Partida Rol por web

El combate comenzaba a tomar tintes oscuros, pues no conseguíamos superar las defensas del bicho que ante nosotros se ha plantado y cuando lo alcanzábamos, su terrible y dura coraza lo conseguía proteger.

Veía como mis compañeros soltaban sus más feroces ataques con poco o ningún resultado y por el contrario, él, con un simple meneo de su espada, consiguió alcanzar a dos de los nuestros. Yo me libré de milagro, pero vi la espada del monstruo pasar por encima de mi cabeza, arrancando alguna que otra hebra de mi capucha - ¡¡buuuff!! de la que me he librado - una vez pasado el instante de pánico, por ver la inmensidad de la espada acercarse y luego alejarse, miro de reojo el estado de salud de mis compañeros, el cual no es nada bueno - ¡¡¡Ledenik!!! - grité, al ver al enano caer inerte al suelo.

Tal visión, me hizo estallar en furia, mis ojos se inyectaron en sangre y agarré fuertemente la hoz y lancé un ferocísimo ataque contra el orcazo. Tal fue la brutalidad del ataque que, ¡¡por fin!!, conseguí impactarle - ¡ahí tienes! maldito orco del averno, te voy a rebanar en lonchitas más finas que el jamón ahumado -

Respondiendo al  poderoso ataque del gigantesco orco, Zanros descaró sobre  este ser un feroz ataque con su  arma. Mientras esta se hundía entre los pliegues de la ferrea armadura del orco, simbolos rúnicos apoyaron el poder  ofensivo del sacerdote rúnico.

La herida manó sangre ennegrecida,mas el enorme ser ni se inmutó. Tan solo   lanzó una  mirada asesina como respuesta al daño que habia ocasionado el elfo.

Ya quedaban menos enemigos que al principio, pero la amenaza mayor seguia en pie ante ellos despues del castigo que habia sufrido. Lanzo de nuevo una estocada con su arma, pero no fue capaz de sobreponer la defensa del grandioso orco.

Los continuos ataques a la gran mole verde no parecian dejar mella en el.  El enorme orco  rugía desafiante ante los incesantesestocadas de los aventureros que se arremolinaban a su alrededor. Por desgracia, aunque de las heridas del gigantesco ser manaba sangre ennegrecida y los bufidos de cansancio eran  continuos, el filo de Voronwe no pudo terminar con la vida del capitán orco.

Aunque con fuerza y determinación, el filo del elfo solo consiguió estrellarse contra la ferrea armadura del orco. Incluso, durante unos segundos semejó que la armadura repelía el metal del arma de Voronwe....

El orco era un luchador experimentado y con una gran resistencia, su poderosa armadura podía frenar en seco hachazos que hubiesen abierto un yelmo de acero al medio como una fruta madura. Lo peor fue su respuesta, giró su enorme arma en redondo haciendo caer al druida e hiriendo gravemente al elfo. Ralflinder estuvo a punto de caer de bruces, el impacto había abierto una brecha en su armadura y en su torso, por donde manaba sangre. El sabor salado inundó su boca y gruñó suavemente usando su pie derecho como apoyo para no rodar por el suelo. Algo en los espíritus con los que a veces comunaba, una intuición que había desarrollado de manera sútil durante mucho años le permitió sentir la última exhalación del enano, cuyo cuerpo había sido quebrado por completo. Un escalofrío le recorrió la nuca, el espíritu de Ledenik se uniría con los del Padre Bosque, pero la araña estaba inquieta, quería esa presa grande y jugosa.

Desde la posición en la que estaba, saltó lanzando un tajo de manera vertical, descendiendo con todo su peso sobre el mismo lugar de la pernera donde había rebotado el filo de su hacha en la embestida anterior. El ataque no provocó daño alguno a la carne de su enemigo, pero fue casi como una cirujía que terminó de remover la pernera, que crujió y cayó a un lado.
Acto seguido rotó horizontalmente y el arma terminó probando sangre negra, que comenzó a manar a borbotones, un segundo golpe entró a la misma zona, manchando la sangre roja del explorador con sangre negra de su oponente.

