Partida Rol por web

La máscara de la Muerte Roja

2. Sala Azul

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17/07/2013, 01:38
Director

Una sala exactamente igual que la anterior, excepto por su color, recibió a los invitados de Próspero y a sus sirvientes mientras el cuerpo del príncipe yacía en la sala blanca. En esta ocasión, el azul era el color predominante, y la luz que se filtraba por las vidrieras le daba un aspecto frágil e inocente a los muebles, y a las propias personas que habían llegado a esa estancia.

Todavía asustados, los presentes se miraban entre sí, preguntándose qué estaba ocurriendo, aunque ya muchos hubiesen encontrado una respuesta acorde a sus propias creencias y principios, a cual más desalentadora. En algunos rostros se atisbaba además el dolor que producía la muerte de un ser querido. Las hijas del conde, Fionna y Patricia, y el propio conde Roderigo, recordaban lo que le había sucedido a Camelia. Chiara y Juliana lloraban con el rostro anegado en lágrimas, abrazadas, para sorpresa de todos aquellos que las conocían lo suficiente como para saber que se detestaban profundamente. Elisabetta también portaba una expresión desolada. 

"¿Por qué?"

 La pregunta retumbaba en cada pensamiento, en el seno de cada temor, en cada murmullo, en cada lágrima. Pero en ocasiones, las desgracias símplemente acaecían, sin que nadie hubiese hecho esfuerzo alguno por atraerlas. ¿Era esta una de esas desgracias? ¿O por el contrario el miedo y la muerte en aquella ocasión tenían una causa o justificación?

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17/07/2013, 02:02
Muerte Roja

— Os condeno— la voz del espectro carmesí reverberó entre las paredes de la sala— Os condeno a luchar por vuestra propia vida. A defenderos de vosotros mismos, a desconfiar los unos de los otros, tal y como vuestro bienamado  Próspero condenó a su pueblo a perecer desamparado ante sus puertas —varios gritos ahogados llevaron a los presentes a percatarse de que de pronto se había aparecido entre ellos— Recibiréis una lección valiosa y eterna.

En esta ocasión, su rostro se asemejaba al del príncipe, aseverando la sentencia que la Muerte había dedicado a Próspero poco antes de ofrecer a Camelia su mortal abrazo— La muerte no tiene rostro, hasta el día de tu propia muerte—el contraste entre el carmesí de su siniestra figura y el azul de las paredes, volvía a la figura aún más fantasmagórica y temible— He plantado mi semilla entre vosotros, y deberéis ser sabios para podar mis malas hierbas. De lo contrario, éstas os atraparán. Para siempre—tras esbozar una sonrisa sibilina se dio la vuelta con paso ceremonioso, y atravesó la puerta que daba hacia la sala blanca. Una vez en ella, abrió otra puerta, y desapareció tras la misma.

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17/07/2013, 02:34
Lucrezia

Lucrezia dejó las cartas, alarmada, al ver a Lautone caer, pero la reacción de Juliana le hizo darse cuenta de que no era el único. ¿El príncipe también? Tras tirar las cartas, corrió hacia Elisabetta y quiso agarrarla de la mano cuando el reloj comenzó a sonar.

- Maldito reloj. ¡No soporto sus tañidos!

En cuanto estuvieron en la nueva sala, aún presa del miedo, se dio cuenta de lo que estaba pasando. Iban a caer. La Muerte Roja había comenzado a devorarlos, y se estaba deleitando en su crueldad. Se mantuvo junto a su hija, que estaba desolada, mientras aquel ser hablaba de nuevo. Miraba aquella falsa cara de Próspero y a pesar del terror, no podía dejar de hacerlo. Tal era la parálisis que le generaba ser testigo de aquel poder blasfemo que demostraba la Muerte, el pavor la anulaba. Rodeó la cintura de su hija, intentando protegerla, y observó cómo se iba de nuevo aquella aparición, condenándoles a la discordia.

