Partida Rol por web

En medio de una fortuita casualidad, vuestras miradas se cruzan en medio de la sala. Acto seguido, un estremecimiento recorre vuestros cuerpos. ¿Cómo había sido posible que hasta ahora no hubiérais reparado el uno en el otro de aquella manera?

De pronto todo cobraba sentido. Vuestras vidas, vuestro mundo. Todo había estado vacío hasta ese momento, en el que os disteis cuenta de que el simple hecho de vivir sin alguien como aquel al que observábais a vuestro lado, había sido toda una epopeya. 

No era deseo, no, tampoco podía llamarse amor. Las palabras no bastaban para describir aquel sentimiento que reunía todas las pasiones y os liberaba de todo mal, que era más fuerte que cualquier otra emoción en vuestros corazones. Entre vosotros, se había establecido de pronto una unión que nadie sería capaz de romper, una unión en la que uno no podría vivir sin el otro, en la que uno se dejaría morir si el otro encontraba la muerte. 

Portando este nuevo sentimiento en vuestro interior, os dirigís como por acuerdo tácito hacia un rincón de la sala. Tras unos amplios cortinajes, las voces de los demás os llegan amortiguadas y sabéis que vuestra intimidad no será perturbada. Os miráis expectantes, y sonreís. ¿Quién sería el primero en hablar en aquella situación?

Todo aquello era nuevo para la joven Martina, nunca antes había sentido nada igual. Cuando alguna emoción ajena a la fe escapaba de ella su padre la extinguía rápidamente, era implacable.

Se quito la mascara en aquel lugar apartado dejando ver su hermoso rostro y observo a Nicola con curiosidad.

-Es... Escuche que su señoria fue soldado... Tenía que ser algo impresionante, seguro que sois alguien muy valiente.

La palabras de la joven se escuchaban entrecortadas por su timidez y falta de experiencia en la conversación con los hombres, la chica estaba roja y expectante por todo lo que sucedía mientras sus pensamientos permanecía ajenos en su mundo de ilusión sin preocuparse de lo que podía ocurrir si su padre los descubría.

Nicola había perdido la máscara hacia tiempo, quizás en alguna de las anteriores habitaciones, y su rostro descubierto reflejaba una expresión amable, que se diferenciaba bastante del semblante taciturno que estaba grabado en su rostro desde el accidente que le dejó tullido. Una leve sonrisa iluminó su rostro al responder.

-Así es, mi señora... Fui caballero al servicio de Próspero, pero el orgullo por mis victorias y mis dotes me volvió imprudente, y sufrí un accidente que me condenó a ésta muleta, apartándome del campo de batalla. 

Las manos de Martina se posaron en el pecho de Nicola mientras su expresión se tornaba algo mas taciturna.

-Tuvo que ser una experiencia muy desagradable para usted... Seguro que ganasteis miles de batallas.

Los ojos de la chica estaban clavados a fuego en los de él sin apartar su mirada ni un ápice. Cada vez se encontraba mas embelesada con el ex soldado. Algo en el le llamaba la atención de una manera insana. Quizás fuese el simple y mero hecho de tener al fin algo que siempre le había sido negado, de cualquier manera la chica iba poco a poco alejandose del mundo terrenal y cada vez perdiendose mas en su mente llena de fantasías donde después de tanto tiempo podría escapar de todo lo que le mantenía prisionera junto a su padre.

-¿Miles? Yo no diría tanto, no creo que nadie pueda participar en tantas... Pero si conseguí muchas victorias, cuando era más joven y estaba en condiciones. Y sí, fue algo bastante desagradable... El campo de batalla era mi lugar, pero ya no puedo volver a él. Y la corte me aburre soberanamente. Al menos, hasta que os he conocido a vos-añadió con una sonrisa, pero su rostro volvió a ponerse serio.

-Sin embargo, ahora nos acecha un gran peligro... Os juro que protegeré vuestra vida con la mía... Y, si está en mi mano, también salvaré a vuestro padre. 

Martina dejo escapar un suspiro ante la proposición con la que Nicola le obsequiaba. Protegerme a mi y a mi padre...

-Espero que sepáis que mi padre no aprobara esto... él... Es muy protector conmigo, es una buena persona pero me mantiene atada.

Martina se paro entonces a escuchar sus propias palabras y con un gesto algo nervioso continuo hablando.

-No quiero decir que desee librarme de él, ni mucho menos. Es mi padre y le amo... Pero desearía que me diese mas libertad... Desde que mi madre murió nada ha vuelto a ser igual.

-Quizás, cuando todo ésto acabe... Pueda convencerle para que me entregue vuestra mano en matrimonio. Pero antes. debemos capear toda esta pesadilla. ¿Sospecháis de alguien que tenga la enfermedad? Quizás simplemente actúen de manera extraña. No lo sé, ignoro que designios tiene el diablo... Pero quiero acabar ésto antes de que os pierda para siempre...

Me lleve una mano a la boca mientras con la otra me tapaba levemente la cara.

-Hoy he descubierto que puedo ver quienes son portadores de la enfermedad... Y se quien lo es...

Martina tapo un pequeño alarido que estuvo apunto de proferir y continuo hablando.

-Mi.... Mi padre es portador de la enfermedad... Y mucho me temo que si no actuamos y hacemos algo él...

La chica miro a Nicola a los ojos y con una tierna mirada le suplico.