Al ver como un compañero caía en la refiega, la ira  dió fuerzas al malherido elfo de cabellos rubios. Con un esfuerzo sobrehumano, alzo sendas hachas y  asestó  mortiferos golpes sobre la gran mole orca. Aunque el primero de ellos solo obtuvo  chispas  cuando ambos metales chocaron, el resto de impactos acertaron  a hundirse en el cuerpo del enorme orco.

la sangre de ambos salpicaba  las baldosas y parte del cesped antaño cuidado por los protectores de aquella empalizada. El orco rugió de dolor mientras Ralflinder  asestaba una y otra vez  cortantes golpes sobre la bestia. Finalmente, entre repiraciones fatigadas aquella enorme mole  se derrumbó,chocando fuertemente sobre el frio suelo.

Muecas de triunfo y alivio se dibujaron sobre los roestros de los aventureros, ahora fatigados y llenos de heridas. Pero pronto  borraron dicha satisfacción ya que , aun quedaban rezagados un par de arqueros que parecian  tener intenciones de vengar a su lider.

Sin perder mucho de su valioso tiempo, ambos arqueros tensaron sus arcos en  dirección a aquel extraño ser azul que habia fulminado a varios de sus congéneres sin inmutarse. Los certeros disparos  perforaron la tunica del Daeva causando hemorragias en los lugares donde las flechas habian impactado. Ambos orcos festejaron su punteria, aunque pronto volvieron a adoptar una postura mas defensiva ante la inminente respuesta de los aventureros....

El cuerpo del Deva sufre el dolor de las flechas de los enemigos que quedan en pie, pero él no permite que ni siquiera una mueca de dolor aparezca en su rostro. 

Con el mismo talante serio, cierra los ojos, acudiendo a la ayuda de su Dios y Maestro Helmo para que éste cure sus heridas al instante. VUESTRA CONDUCTA MERECE EL CASTIGO DE AQUÉL QUE SE HA MOLESTADO EN JUZGAROS. Dicho esto, Dénaerdan apunta su báculo hacia el espacio vacío que hay entre los arquero y en el acto, una explosión divina de luz los envuelve. Uno de ellos parece no poder escapar a las llamas divinas.

Tras la explosión, cómo si fuera una doncella paseando por el mercado, el invocador se mueve por el campo de batalla y se sitúa donde un segundo antes había surgido su explosión. Los arqueros lo miran con curiosidad mientras Dénaerdán prepara su báculo para azotar a los infieles.

Una vez mas, el Daeva demostró cuan poderosa era su magia. Con un simple ademán convocó una luminosa area sobre los arqueros orcos que habian dañado su ser con aquellas flechas. Uno de aquellos pobres trasgoides se volatilizó al instante, dejando mas que prepeljo al ultimo que quedaba en pie.

Mientras la poderosa magia del daeva desaparecia del lugar, Denaerdan avanzó con paso firme hasta su enemigo con inteción de hacerle frente con el báculo que portaba en sus manos.

Tras haber conseguido reducir al orco gigante gracias a nuestra insistencia, paciencia y tesón, el Deva se lanza a por los orcos que estaban apostados en la otra parte del patio, los cuales aprovechan sus armas de larga distancia, y consigue lanzar un feroz ataque. Se aprecia perfectamente como uno de ellos se volatiliza al instante, pero el otro consigue resistir sin demasiados problemas - ¡¡Así se hace Papá pitufo Dénaerdán!! ¡la victoria ya es casi nuestra! -

Todo era favorable a nosotros y el control del patio de armas estaba a nuestro alcance, pero el objetivo estaba demasiado lejos para lanzarme contra él de modo normal. Así que sin pensarlo dos veces, me abalancé sobre él como un león se abalanza sobre su presa sediento de sangre... pero el combate había sido demasiado encarnizado y solamente conseguí llegar asfixiado junto al orco con lo que quedé totalmente indefenso y con la respiración muy agitada del esfuerzo realizado.