En cuanto desapareció, aquella falsa calma desapareció y comenzó a temblar primero y las piernas le flaquearon. Se llevó una mano a la frente, que había palidecido y estaba perlada de un sudor frío.

- Ay, Señor, ¡qué desgracia! - Miró a su hija. - Hija mía... hija mía... - Le ofreció sus manos para que las cogiera y le confortaran. - ¡Ay que se lo ha llevado la Muerte Roja! - Tenía el rostro lleno de lágrimas y le temblaban los labios, así como la voz. - ¡Ay, hija mía! ¡Mi niña! ¡Mi pequeña! - No sabía qué decir. El conde Lautone nunca había sido santo de su devoción, pero era un hombre que se preocupaba por su hija, que les había prometido salvarlas de la ruina, y al que su hija quería. Ahora estaban de nuevo solas y sin ningún asidero al que anclar su poco futuro. De nuevo todo parecía negro, y, lo que lo hacía peor, su hija estaba sufriendo. 

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17/07/2013, 04:00
Elisabetta

Madre, madre. ¡No!

 Mi galante Pirata, mi buen Lautone.

Madre. El sólo quiso protegerme. Sólo... ¡Dios santo madre!

A pesar de que me había prometido no tratarla más como madre si no simplemente como Lucrezia. El dolor de perder al hombre que había aprendido a querer era desolador. La esperanza había sido arrasada de mi corazón. Sólo me mantenía firme por mi niño -me acaricio el vientre -mi niño. No pude evitar no abrazarla y llorar como la nña que todavía era.

Debía escapar de ese maldito lugar... por el bien de mi hijo... -añadió con resolución en un siseo.

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17/07/2013, 05:45
Fionna

Fionna ve a su padre unirse a Salvatore y Fausto en el juego y aunque quería acercarse, lo que había escuchado antes, llama su atención. La voz de la muerte roja hace que su mirada se cogele, sus movimientos sean lentos, torpes e imprecisos y sale corriendo hacia su padre pero tropieza con Lucrezia. No quería que se lo arrebataran al igual que a su madre pero las lágrimas le habían quitado la poca puntería que le quedaba entre la multitud y cae a los pies de Fausto y Salvatore. Con las mejillas coloradas y un terrible temor, busca a su padre y como puede lo levanta para que corran de ese lugar.

Después de pasada la conmoción, se acerca a Fausto y Salvatore y con una reverencia formal y el rostro con la mirada baja, les responde - Disculpad, mis señores, por tal torpeza. Fui presa de la desesperación y espero no haberos ofendido con mi actitud. Si hay algo que esté en mis manos hacer para aliviaros vuestra molestia, hacédmelo saber - sin levantarse y aún inclinada, permanece allí.

Lágrimas aún salían por sus ojos cuando decía estas palabras pero debía ser responsable ya que su madre no estaba allí para enmendar sus errores por ella. Tal vez había deshonrado a su familia y eso era algo que no podía permitirse.

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17/07/2013, 09:03
Fabiano

Después de asistir al príncipe en sus últimos momentos de vida, las campanadas hicieron que el pánico se instalase en el pecho de Fabiano y le obligase a correr como el resto para abandonar la blanquecina estancia.

Una vez en el mismo habitáculo pero de azules tonos, su rostro se muestra asustado y confuso, ha perdido a su señor, y ahora es difícil saber qué es lo que uno ha de hacer además de salvaguardar la propia vida.

La aparición de ese espíritu del averno estremece a Fabiano y le hace sentir una congona sin parangón. La semilla de la desconfianza se instala en él, pero no tiene tiempo para esperar que germine una vez este rojo emisario abandona la sala.

- Atiendan a los que han perdido a alguien - Ordena al personal de servicio, aunque hubiesen perdido al príncipe, él seguía siendo su responsable.