-¡Por favor! ¡Tenemos que hacer algo!. Es mi padre... es lo único que me queda aparte de vos ahora... no puedo perderle igual que a madre... También puedo curar la enfermedad pero... solo puedo hacerlo una vez.

Y espero que la suerte nos sonría mi amado, pero si vos caéis preso de la enfermedad no puedo pararme a observar... Esperare que no ocurra, pero en caso de que ocurra no puedo sentarme a verlo...

-¿Quién más es portador? Quizás podríamos acabar con el resto, y que vos sanéis a vuestro padre. Creo que debo pediros que lo hagáis, no deseo veros sufrir. Y Giuseppe es un buen hombre, aunque sea demasiado protector con vos. Sé que lo hace por vuestro bien. 

Nicola suspiró, antes de añadir.

-Yo creo estar en condiciones de proteger a alguien si fuera necesario, así que no temáis. 

-Solo lo veo a el...

Martina se aferro fuertemente al brazo de Nicola quedandose lo mas unida a el que pudo.

-Pero si en un futuro vos caéis presa de la enfermedad no podre hacer nada... No puedo dejar que eso pase mi señor.

El caballero apretó las manos de la mujer entre las suyas, mirando directamente en sus ojos.

-Es vuestro padre. Debéis salvarle si está en vuestra mano. La otra opción es ahorrarle una lenta agonía y proporcionarle una muerte rápida, pero desearía no tener que hacer tal cosa. Y no debéis preocuparos por mí, los designios del Señor son inescrutables. Si el desea que muera, no podremos remediarlo... Pero creo que podré protegerme de cualquiera que no sea él-dijo con una sonrisa, intentando animar a la mujer. 

Un poco más adelante, en la nueva sala, el caballero se las arregló para hablar en privado con la joven. 

-¿Cómo no salvasteis a vuestro padre? Debisteis haberlo hecho, ya os dije que no debíais temer por mí. Pobre Giuseppe...

Martina bajo la cabeza y dejo escapar unas pocas de lagrimas mientras con la voz cortada hablaba con el caballero.

-Yo... yo... lo he intentando... pero no ha funcionado... No ha valido de nada... Mi padre esta muerto, no se... no se que voy a hacer ahora...

La chica se abrazo a Nicola y empezó a llorar sin importarle el ruido que producía, cuando estaba con los otros algo dentro de ella le impedía perder las formas... Pero allí, en la soledad de aquel rincón nada le hacia reprimirse.

El caballero rodeó con sus brazos a la mujer, dejando su muleta apoyada cerca.

-Entiendo vuestro dolor... Giuseppe era un buen hombre, y seguro que el Señor ha sido piadoso con él... Desahogaos cuanto queráis, no debéis temer nada. Aunque os he fallado protegiendo a vuestro padre, juro que no lo haré con vos...

Martina le dio un suave beso a Nicola en los labios y después se dejo mecer entre sus brazos cerrando los ojos.

-No pasa nada mi señor, mi padre ha vuelto y estoy feliz por ello... Espero que no vuelvan a arrebatarmelo, igual que espero que vos no os separéis nunca de mi lado.

La chica se dejo llevar junto a él y estaba en calma, después de todo lo sucedido al fin respiraba en paz... Pero temerosa de cuanto tiempo iba a durar la situación.

Aquel beso alegró a Nicola, aunque deberían tener cuidado. Sin duda, en la corte aquello podía ser peligroso... Y más si Giuseppe decidía oponerse. Sin embargo, aún teniendo a la mujer entre sus brazos, Nicola se vio obligado a interrumpir aquel momento de solaz y felicidad.

-Mi señora... Ahora debemos tener cuidado. ¿Escuchasteis lo que dije sobre el egoísmo y el miedo? Pueden tener miedo de la vuelta de vuestro padre. Attilio ya denunció que aquello era brujería. Lo que me lleva a pensar que, o el miedo le puede... O está implicado como siervo de la muerte roja. Por otro lado, está el egoísmo del resto de personas. Si se supiera lo que ha ocurrido verdaderamente, quizás algunos se pregunten por qué Giuseppe, y no alguno de sus seres queridos. Y os intenten forzar a traerlos. Debemos actuar con cautela. 

Nicola, tras escapar a la sala verde, parecía algo más taciturno. Cuando por fin consiguió hablar con Martina, el caballero dijo:

-Mi señora, ¿vos habéis sanado a Fionna?-preguntó el caballero... Aunque lo cierto es que no era aquello lo que más le preocupaba. 

Martina escapo junto a Nicola intentando no separarse de él en ningun momento. Cuando de nuevo se encontraban a solas y el caballero le pregunto por la joven Fionna Martina esbozo una sonrisa y hablo después de tanto tiempo en silencio.

-Si... fui yo. Mucho me temo que salvar al joven no iba a valer de nada, era de saber para todos que el pobre estaba apunto de ser ejecutado en las votaciones... Pero he podido salvar a la chica.

-Aun así, si no paramos esto pronto no se hasta cuando voy a poder seguir salvando a la gente...

Miro a la cara a Nicola y mientras agarraba fuertemente sus manos le pregunto.

-¿Que es lo que tanto os preocupa querido?

-Me alegro de que fuerais capaz de sanarla.

El contacto de las manos de Martina no consiguió alegrarle, y el caballero siguió con un semblante preocupado. Cuando le preguntó aquello, fue incapaz de mirar a los ojos a la mujer, clavándolos en el suelo. 

-Lo que me preocupa... Es que creo conocer a uno de los esbirros de la muerte roja...