el acta de la gente, el abogado realiza su declaración.

​​-El señor remedios es quien mas sabe de estos temas, lo lógico nos lleva a pensar que fue el.

Me dejo llevar por la opinión general y voto al científico, aunque no estoy segura de nada.

De acuerdo. El señor Remedios

-Votaciones cerradas.-
Remedios: 4 votos.

El domador entra en la estancia con su cachorro en brazos. Mira uno por uno a todos los presentes y se dispone a hablar para emitir su voto. Su boca se abre, pero de ella no sale ningún sonido. Los labios y la lengua se mueven, pero no se oye nada. El gesto de sir William se crispa, sus ojos se abren exageradamente. Se lleva la mano libre a la garganta y gesticula frenéticamente. Un grito mudo. No emite el menor ruido. Su mirada refleja angustia y desesperación. Los ojos se mueven sincopadamente, hasta que, de pronto se paralizan. 

El cachorro, alarmado, salta de los brazos del domador un instante antes de que el cuerpo inconsciente de su amo se derrumbe y caiga, como un árbol derribado, al piso del despacho.

Entré lo más rápido que pude en el despacho de Sir Herbert, no para ejercer mi derecho a voto como buen ciudadano británico, sino para prestarle la ayuda que necesitase al domador de leones.

-Sir William, ¿está usted bien? -le pregunto, tocando el cuerpo del Domador con mi bastón. A simple vista, parece que aún tiene pulso. Veo que el leoncito se acerca al cuerpo de su amo, tocándolo con sus patitas, y lo aparto con brusquedad con un movimiento de bastón-. ¡Quita, bicho! -Me agacho junto a Sir William lentamente, sintiendo ciertos achaques en mi espalda-. ¿Sir William? ¿Está usted bien?