Poniéndose en pie, el chambelán se acerca a Chiara.
- Mi señora, ¿os encontráis bien? ¿puedo hacer algo por vos, para paliar la pérdida que vuestro corazón ha de sentir?

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17/07/2013, 09:46
Roderigo

Tras la aparición de la muerte roja trato de mantener la compostura pese a ser una tarea de magnitudes que me sobrepasan, pues era el único culpable de llevarse a mi esposa. Es una enfermedad, es imposible de derrotar, salvo que cortemos por lo sano la raíz. Relamo mis labios y miro a todos los presentes. Alguien la tiene, pero no se puede condenar a nada sin pruebas. Reparo en el hecho de que el príncipe ha caído. Esto va a ser un descontrol, que Dios nos asista...

Acojo a mi vástaga más pequeña en mis brazos que parece avergonzada por haberse caído en la huida delante de algunos de los caballeros presentes.

- No os preocupéis, mi amada hija,  cualquiera podría haberse dado un traspié... - Mirando en dirección Fausto y Salvatore continúo. - Estoy seguro de que no albergan sentimientos malos hacia ti. Es imposible. - Fuerzo una sonrisa fruto de las maneras que he ido aprendiendo a poner tras años de noble y le pregunto con dulzura, como cuando era una niña pequeña. - ¿Te encuentras bien, Fionna?

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17/07/2013, 13:33
Director

En cuanto su padre se acerca a ella, Fionna le mira, empalidecida de pronto, y suspira. Sus piernas flaquean, y cae desmadejada sobre el suelo, perdiendo el conocimiento. 

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17/07/2013, 13:36
Enzo

Enzo había permanecido absorto en el juego de cartas cuando todo empezó, Lautone comenzó a palidecer y a estornudar, pero no sólo él sino el propio príncipe también comenzó a dar síntomas del mismo mal, la muerte roja, era absurdo negar la evidencia. Que quedó confirmada cuando ambos murieron y apareció la propia muerte ante ellos condenándolos a todos a sufrir el mismo destino.

El bastardo reaccionó de la misma manera que el resto de invitados, abriéndose paso como pudo entre todos, hasta ir a parar a la nueva sala. 

De nuevo comenzaron los lamentos y la histeria, estaban encerrados nuevamente pero ahora además con la consciencia de saber que entre los invitados se ocultaban "las malas hierbas" de la muerte roja. Quizá por toda esa presión y el trauma sufrido por al pérdida de su madre la pequeña Fionna perdiera el conocimiento.

Enzo, se acercó a roderigo y a la muchacha y trató de ayudarles.

- Señor, quizás con un poco de líquido, vino o tal vez agua, sobre sus labios reaccione...- le dijo en voz baja a Roderigo, ahora que el príncipe había muerto volvería a ser un simple bastardo.

 

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17/07/2013, 13:55
Nicola

Y ahora, aquel mal que parecía surgido de un cuento más que de la realidad, les había arrebatado al príncipe. Antes de que cundiera el pánico y todos huyeran, Nicola había podido verlo con claridad. Y no sólo había caído Próspero... También Lautone. Es cierto, el príncipe Próspero no era el mejor gobernante de aquellas tierras, e incluso podría carecer de ciertas virtudes humanas... Pero era su señor, y ahora no quedaba claro quién podría asumir el mando. 

-La situación cada vez va a mejor...-dijo entre dientes, sin saber muy bien qué hacer a continuación. 

Finalmente, decidió que lo mejor sería actuar, y cuanto antes, mejor. Con el ruido de su muleta golpeando el suelo de aquella nueva sala, se acercó a Giuseppe. Saludó a éste con un asentimiento, y dedicó una sonrisa, una de las pocas que había esbozado en aquella fiesta, y quizás en meses, a su hija Martina. 

-Temo por la seguridad de todos los presentes, Giuseppe. ¿Qué pensáis de todo ésto?

