Partida Rol por web

El div, sorprendido, observa como otro nuevo enemigo aparece en su campo de visión, usando alguna magia contra él. Su fuerza de voluntad rechaza el embrujo, pero en seguida se da cuenta de que está rodeado, atrapado y casi sin recursos. Artero, o cobarde, vuelve a concentrarse mientras, manteniendo las distancias para evitar algún ataque traicionero, lanza de nuevo su magia. En esta ocasión, el resultado es que tanto él como la mano de fuerza desaparecen de inmediato del lugar, y con ellos la tormenta de arena.

Las que no se han ido son las pequeñas cabezas, que siguen luchando pese a quedarse solas. Una de ellas, la que se estaba enfrentando a Nefertari, vuelve a intentar morder para inyectar su veneno; sin embargo, esta vez la paladina está mas atenta, y bloquea el ataque con facilidad. Por otro lado, la otra, que estaba sobre Yash, busca un enfoque más malicioso, y parece concentrarse en algo.

Inmediatamente, escuchas una voz en tu cabeza.

—¡Huye de aquí y no vuelvas! ¡En cualquier momento el div va a hundir el templo en las arenas del desierto!

Darío se levanta como un resorte al ver a las cabezas voladoras tras desaparecer la tormenta de arena

Imamish - murmura enojado antes de sacar su estoque y lanzarse a por la más cercana.

La cabeza voladora se había fijado en él y el oráculo comprendió lo que sucedía, su vida corría peligro.

- ¡Hay que marcharse, ese monstruo lo va a hundir todo!

Era el final de la expedición y el final de todos ellos si no se iban inmediatamente, así que tras dejar la advertencia Yash echó a correr en dirección a la salida como a quien le persigue un gran peligro.

Saethe se colocó junto a Nerftari y, a bocajarro, disparó un flechazo contra la cabeza que la acababa.

Movido por una furia obsesiva, Dario avanza escaleras arriba, estoque en mano, ignorando por completo las fatalistas advertencias de Yash. Ahora que el semidemonio ha huído y la cabeza está sin cobertura, el pícaro salta sobre ella y, con furia desbocada, la atraviesa con su arma. Una vez en el suelo, saca la daga y comienza a acuchillarla una y otra vez, hasta que al final se desvanece, de vuelta a su plano de existencia.

Nefertari, por su lado, logra otro golpe demoledor. El doru cae, cortado en dos por la cimitarra de la paladina, y se deshace también en el aire, sin fuerza para mantener la forma material.

Una vez han muerto ambas criaturas y el combate parece haber acabado, Ratash se gira hacia el huidizo tiflin, que se ha quedado parado en la entrada de aquella ostentosa sala. Viendo su oportunidad para acercarse, el brujo se arrima a su compañero rápidamente, obligando a que se siente para poder atender la fea mordedura que tiene. Sus métodos no son los más típicos de la profesión, pero tras unos minutos le logra sacar el veneno y vendar la herida.

Auren por su lado, tras felicitar a su compañera y dejar que una chispa de su poder divino cierre la mordedura que también ha sufrido, suspira y se pone junto al especialista, que ha quedado de rodillas mirándose las manos. Le pone una mano en el hombro, le sonríe cuando éste gira su cabeza y, finalmente, le ayuda a levantarse.

Mientras tanto Saethe, más pragmática, se dedica a rebuscar alrededor. Han sido unas cuantas las flechas perdidas que pueden aprovecharse; al final encuentra una de las saetas en buenas condiciones, y también el virote de Ratash.

Parece que ya no os queda mucho que hacer allí, así que tendréis que decidir por dónde continuar.

Al desaparecer la odiosa criatura, Darío se encontró bastante desorientado y en cuanto se acercó Auren, soltó las armas y la abrazo

Oh! Ha sido horrible- dijo el muchacho a su hombro - Pensé que Imamish había vuelto para atormentarnos de nuevo.- El muchacho apretó el abrazo a Auren. Tras unos segundos quieto, la soltó despacio y se quedó mirándola con ojos brillantes. Antes de soltarla del todo le dio un beso rápido en la boca y se sonrojó al hacerlo.