El semielfo acompaña a Zanros en su carga pero aun asi, logra el orco esquivar sus ataques.

El orco no acierta a entender el porque del acercamiento del enigmatico daeva y no llega areaccionar como es debido, enarbolando su arma contra Denaerdan. Sin embargo, cuando se percata que  que el elfo  armado con una hoz se acerca rapidamente para hacerle frente, el orco consigue  activar sus muñequeras , mostrando sendos filos.

Por suerte para Zanros, el ataque del orco  surca el aire sin llegar a  acertar a su objetivo. En ese mismo momento Voronwe hace acto de presencia enarbolando su fiel acero mas para intimidar al orco que para acabar con su vida. Aunque semejaba que este ultimo trasgoide iba a  ser duro de pelar,este ultimo comenzó a  escupir sangre y a desmoronarse contra el suelo. La expresión de sorpresa en los rostros  de los elfos y el orco  contrastaban con la satisfecha mirada del daeva, ya que su magia habia terminado de surtir efecto.

Un ultimo gruñido de dolor fue el sonido que anunció el final de la peligrosa batalla en el patio interior del baluarte fronterizo. Respirando de alivio algunos de los aventureros se  secó el sudor de la frente, otros intentaban evitar que las heridas se abriesen mas y ,todos, sentian la perdida del druida enano.

...................................................................................

Dénaerdán debería estar contento, estaban vivos y sus enemigos muertos... pero habían tenido una baja. Totalmente en un trance de tristeza, el deva se acerca al cuerpo del druida y los despoja de sus objetos, tipo comida, mochila, - allí donde vas, no precisarás de alimento querido compañero - pero dejando sus pertenencias más personales (arma por ejemplo).

Reza una oración a Helmo y al acabar se dirige a sus compañeros supervivientes. Si queréis podéis uniros a mi en la plegaria, quizá nuestro amigo no nos era muy conocido, pero dio la vida para que nosotros pudiéramos sobrevivir. 

Tras ello, el sirviente de Helmo quemará el cuerpo y luego registrará a los demás orcos, para ver qué pueden tener de valor para su viaje.

Siempre hay que dar una oracion a los caidos en batallas y hermanos del Gremio.

La batalla había finalizado, al menos de momento. Los últimos gorgoteos de la garganta de aquél monstruoso enemigo se apagaron dejando un momento de quietud amarga. Un viento sopló trayendo ceniza y quejidos lejanos. Quizá... lleguen más orcos a vengar la caída de su general. El dolor volvía de a poco, la sangre lo envolvía todo. Éste viento traerá cuervos para alimentarse de los caídos. Ralflinder se incorporó lentamente, jadeante, con el cabello pegado por sudor y sangre. Volvió a escupir rojo, que también caía por su barbilla.

Se acercó con parsimonia a dónde se encontraba el Deva orando por el fallecido druida, su hacha al costado goteaba rítmicamente. He sentido como partía, quizá vuelva con Silvanus; era tan enano como criatura salvaje. Pensaré en él cuando pasee bajo lo árboles. Entrecerró los ojos bajando ligeramente la cabeza Mae govannen Ledenik

- ¡la victoria es nuestra! - comenté jocosamente cuando el último enemigo cayó fulminado tras un intento frustrado de alcanzarme.

Rápidamente, me giré y me interesé por el estado de mis compañeros - ¿que tal amigos? - comenté mientras me palpaba todo mi cuerpo para encontrar signos de heridas o dolor - Yo estoy perfectamente.... - me detuve cuando observé al deva y a los dos elfos junto al cadáver del enano. Sin demorarme, me acerqué a donde ellos y les acompañé con sus plegarias - Ledenik, cuida de nosotros desde el más allá, siempre te tendremos presente.... te echaremos de menos compañero - comenté junto a mis compañeros de batalla.