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17/07/2013, 14:12
Director

Antes de que de nuevo cunda el pánico, Fionna vuelve a parpadear, abriendo los ojos. Parece asustada y confusa, y en su muñeca derecha, todos pueden observar un corte sangrante

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17/07/2013, 15:05
Cecile

¿Qué le debe ocurrir al Príncipe? Parece que no se encuentra bien... Al ver al Príncipe Próspero en ese estado, Cecile perdió parte de la tranquilidad que había ganado gracias a las historias de Fausto y las canciones de Attilio.

Lautone también empezó a mostrarse apagado y al rato ambos presentaron síntomas que revelaban su enfermedad. Ha llegado a ellos... La enfermedad ha llegado a ellos... Se puso cada vez más nerviosa.

No obstante, al ver a Chiara tan preocupada por su amado, sintió que debía apoyarla. Sobre todo cuando la muerte acabó apoderándose de él y del amado de Elisabetta. Oh Dios mío... Quiso acercarse a Chiara y a Juliana para mostrarles su más sentido pésame, pero no era un buen momento. Oh Chiara... Soy consciente de cuánto le queríais... - Cuánto lo siento... - Dijo, cerca de ambas cuando llegaron a la sala azul, pero en voz baja y con los ojos cerrados, sintiendo su tristeza.

Todavía apartada, escuchó los murmullos de los demás y al abrir los ojos vio cómo Fionna, la hija más joven de Roderigo se desmayó. Pero antes de que se pudieran preocupar en exceso, parecía que poco a poco se recuperaba. ¿Se habrá contagiado ella también...? Espero que no... No... No lo creo...

Aquella voz terrorífica dejó a Cecile con malestar en el cuerpo. ¿Qué vamos a hacer sin el Príncipe? Ya no tenemos escapatoria... Ya no estamos protegidos. Sintió un escalofrío y se abrazó a sí misma para amortiguar el temblor. ¿Qué vamos a hacer...? Se dejó caer poco a poco hasta quedarse sentada en el suelo, mientras buscaba a Atillio con miedo en la mirada.

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17/07/2013, 15:30
Attilio

-Oh, no Prospero..-Attilio se lleva las manos a la cabeza...Se persigna con mirada solemne y busca a Cecile con la mirada asegurándose de que está bien.-Así es la muerte.... No es la primera vez que estoy entre sus caprichos y designios....

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17/07/2013, 15:37
Martina

Al contemplar la escena Martina se llevo de nuevo las manos a la cara para taparse la vista y evitar ver, alguna lagrima se escapo de sus ojos mientras la garganta se le secaba.

Se aferro a su padre lo mas fuerte que pudo. El era lo único que tenia en la vida, puede que ella no estuviese del todo cómoda con él pero no había nada mas a lo que aferrarse.

Cuando el joven Nicola se acerco a su padre y le sonrío algo dentro de ella empezó a florecer, nunca en su vida ninguno de esos valientes soldados se había acercado a diez metros de ella, todos conocían sobremanera la ira de su padre.

Martina rodeo con el brazo a su padre y le sonrío amablemente para hacerle saber que no era necesario que se preocupase por el ex soldado. Mientras buscaba con la mirada a Chiara con cierta preocupación, las ganas de salir de ese lugar eran cada vez mayor. Ojala pudiese agarrar a su amiga de la mano y irse lejos de ese lugar.

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17/07/2013, 16:00
Chiara

Chiara se encuentra en estado de shock. El dolor de ver morir a su amado príncipe en sus brazos se mezcla en su pecho con el terror por el futuro que le espera y llora hasta que se le acaban las lágrimas. Casi no es consciente de cómo ha llegado a la sala azul. No sabe quién la ha empujado para ello, apartándola del cuerpo de Próspero, pero cuando empieza a reaccionar se da cuenta de que se encuentra entre los brazos de Juliana. — ¿Ha sido ella quién me ha arrastrado hasta aquí? ¿Por qué? — Se pregunta la joven entre pensamientos confusos. Sin embargo, por una vez, esa mujer a la que siempre había temido se está comportando con ella como la madre que Chiara no llegó a conocer, y no puede evitar dejarse consolar por Juliana, escondiendo la cara en su regazo, como la niña que es en el fondo.