El tifling logró alejarse del peligro hasta quedar varado en la puerta, luego dedicó tiempo a esperar mientras era atendido hasta el punto de recuperarse bastante bien. Pasado unos minutos regresó junto al resto, entrecerrando los ojos aunque pronto vio que todos estaban en buenas condiciones. El cuerpo del enemigo no estaba allí por lo que debió haber huido.

- Ese monstruo se ha ido entonces, ha sido una lucha difícil pero salimos airosos.

Fue a acercarse a la estatua, pensando en mirar cada detalle por si guardaba algún secreto. Este tipo de creaciones a veces se construían sobre pasadizos secretos y el oráculo pensaba que en alguna parte tenía que haber alguno pues la gente de la mano quemada no estaba a la vista habiendo llegado antes que ellos.

Saethe se escurrió una vez más sigilosamente para echar un vistazo en el pasillo que se habían dejado más abajo. No pensaba internarse pero sí otear para hacerse una idea de qué había por ahí.

---Un gracias no estaria de más- comento con voz queda cuando veo que Yash se a despues de atenderle aunque enseguida  sonrio- aunque quizas te lo perdone sí te estás reservando para esta noche....dejaré la puerta abierta sí se da el caso...

Me dirijo  tambien junto al grupo pero a diferencia de los demas me dirijo hacia las puertas dobles del oeste para tratar de ver hacia donde se dirigen.

Mientras Auren permanecía con Darío tranquilizándole, algo nerviosa por el beso, los demás se ponen en movimiento. Yash se dedica a buscar alrededor de la estatua, sin encontrar nada; Saethe se aleja con su luz, de vuelta a la entrada y al pasillo que no habéis investigado antes; Ratash echa una ojeada por las puertas de doble hoja; y Nefertari, por último, parece haberse quedado inmóvil, observando con ojos entrecerrados la pequeña puerta del fondo, paralela a la que lleva a la piscina. Algo allí parece atraer su atención de manera irremediable.

Desde dónde estás, ves un corto pasillo, con dos habitaciones a los lados —ocultas por una cortina—, un nuevo camino que va hacia el sur a mitad del corredor, otra puerta doble casi al final —que lleva hacia el norte—, y lo que parece una pequeña piscina al fondo del todo. No se ve ni se escucha nada ni a nadie.

Gracias a la piedra ioun que brilla sobre tu cabeza e ilumina a tu alrededor, puedes ver un corto pasillo que desemboca en una nueva sala. No se ve ni se escucha nada ni a nadie.

Se fijó en el brujo y aunque fuera con un poco de retraso le agradeció que le hubiera atendido.

- Claro, gracias Ratash, aunque no me estoy reservando para nada, lo siento.

Yash fue a acercarse a la paladina, se comportaba de un modo inusual así que le prestó atención.

- ¿Todo bien, Nefertari? Es una simple puerta.

Le preguntó acercándose a la puerta que ella miraba, por si había algo interesante allí.

Al acercarte a la pequeña puerta, por lo que escuchas, te sientes tentado a jurar que es arena golpeando la madera. Casi como si hubiera una tormenta desatada en el interior de la sala contigua.

Al aproximarse a la puerta su expresión cambió, entrecerrando los ojos temiéndose algo.

- Ahí detrás suena a arena moviéndose, como una tormenta de arena, quizá el monstruo se ha metido aquí.

Sugirió mirando al resto, eso significaba que la lucha no tardaría en retornar, una visión de sangre espesa escurriéndose bajo la puerta llegó hasta él, siempre le venían ese tipo de imágenes cuando anticipaba una pelea.

Al no escuchar nada, Saethe se dirigió hacia donde estaba Yash, pues lo que contaba parecía mucho más preocupante. De camino, vio a Nefertari absorta al otro lado, mirando de vuelta a la piscina. La monje también se acercó a echar un ojo,

-Arena? Pues ya sabemos a donde se ha ido ese asqueroso!

La caída del enemigo y las cabezas invocadas hizo que respirara tranquila. Tras el beso sorpresivo, Auren intentó tranquilizarse examinando la estatua, por si tenía algo que le llamara la atención. - Creo que deberíamos seguir. - musitó, intentando que no se le notara el nerviosismo. 

Darío asintió a Auren.

Sí. Veamos que hay tras esa puerta - dijo el muchacho mientras, con estoque en una mano y cogiendo de la mano a la sacerdotisa con la otra, se acercaba a la puerta y le echaba un vistazo en busca de trampas