Una vez terminadas las plegarias de rigor y dejados atrás los sentimientos del momento - amigos, probablemente este no sea el último combate al que tengamos que enfrentarnos, curemos nuestras heridas, descansemos un momento y prosigamos, pues estos seres no nos darán tregua alguna. Deberíamos encontrar a Rebald y que nos guíe en este sitio - insté a todos a recuperarnos (bueno, yo no tengo ninguna herida ni nada, estoy intacto).

Aunque la muerte  del druida enano  afectaba al grupo, no dudaron en ungirlo con los honores de los que caen en la batalla. Adecentaron sus ropajes, revisaron las pocas pertenencias que  portaba y  ,aprovechando el fuego que reinaba en el baluarte, improvisaron una pira funeraria para  Ledenik.

Mientras algunos se lamían las feas heridas que habian sufrido en el combate, otros registraban los cadaveres de los orcos, en especial a aquel  enorme orco que habia sido tan duro de pelar. Entre  sus restos  encontraron  intacta su armadura que, aunque parecía desvencijada y llena de remaches,un extraño aroma de magia rezumaba sobre ella. Otra cosa que encontraron en el cadaver gigantesco fue un extraño cinturón con grabados de dioses y runas de salud.

Entretanto, de los cadáveres de los orcos se consiguió reunir una cantidad mas que considerable de monedas además de un  rara linterna de plata.....

 El portalón del fondo del patio interior  se abrió de par en par. Un cansado  Rebald, lleno de magulladuras y algunas heridas superficiales, se presentó cabizbajo  y el gesto torcido. Cualquiera de los presentes  se daría cuenta de que  había perdido algo muy importante para el. Algo por lo que salió como alma que lleva el diablo al llegar al baluarte,pero no consiguió defenderlo.

Levantó la vista ,triste y observó la dantesca imagen de la triunfal batalla que habia terminado con el exito de los aventureros. Un hilo de voz escapó de sus labios:

- Hemos llegado tarde, mis señores..- avanzó hasta uno de los  bancos de piedra del patio y se derrumbó sobre el:- Aunque el baluarte ha sido defendido  y  hemos conseguido recuperarlo, a pesar de la cantidad de hombres que han perdido sus vidas...no  he podido defender  lo que mas apreciaba en esta vida.-

Desató una  abultada bolsa de su cinto y,  mostrandola a los aventureros continuó:- Mis señores,  tomad vuestro pago. -señalando en la dirección por la cual habían llegado, habló:- Ya nada os  ata  a este baluarte, podéis usar el carromato para volver al gremio. Yo...-

Notáis como a Rebald Llamaverde le cuesta hablar,  aguantando  la pena que reconcome su cuerpo. Consigue a duras penas  lanzaros la bolsa e indicaros con gestos que  lo dejeis solo.

El deva se siente realmente en estado de shock. Él no entiende la muerte, pues a los de su raza nunca les llega un fin así como tal lo conocen las razas mortales, y... en poco tiempo, ya había perdido un compañero y otro se lamentaba por la muerte de los demás. 

Dudó de si debía coger la recompensa, generalmente no aceptaba nunca dinero, pero sabía que debía usarlo para mejorar su equipo... quizá con mejores objetos hubiera podido ayudar más a este pobre hombre... 

A Dénaerdán, le gustaría ayudarle, decirle que todo se puede arreglar, que traerá a un clérigo y de gran prestigio para sanar a todos los compañeros perdidos... pero.. no sirve de nada hacer promesas vanas y vacías cuando hay compañeros que se les ha arrebatado todo... 

Su Maestro le dijo una vez a Dénaerdán:

Cuando matas a un hombre, no sólo le quitas todo lo que ha conseguido, sino también todo aquello que podría haber conseguido.

Por ello la aflicción de aquél que derramaba lágrimas ante una batalla que técnicamente se había ganado... 

En silencio, el ente azulado cogió las monedas para dividirlas entre sus compañeros y así ponerse en marcha hacia el gremio de nuevo. Quizá en su próxima misión estarían más certeros.

El semielfo mira con interes la armadura.

Esta bien manufacturada, seria muy interesante poder adquirirla, si a nadie le importa.