Cuando la figura enmascarada se marcha tras amenazarlos a todos, la joven empieza a ser consciente de lo que la rodea. Respira lentamente, mirando a todos, aunque sin darse cuenta todavía de que falta también Lautone.

Fabiano es el primero que se acerca a ella y Chiara le mira, con el rostro surcado de lágrimas y expresión acongojada. — U-un poco de agua, por favor. — Solicita al chambelán, con la voz tomada todavía por el llanto.

Cecile se acerca también y la joven le coge la mano, tirando de ella para abrazarla. — Oh, Cecile... Él era... T-tan bueno conmigo... 

Poco a poco, se va calmando y mirando a su alrededor, asumiendo la situación lentamente y tratando de recuperar su entereza. Es entonces cuando se da cuenta de que el conde Lautone tampoco está entre ellos, y su mirada busca a Elisabetta con preocupación. Al ver que está siendo consolada por su madre, no se acerca por el momento. Chiara busca un lugar donde sentarse para terminar de recomponerse. — ¿Y ahora? ¿Qué será de mi padre y mi hermano? — Los ojos de la joven buscan el lugar por el que la figura enmascarada se marchó después de las amenazas, intentando entender las palabras de ésta y lo que deben hacer ahora. 

Su mirada se encuentra con Enzo y frunce levemente el ceño al darse cuenta de que la suya no es la única situación delicada ahora. Él también ha perdido la piedra angular de su posición en esta corte.

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17/07/2013, 16:32
Juliana

Juliana tardó en recuperarse menos de lo que lo hizo Chiara.

Cuando el rostro del Príncipe comenzó a demacrarse no dudó en acercarse a él, sin importarle que la muchacha estuviera ya a su lado. Tomó su mano y murmuró todas las palabras de alivio que se le venían a la mente. En muchos momentos hablaba de manera atropellada, y siempre con el corazón en un puño.

Cuando comenzó a toser sangre no temió mancharse el vestido, aunque procuró mantener su cara alejada del Príncipe. Y cuando las lágrimas rojas comenzaron a surgir y sonó el reloj, tuvo claro que lo único que podía hacer era correr. Con miedo se apartó del hombre que le había dado todo lo que era unos pasos, mientras todos iban en desbandada hacia una puerta abierta. Al echar una última vez la vista atrás, vio allí a Chiara. La versión joven e inocente de ella misma. Su rival. Sin embargo no pudo dejarla allí. La cogió por los antebrazos y la llevó a la nueva sala entre el tropel de gente.

La pobrecilla estaba en estado de shock. Juliana no pudo hacer otra que abrazarla y acariciar su pelo, mientras murmuraba promesas de un mañana que esperaba poder llegar a ver, tratando de ignorar en la medida de lo posible la visita de la Muerte Roja. Después, cuando Cecile llegaron a consolarla la dejó ir, mostrándose lo más tranquila que podía, mientras pensaba en la situación. ¿Qué iban a hacer ahora? ¿Qué pasaría cuando salieran de allí? ¿Y si no llegaban a hacerlo?

Dio un par de pasos hacia atrás, paseando la mirada por la estancia, tratando de ubicarse. Amigos y conocidos se encontraban dispersos. Algunos acongojados, otros temerosos.

Examinó su vestido. Estaba claro que ya no serviría para nada, nunca más. Aquí y allá pequeñas manchas de sangre lo habían dejado inservible, sin hablar de las tela que se había rasgado durante la huida.

Disgustada, Juliana comenzó a arrancar ella misma algunos trozos pequeños de la capa exterior de su atuendo, los que estaban manchados con sangre, y fue apilándolos en una mesa, lo más lejos de ella posible. Trató de hacerlo manteniendo la máxima dignidad posible y esperando que, al ser de tonos parecidos las capas inferiores, no se notase demasiado. De todas formas, lo tenía claro: si tenía que escoger entre enfermar o no, prefería deshilacharse las veces que fueran necesarias un vestido antes que morir.

Cuando hubo terminado se acercó de nuevo a Chiara para hablarle con franqueza.

- Querida, puede que él te prefiriera a ti, pero yo le amaba con todo mi corazón. Ahora las dos lo hemos perdido, y lo mejor que podemos hacer es estar juntas en esto. - dice despacio, manteniendo un rostro lo menos emocional posible - Si necesitas alguien con quien hablar, o una amiga, puedes contar conmigo. Nuestra pérdida es enorme, pero parecerá aún mayor si no la compartimos.

Después, señala las manchas del vestido de la chica, y luego el montoncito que ha hecho con los trocitos de la tela de su vestido. - Deberíamos quemarlos. - le sugiere entonces.

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17/07/2013, 17:09
Giuseppe

Giuseppe se sintió como en un mal sueño, una pesadilla de esas que por mucho que lo intentes no logras despertar y cuando llega el amanecer te encuentras empapado en sudor y totalmente febril...

Ni siquera recuerda como ha tenido fuerzas para levantarse de su letargo y coger a Martina, su adorada hija, para lograr escapar del influjo de Satanás y llegar a la Sala Azul...

Ya no cabía ninguna duda, aquello era obra del diablo y hasta el mismísimo Satanás había declarado que sus esbirros se encontraban entre los presentes... Podía ser cualquiera de sus compañeros de encierro....

Solo con pensarlo sus brazos rodearon a su hija en una pose protectora.... ella no se merecía aquello... era joven y guapa y todos los sueños y esperanzas depositados en ella, ahora se encontraban en las manos y designios propios del diablo...

Ven querida hija, resguarda tu cuerpo mortal junto a tu padre y abre tu alma a Dios pues él y solo él puede salvarnos de esta obra macabra de Satanás.

Su mano derecha mesaba la crin rubia de su hija mientras su mente divagaba en como los rezos y Dios podrían ayudarlos a salir de aquella trampa infernal...

Casi no reparo en Nicola ni en sus palabras, salvo cuando su hija cambió su postura y se asió a su brazo... Entonces miró a Nicola y a su hija... más concretamente a los ojos de la joven que miraban al soldado de forma totalmente contraproducente... A pesar de la situación aquellos no eran modales para una joven y así se lo hizo saber con unos ojos desaprovadores.... Entendía que en aquella situación la flor del amor podía surgir, la mera presencia de la muerte hacía que sus sentimientos más viscerales floreciesen pero... de momento su hija debería contenerlos...

Miro a Nicola con la cara desencajada y el temor en sus ojos...

Mi buen Nicola, ya he tratado de advertirlo dos veces y nadie escuchó... Ahora ya tenemos una prueba palpable.... La muerte ha llegado, en forma de aliado de Satanás y ha corroborado mis sospechas... Entre nosotros hay algún aliado de Satanás, probablemente alguien que ha hecho un pacto con el Diablo, el cual le ha dotado de la magia negra necesaria para imbuir nuestros cuerpos carnales con la terrible enfermedad que asola nuestras tierras... Ahora mismo no podemos fiarnos de nadie y, sin embargo, todos nos necesitamos más que nunca...

¿Qué podemos hacer? Sólo se me ocurre que todos recemos juntos y que busquemos en nuestro alma la forma de ponernos en comunión con Dios pues él y sólo él, puede permitirnos sobrevivir y localizar al aliado carnal de Satanás...

Me temo que todo lo demás será en balde... seguiremos sin poder abrir las puertas y ventanas, cualquier pasadizo oculto no será encontrado... Debemos rezar, buscar en nuestro interior nuestro lado más puro y localizar al aliado de Satanás para acabar con él...

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17/07/2013, 17:20
Patricia

Todo vuelve a ser un caos pero esta vez no pierdo a mi familia de vista. Para mi sorpresa, una puerta se abre y todos nos metemos de cabeza a la nueva sala. Esta vez, su tono es azul, bañando todo de tristeza, de onirismo... La Muerte Roja aparece y nos dice que debemos de aprender una lección. Si nos mata, no tiene sentido que nos de lecciones pues la finalidad de una lección es aprender de ella... Pero algo de lo que dice no me ha gustado nada: ¿ha insinuado que entre nosotros está el mal? ¿Será verdad? ¿O solo juega con nosotros, una vez más? No me voy a creer a la misma Muerte que se llevó a mi madre sin razón alguna.

Tras esto, mi padre se acerca a Fionna y ésta cae desmayada al suelo.

- ¡Fionna! -me apresuro a acercarme a ella, poniéndome de rodillas a su lado. Le doy golpecitos en las mejillas para que vuelva en sí- Por favor, Dios, por favor...

"No puede ser que se la lleve, a ella no... es tan pequeña aún... Primero madre y ahora ella... No, por favor, ¿por qué?", pienso angustiada mientras trato de hacer volver en sí a mi pequeña hermana. Alguien se acerca pero no me doy cuenta de nada de lo que sucede a mi alrededor en mi ataque de pánico.

Parece que mis súplicas surten efecto pues ella vuelve en sí, pero con una marca en la muñeca que jamás antes la había visto antes. Le tomo la muñeca, extrañada y le pregunto:

- ¿Estás bien, pequeña? ¿Cómo te has hecho esto? -tras preguntarle, miro a mi padre con mirada inquisidora. Quizás él lo sepa.

 

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17/07/2013, 19:09
Salvatore

"No...no. Próspero ha caído... ¿Por qué tenemos que pagar nosotros por sus pecados?" La tensión y el miedo empezaron a apoderarse de Salvatore, no entendía como era posible llegar a aquella situación ni quien podía estar orquestando aquel encierro.

"¿Y Lautone?" -pensó de nuevo al ver como habían caído. -¿Se contagiaron cuando salieron fuera de la anterior sala? Pero Próspero no salió, entonces cómo es posible... ¿La campesina?

-Esto carece de sentido, la muerte no cobra vida para vengar a la plebe... -froté mi cara con ambas manos, algo desesperado y aterrado.

Es entonces cuando me percato de la joven Fionna, que frente a nosotros empieza a disculparse antes de caer desmayada momentos después.

-Fionna, Fionna -me agaché rápidamente para zarandearla con suavidad esperando que respondiese. -¡Mi señora responded! -Continué a su lado hasta que se despertó de nuevo con aquella herida.
-¿Os hicisteis esto cuando escapamos?

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17/07/2013, 19:49
Fionna

¿Qué fue lo que ocurrió?...

Sus ojos comienzan a abrirse y se ve en manos de su hermana y a Salvatore. La reconforta un poco verlos, pues ella siempre la había cuidado casi tanto como su madre y Salvatore... Fionna recuerda la escena y al escuchar a su hermana, mira su mano. Sorprendida, la mira con cara de confusión y con voz temblorosa dice - Entonces... ¿No fue un sueño? - parecía aún no poder creer lo que había visto pero sabía que no sería muy bien recibido por todos los miembros de la corte, así que decidió contar poco.

- La muerte roja... Apareció frente a mí... Creí que moriría porque todo fue... Oscuro. Ella ha arrancado toda mi piel - decía aún intentando recordar lo que había visto. Se sentía algo mareada pero estaba bien. Al menos tenía la certeza de no estar enferma. Mira su mano con atención y piensa - Esto me lo ha hecho ella -.